Los dos grandes temas del domingo 7 de octubre de 2012 fueron dos, ambos en clave de confrontación (política, deportiva o mezcla de ambos): las elecciones venezolanas y el partido Fútbol Club Barcelona – Real Madrid.
Por mera cuestión de tiempo, la diferencia horaria con el país suramericano hace que los comicios se cerraran mucho más tarde que los diarios del día siguiente, el 8 de octubre de 2012 el ‘clásico’ del balompié acapara más columnas que los comicios en los que, al final, ha resultado vencedor Hugo Chávez. De hecho, en El Mundo son pocos los que no han cedido a escribir sobre el encuentro.
El 3 de octubre Pedrojota Ramírez generó la polémica al escribir en Twitter el mensaje «(Sieg Heil!!!) Mosaico a la catalana» enlazando a una noticia sobre el mosaico con la ‘senyera’ que se estaba preparando para las gradas del estadio del Barça. A pesar de la poco consistente excusa que dio a continuación («¡Cuánta agitación! «Sieg Heil» significa «Viva la victoria». Sólo los nazionalistas pueden darle otro significado y sentirse aludidos «), la referencia al nazismo era evidente.
Se trata de ese mismo abuso de la comparación con Hitler y sus seguidores tan extendida en España que ya hemos comentado en este mismo repaso a las columnas de opinión en otro momento —Julia Otero enseña a titular a Pedrojota Ramírez desde las páginas de El Periódico–. Y ha sido en las páginas de su periódico donde cinco días después le han enmendado la plana.
David Gistau firma Pelota Manchada donde trata varias cuestiones. Comienza comentando como el fervor nacionalista en el graderío iba variando con el resultado del encuentro:
La sublimación futbolística de una pasión política provocó en el estadio una dependencia ambiental curiosa: el entusiasmo por la emancipación depende de los goles.
No deja de haber un matiz paródico, casi grotesco, en el discurso emancipador de un pueblo cuyo entusiasmo depende de que un chaval nacido en un barrio de Rosario, a orillas del río Paraná, acierte a colocar un balón allí donde no puede alcanzarlo un portero.
Opina que el hecho de que «el fútbol catalice fiebres nacionalistas no deja de remover recuerdos espantosos relacionados con algunos episodios recientes de la historia europea» y recuerda que una «inmensa reyerta» entre seguidores del Estrella Roja de Belgrado y el Dínamo de Zagreb «fue considerado el primer acto de preguerra» en la Yugoslavia de Milosevic. Pero matiza, quitando tensión y gravedad, enmendando la plana a quienes entran en comparación con el nazismo.
Aunque no cita a su director, es muy difícil no pensar en Pedrojota. Las frases finales son, en opinión de este humilde lector de columnas, dignas de enmarcar:
Y que, con todo, el Camp Nou no fue Nuremberg, no estuvo ocupado por las SA, no hubo camisas pardas ni quijadas elevadas al ideal ario por una Leni Riefenstahl. Estoy en condiciones de asegurar que los catalanes tampoco mataron a Cristo.
Carlos Cuesta, en Patetismo a escala internacional, incluye la ‘perfomance’ nacionalista entre las acciones de Mas que dañan a Cataluña frente a los inversores internacionales:
La recepción independentista al Real Madrid se ha convertido en el segundo anuncio internacional de que el esquema jurídico y comercial que soporta Cataluña, empezando por la Constitución Española y acabando por la propia pertenencia a la UE, no es estable. Y si algo asusta a un inversor es semejante inseguridad jurídica.
Por su parte, Salvador Sostres sigue ganando puntos para enfadar a casi todo el mundo: independentistas catalanes y contrarios a la secesión por igual. Lo hace en ‘Happy Park’ nacional.
Hay un tipo de gente que se divierte con este tipo de performances. De un lado, el catalanismo más pueril, que cree que la independencia depende de una manifestación, de un mosaico o de una goleada. Del otro, el españolismo no menos infantil, que sobrerreacciona ante cualquier gesto o detalle con una violencia verbal que ni yo usaba desde los tiempos en que venía el practicante Emilio a administrarme las gamas globulinas que me prescribía mi pediatra.
Ayer no pasó nada. Los mosaicos con la senyera en el Camp Nou son tan habituales como inocuos, y sólo faltaría que los socios de un club privado no pudiéramos enarbolar en nuestro estadio las banderas que nos viniera en gana. Ya no se trata de catalanismo ni de españolismo sino del más elemental respeto a la propiedad privada.
Se ceba con unos y con otros:
Y después de la jornada de puertas abiertas en el Happy Park nacional, hoy la realidad de Cataluña continúa marcada por la misma corrupción, la misma mediocridad y la misma frivolidad de siempre, y los que ayer se sintieron soldados tienen detrás un ejército fantasma. También hoy, España sigue sin dar muestras de vida inteligente para acabar con un conflicto muy fácil de resolver.
Lo de ayer fue una demostración más de lo buenos que somos los catalanes organizando happenings y de lo poco que necesitamos para sentirnos héroes. También fue conmovedor constatar lo fácil que pone las cosas la otra parte, prestándonos tanta atención y elevando una piñata a cuestión de Estado.
La conclusión es contundente:
El nivel del debate es escandalosamente bajo; los interlocutores de uno y otro bando son pastosos, mezquinos y por lo general bastante incultos e ignorantes. Se ha azuzado el odio con una absoluta irresponsabilidad y sentirse parte de cualquier proyecto colectivo implica un total desprecio a la inteligencia y al buen gusto. Todo lo atroz nos acecha con sus tentáculos deleznables.
Más que nunca estamos solos ante la turba sedienta de venganza.
Entre los molestos por el artículo de Sostres es muy posible que se encuentre el director de La Vanguardia, José Antich. En fútbol y civismo, tras elogiar el juego de los dos equipos enfrentados y el papel de sus respectivas figuras, Messi y Ronaldo, canta loas al espectáculo de las gradas, que para él es una muestra de «civismo»:
Pero si Barça y Madrid protagonizaron en el terreno de juego un espectáculo deportivo de primera calidad, la afición azulgrana protagonizó en las gradas un acto de civismo que cabe ser resaltado. El impresionante mosaico con la bandera catalana y la palabra Barça, el himno del club cantado a cappella por los casi 96.589 espectadores, el clamor soberanista en el minuto 17 y 14 segundos recordando la fecha de 1714 en que Catalunya perdió la guerra de Sucesión fueron diferentes secuencias de un partido que en todas las condiciones siempre es más que un partido.
Y si elogios le merece la ‘perfomance’, quien no comparte su entusiasmo es tachado de ‘ignorante’:
Cuando el fútbol en el terreno de juego se junta con una espléndida lección de civismo en las gradas, sólo los ignorantes habituales podrán alzar la voz y ver un incendio allá donde solo ha habido una afición con mayúsculas.
Y el que acusa de ignorantes a quienes no comparten su opinión da una muestra de su propia y osada ignorancia. El responsable de deportes de Periodista Digital, Roberto Marbán, nos ha advertido de un error de bulto en la columna de Antich. El director de La Vanguardia atribuye a Cruiff la frase «fútbol es fútbol», cuando quien la pronunció es Vujadin Boskov.
Este humilde lector de columnas reconoce su ignorancia en la materia, por lo que si hubiera leído que la frase de Puskas tampoco se habría dado cuenta del error.
En La Razón, Martín Prieto también escribe sobre el partido. O, mejor dicho, refiriéndose al encuentro para entrar en otros temas. Lo jade en La guerra del fútbol:
No sé si en Barcelona el partido con el Real Madrid ha terminado a bofetadas ultranacionalistas pero me acuerdo que Honduras y El Salvador en 1969 se declararon la guerra por el resultado de un encuentro de fútbol aunque de entre tantos muertos no sé si también se encontraba el árbitro.
¡La de historia que aprende uno gracias al partido! Uno nos habla de Los Balcanes y otro de Centroamérica. Raro es que un tercer columnista no se haya acordado de algún caso en África del Norte o Asia.
Pero, al final, tras comentar unas declaraciones de CiU comparando a Cataluña con las antiguas posesiones españolas en América, concluye criticando al PSOE:
Toda la bibliografía sobre los desmayos y vahídos socialistas coincide en que Carmen Chacón fue ministra de Defensa en una sobremesa entre su marido y José Blanco. Zapatero no se resistió a que una chica embarazada pasara revista a las tropas y volando a Afganistán con el tocólogo de guardia, cosa que no le ocurre a Morenés. La feliz madre propone un federalismo asimétrico sin conocer la geometría de Euclides. ¿La asimetría que une constitucionalmente Estados como Arkansas y California? Mejor nos lo jugamos al partido de fútbol.
Contentos deben de estar los autores de las cada vez frecuentes columnas en las secciones de deportes. Para cuando lleguen a ellas, los lectores de la prensa de papel posiblemente ya estén saturados de leer sobre el clásico en las páginas de política y opinión.