El País alecciona a El Mundo, La Gaceta, el Sindicato Unificado de la Policía y el Gobierno por no "defender la unidad de España desde un convencimiento racional y moderno"
No es un pecado exclusivo de El País, porque otras cabeceras de la presna de papel lo perpetran con asiduidad, pero resulta innegable que en los últimos tiempos, el influyente diario del Grupo PRISA se erige sistemáticamente en el árbitro de la ética y silencia, manipula e ignora todo lo que conviene a sus intereses.
El pudridero en que se ha convertido el conocido antaño como ‘oasis catalán’ es un buen ejemplo.
Duele reconocerlo, porque ha sido y pesar de las desventuras financieras, sigue siendo un gran periódico pero es evidente que El País ha desplegado un esfuerzo ingente para verificar si todas y cada una de las revelaciones sobre el latrocinio en Cataluña estaban sustentadas por fuentes autorizadas.
Dicho con otras palabras, el diario de Prisa ha analizado meticulosamente la naturaleza del dedo que apunta pero ha omitido interesarse por lo sustancial: si los hechos que señala son ciertos.
Bien está que El País se haya tomado tanto trabajo en realizar esta investigación epistemológica sobre los fundamentos del uso del lenguaje, pero lo que no se entiende es su invencible repulsión a denunciar la corrupción salvo que ésta se llame Gürtel y afecte al PP.
Parece que los evidentes y escandalosos signos de enriquecimiento ilícito de los Pujol no le resultan motivos suficientes para una investigación periodística.
Y al hilo de esto, encrespado por las descalificaciones editoriales que desde El País se lanzan estos días contra el periódico de Pedrojota y ‘La Gaceta’ de Intereconomía, ‘El Mundo’ se despacha este 28 de diciembre de 2012 con un editorial incendiario que, y -a pesar de salir públicado el Día de los Inocentes- no tiene nada de inocente.
Se titula «¿Mercenarios en la legión extranjera de los ‘escamots’?». Lean y juzguen:
No podemos entender las descalificaciones y los insultos de El País ayer hacia nuestro periódico por publicar algo que el diario de Prisa corrobora que es cierto punto por punto: que vendió tres edificios a la inmobiliaria de Oleguer Pujol con unas plusvalías de 227 millones de euros.
Gracias a nuestra información, sus lectores y oyentes han podido enterarse de un hecho relevante que desconocían, aunque sea cierto que El País comunicó la operación a la CNMV -lo cual era una exigencia legal por cotizar Prisa en Bolsa- y que informó escuetamente en sus páginas, omitiendo que Oleguer Pujol era el principal accionista de la empresa compradora.
Ahora ya lo identifican como su «casero». Algo ha ganado la transparencia en este envite.
En el colmo de la manipulación, El País se jacta falsamente de haber descubierto el caso de las ITV.
Igualmente se vanagloria de haber publicado informaciones sobre el caso Palau, que generó un gran escándalo que centró la atención de la prensa nacional. Eso se llama hacer de la necesidad virtud.
Y después de atribuirse unos méritos de los que carece, intenta descalificar el informe borrador de la Udef -identificado minuciosamente por Asuntos Internos en su contenido y estructura- como si fuera un documento anónimo sin valor alguno.
El País nos reprocha haber dado crédito a ese informe pero a la vez se ufana de «haber publicado un resumen de cinco documentos policiales anónimos que denuncian presuntas corrupciones de la familia Pujol».
¿Por qué incurren en lo que ellos nos reprochan falsamente? La explicación es muy sencilla: se trata de una operación preventiva de control de daños, no vaya a ser que en esos informes haya algo cierto.
El diario de Prisa cae en el exceso de inventar una imaginaria «partida de la porra» -que eran los agitadores que sacudían a los periodistas en tiempos de Amadeo de Saboya- dentro de la Policía.
Más bien eso les cuadra a los jerifaltes de El País, que arremeten también contra los mossos y los agentes que se sienten «españoles», lo cual consideran al parecer motivo de oprobio.
Tampoco se libra de sus descalificaciones el SUP, que ayer hizo un comunicado en el que afirma que El País exige sanciones contra los «policías decentes» con el propósito de que en Cataluña «puedan seguir campando a sus anchas los corruptos».
¿Tendrá algo que ver con ello la inmensa plusvalía que le proporcionó su recien descubierto «casero»?
Su furibunda y desmedida reacción tiene una explicación: presentar las revelaciones de El Mundo como parte de una guerra de medios. Pero la única guerra que libra este periódico es contra la corrupción que encubre El País.
A quienes hablan de la existencia de esa «partida de la porra» les podríamos tachar de mercenarios de la legión extranjera de los escamots del Estat Catalá, que sembraban el terror bajo la protección del nacionalismo. Pero no vamos a hacerlo porque lo único que cuenta es la elocuencia de los hechos.