En el Evangelio de San Mateo se lee: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mt, 23, 27) -LEA EL TRASGO EN LA GACETA-.
Escribas y fariseos compusieron ayer un amplísimo repertorio en la prensa española a propósito de la renuncia de Benedicto XVI, y no crea usted que es fácil saber quién entra en cada categoría. Para entendernos, y provisionalmente, llamemos escribas a los que hostigan al Papa y fariseos a los que lo ensalzan.
Y veremos que tanto unos como otros, en efecto, son semejantes a sepulcros blanqueados. No hay escribas más vociferantes que los de El País, como usted ya se podía imaginar.
Los titulares del diario de Prisa eran ayer de lo más desgarrado: “El Papa renuncia acosado por la enfermedad y las intrigas”; “Un papa viejo y solo”; “El papa que quería limpiar la Iglesia tira la toalla”; “España, entre sus obsesiones”; “Los ultracatólicos ganan la partida”. Y a modo de sumarios destacados: “La izquierda eclesial lo veía inmovilista; para la derecha era débil”, o este otro: “Considerado uno de los grandes teólogos, deja un legado doctrinal mediocre”. ¡Un legado doctrinal mediocre! Aquí sí que se les ha ido la mano.
Editorialmente el periódico se pone más moderado, deja caer un par de puñaladas de pícaro –diríamos pellizcos de monja, pero…– y termina con el siguiente rataplán: “Es de esperar que los cardenales sepan elegir sabiamente al nuevo pontífice. En ello se juegan el futuro de una Iglesia en crisis y hoy en manos del inmovilismo”.
Claro, claro. Es bien sabido que El País ha estado siempre preocupadísimo por el porvenir de la Iglesia. Me chivan por ahí que el secreto está en las ambiciones de su superjefe, Cebrián, que no haría ascos al capelo cardenalicio. Y de Papa, ¿por qué no Garzón?
REACCIONES Y ACCIONES
Y ahora vayamos a los fariseos. La Razón saca la artillería… del siglo XVII: mucho obispo y varios ministros, o sea, como en las caricaturas que tanto gustan a la izquierda. Sólo faltaba un banquero en la nómina de quienes ayer expresaban su cariño a Benedicto. Todo se andará.
Por supuesto, nada hay de malo en ello. Lo que pasa es que algunas de las firmas del homenaje podrían entrar en la categoría de “Antología del Fariseo”.
Por ejemplo, el ministro Ruiz-Gallardón, el mismo que mantiene vivas la Ley del Aborto y la de los matrimonios homosexuales, que aborda las páginas de Gaoping Marhuenda para evocar la JMJ de Madrid y cantar “la convicción de que la vida se renueva y se hace mejor mediante participación de miles de jóvenes en una convivencia a la que el Santo Padre aportó un mensaje de generosidad, compromiso y amor”.
Parece que Gallardón confundió la JMJ con un anuncio de Coca- Cola, la chispa de la vida. También farisaico parece otro de los ilustres de Marhuenda: Duran i Lleida, el jefe de los Pallerols y compañía.
Duran dice: “Un político socialcristiano, como es mi caso, no puede olvidar una de sus conclusiones en Cristianismo y Política: ‘No es en la ausencia de toda conciliación, sino en la misma conciliación donde está la moral de la actividad política”. Bonito, ¿eh? Pero al socialcristiano Duran habría que recordarle que “conciliación” no es lo mismo que “pasteleo”, aunque él no lo termine de entender.
Más sorpresas en el periódico de Gaoping Marhuenda: José Bono, ese hombre, el de la comunión con rosquillas, que, fiel a su vocación de niño en el bautizo, novia en la boda y muerto en el entierro, saca el alba de monaguillo y escribe: “A lo largo de mi vida, la sombra y la luz de la Iglesia me han acompañado, como a tantos millones de españoles. Mi actividad pública me supuso críticas de quienes, de los lados más extremos de la religión o del socialismo, me vieron como intruso en las dos estancias. Las soporto sin ira. Desde ambos campos, me congratulo con la decisión del Papa que, por cierto, me ayuda a aumentar mi fe”. O sea, “por cierto”.
Me cuentan que, recibido este artículo en la redacción de Marhuenda, un propio llamó a Bono para aclararle que le habían pedido un artículo sobre el Papa, no sobre Bono mismo. Me dicen que Bono no contestó. Se había caído del caballo… en la Hípica Almenara.
Pero el plato fuerte del especial de Marhuenda de ayer es, cómo no, un artículo de ¡Mariano Rajoy!, el único mandatario mundial que el lunes no hizo declaraciones públicas sobre la marcha de Benedicto XVI, pero ahora ya sabemos por qué: es que se estaba reservando para La Razón, que igual hasta le ha sacado una exclusiva o algo, visto lo poco que gana ahora el presidente.
La cosa es que Rajoy, el presidente del PP que aún no ha cambiado la Ley del Aborto, firma un texto visiblemente elaborado por un escribano de gabinete que ha recopilado algunas frases notables del Pontífice y las ha colocado una detrás de otra.
El resultado es algo así como la negación exacta de la política del propio Rajoy, qué se le va a hacer. Destacamos una frase autóctona: “Guardaré siempre en mi memoria la imagen de un hombre de 83 años que, en medio de un fuerte viento, en una noche de luna llena, en la base aérea de Cuatro Vientos, no quiso abandonar su lugar frente a los jóvenes, como si nos invitara a ser auténticos en un tiempo de falsedad, solidarios en un clima de injusticia y esperanzados en un contexto de crisis”.
Para terminar, la nota chusca –aún más– del día: esa página de El Mundo en la que se narran las abdicaciones papales (“Muchas, pero casi siempre forzadas”, titula) y de repente, en medio de la página, sin venir a cuento, se añade un faldoncillo que dice así: “Don Juan Carlos valora su labor”. ¿Abdicaciones? ¿Don Juan Carlos? ¿El Mundo? Desde luego, cada loco con su tema.