Lo más gordo de la actualidad escrita de ayer fue la bronca entre José Luis Restán y Yago de la Cierva por la renuncia del Papa. Pero antes hay que picar en otro plato muy distinto: el de los medios de comunicación de la izquierda y los cariños del PP -LEA EL TRASGO EN LA GACETA-.
Jordi García-Soler, en Elplural, lanza una voz de advertencia que puede leerse exactamente al revés de como se enuncia. Veamos. Usted sabe que el Gobierno ha salvado la vida a Prisa aconsejando a los poderosos que metan un montón de pasta en el viejo imperio de Polanco.
Pues bien, según García-Soler esto no es un favor del PP al Prisa, sino una oscura maniobra para domar las voces disidentes: “El Gobierno de Rajoy ha emprendido una sorda pero muy dura cruzada contra los pocos grandes medios de comunicación que no le son afines. El más importante grupo mediático español, Prisa, y dos cadenas de televisión, La Sexta y Cuatro, están en el punto de mira del PP. Mediante operaciones diversas, desde el acoso por parte del sector financiero y empresarial en el caso de Prisa hasta el uso y abuso de la regulación de la TDT en el caso de los citados canales, el PP se ha propuesto acallar las pocas voces discrepantes”.
Es una forma de verlo, pero hace falta una singular visión para llamar “acoso” a que te suelten un chorro de millones encima de la mesa, ¿no?
RIFIRRAFES
Elevémonos un poco y vayamos al tema del momento, la renuncia de Benedicto XVI. Sepa usted que ha habido un importante rifirrafe en medios católicos entre Yago de la Cierva, que fue el director ejecutivo de la JMJ de 2011, y José Luis Restán, que es el alma del periódico online de Comunión y Liberación Páginas Digital, ambos de la máxima confianza del cardenal Rouco.
La cosa es que Yago examina la renuncia, ve gato encerrado y escribe un artículo –“Traición a la tradición”, nada menos– donde dice: “Benedicto XVI se ha ido encerrando en su mundo cada vez más, el mundo de un profesor interesado sobre todo en el desafío intelectual de explicar la fe cristiana a los que ya creían, y presentar un Dios razonable a tantos que le desconocen.
Y, progresivamente, la Secretaría de Estado ha ido asumiendo el gobierno de la Iglesia. En el último periodo, incluso los temas centrales en su Pontificado (la liturgia, la vuelta a la Iglesia de los tradicionalistas, las fronteras de la ortodoxia católica) han ido adquiriendo forma sin su intervención directa”.
Vamos, que el Papa estaba dejando de lado sus funciones y, al mismo tiempo, permitiendo que la Secretaría de Estado le comiera la merienda. ¿Por qué? De la Cierva apunta a lo que el Pontífice dijo en su mensaje: le fallan las fuerzas no sólo del cuerpo, sino también del espíritu: “El único modo en que se consigue entrever qué puede pasar por la mente y el corazón del Papa es una crisis espiritual.
Crisis espiritual, porque si hay algo que este Papa ama es la tradición. Se ha esforzado con denuedo para que las reformas del Concilio Vaticano II no se interpreten en clave rupturista sino en comunión con la tradición; se ha volcado para que la liturgia actual no rompa sus lazos con la de siglos anteriores. Y ahora rompe con esa tradición de manera neta, completa, radical”.
Pero hay más: “Los problemas de dentro y de fuera le han convencido de que hace falta un Papa vigoroso. Pero la crisis ha de ser profundísima: se ha debido sentir completamente inerme ante la fuerza de la Historia, y ni siquiera su fe en la providencia le ha convencido para continuar ‘hasta que Dios quiera”.
¡La fuerza de la Historia! Uf… Aquí hay materia para ponerse a estudiar a fondo las cañerías del Vaticano. Y es seguramente eso lo que ha llevado a Restán a contestar de manera irritada, escandalizada –sus palabras– a un artículo que le ha parecido “intolerable”.
“Decir que Benedicto XVI sufre una crisis espiritual profunda cuando acabamos de escuchar con verdadera conmoción su Lectio Divina a los seminaristas de Roma o sus homilías de esta Navidad es patético (…) Como Pedro caerá y pecará (por eso pide perdón), pero su grandeza es estar siempre con los ojos fijos en Jesús. Por eso le esperamos cada día cuando habla.
¡Menuda crisis!”. O sea, que Restán no es partidario de lo de la crisis. Y concluye: “Me parece que el firmante no ha seguido jamás a Joseph Ratzinger, no lo ha leído, ni escuchado, ni visto. El gesto de la renuncia implica la máxima confianza en la gracia de Dios: frente a quienes están asustados por el cambio, porque la barca se mueve, Benedicto XVI dice: quien guía la Iglesia, su verdadero Pastor, es el Espíritu Santo. La Iglesia es el árbol de Dios, por eso no muere nunca; no por la astucia y el coraje de sus líderes (empezando por el pobre pescador galileo) sino porque lleva en su seno la semilla de la vida eterna. Espero que esta colección (digámoslo piadosamente) de desatinos no signifique más que eso: que todos podemos tener un mal día, aunque hay cosas que conviene hacérselas mirar… por si acaso”.
A estas horas ignoramos si Yago de la Cierva se ha hecho mirar algo, pero sí podemos avanzar que la polémica, pulcramente recogida por Alex Rosal en su digital Religiónenlibertad, ha circulado hasta echar humo por los canales de la Red. Y no, ayer Antonio Gala tampoco escribía sobre el Papa. A ver si hoy nos saca de este sinvivir.