Dieciocho de los 20 empresarios más importantes de Cataluña no sólo no son independentistas, sino que creen que la independencia podría perjudicarles
Este 12 de octubre de 2012 fue la primera vez que se convocaba a los catalanes partidarios de la unidad de España.
Desde la recuperación de la democracia nunca antes se había organizado una manifestación no partidista, de simple y llano apoyo a España, y las únicas reuniones de los 12 de octubre eran las de 300 o 400 nostálgicos del general Franco que se reunían en cualquier jardín de Montjuïc.
Y con ese motivo, el analista político y social mas desahogado de España, un tipo polémico y brillante que se llama Salvador Sostres, escribe en ‘El Mundo’ una columna que no tiene desperdicio.
Titula Sostres su pieza «Tarde, muy tarde» y se pregunta en ella si no ha llegado ya la riada independentista demasiado alto, como para poder devolver las aguas a su cauce.
Por su enorme interés y porque el autor reflexiona en voz alto sobre algo que baila en la cabeza de muchos millones de españoles, incluidos seis millones de catalanes, reproducimos aquí sus principales fragmentos:
Si España pierde este partido no será porque no haya españolistas en Cataluña, ni porque no disponga de intelectuales catalanes de prestigio dispuestos a defenderla.
Si España pierde será por dejación, por no comparecencia. Hace sólo cinco años, los independentistas no pasaban del 25%.
Si hoy son mayoría y podría ser que ganaran un referendo secesionista es porque han hecho un inmenso trabajo de concienciación y de propaganda.
Han creado todo tipo de organizaciones y de plataformas, han ido conquistando casi todos los espacios públicos, y muchos independentistas se han ido estratégicamente situando en las estructuras de los principales partidos políticos.
Han creado consignas y lemas, algunos muy eficaces como el España nos roba, hasta el punto de que una amplia mayoría de catalanes piensa realmente que seremos más ricos si nos independizamos de España.
Explica Sostres que, paralelamente, CiU ha ido comprando afinidades en los medios de comunicación más relevantes.
En los públicos, es decir, políticos, controlándolos directamente; en los privados, adiestrándolos con toda clase de subvenciones, públicas y encubiertas, hasta llegar a crear estampas tan extraordinarias como que el editor del periódico más independentista del momento es un Grande de España: Javier Godó, conde de Godó y maulet.
Lo que puede llegar a hacer el dinero con la aristocracia arruinada.
En los presupuestos de 2012 y a la vez que se recortan plazas de hospital, se cierran quirófanos y se retrasa el pago a los geriátricos, el Gobierno autonómico controlado por CiU incluye una partida de 15 millonesde euros, cuya parte del león va a parar a ‘La Vanguardia’ y ‘El Periódico de Catalunya’, para que promuevan la lengua catalana en sus ediciones de papel.
Los del otro lado, en cambio, no han hecho nada. Tenían la fuerza, tenían la mayoría, tenían el aparato del Estado y no han hecho nada.
Dieciocho de los 20 empresarios más importantes de Cataluña no sólo no son independentistas, sino que creen que la independencia podría perjudicarles.
Y comenta, casi sombrío, Sostres:
Si España pierde será por no haberse presentado. El independentismo empezó a ganar cuando dejó de quejarse de los árbitros y se puso a trabajar.
Cada bando tiene sus razones y España no está perdiendo porque sus razones sean peores, sino porque no ha trabajado.