Muchos de los columnistas del papel trabajaron el 14 de noviembre de 2012, día del paro convocado por los sindicatos, escribiendo sus columnas del día siguiente. Lo que queda claro, sin embargo, es que las musas encargadas de inspirarles sí debieron de sumarse a la huelga general. Excepciones ahí, por supuesto, pero la mayor parte de los artículos de opinión que aparecen en los diarios de Madrid y Barcelona no destacan ni por su interés ni por su calidad. Muy floja anda la cosa.
Tan floja está, que en esta ocasión arrancaremos con un texto aparecido en internet, en concreto en la edición digital de El Mundo.es. La periodista Cristina Fallarás cuenta en El Mundo que el BBVA le va a le va a deshauciar —Llega mi desahucio–. No falta cierto nivel de exhibicionismo en el texto. Escritora con cierto éxito, la autora utiliza un estilo que le permite transmitir acción y emociones. Arranca con la imagen de su hija pequeña corriendo a abrir la puerta la tarde antes de la huelga general. Transmite sus pensamientos:
Llevo ya algún tiempo esperándola, desde que el BBVA me comunicó que si quería saber algo de mi hipoteca me pusiera en contacto con los servicios jurídicos. Cuando una oye en la oficina bancaria «servicios jurídicos» sabe que las cosas han pasado a un lugar en el que se manejan otras palabras, otros términos. Es una sensación similar a la que provocaban «las cosas de los mayores» en la primera adolescencia. Tendrás que vivirlas, vas a oírlas, pero lo esencial se te va a escapar.
También cuenta:
[No quiero que se rompa] la sensación que he guardado bien: no me puede pasar a mí, aunque diga que nos puede pasar a todos, aunque no pueda pagar, aunque esté entre los primeros despidos de la crisis, hace ya cuatro años. No quiero que se rompa la sensación de que si sigo trabajando, si sigo escribiendo, si sigo publicando pasará algo. ¿Qué? Yo qué sé.
Cualquiera que se dedique a esto de juntar letras en internet sabe que muchas veces los lectores que se animan a expresar su opinión no resultan muy comprensivos. En esta ocasión, en algunos de los comentarios se muestran realmente inmisericordes. Los hay que le reprochan que no diga cómo es el piso y de cuánto es la hipoteca. Otros no se creen lo que cuentan, y le exigen que diga cuánto gana cada mes. Algunos se centran en el segundo párrafo que hemos reseñado. Pongamos un ejemplo:
Pero… ¿llevas 4 años sin trabajo? ¿Y te pilla de sorpresa? Claro, seguimos viviendo en una nube… «Si sigo escribiendo pasará algo, ¿qué? Yo qué sé». Estoy alucinando, que con dos hijos sigas esperando a que algo caiga del cielo, y que después de 4 años ¡vaya! me echan por no pagar la hipoteca. Se me ocurren mil medidas que podrías haber tomado en estos cuatro años para no llegar a esta situación.
Ya que estamos con El Mundo, arranquemos las columnas de papel en el diario de Unidad Editorial. Nos quedamos con dos. Victoria Prego es autora de ¿Y ahora qué?, un artículo sobre la huelga de los menos previsibles que se han publicado al día siguiente. Dice:
El éxito de las fuerzas sindicales no se mide contando el número de trabajadores que se suma a una convocatoria de huelga ni tampoco el número de ciudadanos que acude a una manifestación. Se mide por su capacidad para forzar a los gobiernos a modificar sus decisiones y a atender, en todo o en parte, a sus exigencias. Para eso se convocan huelgas generales y justamente por ese motivo ésta es un fracaso: porque no va a servir para nada. Ni esta huelga ni diez huelgas más que convoquen los sindicatos en el próximo año. No van a lograr su objetivo porque no pueden lograrlo.
Los españoles saben, porque se lo han oído decir cien veces al Gobierno, que no va a cambiar su política económica, pase lo que pase. Y saben que no la va a cambiar porque no puede, porque Europa no se lo permite y porque la única posibilidad de que España reciba alguna ayuda exterior pasa, precisamente, por continuar con las medidas que se han puesto en marcha.
Añade:
Es posible que el Gobierno acabe fracasando en su apuesta de austeridad y recortes como cirugía imprescindible para conseguir que vuelva a haber crecimiento económico y creación de empleo. Puede, pero es pronto para asegurarlo y, por lo tanto, es del todo prematuro pedirle que eche por tierra todas las reformas emprendidas para sentarse ahora a negociar con los sindicatos una nueva política económica. Tiempo habrá para eso.
Concluye:
Al final, y si insisten en seguir llamando a los españoles a una huelga general cada seis meses, acabarán provocando el agotamiento y el desánimo de la población, además de su propio descrédito. Ayer ya comprobamos algo de esto: las manifestaciones fueron masivas, pero la respuesta a la convocatoria de huelga fue menor que la que se produjo el 29 de marzo, que ya resultó un fiasco. ¿Y a partir de ahora qué?
Santiago González escribe Es otro asunto. Habla de desahucios y suicidios. Se muestra crítico con todos. Empezando con el PP y el PSOE:
El suicidio de Amaya Egaña es una tragedia que ha conmovido a la sociedad española, toda ella: al Gobierno y a la oposición, al poder legislativo y al judicial, al periodismo y a los sindicatos policiales, sin olvidar al poder municipal. A todos les ha empezado a arder la cabeza al mismo tiempo. Los dos principales partidos españoles ignoraron las iniciativas contra el desahucio presentadas por Izquierda Plural y UPyD la pasada legislatura y la presente, con medidas variadas y las más de las veces, pertinentes. Todas fueron rechazadas.
Los jueces, los políticos y los periodistas:
Juan Alberto Belloch, alcalde de Zaragoza, dice que sus guardias no desalojarán a nadie. ¿Desobedecerán órdenes judiciales, alcalde? El periodismo se ha apresurado a establecer relaciones causales falsas. El CGPJ mezcló churras con merinas para dar un número de ejecuciones, 300.000, con el que los periodistas hemos escrito una novela dickensiana. El juez que ordenó el levantamiento pidió in situ a los políticos cambios legislativos y el presidente del TSJPV, con quien mantengo una amistad de muchos años (espero que sobreviva a este artículo) declaraba ayer mismo: «Cuando murió Amaya, los jueces dijimos que esto tenía que parar». Esto, ¿qué es?, ¿el suicidio? Ninguna de las medidas comentadas, ninguna otra Ley Hipotecaria habría evitado ese final. Simplemente, es otro asunto y nada tiene que ver con los desahucios que traen causa de la exclusión social provocada por la crisis.
Y recuerda una tragedia tremenda, un suicidio que no ha sido tan comentado como el de Egaña:
Ayer murió una muchacha de 16 años. Víctima del acoso escolar, se ahorcó en su casa de Torralba de Calatrava, en Ciudad Real. La información de los medios ha sido tan discreta como la actitud de los jueces. Estoy seguro de que el juez que abrió diligencias estaba tan conmovido como su colega de Baracaldo que ordenó el levantamiento de cadáver de Amaya. Y como yo mismo.
Sobre este mismo caso escribe en La Razón José Luis Avite, que firma Va por tí, muchacha:
Una joven de dieciséis años se suicida porque no soporta el acoso escolar del que es objeto por parte de dos compañeros de instituto y el asunto se resuelve de momento con un «se depurarán responsabilidades», vieja fórmula protocolaria que en este país suele preceder al archivo de cualquier causa.
Concluye planteando una serie de preguntas muy pertinentes:
¿Es que los responsables de los centros no tienen ojos en la cara? ¿Nos dirán que lo de esa chica fue algo inesperado, un drama que no se veía venir, acaso una pintoresca ocurrencia juvenil? ¿Siguen sentados en sus pupitres los golfos que llevaron a esa pobre chica a la fatal determinación de suicidarse? ¿No les interrogará la Guardia Civil por si con la tensión de las diligencias les repite en el rostro el acné juvenil? ¿Y qué dirán ahora el jefe de estudios, el tutor y el orientador de esa pobre muchacha? Todos pedirán que se depuren responsabilidades y ahí quedará el asunto. Y los acosadores se irán de rositas o se prestarán a que cualquier desaprensivo convierta su miserable conciencia en vergonzosa televisión. Mi espanto va por ti, muchacha.
No sólo Alvite y González están espantados y conmovidos por este caso, suponemos que muchos otros también. Una pena que no haya muchos columnistas más que metan el dedo en la llaga de un drama que miles de niños y adolescentes viven cada día en la aulas ante la indiferencia de muchos de sus profesores y gran parte de las autoridades académicas.
También en La Razón, Martín Prieto publica Huelga general legal y salvaje. El propio título, y el periódico en el que escribe, nos adelanta ya que no le gustó el paro convocado por los sindicatos. Pero no por previsible deja de ser interesante:
El éxito de una huelga general en España sólo depende de que los sindicatos paralicen el transporte en Madrid, Barcelona y tres o cuatro capitales autonómicas. Por eso preocupa el contradiós de unos jerarcas socialistas y comunistas que pregonan que el derecho a la huelga prima sobre el derecho al trabajo. Tal salvajada conceptual convierte en esquiroles a los que quieren trabajar por convicción o necesidad y anuncia que los piquetes informativos serán coactivos porque acudir ayer al trabajo era poco menos que un delito para el imaginario de CCOO y UGT.
No teníamos suficiente con Artur Mas y llegan los chicos del referéndum sobre las vigas maestras del Gobierno. Si las Cortes lo respaldan, a cada ley le cabe un referéndum, no hacen falta elecciones generales y con la secretaría general técnica de cada ministerio vamos que ardemos. La democracia directa y asamblearia. Méndez y Toxo, que no padecen ninguna crisis, deciden por sí solos una huelga general que recuerda la Huelga General Política (HGP) de Santiago Carrillo durante el franquismo y que no sirvió para nada.
Concluye:
La HGP es tan obsoleta que sólo tendría a Zola de cronista pero los sátrapas sindicalistas sólo leen su doble contabilidad.
La huelga parece haber tenido un efecto imprevisto, como tantas otras cosas en la vida. Ha enfrentado a unos sectores del catalanismo con otros. Y esto se ha visto reflejado en la prensa barcelonesa. Ya comentábamos la jornada anterior que Pilar Rahola estaba en contra del paro por coincidir con la campaña electoral catalana y consideraba que una falta de respeto a dichos comicios.
Ahora, desde El Periódico de Catalunya Ernest Folch, el mismo que comparaba a Pedrojota Ramírez con un dragón y esperaba que un «caballero San Jorge nos libre» de él —Folch (El Periódico) defiende el programa donde disparaban al Rey y Sostres: «es una princesa entregada al dragón de los medios ultras de Madrid»— le responde (aunque sin citarla por el nombre) en términos muy duros:
El silogismo de los irritados dice así: un paro como el de ayer lo convocan los sindicatos, que están cercanos a los partidos de izquierda, que así consiguen desviar la campaña hacia su terreno.
En realidad, detrás de la teoría aflora una paranoia cada vez más extendida, que es la de creer que la huelga de ayer se convocó para boicotear el proceso catalán. Hombre, es verdad que somos el centro del mundo, pero quizá no tanto como para que todos los países europeos se pongan de acuerdo el mismo día para molestar a los pobres catalanes, ¿no les parece? Supuestamente se trataría también de una conspiración españolista para ir contra el soberanismo, pero entonces ¿cómo se entiende que organizaciones tan diferentes y tan poco sospechosas de colaborar con el enemigo como la ANC, la CUP, ERC o ICV apoyasen de manera explícita y radical la huelga de ayer?
Lo que es electoralista no es convocar una huelga sino atacarla para proteger unos intereses de partido, he aquí el quid de la cuestión.
Concluye en términos aún más duros:
Por eso sorprende que algunos se muestren con la independencia dispuestos a saltarse las leyes, y al mismo tiempo sean tan ortodoxos cuando se trata de discutir derechos sociales y recortes. Entonces sí, justo entonces las huelgas son contraproducentes, anticuadas y españolas. Quizá lo que en realidad nos quieren ocultar es que la crisis social es también la gran causa de la eclosión del soberanismo y que la gran manifestación de la Diada era más una revuelta que una clásica reivindicación nacional. Resulta fascinante ver que algunos han descubierto que se puede ser revolucionario por la mañana y ultraconservador por la tarde. Fascinante, o quizá simplemente sospechoso.
Concluimos estés ‘Afilando columnas’ volviendo a Madrid, en concreto a El País. Gracias al periódico de PRISA, este humilde lector de columnas ha descubierto que hay alguien más espeso y aburrido escribiendo que un político (especialmente, pero no sólo, del PSOE): un banquero. El ladrillo del día en las páginas de los de la Calle Miguel Yuste corre a cargo del presidente del Santander, Emilio Botín, al que le han otorgado una página completa para que explique que No hay plan B. Es un texto que no da pie a sorpresas, elogia a los gobernantes europeos y apuesta por la unión bancaria:
El giro que supuso la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de junio y las medidas aprobadas por el Banco Central Europeo en septiembre marcan claramente el camino de salida de la crisis. La prioridad debe ser ahora la ejecución del plan.
Si no actuamos con celeridad y determinación corremos el riesgo de deslizarnos hacia el declive de Europa. Hay datos que así lo sugieren: la zona euro cuenta hoy con 330 millones de habitantes. En apenas ocho años, en 2020, Brasil y México tendrán más población que los 17 países juntos. Además, el Fondo Monetario Internacional estima que en los próximos seis años el peso del PIB de la eurozona a escala global caerá cinco puntos, del 19% actual al 14%. En este mismo periodo se espera que Estados Unidos se mantenga en el 21%.
Todos sabemos lo que está en juego. El euro y la integración de Europa no tienen vuelta atrás. Son absolutamente imprescindibles. No hay plan B. El euro no se va a romper. Europa ha tenido más crisis institucionales y la respuesta siempre ha sido avanzar en la integración. Ahora toca dar un impulso a la unión política y como parte de ello a la integración fiscal y bancaria.
¿Qué significa la unión bancaria para los europeos? Significa reforzar nuestro sistema financiero, fortaleciendo la supervisión. No hay regulación que pueda sustituir una buena supervisión. La crisis ha puesto en evidencia que no todas las entidades estaban sometidas a la misma supervisión. Tenemos que hacer más homogéneos los estándares de supervisión. El Banco Central Europeo cuenta con una posición sólida para asumir esta función en la Europa del euro, pero tiene sentido que este objetivo se aborde progresivamente, asumiendo prioritariamente la supervisión de las entidades más relevantes.
Finaliza con un alegato europeísta:
En conclusión, Europa está en un punto de inflexión y solo unida puede ser fuerte. La prioridad es resolver la crisis de la deuda soberana y para ello es clave avanzar en la unión bancaria. Si queremos un mercado único, las reglas y la supervisión también deben ser únicas. Además, es fundamental tener una buena cultura bancaria para conseguir una banca fuerte a largo plazo.
Y un alegato europeísta es lo que nos encontramos también en el artículo de Emilio Ontiveros, Europa debe escuchar, dedicado a un encuentro en Madrid sobre ‘Crisis en Europa: escenarios y desenlaces posibles’.
Es una defensa del gasto público frente a la austeridad:
Europa debe escuchar. Sus instituciones, pero de forma destacada el Gobierno alemán, deben asimilar la evidencia de que el ajuste presupuestario indiscriminado y excesivamente concentrado en el tiempo, con bastante independencia del origen de los desequilibrios financieros, no aporta los resultados pretendidos. Destruye posibilidades de recuperación y, también, erosiona la solvencia pública y privada. También, y no menos importante, acerca a millones de ciudadanos a una situación de frustración creciente. A un cuestionamiento de la propia idea de Europa.
Este catedrático de Economía y colaborador de El País termina con un llamamiento:
Lo urgente ahora es frenar la profundización de la recesión y la superación de esas tasas de paro superiores al 25%. De la sensibilidad y habilidad de las instituciones y Gobiernos depende que también sea compatible con lo importante: avanzar hacia los Estados Unidos de Europa.
Este humilde lector de columnas le lanzaría encantado una pregunta encantado a Ontiveros: ¿Quién ha decidido que lo importante es avanzar hacia los Estados Unidos de Europa? Es cierto que argumentos de este tipo se oyen por parte de políticos y algunos periodistas, pero es de dudar que responda a los intereses y deseos de los ciudadanos. De hecho, ¿por qué nunca se ha preguntado a los habitantes de la Unión Europea sobre ello?
Tal vez porque los eurócratas saben que sería rechazados. A muchos europeos nos encanta poder desplazarnos libremente entre los distintos países y otros aspectos de la UE, pero ni en broma deseamos un gobierno europeo creado por una Unión Europea cuyo funcionamiento dista mucho de ser democrático.