De Rato explica que ahora es conocido por su desastrosa gestión de dos años de gestión al frente de Bankia
Ahora que el rescate al sector financiero español es un hecho, pocos cuestionan que tanto los bancos como las autoridades gestionaron mal la burbuja inmobiliaria y su estallido.
Sin embargo, durante un tiempo las instituciones financieras españolas se ponían como ejemplo de bancas responsable y se descartaba el contagio de las turbulencias que asolaban el sector a nivel global.
Incluso desde el FMI, personalidades como Viñals, Caruana y Rato cantaban las bondades de la banca patria.
Esta postura es duramente criticada este 27 de junio de 2012 por el diario The New York Times, que critica a estos tres miembros del Fondo Monetario Internacional (FMI) por no haber sabido anticipar el problema que se cernía sobre las entidades españolas y por mantener un mensaje «optimista» sobre su estado de salud.
«Mientras España se acercaba a la crisis inmobiliaria y bancaria que ha provocado el rescate a los bancos, los líderes financieros en puestos influyentes mayoritariamente restaron importancia a las preocupaciones acerca de que algo marchaba terriblemente mal».
Y da tres nombres: Jaime Caruana, José Viñals y Rodrigo Rato.
El problema, sus cargos públicos
Los dos primeros aterrizaron en la sede del FMI en Washington directamente del Banco de España, institución que Caruana gobernó entre los años 2000 y 2006 y donde Viñals ocupó el cargo de subgobernador de 2006 a 2009.
Mientras que Rato pasó a dirigir el Fondo tras haberse hecho cargo de la cartera de Economía durante el gobierno de Jose María Aznar.
Y este es el factor que el NYT señala como el causante de su error de valoración desde su «púlpito» estadounidense, proceder de la clase política y dirigente del país en cuestión.
«Su optimismo pone de manifiesto las complicaciones que pueden surgir cuando funcionarios del gobierno asumen roles de vigilancia en agencias internacionales que evalúan las políticas de las que ellos fueron responsables».
El rotativo destaca en su artículo que «desde sus posiciones privilegiadas», Viñals, consejero financiero y director de Asuntos Monetarios y Mercados Financieros del FMI, y Caruana, consejero y director del Departamento de Mercados Monetarios y de Capital del Fondo, deberían haber sido los primeros en lanzar mensajes de alarma sobre las arenas movedizas sobre las que los bancos estaban cimentando sus balances.
En su lugar, insistieron en alabar las excelencias del «sólido» sistema financiero español y de la capacidad de solventar por sí solo las pequeñas necesidades de capital que se planteaban.
Así lo aseguraba el equipo dirigido por Viñals en un informe publicado en abril de 2010 en el que aseguraba que el sistema financiero español superaría con éxito el contexto económico adverso.
«Ahora que la quiebra de Bankia ha forzado el rescate europeo de hasta 100.000 millones de euros, está claro que las previsiones del señor Viñals eran demasiado confiadas».
Este mismo lunes, el Gobierno formalizaba su petición oficial del mecanismo de ayuda a la banca en una carta enviada al presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker. De acuerdo con los estudios elaborados por las dos auditoras externas, Oliver Wyman y Roland Berger, en el peor de los escenarios las entidades necesitarían un total de 62.000 millones de euros.
De milagro a debacle
Y prosigue en su crítica. Caruana no fue «más clarividente» y Rato, al frente del FMI entre 2004 y 2007 tampoco desempeñó bien su papel. «Ciertamente, los funcionarios españoles fueron lentos a la hora darse cuenta de la profundidad del problema», apunta el diario.
De Rato explica que ahora es «conocido por su desastrosa gestión de dos años de gestión al frente de Bankia» y recuerda que se consideraba a sí mismo como el artífice del «milagro» que llevó a la economía española a vivir años de bonanza alimentados fundamentalmente por el boom de la construcción.
El NYT considera que su vasto conocimiento del sistema financiero debería haber servido para prever «la debacle que se avecinaba», un tirón de orejas que comparten algunos analistas y del que la Oficina de Evaluación Independiente (OEI), que controla la labor de la institución, se hizo eco en febrero de 2011.
Aún así, hay expertos que defienden la labor de estos tres españoles en los años de la crisis argumentando que su postura se basaba en la certeza de que el Banco de España gestionaría la reestructuración del sector sin necesidad de pedir ayuda internacional.
Mientras, desde el FMI ya se ha reconocido que no había avisado de la crisis «con suficiente antelación» y de manera efectiva y clara.