Kieren ke alla que studi@r para ser Hestudiant@!! Kontr@ el rekorte de nuestros deretxos révelate!!! :(
El fin de semana tiene una virtud extra, además de la conocida del descanso, para este humilde lector de columnas y cualquier otro que tenga por costumbre repasar las opiniones volcadas a diario en la prensa de papel española. A no ser que el sábado o el domingo se haya producido algo realmente excepcional, los días de asueto tienen el efecto positivo de que los columnistas optan por escribir para el lunes sobre temas más variados que en el resto de las jornadas. Eso es lo que ocurre este 24 de septiembre de 2012, un poco de todo.
Antes de arrancar con las columnas propiamente dichas echemos una mirada a una divertida y contundente viñeta del siempre brillante Borja Montoro, en la Razón. Muestra el chiste gráfico a un joven antisistema con todas las señas visuales de identidad, tanto que podría haber estado en la presentación de Público.es —Nacho Escolar: «Público fue un éxito periodístico en el peor momento posible»— o en una de esas casas ‘ocupadas’ que gusta de frecuentar Jorge Verstrynge: camiseta roja con estrella amarilla y bolsa de tela de corte militar con el lema «Komando Anticapitalist@». El jovenzuelo en cuestión escribe en su móvil el siguiente mensaje:
Kieren ke alla que studi@r para ser Hestudiant@!! Kontr@ el rekorte de nuestros deretxos révelate!!! 🙁
La viñeta causaría carcajada si no fuera por que refleja una realidad muy triste. Y si no, que le pregunten a cualquier profesor que todavía crea en la educación y la formación de sus alumnos por encima de las guerra políticas.
De El Mundo nos quedamos con dos columnas en las que, de un modo u otro, se tratan aspectos del independentismo catalán y en las que no falta una pizca de sentido del humor un tanto agridulce. Arrancamos con Federico Jiménez Losantos, que comenta la apuesta federalista de El País y la actitud del Gobierno y la oposición ante Artur Mas y su apuesta independentista. En De España a ‘Cebriaña’, dice el turolense:
Era de prever y no se ha hecho esperar. El triángulo Zarzuela-Moncloa-PRISOE ha decidido comprar más tiempo en Cataluña y negociar lo que sea menester. El Rey irá en comisión de algo a Barcelona, Rajoy ha pedido a Artur Mas «buscar puntos de encuentro» y Cebrián ha bendecido, en nombre propio y de Rubalcaba, la inteligente inacción del Gobierno.
Según Jiménez Losantos, Cebrián ya tiene diseñado su modelo de Estado, uno federal (sin aclarar cuáles serían los estado federados) en el «que encajará la «singularidad de Cataluña», fórmula poco original pero que para lerdos, vale». Y, por supuesto, la broma viene servida:
Tanto apreciaría yo el éxito del bálsamo de Fierabrás, ese novoestado federado, integrado y próspero, ideado por don Juan Luis, que a la nueva nación propongo llamarla Cebriaña, capital, Cebrianópolis.
El artículo de Losantos viene a colación de otro de Juan Luis Cebrián, publicado un día antes en El País, titulado Escolta, Catalunya. En él se muestra en contra de la independencia de Cataluña y apuesta por una federación. Eso sí, de cómo debería ser esta explica más bien poco:
Más de tres décadas después de aprobada la Constitución habría que decirle al Partido Socialista y al Partido Popular que esta puede y debe reformarse no solo porque lo pida Merkel sino también cuando lo pidan los españoles. Y que un pacto de Estado es necesario si queremos afrontar debidamente las tres crisis que padecemos: la económica, la institucional de España y la de la construcción de Europa. En ese pacto, que debe incluir a CDC y al PNV, la única propuesta pensable que puede suscitar el consenso, y contribuir a resolver esa trinca de problemas, es la de una España federal.
Pero volvamos a El Mundo del 24 de septiembre. Santiago González tira de hemeroteca de prensa del corazón para titular su columna sobre el nacionalismo catalán. El divorcio de Gunilla se llama el artículo en cuestión. Repasa los lugares en los que les gusta verse reflejados a los nacionalistas, el último de los cuales es Baviera. Recuerda cuando Ibarretxe se mirón en Puerto Rico, isla caribeña que también se ha puesto como modelo por parte de CiU, y propone dos soluciones: la primera de ella pasaría por seguir el ejemplo de Andorra con dos co-príncipes. Uno sería el abad de Montserrat y el otro monseñor Rouco Varela. Nos tememos que eso sí sería ingobernable. Acto seguido nos describe, usando el papel cuché, cuál cree que es el modelo real de CiU:
En realidad, lo que convergentes y unidos reclaman como un solo hombre (y una sola mujer) es un Estado inspirado en el divorcio de Gunilla von Bismarck, caso insólito en los anales del Derecho de Familia. Ella y su difuntoLuis Ortiz se divorciaron hace años para seguir saliendo juntos en las portadas del Hola, exactamente igual que antes de la disolución del vínculo.
Camino de ida y vuelta. Retornemos a El País, pero para ver otros temas. Joaquín Estefanía hace patente su desencanto con los ciudadanos porque protestan contra los políticos. No le gusta eso, él quiere que se manifiesten contra «las élites económicas y financieras». No sabemos, eso sí, si entre estas incluye a Liberty, ya saben ustedes, ese fondo estadounidense que controla el Grupo PRISA. En ¿Quién asumirá la catástrofe? juega a mostrar una supuesta neutralidad a lo hora de definir responsabilidades de la crisis entre el PP y el PSOE. Pero es eso, un juego, al final los de Génova quedan peor retratados que los de Ferraz. Pero lo importante llega al final:
¿Cómo ha ocurrido para que lo que empezó siendo una crisis financiera y sigue siéndolo en la principal de sus derivadas haya trasladado sus principales responsabilidades al territorio de las élites políticas? Mientras estas son juzgadas en la opinión pública y los movimientos sociales tratan de manifestarse delante del Congreso de los Diputados, las económicas permanecen en silencio escogiendo quién las representa mejor. Pero primero fueron los golfos apandadores y los fallos de mercado y solo después los fallos de regulación. No se sabe cómo pero el orden de prioridades ha sido sustituido. Quizá no han funcionado los poderes compensatorios de los que hablaba Galbraith y la idea de que el sistema político no funciona bien tiene mayor fuerza que la de que el sistema económico es injusto. Antes de la crisis se suponía que el sector financiero prestaba servicio al resto de la economía, no al revés.
Estefanía nos guía para que no nos equivoquemos. Lo que le parece gustarle es el ‘Sanchezgordillismo’ de guante blanco.
Y mientras Estefanía llama a los ciudadanos a dejar tranquilos a los políticos, El País usa a un profesor de Historia Contemporánea de España para darle un ‘tirón de orejas’ a Juan Carlos I. Se ve que en la redacción del diario del Grupo PRISA todavía se acuerdan de la carta digital del monarca, esa que tanto enfadó a algunos hace unos días y de la que ya casi nadie habla, y han considerado oportuno publicar una columna de Miguel Martorell titulada ¿Un rey político? Recuerda el autor como Alfonso XIII enfadó a Cambó cuando el puso como requisito dejar «de ser el líder de las aspiraciones catalanas» a cambio de ser presidente del Gobierno, y que esto causó el enfado de dicho político, que terminó provocando la caída del Gobierno. Ya puestos a recordar intervenciones de aquel rey en política, podría haber contado cómo apoyó junto con la burguesía catalana el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera, algo bastante más grave que causar el enfado de un político concreto. Pero, es cierto, cada uno recuerda el episodio que prefiere. En cualquier caso, la ‘alafonsada’ sirve como entrada a esta conclusión:
Esto es algo que puede ocurrir cuando los reyes actúan como políticos: que según caigan cerca de uno u otro bando, sus intervenciones levanten ampollas en el contrario. Reza el famoso adagio que en las monarquías constitucionales o parlamentarias los reyes deben reinar, pero no gobernar: tienen que representar por igual a todos los ciudadanos y el monarca que toma partido puede acabar enajenándose el apoyo de una parte de la población y de la clase política que la representa. En la historia reciente de España los monarcas que tomaron partido causaron estragos.
Algo le dice a este humilde lector de columnas que si se pone a rebuscar, no encontrará un artículo similar en El País como reacción a aquella ocasión en el que Juan Carlos I tomó partido por Zapatero diciendo eso de que «sabe lo que hace». Tal vez es que en PRISA consideran que eso es la función ‘moderadora’ de la monarquía y no una actuación «como político».