Por la propia naturaleza del papel, hemos tenido que esperar al martes 23 de octubre de 2012 para poder leer las columnas dedicadas a analizar y comentar los resultados de las elecciones vascas y gallegas del domingo. Casi todos los artículos dedicados a esta cuestión se centran en el desastre vivido por el PSOE en estos comicios.
En su mayor parte coinciden en pedir la cabeza de Alfredo Pérez Rubalcaba, ese mismo que se encuentra en paradero desconocido. Hay un voz discordante, la del director de La Vanguardia. José Antich, que apuesta por la continuidad del secretario general de los socialistas al menos hasta después de las elecciones catalanas.
Pero eso lo trataremos más tarde. Puestos a hablar de Cataluña, arranquemos nuestro repaso diario a la prensa con la columna de Manuel Jabois en El Mundo, titulada Por su investigación. Arranca contando que se ha enterado, a través de Santiago González —La Moreneta gioconda. Endarrera aquesta gent, tan ufana i tan superba— , de que hay quien pretende que la Gioconda está inspirada en La Moreneta y quien cree haber demostrado que la bandera de EEUU es una copia de la cuatribarra catalana.
Añade:
Estamos ya a dos gintonics de que salga uno pidiendo que se le cambie el nombre a la Tierra. Y a uno de que se descubra que la Sábana Santa la usa una viuda de Hospitalet para secarse los pies. Empiezo a pensar que la independencia es una excusa para que emerjan las mentes más clarividentes de nuestra generación, como si lo que pretendiese la Generalitat fuese identificarlas para saber de qué fuerzas disponen.
Concluye:
Que cuenten con la conciencia cívica del chaval de 32 años que vio la luz y dedica su vida a recorrer Cataluña con una libreta en la que denuncia rótulos en español. Lo contó CRÓNICA el domingo —El inquisidor de las 5.000 denuncias contra el castellano–. Es un testimonio desgarrador. No recibo ni un duro, dice. Ya recibirás, que hasta los tontos tenéis un límite.
En el mismo periódico, Arcadi Espada publica El antisistema. Tras repasar la existencia de formaciones antisistema con muchos apoyos en distintos países europeos, como la de Le Pen en Francia, dice:
Los partidos antisistema lograron buenísimos resultados y el confundido Conde cero points. Los Tsipras, Wilder, Le Pen, Bart de Wever llevan en España nombres respetables. Por eso, y en apariencia, el antisistema español no prospera. Y tampoco algunos de sus rasgos cruciales. No es que España sea un país antirracista y antixenófobo: es que los racistas y xenófobos se dedican a los españoles. ¡Otro confundido, Anglada!
Los nacionalistas catalanes, vascos y gallegos y el izquierdismo quincemesino se diferencian en algunas cuestiones obvias; pero unos y otros comparten una sentencia: el sistema ha caducado. Para unos eso querrá decir el Estado y para otros el Capitalismo; y para otros más las dos cosas; pero la coincidencia es indiscutible. El auge del nacionalismo se explica por la adición de ese voto de protesta a su cliente habitual: al votante antisistema le alegra la fractura venga de donde venga.
Para Espada, lo sorprendente no es es la cantidad de votos que obtienen estas formaciones que considera antisistema, sino la «respetabilidad»:
Una cosa es que Beiras, Mas, Mintegui y Urkullu acarreen problemas y que estos deban ser resueltos. Otra es que esos problemas sean respetables. No lo son: las bases morales, intelectuales y políticas del antisistema van del anacronismo al delirio, sin omitir la corrupción. Lo peor de España es su alternativa.
Mientras, Lucía Méndez entra a analizar la situación del PSOE, y lo hace con el esclarecedor título de La sombra del Pasok. Recuerda que esta formación socialista «fue un partido hegemónico en Grecia» pero que ahora tiene una intención de voto de un 6,6%. Añade que las elecciones del domingo demuestran que el PSOE ha entrado en «una decadencia irreversible».
Y no es porque no se den cuenta, que tontos no son. Saben perfectamente que el liderazgo de Rubalcaba es un camino que conduce a la derrota.
Méndez tampoco cree admisible una de las excusas más recurrente para justificar los datos:
Seguir echándole la culpa a Zapatero, un año después, parece una broma de mal gusto.
Concluye:
La marca está muy dañada y la crisis, además, ha achicado las posibilidades de la izquierda moderada. El 15-M y sus derivaciones han sido mortales para el PSOE. Un nuevo líder tampoco tendría garantías de triunfo. Aunque podría intentarlo, cosa que Rubalcaba no está en condiciones de hacer. Sencillamente porque, para desgracia suya, pero también de un país que necesita alternativa, no hay nadie interesado en escuchar lo que Rubalcaba tenga que decir.
La gente le tiene muy visto. Puede que por eso se haya escondido desde el domingo para no dar la cara ante la derrota. La cobardía es letal para un líder político. Rubalcaba suele exigirle a Rajoy que dé la cara y no se esconda. ¿Con qué autoridad?
Si Rubalcaba, esté donde esté escondido, quiere consolarse de artículos como el anterior, tal vez pudiera leer el que le dedica el director de La Vanguardia, José Antich. Herencia y errores argumenta en una línea diametralmente opuesta a la de Lucía Méndez. Lejos de mostrar a Rubalcaba como alguien que maniobró y luchó para hacerse con el control de su partido, nos lo describe como alguien que «aceptó» ser el candidato del PSOE a la presidencia del Gobierno. Poco falta para que ahora nos descubran que se sacrificó por el bien de su formación.
Antich exculpa a Rubalcaba de la derrota en las generales de noviembre de 2011, aunque tampoco le concede el mérito de evitar la mayoría absoluta del PP en Andalucía: «Los fallos del PP y el voto cautivo socialista dejaron claro que las elecciones andaluzas son patrimonio del PSOE». Tampoco le hace responsable de los malos resultados de PSE y PSdG, y cree que debe continuar al menos hasta después de las autonómicas catalana:
La herencia recibida es una losa mucho mayor que los errores cometidos. pero, seguramente, el momento de las grandes decisiones aún no ha llegado. Tampoco tendría sentido sin que se haya definido la carta de Catalunya, en la que deberán coincidir Carme Chacón, como dirigente del PSC, y Rubalcaba.
A este humilde lector de columnas le queda una duda. ¿Quiere ayudar Antich a Rubalcaba o más bien defiende su continuidad para garantizar que el hundimiento del PSC frente a los nacionalistas catalanes en los próximos comicios es absoluto? Cualquier cosa es posible.
También en el diario del Conde de Godó y Grande de España encontramos un interesante artículo, La causa de la nación y de las personas, firmado por Lluís Foix. Arranca hablando de impuestos:
El hecho de que Catalunya mantenga el tercer tipo de IRPF más alto del mundo, por debajo de Suecia y la isla de Aruba, merece una explicación de las autoridades económicas de los gobiernos de España y de Catalunya.
En un país preocupado por la suerte de sus ciudadanos, el responsable de Economía habría salido ya para dar los detalles y las razones de porqué Catalunya tiene el triste privilegio de encontrarse en lo más alto de la calificación de presión fiscal sobre las rentas del trabajo de las personas.
Tiene razón, aunque se le podría hacer un ‘pero’. En toda España el IRPF es demasiado alto, y ha crecido con Rajoy y los suyos, pero en Cataluña es todavía aún mayor por decisión de los políticos catalanes, que han decidido que el tramo autonómico sea lo más alto posible. Justo lo contrarios, por ejemplo que en Madrid, donde la parte correspondiente al Ejecutivo regional es menor que en otras zonas de España. Pero, dejando este matiz al margen, el texto parece impecable:
Se habla más de la causa de la nación que de la causa de las personas. Se nos dice que cuando Catalunya tenga Estado propio o independiente desaparecerán las desigualdades y los abusos que son fruto del expolio al que nos somete España.
La paradoja que consiste en querer movilizar las masas democráticas únicamente en favor de la causa de la nación, excluyendo la causa de la libertad y de las personas, explica todas las contradicciones y todas las monstruosidades del siglo XX.
De vuelta a Madrid, en El País encontramos un artículo de Miguel Ángel Aguilar, Cambio de Gobierno y de oposición, que da la impresión de querer demostrar que el mayor perjudicado por los malos resultados del PSOE no son los propios socialistas, sino el Gobierno de Rajoy:
En todo caso, la crecida de los nacionalismos vascos y gallegos y el eclipse parcial del socialismo en ambas comunidades plantea problemas de interlocución al Gobierno, como enseguida se verá.
Sostiene que todo cambiaría si uno de los dos grandes partidos dejara de ser grande:
Si el PSOE caminara hacia la irrelevancia, estaríamos en un escenario distinto. Es erróneo deducir de aquí que la izquierda haya sido declarada a extinguir. Sería mucho más exacto advertir que estaría en trance de adoptar nuevas formulaciones y de acampar extramuros del sistema. Lo cual plantearía una grave cuestión, cargada de consecuencias para su legitimidad y pervivencia. El señor secretario general del Partido Socialista Obrero Español, Alfredo Pérez Rubalcaba, sabe que la prueba de anoche en las urnas del País Vasco y Galicia indica un eclipse parcial, con pérdida del favor de los electores.
Tras lamentar la ingratitud de los lectores con Patxi López, al no darle «reconocimiento alguno» por «el fin de la violencia» sostener que el PSOE está disminuido «entre la espada de la responsabilidad, de la oposición útil, y la demagogia del populismo sin coste alguno en sus dos versiones», dice:
Quienes pensaban que habría un cambio de Gobierno pueden encontrarse con la sorpresa de que haya un cambio de oposición. Bien porque Rubalcaba cambie de actitud y pase de dar ejemplo a dar leña, o bien porque alguien le madrugue el liderazgo y pase a sustituirle sin rémoras ni contemplaciones derivadas de pasados gubernamentales zapateriles.
Acto seguido pasa a reclamar cambios en el Gobierno de Mariano Rajoy, empezando por el nombramiento de un vicepresidente económico y «un cambio de actitud, una nueva dialéctica parlamentaria». Le pide, en definitiva, clemencia con Rubalcaba y los suyos:
Porque de la destrucción sistemática del adversario es imposible obtener ya ventajas adicionales, una vez que los desafíos comunes cobran dimensiones pavorosas. Se impone como tarea prioritaria la reconstrucción de las instituciones dañadas por el bloqueo suicida al que han estado sometidas.
En definitiva, Aguilar evita entrar a analizar si Rubalcaba debe seguir o no, o qué parte de responsabilidad le corresponde. Una estrategia similar es la de David Trueba en Gorrito, donde le da una de cal y otra de arena al secretario general de los socialistas:
Ahora mismo Rubalcaba necesita hacer algo similar a lo que ha hecho Fidel Castro. Asomar en una foto con gorrito de paja y gritar a los cuatro vientos: oigan, señores, que aún no me he muerto. Es posible que a Rubalcaba le quepa España en la cabeza y nadie duda de su astucia e inteligencia, pero con eso no se ganan elecciones.
Augura una nueva debacle en Cataluña: «Lo peor del hundimiento socialista es que no ha tocado fondo». Concluye:
Envidado por la antipolítica a su izquierda y por el pragmatismo a su derecha, los socialistas necesitan empezar a convertir en útiles las derrotas que aún les quedan por delante. Las de ahora solo dejan inercia y desafección. Cometería un error si se tira al monte, no tiene credibilidad para ello. Necesita formación, estudios, iniciativas, nuevos planes, y asumir las minorías como una inversión para algún día regresar a las mayorías.