¡Qué poco dura la alegría en la casa del euro! Tres periódicos nacionales, tres, vi ayer por la mañana con un mismo titular de primera que, ay, ha quedado, si no exactamente viejo, al menos sí de una ironía sangrante: «Grecia da un respiro a Europa». El toque de genio lo han tenido los responsables de El País, ABC y El Correo. Se habrán quedado calvos.
Ayer fue un día extraño. El domingo por la noche todo eran parabienes. Los griegos habían salvado la crisis votando mayoritariamente a uno de los dos partidos -Nueva Democracia- que les han metido de lleno en ella, pero que, al menos de boquilla, están por permanecer en el euro, recibir ayudas y aplicar las medidas que les dicten desde Berlín. ¡Europa se ha salvado! Y, después de la borrachera, la resaca: la prima de riesgo se dispara ante un perplejo pensamiento único que sigue sin enterarse de nada.
Llevamos décadas acostumbrándonos a pensar que la política es el arte de birlibirloque, que basta un ¡hágase! de los gobernantes para que todo se ponga en marcha y que si las cosas no salen como preveíamos, es porque los políticos en cuestión eran malvados o no habían dado con el encantamiento adecuado, nada, en fin, que no pudiera arreglar un nuevo baño de urnas. Bueno, pues ya ven que la democracia -la política- tiene un límite clarísimo: la realidad.
HISTORIAS PARA NO DORMIR
Lo que pasó ayer, sencillamente, es que los inversores no creen a los políticos. No a Samaras, no a Tsipras, no a los payasos de ese partido con nombre de sauna gay [Amanecer Dorado]. Han hecho sus cuentas y no salen. Y los periodistas, que llevamos toda nuestra historia alimentando el narcisismo de los políticos, echamos las campanas al vuelo al ver que salen votados los viejos sinvergüenzas porque, hey, son partidarios del euro, como si eso bastara para crear riqueza al igual que en un cuento de Las mil y una noches.
VA A VER QUE IR DESPERTANDO
En El País leo que «Montoro pide ayuda al BCE ante la situación crítica que sufre España«. ¿Qué dinero tiene el BCE? Ninguno, claro, que no haya estado previamente en el bolsillo de los ciudadanos. Pero si no lo tiene, se lo inventa. Para eso está Alemania, para tapar agujeros. Seguimos jugando al peligroso juego de eludir las deudas, de limpiar balances, de que los precios nos digan exactamente dónde estamos y qué tenemos de verdad. Pero si puede eludirse la realidad, no pueden evitarse sus consecuencias.
Todo muy elemental. El primer párrafo de la información no tiene desperdicio, qué no haría Lewis Carroll con él: «El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ha asegurado hoy que «persisten las dudas» sobre la capacidad de recuperación de la economía española y sobre el futuro del euro, y ha reclamado al Banco Central Europeo que responda «con toda firmeza» a la «insistente presión» de los mercados. «El BCE debe responder con toda firmeza, con toda fiabilidad, a esos mercados que todavía intentan obstaculizar el desarrollo del proyecto común del euro’, ha dicho Montoro».
¿Se acuerdan de que teníamos un Gobierno neoliberal? Pues ya ven al ministro exigiendo que se responda con firmeza «a esos mercados que todavía intentan obstaculizar el desarrollo del proyecto común del euro». De repente los mercados ya no responden a los deseos del inversor común, de esos pequeños ahorradores que sólo quieren sacarles un pico a sus bien ganados durillos, del plan de pensiones de esta viuda o del fondo de inversión de Gaspar Llamazares. No: ahora son extraños agentes malévolos que quieren fastidiarnos la vida, sabe Dios por qué. Que me cuente Montoro en qué difiere exactamente su visión de la del PSOE, porque no acabo de verlo.
Pero volvamos a estos fastos que hoy deslucen ridículos, más que nunca útiles sólo para envolver pescado. «Salvado el escollo griego«, titula El País su primer editorial. Bueno, todo depende de la definición que quiera darse a salvar y a escollo. «Los mercados se permiten disentir, ya saben. La conclusión es previsible hasta el bostezo: los dirigentes de la Eurozona, de toda la UE y del G-20, cuya cumbre se abre hoy en México, deben lanzar un claro mensaje de pleno apoyo al euro, que es un activo europeo y global». Un mensaje. Como hace la ONU con los países malotes. Y hala. Palabras, palabras, palabras…
VINO VIEJO EN ODRES MÁS VIEJOS
Montserrat Domínguez, periodismo del más viejo y rancio en el formato más novedoso, desgrana más palabras con el mismo contenido -con el mismo vacío- en el juguetito de Prisa que dirige, ese Bluffington Post español que gana y no paga. «El día que Grecia rescató a Europa«, lo titula rebosante de ingenio. «Los griegos han desactivado el botón nuclear que amenazaba con hacer saltar por los aires el euro; con él, la unión monetaria y, por tanto, el proyecto más ambicioso de profundización en la UE». ¿Todavía se escribe así? Oh, bueno, la política es un poco menos omnipotente, Montse. Qué duro enfrentarse al «esto es lo que hay» después de vivir de fantasía política tantos años. Lee mis labios: los inversores no se lo creen.
«También el resultado de las elecciones legislativas francesas y la mayoría de la que dispondrá el presidente Hollande, si se lee como un todo con lo ocurrido en Grecia, supone un aviso en toda regla a Angela Merkel. El mensaje es nítido: estamos dispuestos a seguir adelante, pero hay que revisar a fondo las nefastas estrategias de austeridad que nos están llevando al abismo».
La austeridad -inexistente: comprueben el recorte real del gasto público- es lo que nos está llevando al abismo, y las políticas de sombrero loco de Hollande son las que van a salvarnos. Oh, bueno, avísenme cuando suceda, por favor.
Lea La Gaceta