El primer aniversario de la victoria electoral del Partido Popular pasa este 20 de noviembre de 2012 sin pena ni gloria en las páginas de Opinión de los diarios de papel de Madrid y Barcelona con una única excepción, el ABC. Para el resto, lo más destacable es todo lo que tenga que ver con los comicios autonómicos catalanes del 25 de noviembre. Eso sí, desde puntos de vista diferente.
Mientras La Vanguardia saca toda su artillería pesada contra las informaciones que ha publicado El Mundo sobre las supuestas cuentas en Suiza de los principales dirigentes de CiU, entre los rivales del diario de Pedrojota esta cuestión no parece merecer ser nombrada. Para rematar, Luis María Anson cae rendido ante los encantos de Zapatero después de que el ex presidente publicara un soporífero artículo en el mismo rotativo con el que colabora el otrora director de periódicos.
Como ya hemos apuntado, buena parte de las opiniones del diario del Conde de Godó y Grande de España están dedicadas a atacar las informaciones ofrecidas por El Mundo. En esto, coinciden con la propia portada de la antaño Vanguardia Española —La Vanguardia, ‘órgano oficial’ de la Generalitat, sale en defensa de Mas–. Pilar Rahola arranca Romper las piernas con dureza:
Alguien dijo que la difamación es la impotencia de los mediocres. Ciertamente, allí donde la batalla de las ideas fracasa, algunos optan por el camino oscuro, aquel que dispara al pianista para silenciar su música. Es tan viejo como el hambre y se usa con la intención de matar para siempre un debate. Parece que por estos pagos circulan las informaciones que ha publicado el diario El Mundo.
La culpa no la ve sólo en el diario de Pedrojota, sino que considera que procede de oscuros despachos:
Pero como esto era demasiado lento, han decidido cargar con munición nuclear contra la campaña electoral, y no ha pasado nada. El ministro aún está buscando papeles, la Junta Electoral está callada como si no fuera con ella y alguna Cospedal and Chacón vuelan bajo a ver si pueden hacerse con un trocito de carroña. ¿Esto ocurre en un Estado de derecho? O peor, ¿así actúan algunas cloacas del Estado? Porque algo está claro. El periódico no tiene escrúpulos en disparar contra el honor de un político, con el fin de destruir lo que significa. Pero alguien en las entrañas del Estado le da la munición. Y aunque sea pólvora mojada, poco importa, porque lo único importante es el disparo.
Enric Juliana vincula estas informaciones con una de las más sucias tácticas de la política rusa, la ‘Kompromat’:
En Rusia lo que acaba de ocurrir en la campaña electoral catalana es tan habitual que tiene nombre propio: kompromat. Una contracción rusa -como agitprop, komintern o politburó- de komprometiruishiy material: material comprometido, susceptible de ser utilizado contra un adversario demasiado molesto. Material verdadero, material falso o mitad y mitad. Material acumulado por la policía política, verdadero centro de poder, desde hace más de cien años, del país más inmenso de la Tierra. Primero fue la Ojrana zarista, después vinieron la NKVD leninista y el KGB estalinista, y ahora garantiza el orden el FSB, entre los Urales y Vladivostok, entre el capitalismo Matrix y las viejas matrioscas.
Concluye:
El último kompromat es de libro. Ni un mes, ni una semana ante de la campaña electoral catalana: justo en medio. Komprometiruishiy material firmado por un experiodista deportivo que se hizo célebre con la frase: «Hay que parar a Messi por lo civil o por lo criminal». Como tarjeta de presentación no está mal. Un kompromat castizo que va a tener recorrido. Avezados comentaristas políticos de Madrid se llevan estos días las manos a la cabeza. Es tan evidente el posible efecto bumerán, que los demás partidos -incluido el PP- prefirieron no tocar el tema en el debate del domingo en TV3. Este kompromat va más allá del 25 de noviembre: obstruye el camino del diálogo y acabará en manos de la Audiencia Nacional. Hace exactamente una semana me lo predijo un entrañable amigo portugués que conoce muy bien España: «Sigo con atención el tema catalán y me pregunto en qué momento entrarán en escena los alguaciles y las audiencias».
Y mientras, Quim Monzó, ante la insistencia de muchos dirigentes europeos sobre la imposibilidad de que una Cataluña independiente siguiera dentro de la UE trata de convencer al respetable de que posiblemente se esté mejor fuera de ella que dentro. Lo hace en un artículo con el muy discreto y elegante título de Ni puta idea:
Mucha gente tiene a los líderes de la UE altamente mitificados. Pero cuando los vemos de cerca nos damos cuenta de cómo navegan. Ahora dicen una cosa y mañana, por presiones o no, la contraria. No me extraña que Suiza, Noruega y Andorra vivan la mar de felices fuera de la UE. Y que David Cameron contemple la posibilidad de convocar un referéndum a ver si los británicos también prefieren largarse.
También tiene puntería el señor Monzó al poner a Suiza como ejemplo de un país al que le va muy bien estado fuera de la UE. Estos días, juntar en un mismo argumento a la Confederación Helvética y Cataluña a cualquiera le hace pensar en unas supuestas cuentas bancarias que ponen muy nerviosos a los líderes convergentes y a los responsables de La Vanguardia.
Y ya que en el periódico del Conde de Godó responden con dureza a El Mundo, a este humilde lector le columnas le parece una buena idea continuar este ‘Afilando columnas’ en el diario de Unidad Editorial. Ahí nos encontramos con Arcadi Espada, que firma ‘Catalunya’ nos roba. Arranca recordando una obra que publicó hace ahora década y media:
Hace ahora 15 años publiqué un libro llamado ContraCatalunya. Estaba escrito en castellano, pero llevaba el título en catalán para advertir que yo no había querido escribir un libro contra Cataluña, legítima intención que no era entonces mi intención. ContraCatalunya era una crónica del pujolismo titulada con las dos palabras que servían para tapar la boca a toda forma de disidencia: no escriba esto, no haga esto, no investigue esto, no piense esto, porque esto va… contraCatalunya.
Responde a la reacción del nacionalismo a las más recientes publicaciones de El Mundo, similar a que tuvo en otros casos similares pasados:
Los nacionalistas no se limitan a presentar las querellas a que tienen perfecto derecho, sino que las adoban con la descripción de malignos planes del Estado contra Cataluña; con lo que reproducen los procedimientos que reprochan, y el principal, que es acusar sin pruebas.
Concluye:
No estoy seguro de que la publicación de estas informaciones vaya a repercutir de modo negativo en las expectativas de voto de Convergència. Y no lo estoy, por la veteranía nacionalista en sacar ventaja del agravio, de ese ContraCatalunya que nació de un asunto económico (la querella de Banca Catalana), cuando Jordi Pujol se echó el llamado pueblo catalán a la espalda para que le defendiera de una imputación judicial que afectaba a sus negocios privados. Sin embargo esa habilidad con el agravio lleva su cruz de sospecha. Es probable que el que defiende su honor con Catalunya robe también por Catalunya. El mismo que encuentre abrumadoramente lógico que si Catalunya es la que roba sea Catalunya la que se defienda.
Por su parte, Salvador Sostres escribe Artur y ‘Quico’, un texto en el que, más que poner en duda la inteligiencia de Mas y su más cercano colaborador, directamente les retrata como unos incompetentes desde el punto de vista intelectual:
Mas ha vuelto a ser el mediocre oportunista de siempre. Además, está asesorado por una insólita colección de patanes, al frente de la que se encuentra Francesc ‘Quico’ Homs, portavoz del Gobierno y su mano derecha. Homs, que ha crecido más rodeado de jabalís que de libros y que conoció el lujo haciendo encuestas, era el recadero de Madí, el tonto que obedecía y que obedeciendo se creyó inteligente cuando sólo las órdenes lo eran.
Quico ha dirigido la campaña desde la sombra, y entre su mediocridad y la de su candidato, CiU ha pasado de aspirar a la mayoría absoluta a preguntarse si va a poder igualar los resultados de los comicios anteriores, y ello en unas elecciones convocadas en el mejor momento de popularidad del presidente y con el único fin de lograr la mayoría absoluta.
Tiene frases que dolerán en los despachos de la Generalitat:
Por muy obedientes que al principio sean, es peligrosísimo tener amigos privados de capacidad intelectual.
Concluye:
Mas está desorientado porque allí donde siempre había tenido a uno más inteligente que él que le dirigía, y le frenaba o le animaba según fuera conveniente, ahora tiene a este Homs, iletrado y menor, por cuyo aspecto diríase que llega permanentemente de hartarse de butifarra con seques.
Sin inteligencia siempre se pierde. Por eso el fracaso no es una posibilidad: es la característica de este proceso.
¿Recuerda usted, querido lector, que Luis María Anson había pasado de ser uno de los mayores enemigos de Felipe González a escribir sobre él con una profunda admiración los últimos meses? Pues ahora cae rendido ante los encantos de José Luis Rodríguez Zapatero.
Lo hace después de que el ahora supervisor de nubes publicara dos días antes un artículo en El Mundo —Nuestra Cataluña–. El título del texto del antaño director del periódicos se llama No es eso, no es eso, Zapatero rectifica.
Tras criticar a Zapatero por su gestión y señalar su responsabilidad por su apoyo al Estatut, dice:
Esta es la pura verdad, escueta y dura. Como también es verdad que Zapatero ha publicado un artículo -muy bien escrito, por cierto, que leer a Gamoneda para algo sirve- en el que el expresidente rectifica de plano sin entonar el mea culpa, ni el «no es eso, no es eso» de la honradez intelectual.
Dicen que sobre gustos no hay nada escrito. Aunque otros responden aquello que «sí lo hay, y mucho, pero usted no lo ha leído». En cualquier caso, este humilde lector de columnas disiente con la opinión del que gusta firmar como «De la Real Academia Española» en cuanto al estilo literario de Zapatero. En nuestra modesta opinión, es de una cursilería subida y tiene un gran efecto soporífero. Además, encontrase expresiones como «deconstruir siglos de convivencia» a uno no le hace entrar en un éxtasis estético, precisamente.
Decíamos al arrancar este repaso a las columnas de opinión que el ABC es el único diario que ocupa buena parte de su espacio de opinión al aniversario de la victoria electoral de Rajoy. Son varias dedicadas a este tema, y hay unas cuantas más que se ocupan de Cataluña, sus comicios y el nacionalismo. Nos quedamos con una de cada cuestión.
En general, los articulistas que escriben sobre la gestión del registrador de la propiedad metido a gobernante son muy críticos con él y su equipo, si bien también destacan que recibió una herencia envenenada del protagonista español del acontecimiento planetario pregonado por Leire Pajín. Ejemplo de este tipo de argumentación es Manuel Martín Ferrand y su Un año después. Tras celebrar que Zapatero ya no gobierna, dice:
Ahora cabe hacer una pregunta inspirada en la que Ronald Reagan utilizó para pulverizar electoralmente a su predecesor, Jimmy Carter: ¿Está España mejor que hace un año? La respuesta es, inequívocamente, negativa. Estamos peor. El domingo que viene, las elecciones catalanas pueden ser la primera piedra para la construcción de un Estat Catalá, hay más parados, menos crédito y mucho desánimo. No sería justo atribuírselo a Mariano Rajoy, que se ha visto arrastrado por la herencia del último Gobierno socialista y que, con menor decisión de la debida y mayor cautela de la deseada, ha ido -zurciendo aquí y remendando allá- sentando las bases para que, al final de su legislatura, la respuesta a esa pregunta pueda ser: sí, evidentemente mejor.
Pero no resta responsabilidad al PP:
La improvisación y la chapuza, los grandes males aportados a la política nacional por el zapaterismo, no han caducado. Siguen siendo piezas en la política presente. Se echa a faltar un verdadero programa, un proyecto nacional que, además de afirmar la confianza colectiva, nos permita saber dónde estamos y dónde vamos.
Concluye:
Un año después, que no es poco, estamos peor, pero con la recobrada esperanza de mejorar en lo económico en la medida en que Europa nos ayude y nosotros, colectivamente, no agravemos el problema con festivales de falsa democracia alborotadora. En lo político, que es tan fundamental como lo demás, las esperanzas son menores. La desunión interna de los dos grandes partidos y la de ambos entre sí asegura que la inercia de lo acostumbrado seguirá siendo la pauta del futuro y ya sabemos, desgraciadamente, los frutos que ello genera.
Y para concluir, la columna que hemos seleccionado sobre el tema catalán. La firma Juan Carlos Girauta y se titula Las palabras justas. Es la única que hace refencua a las informaciones publicadas por El Mundo, aunque no se refiera a dicho periódico de forma explícita:
Los agravios reales o ficticios que denuncia el señor Mas deberían atribuirse en todo caso a la Administración General del Estado, nunca a España. Al optar por lo segundo, hasta los muertos abren los ojos.
Destaca un cambio en la terminología usada por Mas y los suyos:
Nótese que, hasta ahora, la palabra España había sido sistemáticamente omitida por el nacionalismo catalán, por sus medios de comunicación y por las instituciones que ha gestionado; a España se la llamaba «Estado español», terminología franquista de la primera época, por cierto. Pero de pronto han descubierto el nombre de nuestro empeño moral, justo para atribuirle expolios y amenazas. «España nos roba» les parece más contundente que «el Estado español nos roba», expresión que al menos habría sido coherente con su léxico. En efecto, es más contundente, pues se trata de pura xenofobia.
En estos términos, el debate deja de ser civilizado. ¿Pretenden que el Gobierno español muerda el anzuelo, descienda a su nivel y atribuya a Cataluña los desmanes y excesos de sus dirigentes, o, lo que es peor, la denigre como ellos hacen con España? Si esperaban eso, están más despistados de lo que parece, y lo que parece no es poco. Para consolarse de su decepción -que el Gobierno no insulte a siete millones y medio de personas tal como ellos hacen con los otros cuarenta-, siempre cuentan con la proverbial identificación CiU-Cataluña. Estos días se ha reeditado un clásico: el envolvimiento en la bandera de cualquier dirigente nacionalista bajo sospecha de corrupción.
No sé que sensación tiene usted, querido lector, pero a este humilde lector de columnas le parece que lo que resta de semana va a estar dominada por un único tema, aunque con distintas variantes: Cataluña y el independentismo de Mas. Claro que Anson siempre puede distraernos elogiando a un supervisor de nubes o a un diseñador de joyas, ambos ex presidentes del Gobierno.