El articulista de La Razón Alfonso Ussía publica el 16 de enero de 2013 un artículo laudatorio sobre el diario en el que escribe. Se titula Mi periódico y arranca con una dolorosa comparación para otros rotativos de papel:
A pesar de su aparente modestia, [La Razón] no ha recurrido jamás a un expediente de regulación de empleo, el temido ERE.
Acto seguido relata:
Recuerdo una reunión fundamental. Me invitaron a asistir a ella y me dieron voz y voto. Mauricio Casals, José Creuheras, Joaquín Parera, Santiago Barreno, José Antonio Vera y el que escribe. La Razón había aumentado poderosamente su difusión, pero Mauricio Casals -que sabe de economía más que Zapatero-, anunció la crisis económica que se avecinaba. Para mantener al periódico con todo su capital humano era necesario renunciar a más expansión en beneficio de los puestos de trabajo. Y así se hizo. Empresas periodísticas más añejas y potentes pusieron en la calle a centenares de trabajadores.
Lanza una pregunta que él mismo responderá a continuación:
¿Por qué La Razón se ha convertido en un periódico de referencia y cabrea como monas a la izquierda antisistema y a la derecha troglodita?
Aunque no dé nombres, lo de la «derecha troglodita» parece dirigido al Grupo Intereconomía, con el que La Razón mantiene una dura disputa y al que Marhuenda recientemente describió como «grupo infecto de ultraderecha».
En cualquier caso esta es la respuesta que da Ussía a su pregunta retórica:
Por su falta de miedo a la verdad, su respeto a las verdades de todos los colaboradores y opinantes, por la competencia sobrada de su redacción y por su defensa a ultranza de España, de la Corona, de la Constitución, del humanismo cristiano, de la libertad de mercado, de los valores de nuestras Fuerzas Armadas, de las víctimas del terrorismo y de la culminación, aún no lograda, del proyecto europeo. Me atrevo a recordar que La Razón es un periódico nacional, con sede en Madrid y administrado -salvo Santiago Barreno- y dirigido por catalanes.
Finaliza:
Leo estos días que empresas periodísticas vuelven a plantear expedientes de regulación de empleo, como si fueran CCOO y UGT, que lo hacen con harta frecuencia. Y advierto que nuestra casa sigue igual, con todos sus redactores y trabajadores en sus puestos de trabajo, la ilusión mantenida y el prestigio en alza. Para colmo, y como han hecho algunas grandes empresas, La Razón ha rebajado su precio de venta y sólo cuesta un euro. No es que nos sobre el dinero, pero a chulos -en el sentido amable de la palabra-, no nos gana nadie.
Comentar desde Facebook