Las barrenadas van perdiendo fuerza en los espacios de opinión de la prensa de papel española. El asunto no se ha diluido del todo este 8 de febrero de 2013, pero empieza a ser un tema nombrado dentro de artículos más generales sobre la corrupción o, incluso, dedicados al posible filtrador, Jorge Trías Sagnier. No falta un clásico: el columnista del periódico del Conde de Godó y Grande de España al que le molesta que los medios dediquen mucho tiempo o espacio a los asuntos relacionados con las corruptelas política.
No es la primera vez que Antoni Puigverd muestra desde La Vanguardia su disgusto con que se informe sobre corrupción política. En esta ocasión lo hace en La espiral neurótica:
El peligro de los medios de comunicación es fabricar smog: contaminación de palabras. Niebla y humo. La palabra es creadora de sentido, pero puede convertirse agente del sinsentido. Las palabras sirven para entender la realidad, pero pueden desorientar y apabullar. La palabra sirve para comprender, pero también para gritar. Aclara, pero también alza polvo ofuscador. Polvo histérico. Los medios están dominados por una necesidad muy peligrosa: hacerse oír cuando sus muchos competidores también están hablando. Esta necesidad ha convertido la exageración, la extremosidad y el exceso en los principales vicios del periodismo.
Diarios de papel o digitales, blogueros y opinadores, tertulias e informativos televisivos de toda clase, radios de todos los acentos y colores se pelean por atrapar las audiencias, para vocear información y opinión, para conquistar audiencias, liderazgo, visibilidad.
No le parece bien que se preste tanta atención a las corruptelas de los políticos, claro que él escribe en un periódico que los últimos años no ha destacado por eso. Sobre todo cuando los corruptos son de CiU, no se ven portadas sobre el asunto ni demasiados artículos dedicados a ello.
Que la espiral sobre la corrupción sea obsesiva no significa que sea seria. Puede acabar como el rosario de la aurora. De momento, abruma a los ciudadanos presentando la política como una inmensa cueva de Alí Babá.
Añade:
Pero, al no existir la posibilidad de una respuesta instantánea por parte de las instituciones, la tremenda presión mediática sobre la corrupción acaba en manos de los émulos de Robespierre y del fraile Savoranola. En efecto, en las tertulias convertidas en púlpitos, no pocos rigoristas exigen castigos infernales para los corruptos atrapados in fraganti y tremendos cilicios para los que todavía no han sido cazados.
Concluye:
El griterío anticorrupción o es la antesala del populismo (sucedió en Italia con Berlusconi y Bossi) o, como la espuma, tan rápidamente se ha hinchado como se deshinchará. Y entonces todo quedará igual, para satisfacción de los partidos y de los fabricantes niebla y humo.
También en La Vanguardia, Pilar Rahola escribe El imputado. Comienza con un elogio a un evento que, en opinión de este humilde lector de columnas, es uno de los mayores ejemplos de cinismo político de los últimos años:
Aplaudo la iniciativa del president Mas de reunir a los principales representantes de los mecanismos que la democracia tiene para su autocontrol: sindicatura, Parlament, Tribunal de Cuentas, justicia… Por ahí se puede regenerar la casa, porque fue por ahí por donde tuvimos las fugas de control. A pesar de centrar la atención en los partidos, que son los responsables primeros del caos actual, no podemos olvidar que son dichos controles los que han fallado estrepitosamente.
Sostiene:
Es evidente que no sólo debe haber una regeneración de los partidos, sino un pacto democrático sobre la independencia y la dotación de efectivos de los controles que la democracia tiene más allá de los partidos.
Dicho lo cual, el doble discurso en función de si es de los nuestros o de los otros ya no lo compra nadie. Y por eso decía ayer que si Oriol Pujol o Xavier Crespo eran imputados, lo que significa que la judicatura tiene indicios sólidos de delito -que pueden quedar ciertamente en nada, pero que tienen una base-, deben dejar la primera línea política.
Curiosa muestra de sinceridad, de forma implícita ha reconocido que los suyos son los de CiU, en concreto los de Convergència. De paso, arremete contra el democristiano más conocido en el madrileño y lujoso hotel Palace de Madrid, por el que Rahola no siente ninguna simpatía:
Tampoco se entiende a Duran Lleida, que afirma que la imputación debe significar la retirada política pero luego nos coloca de vicepresidente de la Diputación al alcalde de Cercs, Ferran Civil, que acumula nada menos que tres imputaciones, antifraude incluida.
Concluye:
Pero es una necesidad política. Ser representante público obliga a unas sobrecargas incómodas, y si no, que se dediquen a otra cosa. Y es de Perogrullo que estar imputado y retirarse es una de ellas.
Si la selección que hemos hecho de los artículos de La Razón y de El Mundo fueran una mano de mis, contaríamos con duples. Para quienes no conocen este juego de naipes, los citados suples son dos parejas. En este caso, de Trías Sagnier y de regeneración del sistema. Empecemos a ver los dos textos del periódico de la ‘disciPPlina’ de Marhuenda. Alfonso Merlos publica un artículo cuyo título bien podría ser el de una de esas películas de burdo destape de Andrés Pajares y Fernando Esteso: El liante.
¿Quién es Míster X? ¿Quién se esconde tras una capucha y se ha dedicado a filtrar, sembrar o colocar pruebas verdaderas o simplemente insidiosos cebos en relación a la real o fantasmagórica financiación ilegal del Partido Popular? Haberlo, lo hay. Es una persona que, como buen liante, ha desarrollado la capacidad de enmarañar las cosas dando explicaciones que son innecesarias o directamente engañosas. Y eso, en democracia, es un colosal desastre. Sobre todo cuando se hace en forma de puñalada trapera, de verdades a medias, o de mentiras, o de meras especulaciones… la «teoría Trías», por apuntarlo por corto y por derecho, es abracadabrante.
Concluye:
Alguien aquí se ha obstinado en volar por los aires la presunción de inocencia y lleva camino de estrellarse contra un sólido muro: el del Estado de Derecho. Que a través de unas creencias y de unos artículos en prensa, que a través de unas fotocopias de fotocopias de una apócrifa contabilidad se haya montado una causa general contra el Partido Popular es un fracaso. De los engranajes del Estado de Derecho. De los cimientos de un sistema de libertades. Es el triunfo del todo vale: o sea, de los pillos y los marrulleros. Pero hay mecanismos para frenarles. Al tiempo.
En el mismo diario, José María Marco firma Regeneracionsistas y salvapatrias, artículo en el que trata cuestiones de fondo:
La crisis económica actual no es una más de las que hemos vivido en los últimos cuarenta años. Esta crisis es el final de un modelo en el que el Estado ha jugado a servir de red de seguridad para todas las personas en cualquier circunstancia. Al desplomarse los pilares morales que sostenían el consenso socialdemócrata o socialcristiano, el Estado empezó a crecer de forma desmedida. Ahora es imposible pagarlo.
Tras decir que en España el Estado, a todos los niveles de la administración, se ha convertido en un impedimento para la recuperación económica, añade:
Desde la sociedad se plantean al Estado -gobiernos y «políticos»- demandas contradictorias. Por un lado, se le pide que aligere su peso. Por otro, se le pide que no deje de seguir prestando los servicios que venía prestando hasta ahora -servicios que ya no va a poder prestar en muchas generaciones-, y todo eso envuelto en grandes consideraciones de carácter moral.
La corrupción y la percepción de la corrupción complican aún más un panorama diabólico. Hechos que antes eran aceptables hoy son vistos como privilegios injustos, y los casos de corrupción real se agravan por el contexto en el que se sitúan. Es lógico que la gente, los ciudadanos como se dice ahora, respondan con exasperación.
Sobre quienes lanzas proclamas sobre «volver a fundar el sistema», «regeneración», «una España hueva» o similares, y crean organizaciones con ese fin declarado, dice:
Parece que hay muchos españoles, en particular de los que deberían mostrar más responsabilidad, encantados con la idea de protagonizar lo que sería, sin duda alguna, una nueva catástrofe. Cuanto peor, mejor: esa es la consigna del día. Es un error monumental. Los españoles no necesitamos caudillos regeneracionistas y salvapatrias. Con un poco de honradez basta y sobra.
Y, al saltar a El Mundo, empezamos con el texto que hace pareja del de José María Marco. Se titula A la regeneración y su autor es Manuel Jabois:
Y regeneración digo yo ¿por qué? Si precisamente ahora todo está funcionando con un poco de dignidad. Se destapó la semana pasada el escándalo de Barcenas y ayer ya estaba declarando, incluso escribiendo cinco folios, que espérate que nos los presente al Planeta. Tenemos a la Udef en los titulares, cuando hace medio año no sabíamos lo que era y en casa de los Pujol aún están dándole vueltas.
Concluye:
A mí me da más miedo España sin escándalos que con ellos, porque quiere decir que no nos estamos enterando de nada y eso es un error; si la historia nos ha enseñado algo, es que siempre hay alguien metiendo la mano en la caja. A los bárcenas de hoy les sucederán los de mañana, que habrán de andarse con más cuidado, como hubo Veras y Barrionuevos, y desde entones no es fácil que un ministro secuestre a sus ciudadanos. No digo yo que no haya que indignarse, pero tampoco irnos a una regeneración que, todo sea dicho, no tengo ni idea de lo que significa.
Santiago González es el encargado de escribir contra, perdón, sobre el posible filtrador de los supuestos papeles, que sean auténticos o falsos es otra historia, de Bárcenas a El País. Titula Trias, fenómeno:
El caso Bárcenas puede acabar siendo el caso de las fotocopias. Nadie ha visto hasta la fecha el cuaderno original. La Policía judicial se presentó en la sede de El País el pasado martes para reclamar los papeles secretos y eran fotocopias. Lo que en realidad mostró hace varios años Bárcenas a ese personaje revelación que ha resultado ser Jorge Trías eran fotocopias, según declaró el miércoles ante el fiscal Romeral.
Dice de Trías:
Pero estábamos con Trías. Él sólo vio fotocopias, pero su declaración ante el fiscal es una carga explosiva de notable potencia. Volvió a contar que él ayudó al juez Antonio Pedreira en la instrucción del caso Gürtel, cuando el aforamiento de algunos procesados obligó a Garzón a pasar la instrucción al TSJ de Madrid. Ya lo había hecho en el artículo Cacería judicial (El País, 18/1/2012).
¿Quién era él para intervenir en una instrucción, sin estar personado en la causa? Nadie, pero se atribuye una intervención decisiva, según declaró en la Fiscalía: gracias a él, el juez Pedreira levantó la imputación a Rosalía Iglesias, la mujer de Bárcenas. Es de suponer que los abogados de Gürtel ya estarán afilando argumentos para pedir la nulidad de las actuaciones en un caso que puede acabar siendo el último paradigma de la justicia en este tiempo crepuscular de España.
Concluye:
No sería de recibo que el caso Gürtel se quedara en nada por la intervención de voluntarios zascandiles como Trías y las acreditadas instrucciones de Garzón. El miércoles murió en Valencia el juez Móner, el hombre que reescribió el sumario de los GAL y lo salvó de la ruina.