Aún resuenan en el aire los claros clarines con los que Gaoping Marhuenda cantaba las glorias de Mariano Rajoy: “Rajoy es un hombre sencillo y austero…, una persona con valores muy firmes y una profunda repugnancia por la corrupción y sus aledaños –LEA EL TRASGO EN LA GACETA-.
Es un jurista riguroso que jamás hubiera aceptado un sobre”. Y el domingo volvía a la carga: “Rajoy tiene en sus genes la honradez… Desde niño le inculcaron esa vocación de servicio y a los 23 años era registrador de la propiedad, una de las oposiciones más difíciles en la Administración del Estado…. Nunca le ha interesado el dinero, porque es una persona austera”.
Usted ya sabe que en La Razón hay un becario norcoreano enviado por el Rodong Sinmun, periódico oficial del Partido, para hacer un cursillo avanzado sobre “Formas y procesos de Culto al Líder”.
Una espía me ha chivado que el becario está un poco mohíno, porque los modos de Marhuenda aportan bastante poca innovación al repertorio habitual de la adulación al jefe. No, esa espía no es Cristina López Schlichting, habitualmente tan incisiva y crítica, pero a quien las compañías de La Razón parecen haber limado el colmillo: “El de ayer fue un gran discurso de Estado. Un ejemplo de oratoria contundente, serena, con sentidas alusiones personales y afirmaciones lapidarias. Lástima que no hubiese preguntas. […] Interesante, en fin, ese Mariano que nunca habíamos visto.
El Mariano de 23 años que, como registrador de la propiedad, hubiese ganado mucho más dinero que en la política; el Mariano con profesión propia; el Mariano pudoroso; el Mariano que confiesa que su único propósito es sacar a España de esta. Mi enhorabuena, con todas las reservas”. Pues menos mal que hay reservas, ¿no? Será por lo del Mariano pudoroso, qué sé yo…
MÁS Y MÁS RAJOY
Ya se puede usted imaginar que este de Rajoy es el tema dominante en todas las columnas desde el sábado hasta ayer mismo, de manera que no ahondaremos más en la materia. Sólo dos referencias notables, ambas contrapuestas, pero en realidad complementarias.
En Libertad Digital, José García Domínguez se sale de la línea marcada por el káiser Federico y va y dice: “Pruebas contra el Partido Popular, hasta el momento, no hay ninguna. Absolutamente ninguna. Todo lo publicado el domingo por el diario El País entre grandes alharacas tipográficas constituye lo que los exquisitos llaman bullshit. No tienen nada contra el PP. Nada de nada”.
Bueno, eso es verdad. Pero también lo es lo que dice Félix Madero en ABC: “Ponga el Partido Popular delante de un juez al ex tesorero, y Mariano Rajoy convencerá a los que creen que dice la verdad”. Pero no sólo de Rajoy vive el columnista o, por lo menos, el editorialista. No, no: también vive de Rubalcaba. Porque he aquí que la mayor parte de los periódicos de este fin de semana, viendo de lejos los colmillos del lobo, se han (nos hemos) apresurado a marcar distancias con las “oscuras maniobras de Rubalcaba”, como decía el editorial de LA GACETA (sin ir más lejos).
Tanto El Mundo como ABC y La Razón practican lo que podríamos llamar editorialismo preventivo: si alguien cree que las cuitas del PP van a beneficiar a Rubalcaba y al PSOE, que se vaya olvidando, porque al viejo guardián de Ferraz le tenemos ya cogida la medida hace mucho, muchísimo tiempo. Almudena Grandes se descuelga ayer mismo en El País con una columnilla sobre el escándalo del estraperlo, aquel de 1935, que muy pedantemente titula “Straperlo”, con “s” líquida (que así, con esa grafía, es un grupo de rock murciano).
Y va y dice doña Almudena que los señores Strauss y Perle –que de ahí viene la palabreja– “invirtieron una fortuna en sobornos pero no les pesó. Sus ruletas estaban trucadas, las ganancias garantizadas hasta el punto de que ofrecieron a Alejandro Lerroux –presidente de un gobierno de coalición entre su partido, el Radical, con la Ceda–, nada menos que la cuarta parte de sus ingresos. Llegaron a colocar otra máquina en Formentor, pero la Policía no tardó mucho en descubrir el fraude y cerrarles el chiringuito.
A continuación, Strauss se presentó ante Alcalá Zamora para exigirle una indemnización por los gastos de instalación de las ruletas y los sobornos que había pagado en vano. El presidente de la República no aceptó el chantaje y en octubre de 1935 estalló un escándalo monumental”.
Si lees sólo a Tuñón de Lara, terminas con una visión sovietizada de la Historia. Ni aquellos señores invirtieron una fortuna en sobornos, ni el sobornado fue Alejandro Lerroux –fueron su sobrino Aurelio y un tal Pich y Pon– y si Alcalá cesó a Lerroux, no fue por su heroica defensa ante el chantaje, sino porque tenía unas ganas locas de hundir al Gobierno radical-cedista.
En lo que sí tiene razón la Grandes es en lo monumental del escándalo: lo montó la prensa estimulada por la izquierda, la misma izquierda que unos meses antes había intentado un golpe de Estado violento contra la legalidad republicana. Una nota divertida para terminar.
La “tercera” de ABC ayer era un artículo de Milagros del Corral titulado “Reflexiones sobre la basura”. No, no habla de corrupción, sino de ecología y tal. “Estrenar el año hablando de basura puede parecer fuera de tono”, dice la autora. Me temo que no, doña Milagros.