En pocas ocasiones hay un tema que domina de forma tan clara los espacios de opinión de la prensa de papel como el 14 de marzo de 2013. El asunto no es otro que el nombramientos del nuevo Papa, Francisco. La importancia del asusto habrá obligado a trabajar a última hora del día a los columnistas de todos los periódicos. Posiblemente muchos artículos cuya publicación estaba prevista para la jornada hayan pasado a mejor vida y no lleguen a ver la luz. Pero la importancia del acontecimiento manda. Eso sí, no falta algún texto totalmente irreverente que no parece tener otro objetivo que molestar de forma gratuita a los creyentes católicos que pudiera tener el periódico en cuestión.
Pero arranquemos con un artículo que nada tiene que ver con la cabeza visible de la Iglesia Católica, el único que no entre en este asunto de los que vamos a reseñar en este ‘Afilando columnas’. Josep Ramoneda publica en El País El exilio interior del PSOE:
Con el ambiente cargado por los desencuentros con los socialistas catalanes y gallegos, ha irrumpido el caso Ponferrada. Y se ha convertido en el icono del desconcierto socialista. Podría parecer un problema demasiado local para adquirir tanta relevancia, pero ha resultado ser una genuina expresión de la empanada mental en que viven los socialistas: sin proyecto, sin ideología, sin autoridad, con la sensibilidad tan obturada como para aliarse con los que lincharon a Nevenka, capaz de perder la dignidad por una mínima cuota de poder e incompetente en la selección de su personal político.
Tras repasar el caso, lanza una crítica evidente a un Rubalcaba al que no cita por su nombre, y también a un Oscar López al que si se refiere de forma explícita:
Y es muy grave que nadie asuma responsabilidades después de un patinazo tan monumental. Oscar López, el ‘número tres’, ha cargado con el papel de chivo expiatorio, pero se escuda en el patético argumento de que no le han aceptado la dimisión. Nadie puede impedir que dimita una persona que realmente quiera hacerlo.
Después de afirmar que es urgente que el PSOE se recupere «porque el país no puede vivir sin alternativa a un PP arrogante y autoritario», añade:
Dado el estado del PSOE en cualquier lugar de España por el que se pase, no hay otra salida que un proceso realmente constituyente, que permita refundar de arriba abajo a una organización burocratizada, secuestrada por pequeños grupos de poder en cada uno de los niveles y que opera como una máquina de excluir.
Concluye:
Pero el cambio no se puede demorar más, si se quiere que la reconstrucción de la izquierda se haga desde el que fue el partido socialdemócrata genuino de este país. De lo contrario, otros ocuparán su espacio. El desafío es reinventarse. Para ello es necesario abrir puertas y ventanas. Renovar a fondo el personal, dar oportunidad a la política sin miedo, arbitrando procedimientos abiertos a la ciudadanía, y construir un discurso alternativo para volver a conectar con la sociedad. Es una tarea ingente, pero mucho peor es seguir instalado en el exilio interior, es decir, en la irrelevancia creciente.
También en el diario de PRISA encontramos el primero de los artículos referidos al nombramiento del Papa al que nos enfrentamos en este repaso diario a las columnas de opinión. Es el que menos que tiene que ver con el resto, de hecho, ni habla del nuevo Sumo Pontífice. Se trata de una fantasía lúbrica de Maruja Torres en la que el Cónclave no alcanza un acuerdo para nombrar al sucesor de Benedicto XVI, titulada Vaticanosis y posiblemente escrita antes incluso de que Francisco se sentara en el trono de Pedro:
En estos días de ‘show business’ global las actuales pompas vaticanas podrían convertirse en una historia fantástica de decadencia y descomposición. Imaginen. Todos los cardenales, obispos, y acólitos, reunidos y vistiendo sus mejores galas, con sus botafumeiros arriba y abajo, sus arcanos misteriosos y sus ceremonias coercitivas. La chimenea en lo alto, humo sí, humo no. La plaza de San Pedro, a tope de espectadores.
Imagina un escenario en el que pasan los meses y no se nombra un nuevo Papa. Insinúa que ha habido una masacre en el interior de El Vaticano: «De repente, alguien, situado más cerca del edificio central, ve regueros de sangre deslizándose por debajo de las puertas. La voz se extiende: algo terrible está ocurriendo dentro». A pesar de eso, se mantiene la espera sin que haya nuevo Papa. Comienza la parte más ofensiva del cuento imaginado por Torres:
Los cinco mil periodistas, sin noticias de Dios ni de su sucesor en la tierra, transmiten el vacío y alimentan sus crónicas entrevistándose los unos a los otros. Algunos se casan, pero tienen que hacerlo ellos mismos, porque no hay curas en el horizonte. En un momento dado se produce entre el público una tanda de uniones homosexuales.
Como colofón, una orgía en la Plaza de San Pedro:
Como si se hubiera roto un dique, los asistentes hacen el amor. Los riachuelos de sangre se convierten en ceniza que el viento arrastra hacia las fontanas.
Concluye:
Después del amor, la gente sacude la cabeza, mira alrededor: nada. Ni cardenales, ni humo, ni papa. Recogen sus petates y se van yendo, como en un sueño. A sus espaldas queda un edificio vacío. Adán y el Señor se tocan el dedito.
Este humilde lector de columnas no entiende la necesidad de ese artículo, más propio del guión de un cómic porno cutre que de un periódico que pretende ser serio, y firmado por una columnista a la que presumíamos seriedad. Por supuesto, no vamos a negarle su derecho a escribir y publicar ese texto, afortunadamente el mal gusto no está prohibido; pero que no se sorprenda si se multiplican las quejas airadas de quienes se puedan sentir ofendidos. Estos últimos también tienen libertad de expresión.
También original por su contenido, pero por el tipo de análisis que hace, y en tono no ofensivo, es el artículo de Arcadi Espada en El Mundo. Se titula Dos legislaturas y arranca con un párrafo en el que el autor parece estar burlándose con el equipo de TVE que transmitió la noticia:
Pocas veces he visto una decepción semejante que la que reflejó en su cara la enviada de la televisión pública, y el capellán especialista, al dar el nombre del nuevo Papa. Bergoglio, Bergoglio repetían como sin créerselo. Para más inri (qué espontáneo me salió) se trataba de un argentino. El argentino Bergoglio, decían como sin creerse la unión del apellido y el gentilicio. No debían de saber que un argentino es un italiano que habla español (…) Fruto sin duda del azoramiento la muchacha que retransmitía el célebre momento se hizo un lío con la edad de Bergoglio. Había nacido en 1936, pero la muchacha decía que era un Papa joven. La corrigieron, al cabo. Se trata de un Papa de 76 años.
Destaca incluso un análisis que parece casi tan absurdo como ese de Nicolás Maduro diciendo que Chávez ha influido desde el cielo para que se elija a un papa suramericano:
Dijeron incluso que el nombramiento del nuevo Papa se había hecho coincidir con los informativos de la televisión. No sólo me pareció poco espiritual sino muy hemisferio norte: en Buenos Aires eran las cuatro de la tarde y estaban cebando el mate de la siesta.
El análisis realmente interesante llega al final del artículo:
Sin embargo, no aludieron en ningún momento a la evidencia de que la principal característica de la exhibición mediática es el desgaste. Es imprescindible elegir papas que duren de forma moderada. Que se acerquen al ideal laico de los ocho años, que Ratzinger cumplió con una escrupulosidad democrática que incluyó la dimisión. (Ideales laicos a los que Bergoglio no parece ser ajeno: ya ha anunciado que se reunirá con su antecesor: ¡el traspaso de poderes!) Papas, en fin, que permitan organizar con relativa frecuencia el gran espectáculo del cónclave, que reúne la incertidumbre y el rito de su gran competidor en la escena, esto es el escenario deportivo.
Los papas seguirán gozando de la vida eterna. Pero no en ésta.
Uno de los periódicos cuyas páginas de opinión se han convertido en un monográfico papal es ABC. A nadie le sorprenderá que la tónica general sea de alegría y elogio al nuevo obispo de Roma. Por ser un poco diferente, destacarmos aquí la columna de Ramón Pérez-Maura, El poder de la plegaria, que tiene un título poco o nada relacionado con el contenido.
Arranca diciendo quiénes, en su opinión, no habrán celebrado la elección del Papa Francisco: las iglesias evangélicas, que hasta ahora habían conseguido un gran crecimiento en América Latina, y Cristina Fernández de Kirchner. Pero lo jugoso llega en la segunda parte del artículo, donde se dedica a criticar a los medios de comunicación:
En estos días en que hemos oído tantas tonterías sobre «favoritos» y sobre lo que la Iglesia necesita, a quien menos se ha escuchado es a los creyentes. Porque, como bien decía ayer en ABC Ignacio Ruiz Quintano, «para importarle un bledo las cosas de la Iglesia, el despliegue del periodismo global con el Cónclave resulta impresionante». Y por periodismo global, entiéndase «progre». Era irónico, incluso insultante, ver cómo quienes no son parte de la Iglesia improvisaban tratados sobre los méritos que debía poseer el nuevo Pontífice.
Concluye:
Una vez más la Iglesia Católica ha dado una lección al mundo demostrando que en la era de «twitter» vivimos en un engaño. Damos valor a todo lo que se publica por el mero hecho de publicarse. Y no pocos «vaticanistas» -que a partir de ahora se dedicarán a la jardinería, supongo- se empeñaban en rellenar espacios de prensa y televisión con los aventajados en las votaciones del primer día. Ni uno consultó con el Espíritu Santo.
Concluimos en La Razón, donde se respira alegría por el nuevo Papa. Cristina López Schlichting firma ¿Qué depara el nuevo Papa?:
Mientras los comentaristas ajenos a la Iglesia se afanan hoy en atinar lo que no atinaron antes sobre la personalidad de Francisco I, los cristianos estamos alegres porque Pedro lleva la barca de nuevo. Hay una gran ilusión en la Iglesia porque se nos ha anunciado una promesa. Nadie podía imaginar la revolución que vino con el polaco Wojtyla cuando el hombre de nombre impronunciable se asomó al balcón de San Pedro. Tampoco cabía esperar del pequeño Papa Ratzinger (pequeño en tamaño) que tirase de la manta de los pecados de los católicos con la fuerza con que lo hizo. O que asombrase a los parlamentarios del Bundestag con su inteligencia. O que diese el campanazo de marcharse como se ha ido. ¿Qué nos espera con Francisco? Imposible saberlo. Porque al polaco lo tacharon de conservador… y al alemán de… inquisidor. Me muero de la risa. Ya el nombre del nuevo Papa inaugura una era: Francisco, el hermano de los pobres… Veremos.
Concluye:
A partir de hoy empieza una nueva etapa de este bello camino de la vida que nos reserva sin duda alegría y sorpresas ahora inimaginables que, para el fiel sencillo, el que se pone a los pies del Señor y lo aguarda todo de Él, florecerán en forma de ganancia concreta, de ese ciento por uno que se nos prometió aquí en la tierra, antes incluso de la vida eterna.
A este humilde lector de columnas le da la impresión de que el artículo de Cristina López podía estar escrito en su práctica totalidad antes de que se supiera que había nuevo Papa. Tan sólo ha tenido que esperar para saber su nombre e incluirlo a última hora, con una pequeña reflexión sobre por qué lo ha elegido.
Justo lo contrario ocurre con el artículo del director de La Razón, Francisco Marhuenda, titulado Un pastor. Aquí sí que parece que se ha empapado sobre el nuevo sucesor de Pedro.
La trayectoria de Su Santidad es muy interesante porque también rompe moldes. La propia elección del nombre de Francisco para su Pontificado es una afirmación clara de esa vinculación a un santo maravilloso como San Francisco de Asís, pero también a dos santos muy importantes para la Compañía de Jesús como San Francisco Javier y San Francisco de Borja. No hay que olvidar que renunció a vivir en el Palacio Episcopal cuando fue nombrado arzobispo de Buenos Aires y que acostumbra a viajar en autobús. Sus responsabilidades pastorales al frente de una diócesis tan importante las ha compaginado con el cuidado de personas mayores por las noches. Es un soldado de Cristo, que es lo que siempre han sido los jesuitas. La trayectoria es fascinante.
Concluye:
La elección del nombre de Francisco es un gesto muy significativo. Tanto la ejemplar vida del santo de Asís como su condición de jesuita muestran cuál será su trayectoria al frente de la Iglesia: la sencillez de un Papa carismático y sorprendente.