El articulista de La Gaceta Fernando Díaz Villanueva publica el 24 de enero de 2013 un artículo titulado ‘Lenin en Hacienda’. Arranca recordando una cita del primer dictador soviético:
Decía Lenin que «la contabilidad y el control constituyen la principal misión económica de todo soviet de diputados obreros, soldados y campesinos, de toda la sociedad de consumo, de todo sindicato o comité de abastecimiento, de todo comité de fábrica, de todo órgano de control obrero». Resumiendo, que la contabilidad lo era todo.
Sostiene:
Aquí, en España, la contabilidad leninista, «prestada con entusiasmo revolucionario» para controlar a «los ricos, los vividores, los parásitos y los hampones» funciona mejor que en los tiempos de la Revolución rusa. Se extrae hasta la última gota a los que producen algo, para luego emplear ese torrente de dinero en «salvar a Rusia y salvar la causa del socialismo». Quien dice Rusia dice el Estado español, y quien dice socialismo dice socialismo, que esto último no ha cambiado, se ha perfeccionado hasta límites que hubiesen asustado al mismísimo Lenin.
Ahí tenemos a Montoro, más conocido en la calle como «el hombre del saco» que, entre la calva, las orejas de soplillo y el careto alargado cada día se parece más a Lenin. Físicamente quiero decir, en lo otro es casi peor que Lenin.
Ofrece datos para justificar su argumento:
¿Le parece exagerado? Pues no le parecerá tanto si le digo que España es el país de la OCDE que más ha subido los impuestos en los últimos 30 años. La presión fiscal se ha duplicado desde 1975. ¿A cambio de qué? A cambio de contar con una de las redes clientelares más densas del mundo.
Concluye:
Sin contabilidad leninista, es decir, sin expolio sistemático por parte de una clase política elefantiásica e hiperlegitimada no existe la corrupción. Por una razón simple: sin dinero no hay clase política o esta es tan pequeña que no constituye una amenaza. Eliminar el politiqueo y sus necesarias requisas fiscales es quizá el mejor pacto anticorrupción posible.