Faltan tan sólo dos días para las elecciones catalanas del 25 de noviembre de 2012, y se nota en las secciones de opinión de la prensa en papel española. Tanto en Madrid como en Barcelona, todo lo referido a estos comicios (incluidos tanto el independentismo como las actuaciones de la Fiscalía en respuesta a las informaciones de el Mundo sobre las supuestas cuentas suizas de Mas y los Pujol) prácticamente monopoliza las columnas. Y las posturas defendidas en cada cabecera no dejan lugar a muchas sorpresas.
Quizás la opinión más llamativa, aunque sólo si no se sigue lo que él viene defendiendo desde hace tiempo, es la que muestra Federico Jiménez Losantos en El Mundo en el arraque de ¿Hay que pagar a Mas?:
Hace ya tiempo que sostengo que las libertades en España sólo serán posibles si se libera de Cataluña, pozo de corrupción tan hondo que no hay forma de sanearlo ni, hasta ahora, de abandonarlo. Pero el sector suizo de Convergencia -antes denominado «sector negocios», con Prenafeta y otros íntimos colaboradores de Pujol en hábito carcelario- ha puesto en marcha desde el pasado 11 de Septiembre y usando todo el poder y el dinero de las instituciones catalanas un proceso nítidamente separatista. Admitido el hecho, deberíamos valorar su legitimidad, que es nula, su legalidad, que es inexistente y su conveniencia, que, en cambio, es muy grande para quienes aspiren a vivir en una España que sea realmente una nación de ciudadanos libres e iguales ante la Ley.
Concluye:
Casi todos los poderes catalanes -políticos, mediáticos, económicos y judiciales- y bastantes de Madrit están apoyando o no están combatiendo la corrupción de Convergencia. La razón es obvia: comparten, asumen o se pliegan al proceso separatista puesto en marcha el 11-S. Y la separación de España comienza por romper cualquier categoría moral asociada al orden legal. De ahí a condenar a EL MUNDO a pagar una multa en las cuentas suizas de Mas hay un paso. Cortito.
También en el periódico de Unidad Editorial encontramos un artículo de Victoria Prego, Fiscal superior, no abogado del Gobierno, sobre la actuación del fiscal superior de Cataluña. Tras defender el derecho de Mas, Pujol y Puig a querellarse contra El Mundo, critique que se implique el máximo representante del Ministerio Público en Cataluña:
No puede un fiscal precipitarse a decir que abre diligencias de investigación sobre un asunto que está a punto de iniciar su tramitación judicial. Y mucho menos puede elaborar un escrito en el que parece que el proceso se ha abierto y concluido, la investigación ha terminado, y el fiscal ha hecho de juez y ha dictado sentencia, todo en la extensión de un folio.
Concluye:
Que un funcionario público, todo un fiscal superior, se lance como elefante en cacharrería a participar directamente en la campaña intentando respaldar con su decreto -hecho a toda prisa, tanta que incluye errores de bulto- la candidatura del presidente del gobierno que le ha pedido que actúe, eso es algo que nunca el señor Rodríguez Sol podrá justificar con argumentos legales. Ni eso ni su empeño en que la instrucción del caso se haga en Barcelona. Criterio, por cierto, que se opone de nuevo al que mantiene su superior jerárquico, Eduardo Torres-Dulce.
La de ayer fue una jornada amarga porque asistimos a un enfrentamiento abierto y público entre un fiscal de Cataluña y el fiscal general del Estado. Y lo fue también porque produjo la impresión fortísima de que las presiones políticas alcanzan a la fiscalía superior en términos tan obvios que acabaron dando vergüenza.
El director de La Vanguardia, José Antich, opina de forma radicalmente contraria. Cumple a la perfección el papel que le corresponde al diario del Conde de Godó y Grande de España como órgano de expresión de la ahora abiertamente independentista CiU. En Un extraño fiscal general dice que la filtración de que el fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, había desautorizado a su subalternos se produjo «con el objetivo obvio de intentar abortar la investigación del caso. Y, de paso, tratar de mantener ante la opinión pública catalana sombras de duda sobre la honorabilidad de Mas».
Tras negar la existencia del borrador citado por El Mundo en sus informaciones, concluye:
Es decir, que el supuesto documento, ni siquiera un texto -un «pretexto», señala el fiscal de Barcelona-, para acusar al president Mas era desconocido por su supuesto responsable. Pese a esas evidencias, el fiscal general ha optado por dejar en mal lugar a su subordinado, jefe de todos los fiscales de Catalunya. Es lógico preguntarse por los motivos que le han llevado a amparar a un medio de comunicación frente a su propia institución y el honor del president.
Curiosa reflexión final. A no ser que el Derecho haya cambiado en 24 horas, Torres-Dulces no ha amparado a nadie, simplemente ha decidido que el fiscal catalán no puede actuar como lo hizo. Pero en ningún caso ha tomado partido por El Mundo. Mas, Pujol y Puig pueden verse las caras en los tribunales con los responsables de las informaciones publicadas.
Queda claro, una vez más, que todo lo que ocurre se muestra en La Vanguardia como parte de un gran complot destinado a fastidiar a Mas. ¿O tal vez a Cataluña?
Quién entra de pleno en la teoría de la conspiración, o al menos eso le parece a este humilde lector de columnas, en Màrius Serra con su Pasar el país a limpio.
Se refiere a las informaciones de El Mundo en los siguientes términos:
Maniobra de agitprop faesista con que un diario de Madrid quiere sembrar dudas sobre la honorabilidad de los dirigentes convergentes justo cuando todas las encuestas les otorgan una victoria clara en las elecciones del domingo.
Observe usted, querido lector, la combinación de palabras con la que arranca la descripción. ‘Agitprop’ es un término soviético con el que se define de forma abreviada las maniobras de «agitación y propaganda» que emprendían Stalin y los suyos. Pero no queda ahí la cosa, se adjetiva ese supuesto ‘agitprop’ como farsista, combinación (es de suponer que Serra supone que ingeniosa) de ‘fascista’ y FAES. Se insinúa así que detrás de todo esta la larga mano de Aznar. ¡Y nadie más se había dado cuenta de que era el ex presidente del Gobierno quien había puesto en marcha todo!
Concluye:
La chapuza del borrador suizo pretende incidir sobre este reparto esparciendo porquería para impedir que podamos pasar el país a limpio. Pero, en realidad, este domingo empieza el proceso de escritura.
Ya lo tenemos claro. Para los columnistas de La Vanguardia el complot es contra Cataluña, claro que Cataluña parece ser lo mismo que Mas. ¿Será este humilde lector de columnas un faescista por no aceptar como dogma de fe lo que se dice en el diario del Conde de Godó y Grande de Espapa?
En La Razón, José María Marco publica un artículo que trata el tema del nacionalismo desde conceptos más de fondo, sin entrar en las particularidades de la campaña o los últimos episodios sobre casos de corrupción. Lo titula Cataluña en España:
El problema que está planteando el nacionalismo sería muy distinto si el Partido Socialista tuviera una idea clara y consistente de la nación española y, por otro lado, si las elites españoles cumplieran con sus responsabilidades en la defensa y la promoción de su país, de su identidad, de su cultura, de su papel en el mundo.
Existirían, claro está, tensiones derivadas de una formación nacional compleja. España nunca ha sido un país homogéneo en lo lingüístico, en las formas de vida o en la organización política.
Apunta:
No es lo mismo ser español desde la perspectiva andaluza o santanderina que serlo desde la perspectiva catalana, pero es España, la conciencia de lo que compartimos, lo que nos permite ser andaluces o catalanes, sin que entre una y otra forma de ser español quepa establecer una jerarquía. España no ha negado nunca una realidad como la catalana, y si alguien lo hizo en nombre de España estaba exhibiendo un nacionalismo de recorrido aún más corto, y más falsificador aún, que los nacionalismos particularistas. Estos se pueden permitir el lujo del jacobinismo y la intolerancia. España, que existe como unidad desde un estrato muy profundo, no. España no puede manifestarse si no es mediante la diversidad que la caracteriza.