El nacionalismo catalán sigue ocupando un lugar destacado en los espacios de opinión de la prensa de papel española el 14 de enero de 2013. Merece más columnas, eso sí, la faceta más sangrienta de otro nacionalismo: el terrorismo etarra. La actualidad de este último es comentada desde distintas facetas, incluyendo las complicidades políticas y morales, por diversos columnistas de los diarios impresos.
Manuel Jabois publica en El Mundo Apologistas de la paz, que arranca de la siguiente manera:
Una de las tantas victorias de ETA es la consolidación de sus presos como sujetos vinculantes a la paz, ajenos por tanto a las leyes y piezas necesarias para armar la convivencia. Un tiro en la cabeza lo es menos si hay intencionalidad política; si lo que se persigue es un objetivo que va más allá de la muerte, el tiro en la cabeza debe adquirir condescendencia jurídica. Eso aunque al muerto se le quede la misma cara si se le mata por la patria que por un reloj de oro.
El columnista gallego hace la siguiente reflexión:
El reagrupamiento en cárceles de una banda organizada de asesinos se me antoja parecido al de una banda de violadores. Al fin y al cabo si uno viola despersonalizando a la víctima para denunciar la opresión del Estado tiene más derechos que si viola por otro impulso. ¿Se manifestaría Mayor Zaragoza entre familiares de violadores y Tardà diría que ERC está «al lado de los presos» porque «el sufrimiento del pueblo vasco es nuestro sufrimiento»?
Concluye:
El calor abominable de los tardàs del mundo ha estado siempre junto al padecimiento de los asesinos; lo sienten cerca por defecto, ya que el otro no lo conocen ni por asomo, y bien que han procurado, con sus modales de cura ante el criminal y su indiferencia ante el cadáver, evitarlo a toda costa.
Según cuenta el diario de Unidad Editorial, miembros de ETA y de Batasuna siguen reuniéndose con los tristemente célebres ‘verificadores’ en la capital noruega —ETA continúa hablando en Oslo con los ‘verificadores’ y con Batasuna–. Este asunto es comentado en ese mismo periódico por Santiago González, que titula su artículo Base noruega. Tras señalar que no ha pasado por la ciudad escandinava ningún enviado del Ejecutivo de Rajoy, «ningún Eguiguren del PP, para entendernos», recuerda el papel de los llamados ‘verificadores’ como «tipos que cobran por hacer gestiones».
González sostiene que los encuentros de etarras y batasunos con los ‘verificadores’ deben de contar con el visto de bueno del Ejecutivo de Rajoy:
Nunca he creído que el Gobierno esté negociando con ETA, tal como dice el ministro Fernández cada vez que tiene ocasión, pero se me antoja que Noruega es un país serio, que no se ofrecería como meublé para encuentros clandestinos, salvo que contara con el beneplácito de España. Es verdad que nuestro prestigio exterior no pasa por grandes momentos, pero aún mantiene ciertas hechuras de Estado, y, a la hora de optar, entre España y una organización terrorista amortizada, como ETA, no hay color hasta para un noruego.
Concluye hablando de la manifestación a favor de los terroristas encarcelados celebrada den Bilbao:
El manifiesto leído al final alcanzó cotas extraordinarias de alteridad: «La crueldad siempre ha sido asidero de la cobardía», sin que al maestro de ceremonias le temblara la voz, ni le cruzaran imágenes de cualquiera de las 858 víctimas inocentes, perdonen el pleonasmo: hombres desprevenidos, niños, ancianos y mujeres, alguna de ellas embarazada.
Acusan a las víctimas de inspirar una política penitenciaria basada en la venganza, cuando en realidad quieren dictarla ellos. ¿Y por qué no? Si la ruptura de España la deciden a solas los catalanes, es lógico que la política penitenciaria la decidan sólo los terroristas, sus usuarios.
Saltamos ahora a ABC, donde Ignacio Camacho firma El relato:
Primero se encaramaron al poder en las instituciones y ahora se están apoderando del relato moral, del marco mental y del discurso político. Desde el principio constituía una evidencia, salvo para quienes prefieren seguir con los ojos tapados, que la legalización de Bildu sería sólo el primer paso para una rehabilitación retroactiva del terrorismo. A bajo precio, además, sin disolución, sin entrega de armas, sin petición de perdón, sin desagravio a las víctimas.
Acusa a las autoridades de cobardía:
Bajo el apocamiento del chantaje -no vayan a volver a las andadas-, el Estado acepta en silencio que los parientes y amigos de los asesinos reivindiquen los derechos humanos y se vengan arriba solicitando excarcelaciones y acercamientos. Por qué no van a hacerlo si Bolinaga toma chatos por las calles, De Juana se broncea en Venezuela y si un correveidile de ETA ingresa por cooptación en el Senado. Por qué se van a frenar si no encuentran quién les pare los pies.
Concluye:
Y todo eso es casi tan relevante como la extinción de la amenaza. Para que no parezca un armisticio, un quid pro quo, una componenda, un acuerdo entre iguales. Porque no somos ni hemos sido iguales que ellos. Porque unos han matado y otros han muerto. Y porque la crisis económica no es lo único que importa.
En La Razón, Alfonso Ussía escribe también sobre la manifestación a favor de los presos de ETA y se centra en uno de sus más destacados asistentes. En concreto, nos recuerda que Federico Mayor Zaragoza tiene un abultado historial de servicios a la dictadura franquista, por lo que fue condecorado por Franco. Lo hace en Y al final, Cisneros.
Este humilde lector de columnas se teme que en la trayectoria de Mayor Zaragoza lo que encontramos es una coherencia absoluta: siempre está junto a los enemigos de la libertad.
Pero no es esa la cuestión que ocupa más columnas en el diario de Francisco Marhuenda. El nacionalismo catalán acapara más atención.
Maria José Navarro escribe MC Seny, columna dedicada al democristiano más conocido en el lujoso Hotel Palace de Madrid. Tras recordar la buena imagen de la que gozó durán i Lleida durante años, escribe:
Nos enteramos de que Duran i Lleida pasa sus días en Madrid sirviendo al pueblo desde un hotel de lujo, le oímos cargar contra los jornaleros andaluces y sugerir que la política se estaba llenando de pobres y nos quedamos a cuadros. Vimos el cambio de color de las monturas de sus gafas y llegó la foto con las zapatillas de colorines con las que recorre Chile y ya no pudimos más. Duran se ha caído con todo el equipo en medio del escándalo de la financiación ilegal de Unió y, encima, con zapatillas de rapero de la burguesía textil, MC Seny.
Tras recordar que Duran a dicho que no va a dimitir porque no se siente responsable «de lo que haga otro en nuestra casa» concluye:
Sepan pues todos que en casa de los Duran i Lleida se puede delinquir, pero si luego llega un guardia con él que no cuenten: él seguirá a lo suyo, cambiando cordones a las playeras en un hotel de lujo.
Terminamos este repaso diario a los artículos de opinión en el auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’, con un artículo de su crítico televisivo. Ferran Monegal elogia en El Periódico la entrega de ‘El gran debate’ de Telecinco del sábado 12 de enero de 2013. Lo hace en El indulto como subterfugio:
Arranca de una manera que parece que va a ser duro con el programa:
No sabría decirles si los debates que cada sábado se realizan en ‘El gran debate’ (T-5) sirven para algo. Muchas veces me pregunto si tienen alguna utilidad, dado que los habituales gladiadores que allí son contratados, más que ir a argumentar o a intercambiar opiniones, van a lanzar su speech, su discurso, instalados en la sordera de sus trincheras, a la derecha o a la izquierda del presentador.
Acto seguido añade que «sería injusto» no destacar «los buenos golpes» que tiene dicho espacio:
Pero sería injusto, hasta mezquino, no resaltar los buenos golpes que tiene este programa, trabajos bien hechos, bien expuestos, y bien documentados, que nos iluminan. Es el caso de esta semana, cuando Jordi González abordó los innumerables casos de corrupción política. Nos proporcionó una diacronía de datos y de temas tan espeluznante como precisa.
Tras repasar los datos sobre indultos, de los que informó ‘El gran debate’, añade:
Hombre, esta exposición televisiva, este retrato de lo que ocurre, ha sido tan brutal que parecía un insulto a la sociedad civil.
Y la vuelta de tuerca, la habilidad del programa -por lo que cabe felicitarles de manera especial-, ha sido contraponer, a modo de contraste, el caso de David Reboredo, el pobre y humilde adicto a la heroína, al que pillaron en el 2006 con dos papelinas -menos de medio gramo- para su propio consumo. Ahora que han pasado los años y está rehabilitado, desenganchado, desintoxicado por completo, ha ingresado en la cárcel porque la justicia le ha condenado a 7 años de presidio.
Hay dos clases de ciudadanos: unos pocos que gozan de privilegios y la inmensa mayoría que juega en otra liga. La liga de la carne de cañón. La división de los malditos.
Concluye:
Esta vez hay que elogiar a La Fábrica de la Tele, la productora del programa. Han dibujado un paisaje diabólico, pero de estricto servicio. Auténtica televisión-denuncia.