Si un día cualquiera quiere usted, querido lector, hacer una apuesta sobre cuál va a ser el tema que más espacios de opinión va a ocupar en la prensa de papel puede jugar sobre seguro. Con un 90 por cierto de posibilidades, va a ganar si se la juega usted al nacionalismo catalán.
Este 15 de enero de 2013 no es una excepción. El asunto es abordado desde distintas ópticas, desde una Rahola que critica a Duran i Lleida por no ser los suficientemente independentista hasta un García-Abadillo que escribe sobre la corrupción en CiU, pasando por un Sostres que da por hecho que no habrá referéndum independentista.
Comenzamos, pues, con Pilar Rahola y su artículo en el periódico del Conde de Godó y Grande de España. Después de haber tratado, durante varios días, de minimizar la gravedad del Caso Pallerols con el argumento de que la corrupción del PP y el PSC es peor que la de la Unió, Rahola se lanza contra el democristiano más conocido en el lujoso Hotel Palace de Madrid en Basta, que son mayorcitos. Es cierto que sus críticas son tanto contra Mas como contra Duran, pero le arrea especialmente a este último.
O Artur Mas y Duran Lleida no hablan, o hablan en idiomas distintos y han perdido la gramática, o se entienden medio minuto y luego se olvidan. Porque sinceramente no comprendo la actitud de Unió sobre la declaración de soberanía y, en general, sobre todo el proceso de la consulta. Y como Duran habla claro y se le entiende todo, lo que no comprendo no es lo que dice, sino cuándo y dónde lo dice, porque o se calla en las conversaciones internas, y luego larga lo que quiere.
Dice que hay dos hipótesis:
La primera, Duran Lleida no participa de las reuniones donde ERC y CiU tejen la madeja del proceso, no se entera de lo que dicen y, por tanto, no se siente copartícipe de los acuerdos tomados. Por ello afea el texto de la declaración, pide más consenso y no le gustan los flequillos. Entonces, ¿no despacha con el president, ni participan los suyos en las reuniones?; ¿qué papel tienen los miembros de UDC del Govern en los acuerdos que se toman?
Para desarrollar su segunda hipótesis acepta a Jordi Pujol como su gran referente intelectual —Jordi Pujol pide la independencia: «Se acabó hacer la puta y la Ramoneta»–:
Duran participa, se entera, acuerda, y luego se va a los micrófonos y se olvida. Es decir, Duran juega a estar y no estar, en una versión personalizada de la puta y la Ramoneta.
Concluye:
Hagan lo que quieran, pero dejen ya este jueguecito de estar y no estar, porque lo que no puede ser de ninguna manera es que Artur Mas hable más con Oriol Junqueras que con Duran i Lleida, y que este sea más oposición que el líder de ERC. Todo ello es un esperpento que sólo sirve para dañar la estabilidad del Govern, lesionar el proceso de la consulta y erosionar la credibilidad de ambos líderes. De manera que ambos, queridos amigos, ¡basta ya!
Tomamos el puente aéreo para saltar a los periódicos de Madrid. En ABC, Ignacio Camacho exige a los nacionalistas en general: Llamadlo independencia.
El debate sobre el «derecho a decidir» está trucado desde su mismo nombre. El concepto real es el de derecho de secesión, o de autodeterminación si se quiere, pero los soberanistas lo diluyen en un artificio retórico que endulza su significado y le lima asperezas para volverlo más digerible ante la opinión pública. Se trata de un caso clásico de marco mental, de frame político, de cuadro dominante; un hallazgo semántico que encubre una trampa. Una treta lingüística simple para burlar un derecho constitucional complejo.
Los catalanes, al igual que el resto de los españoles, ejercen su derecho a decidir en el ámbito privado y en el público desde que se levantan hasta que se acuestan. En eso consiste la democracia, en tomar decisiones libres dentro de un orden jurídico legítimo e igualitario.
Recuerda:
El titular de la soberanía española es el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado organizados en la Constitución que también votaron, por cierto en amplia mayoría, los catalanes. La reclamación de un sujeto nacional catalán es una fantasmagoría política, una impostura de legitimidad que el separatismo disfraza con esa engañosa expresión cargada de ambigüedades; quién va a oponerse en abstracto a que los ciudadanos decidan en una democracia.
Concluye:
Que esto no lo acepten los nacionalistas -entenderlo lo entienden- entra dentro de la lógica; su aspiración parte de un sentimiento autoexcluyente y rupturista. Lo que resulta chocante es que los socialistas del PSC se sumen a la impugnación de la soberanía española. La coartada de que sólo quieren consultar al pueblo, para luego votar contra la secesión, es otro truco simplista, otro endeble embeleco: lo que importa del caso no es la respuesta, sino la pregunta. Es la pregunta misma lo que vendría a reconocer un derecho que no existe: el falso derecho a la independencia si llamamos a las cosas por su verdadero nombre.
En el diario de Unidad Editorial son varios los columnistas que tratan el nacionalismo catalán. Uno de ellos es el casi siempre provocador Salvador Sostres, que firma Mi país. Se refiere a Cataluña.
Oriol Junqueras ha sido el inspirador de la política económica y social del actual Govern, y ha forzado a CiU a fijar una fecha para la presunta consulta soberanista. Pero en Cataluña las cosas han llegado a tal extremo de locura que el líder republicano ha sido nombrado jefe de la oposición en el Parlament.
No sólo critica a los políticos:
Mucha gente se queja de la mediocridad de la clase política y es una queja razonable, tanto en Cataluña como en España. Pero la gente es mucho más mediocre que los políticos, y el populismo de renunciar al chófer para contentar a la turba iracunda marca el nivel de esta masa ignorante, gritona y ocupa plazas, que no está a la altura de la democracia ni alcanza a comprender en qué consiste ni en qué se basa.
Dice que la estrategia de Mas consiste en «desvincular la convocatoria del referéndum de la construcción del Estado propio, como si la independencia no fuera el único objetivo de todo este proceso». Añade:
De todos modos, es normal que tanto CiU como ERC se tomen a risa una consulta que saben que no va a hacerse y una democracia que desprecian saltándose sus normas y formalidades elementales.
Se muestra especialmente duro con los medios y los periodistas catalanes:
La clase periodística, incompetente y comprada, escribe sin ningún respeto a la inteligencia y siendo el cómplice necesario para que la estafa sea total. Se hace difícil determinar qué corrupción es más letal: si la indecente cantidad de dinero que la Generalitat da a La Vanguardia, o lo que a cambio escriben sus articulistas, entre la propaganda y la demencia, y siempre de muy poca calidad. Si la Generalitat compra un periódico con nuestro dinero, por lo menos que sea bueno.
Concluye:
Cataluña ha acabado con un presidente y un jefe de la oposición que son socios del mismo Gobierno, que saben de antemano que no van a hacer aquello a lo que se han comprometido y con unos medios de comunicación atontados por la subvención y la limitación de buena parte de sus periodistas.
Hay tribus africanas de hechicería y sacrificio donde el personal se deja tomar menos el pelo que en este país mío.
Casimiro García-Abadillo se centra en los casos de presunta corrupción de Convergència. Señala un responsable máximo: El jefe es Pujol.
En las conversaciones grabadas [por la Policía] a dos de sus socios, Sergio Alsina y SergioPastor, se pone de relieve que el auténtico jefe de la trama era el hijo de JordiPujol y actual hombre fuerte del partido que gobierna Cataluña. «El jefe espiritual», como a él se refieren sus seguidores, montó un entramado societario que tenía como fin aprovecharse de adjudicaciones públicas (ITV o proyectos de eficiencia energética), deslocalizaciones empresariales (Sharp, Sony y Yamaha), intermediación municipal (campa de vehículos de Seat en Martorell), o negocios farmaceúticos (junto a JorgeDorribo y JoséAntonioOrozco).
Aquí no estamos ante un montaje para financiar al partido (al menos, nada de eso se deduce de la investigación policial), sino ante una red de enriquecimiento personal, en la que el propio Pujol toma parte participando directamente en sociedades de «manera encubierta», según pone de manifiesto el informe de la Policía.
Sostiene:
La defensa de la nación catalana es sólo una pantalla para el enriquecimiento, como demuestra el hecho de que las sociedades del grupo intervinieron cobrando importantes comisiones para facilitar la salida de varias multinacionales instaladas en Cataluña. Claro, había que gestionar ERE y eso era más fácil si los que pedían los despidos eran los amigos de Oriol Pujol.
En realidad, la organización descrita por la Udef tiene el esquema de una banda de extorsionadores con un solo fin: ganar mucho dinero rápidamente.
Concluye:
Ahora ya sabemos por qué Jordi Pujol arremetió el viernes en A3 contra la Udef, y también tenemos una idea de por qué algunos líderes de Convergencia defienden con tanto ardor la independencia de Cataluña.
Hay un tercer artículo en el diario de Unidad Editorial que merece la pena ser reseñado, y que no tiene nada que ver con Cataluña ni con el nacionalismo. Su autor es, en opinión de este humilde lector de columnas, uno de los periodistas económicos más solventes de España. Nos referimos a John Müller, que firma La represión tributaria. Es un artículo que, sin duda, molestará en La Moncloa y en el Ministerio de Hacienda.
Uno de los fenómenos más significativos del primer año del Gobierno de Mariano Rajoy -muy poco comentado pese a su enorme calado institucional y social- ha sido la liquidación de los equilibrios entre los contribuyentes y la Administración.
La Ley de Medidas de Lucha Contra el Fraude Fiscal (Ley 7/2012 del 30 de octubre) ha supuesto la sentencia de muerte de toda una corriente de pensamiento dentro del Partido Popular. En ella se han introducido por primera vez límites a los pagos en efectivo, se declara la imprescriptibilidad de las rentas no declaradas, se dispone el adelanto de las medidas cautelares, la ampliación de la responsabilidad patrimonial o la repotenciación de la delación, por mencionar sólo algunas de sus características.
Müller hace referencia a las palabras pronunciadas hace poco por «un veterano dirigente del PP»:
«No entiendo cómo la derecha ha podido hacer esto. La pérdida de equilibrio entre el contribuyente y la Administración es evidente. Creo que algunos puntos de esta ley, como la imprescriptibilidad, no serán constitucionales», dijo. En su queja recuerda la Ley 1/1998 de Derechos y Garantías de los Contribuyentes dictada en febrero de ese año. Esa fue la norma con la que José María Aznar cumplió su promesa de dictar un Estatuto del Contribuyente que equilibrara la relación entre los ciudadanos y los sheriffs de Nottingham de Hacienda.
Concluye:
Hoy, hasta los inspectores de Hacienda, que ven facilitado su trabajo con estas medidas, perciben el notable desequilibrio en favor del Estado que ha introducido la ley. Pero, ¿a ver quién es el guapo que con el espectacular nivel de fraude que existe se anima a decir que hoy hay un régimen de represión tributaria en el país? Esta no es más que una variante del viejo dilema entre libertad y seguridad. Y como ocurre siempre, la libertad ha perdido.
Terminamos este ‘Afilando columnas’ en La Razón, con una viñeta obra de un autor con apellido de ministro de Rajoy pero con un talento que no posee ninguno de los miembros del actual Ejecutivo. Nos referimos a Borja Montoro, bautizado por el gran Carlos Rodríguez Braún como ‘Montoro el bueno’. En su chiste gráfico de la jornada nos muestra a un típico manifestantes de izquierdas que porta una pancarta con el siguiente texto:
La «guerra» de nuestro «No a la guerra» no se refier, claro, a lo que haga un gobierno de izquierdas francés.
No por evidente, el chiste deja de ser cierto.