Desde hace más de diez años, con base primero en Israel y ahora en Líbano, cubre Oriente Próximo
Javier Espinosa ha estado en muchas guerras. Sale de una y entra en otra. Pero como escribía de él Carlos Salas, cuando en marzo de 2012 Javier logró escapar por los pelos del bombardeo de Homs, es un periodista de los pies a la cabeza, un pura sangre del reporterismo, que envia su crónica sin emitir jamás emite una sola queja del peligro, de los problemas, de los robos, de las amenazas…
Hace ya dos semanas que no se tienen noticias de él y aunque el diario ‘El Mundo’ no ha hecho el mínimo comentario ni ha informado sobre ello, todo indica que -al igual que ha ocurrido con Marc Marginedas, enviado especial de ‘El Periódico de Catalunya’– ha sido secuestrado en Siria por fanáticos islámicos.
Desde el diario de Pedrojota, uno de sus directores adjuntos se ha puesto en contacto con Periodista Digital, solicitando la retirada de la información, con el argumento de que su publicación puede afectar a las gestiones que se están haciendo para lograr la liberación de Javier Espinosa.
Al parecer, la empresa ha optado por la discreción absoluta y ha solicitado a otros medios, como la agencia France Press o el diario ‘El País‘, que no se publique nada al respecto.
En la redacción de Periodista Digital, tanto el director como los autores de la información -plenamente contrastada- han sopesado la solicitud de ‘El Mundo’ y tras quitar de portada la nota durante un rato, se ha llegado a la conclusión de que carece de sentido el silencio sobre un secuestro, que es conocido en la zona, coincide con el otros periodistas, cuyos nombres e identidades se han hecho públicos y cuya difusión en Google, Twitter y las redes sociales es inevitable e imposible ya de retirar.
No se trata sólo de que el secuestro de uno de los mejores reporteros de guerra occidentales sea noticia relevante.
En Periodista Digital tenemos, además, la firme convicción de que no mantener en el secreto un hecho de estas características, contribuye mucho más a ayudar a resolverlo y a preservar la integridad del secuestrado, que ignorarlo o tratar de taparlo.
Si se tratara de una banda de delincuentes comunes, interesados únicamente en sacar dinero rápido y seguro manteniendo secreta su identidad, silenciar el secuestro podría tener una justificación, pero todo indica que Javier Espinosa -al igual que Marginedas, periodistas de la CNN y de otros medios- ha sido secuestrado en Siria por un grupo que reivindica sus fechorías y no se siente abochornado o atemorizado al hacerlo, sino todo lo contrario.
Se especula con la posibilidad de que los secuestradores de Javier Espinosa sean rebeldes con simpatías hacia Al Qaeda, pero no vinculados organicamente a la red terrorista.
En el Twitter de Javier, aparece una entrada el 15 de septiembre de 2013, pero nada a partir de esa fecha.
No es la primera ocasión en que Javier Espinosa pasa por tremendos apuros en el ejercicio de su profesión. En 1999, fue secuestrado por un grupo de la guerrilla de Sierra Leona liderado por el ‘Coronel Mosquito’.
Hace un año, también en Siria, fue el último corresponsal occidental en la sitiada y bombardeada ciudad de Homs.
UN PURA RAZA
Javier Espinosa inició su carrera en periódicos canarios y cubriendo noticias de deportes, pero enseguida dio el salto a los medios nacionales y al gran reporterismo internacional.
En 1994 comenzó a publicar en ‘El Mundo’ , coincidiendo con el inicio de la masacre entre hutus y tutsis en Ruanda.
Ocupó despues, brevemente, una corresponsalía en México y retornó a Africa con base en Marruecos.
En 1999, fue secuestrado por los rebeldes ‘cortabrazos‘ de Sierra Leona. Un año después, fue galardonado con el Premio Internacional Rey de España de Periodismo por la crónica «Regreso al infierno de Sierra Leona», en la que describía el conflicto armado a través del drama de los niños soldados.
Desde hace más de diez años, con base primero en Israel y ahora en Líbano, cubre Oriente Próximo.