Cuando uno se acerca a los espacios de opinión de la prensa de papel española, le dan ganas de tomar un avión a las antípodas y no volver a pisar el suelo patrio durante muchos años. Normal, son un reflejo de las informaciones que aparecen en esos mismos periódicos y en el resto de los medios. Este 15 de febrero de 2013 luchan por el protagonismo en las columnas la corrupción en general, aunque alguno hay que prefiere centrarse en exclusiva en la del PP, y el turbio asunto de los híbridos catalanes entre James Bond y el dúo Mortadelo y Filemón pagados desde instancias políticas de Cataluña.
Nuestra primera parada en esta ocasión es El País, cuyos columnistas evitan en esta jornada cualquier cosa que tenga que ver con chanchullos socialistas. Tiene cierta gracia David Trueba, al que deberían de sacar de una vez de las páginas dedicadas a la actualidad sobre cine y la televisión visto lo poco que escribe sobre esas cuestiones. En Váter España arranca diciendo que antaño la censura de Hollywood prohibía mostrar inodoros al público, debido a que es lo contrario de una «fábrica de sueños» y «previene contra los aires de grandeza». Añade:
Es bueno recordarlo ahora que la más cursi de las expresiones contemporáneas, la de la marca España, hace fortuna. A nadie se le ocurriría hablar de la marca Vaticano o la marca USA. No lo necesitan. Hablar de marca España es enunciar una carencia.
Lo que se pretende al abrir una oficina de propaganda es recordar que el prestigio de un país está unido a su visualización externa.
Señala que dicha ‘Marca España’ contiene tanto El Quijote y el jamón ibérico como el aeropuerto de Castellón como el Ecce Homo de Borja. Concluye:
Marca España son los sanitarios Roca. Porque todo país importante se reconoce en sus inodoros. Cada vez que un español entra en un váter Roca reconoce la patria, abraza la almohada favorita de su culo. A los japoneses les pasa con los inodoros Toto, pieza cumbre de su ingeniería. Sin embargo, los despidos en Roca no se consideran afrenta a la marca España. Ni la masiva purga en Iberia, sin que nadie sea capaz de levantar un dedo por nuestra antigua aerolínea pública, imagen de país y nuestra costura al mundo con hilo aéreo. Y diezman Canal Nou sin que merezca la asunción de deuda que salva al Valencia Fútbol Club. Y claro, uno sospecha que eso de la marca España se inventó para deshojar al país como una margarita: esto sí, esto no.
Ya en la contraportada del diario de PRISA nos econtramos con un artículo de Juan José Millás titulado Mi mamá me mima, un texto sobre corrupción en el que sólo se habla del PP y de CEOE, como si el PSOE, CiU y otros fueran limpios partidos sin mácula alguna en su expediente.
Cuando uno advierte, por ejemplo, el espanto con el que el PP ha venido tratando a Bárcenas desde su dimisión y con el pánico con el que todavía lo trata Rajoy, que ni siquiera se atreve a pronunciar su nombre, mucho menos a llevarlo ante los tribunales, resulta inevitable establecer conclusiones. Conclusiones pequeñas, tipo «si hay humo, debe de haber fuego». En fin, una lectura sencilla de la realidad, al modo en que el niño lee «mi mamá me mima» cuando eso es lo que pone en el catón.
Sobre los 22 millones del ex tesorero popular en Suiza dice:
No es preciso ser un analista político ni financiero para encontrar el sentido de ese dinero negro.
Habla de la patronal:
Si, por poner otro ejemplo, Arturo Fernández, vicepresidente de la CEOE, pagaba con dinero negro a sus empleados, lo único que se nos ocurre pensar es que pagaba con dinero negro a sus empleados, lo que, añadido a que el expresidente de la misma asociación se encuentra en la cárcel por lo que se encuentra en la cárcel, concluimos que los empresarios han sido dirigidos y vicedirigidos por quienes han sido dirigidos y vicedirigidos.
Concluye:
Así que, por favor, no intenten, después de habernos recortado la vida, expulsarnos del sentido.
Saltamos ahora a ABC, un diario en el que este humilde lector de columnas sigue viendo en su sección de opinión voces de derechas críticas con el Gobierno que conviven con ‘disciPPlinados’ articulistas. Eso sí, estos últimos cada vez ejercer una defensa más numantina con todo lo referido a Génova y La Moncloa. Ejemplo de esto último es José María Carrascal. El portador de las corbatas más llamativas de la historia de la televisión en España firma ¿Quién dijo miedo?, un texto contra la izquierda en el que no se ve el mínimo rastro de crítica al registrador de la propiedad metido a gobernante y los suyos.
Desde hace semanas, la izquierda viene sometiendo al gobierno Rajoy a un bombardeo tan sistemático como brutal. Tras Bárcenas, la amnistía fiscal y Mato, ahora es «el pánico que le ha entrado», causa de sus rectificaciones en los temas desahucios y tasas judiciales. O sea, que si rectifica, malo, y si no rectifica, peor. Típico izquierda, para quien la verdad no vale dos duros.
Porque miedo, lo que se dice miedo, el de la izquierda. No a lo que puedan descubrir sus cuentas, sino a que Rajoy tenga razón. A que las reformas que ha hecho terminen dando fruto. A que, como dicen los observadores internacionales, con Draghi a la cabeza, vamos por el buen camino.
Dice de la izquierda:
[Tiene] Un miedo cerval a que quede al descubierto su incapacidad y sus mentiras. Si las reformas de Rajoy empiezan a dar frutos a finales de este año, nuestra izquierda puede despedirse, no ya del poder, sino del prestigio y quién sabe si de su entidad por un largo periodo de tiempo, al desintegrarse en corpúsculos enfrentados entre sí, como ya empieza a ocurrir. Y no me refiero solo al PSOE, sino a su entorno, desde los sindicatos a los medios de comunicación.
Sostiene que la consigna de la izquierda es: «Hay que acabar con Rajoy» y que desde ese espectro político:
Creen que acabando con Rajoy, el PP entrará en tal caos interno que su programa actual se paralizará automáticamente.
Añade:
Y lo más triste de todo es que, desde el centro y la derecha, unos por ignorancia, otros por no haber sido tratados como creían merecer, otros por los errores que sin duda el gobierno ha cometido, apoyan tan artera maniobra.
Carrascal lamenta así que el centro y la derecha no actúen como suele hacerlo la izquierda, con una disciplina absoluta carente de cualquier crítica ante los errores y la corrupción de los suyos.
Concluye:
No sé en qué acabará esto, pues el deterioro de la vida pública española está demasiado avanzado para que se imponga la verdad y el sentido común. Lo que sí sé es que no están en juego un gobierno y un partido, sino nuestro futuro como nación y como Estado moderno, europeo y democrático. ¿Se imaginan ustedes un gobierno de Rubalcaba, Cayo Lara, Rosa Díez, apoyado por los nacionalistas?
Este último no se imagina ese último escenario. Entre otras cosas porque duda mucho que los nacionalistas fueran capaces de apoyar un Gobierno en el que esté UPyD. Algo que, sin duda, no se le escapa tampoco a Carrascal pero que tal vez prefiere obviar.
También el diario madrileño de Vocento encontramos un artículo de esas voces críticas con el Gobierno desde fuera de la izquierda que tanta tristeza le produce a Carrascal. Hermann Tertsch propone para España una Terapia austriaca. Que no se emociones los liberales seguidores de la escuela identificada con el gentilicio del pequeño país centroeuropeo, Tertsch no se refiere a eso en este artículo sobre la corrupción política de todos los colores. Arranca fuerte:
Millones de españoles luchamos todas las mañanas con el hígado para no vomitar la primera papilla con las noticias que desayunamos. Los escándalos de robos, llamémoslo robos, por parte de políticos, llenan las páginas y los espacios de radio y televisión. Y si varían algo en las técnicas, tampoco es que tengamos genios en el virtuosismo de la estafa sofisticada.
Aquí no tenemos imaginación sino rapacidad. No hay finura sino zafiedad glotona y vulgar. No hay elegancia ninguna sino rufianismo pretencioso. El único entre los cacos -supuestos habrá que decir- que muestra un poquito de nivel en el enredo es «el cabrón de Luis» Bárcenas. Que ha organizado un pollo lo suficientemente enrevesado como para seguir enredando en libertad.
Recuerda lo que ocurría hace años en Austria:
Hasta hace dos décadas, con dos grandes partidos, sindicatos, todopoderosas cámaras de comercio, concertación y estado asistencial, había cien veces más corrupción que ahora. Pero -eso del «hoy por ti, mañana por mí»- nadie pagaba.
Y añade la situación actual en el mismo país:
Hoy esas brumas de complicidad son impensables. Los políticos y los banqueros que roban van a la cárcel. Está demostrado. La imagen del político corrupto preso es una terapia benefactora que se instala en la retina colectiva. Eso no significa que se haya acabado la corrupción. Lo que se ha acabado es la impunidad.
Pasa a comentar el espionaje político en Cataluña:
Las prácticas mafiosas y de espionaje entre partidos son terroríficas. Escandalizan hasta a los mafiosos rusos. Pero más grave es que Jordi Pujol hijo, acusado por su exnovia de tratarla como el jovencito Nicu Ceaucescu a sus esclavas sexuales, de evasión masiva de capital, de negocios ilegales y fortunas inmensas de procedencia no explicada, ande por ahí como si le acusaran de saltarse un semáforo.
Concluye:
La sordidez añadida a la rapacidad y chulería en este caso solo revela la urgencia de ver la terapia austriaca aplicada en toda España.
En La Razón, Alfonso Merlos dedica su columna a Alfredo Pérez Rubalcaba, personaje también con méritos suficientes para ser criticado hasta la saciedad con razón. Pone a su texto una vez más un título digno de una película de Andrés Pajares y Fernando Esteso: El trilero. No me diga usted, querido lector, que esto no le recuerda a nombres de filmes como ‘Los bingueros’, ‘Los liantes’ o ‘Los energéticos’. Y lo decimos con todo el respeto del mundo, cintas que merecerían haber pasado al más absoluto olvido se mantienen en la memoria colectiva española gracias a unos títulos tan pegadizos como simples.
Pero volvamos a Merlos y ‘El trilero’, artículo que arranca fuerte:
Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Treinta años en las alcantarillas y las cloacas, en los pasillos y los despachos de la política y el Estado dan para demasiado. Pero no deben ser pretexto para que el que los lleva a sus espaldas tome al conjunto de los ciudadanos por idiotas.
Retrata, entendemos que por su declaración en la que decía cuánto dinero gana como líder de la oposición, a Rubalcaba como alguien que ejerce «de vulgar tripero, de tramposo». Concluye recordando escándalos actuales o recientes del PSOE y pidiendo una mayor transparencia a dicho partido:
El numerito del secretario general del PSOE obedece al único objetivo de relegar a un segundo o tercer o cuarto plano los escándalos que golpean la cima y las faldas de su partido: un ministro -el de las gasolineras- acosado por el tráfico de influencias, un alcalde en Cataluña que acumula tres o cuatro estrafalarias dimisiones, una trama pestilente de espionaje orquestada desde esa sufrida comunidad por sus correligionarios y -last but not least- un aparato en Ferraz cuyo número dos (¡ay, Elena!) se dedica a hacer poemas en su blog en lugar de difundir los balances de los últimos años para conocimiento de los españoles. Hemos pasado del numerito del Skoda rojo y el parquímetro al del «aquí tienen mi nómina, soy más pobre que Rajoy». Seguro que es posible que los socialistas sean serios y transparentes dejando de lado la pantomima y la fantochada. ¿Empezamos hoy?
Cerramos este ‘Afilando columnas’ en El Mundo, con un artículo de Federico Jiménez Losantos que lleva por título Salonkitty.cat. Antes de continuar tenemos que avisar que no tiene nada que ver con la inocente Hello Kitty http://blog.sanrio.com/hellokittyblog/ , sino con algo mucho más chusco:
La productividad del restaurante-estudio de grabación del PSC La Camarga reivindica la antigua industriosidad catalana. Este centro de espionaje y restauración de José Zaragoza, el Rubalcaba del Llobregat, no espió una vez sino ciento, aunque esa laboriosidad delictiva impidiera la pulcritud del local en todos esos detalles que realmente dan a un establecimiento público categoría y fiabilidad.
Al parecer, el restaurante del Método Zaragoza era frecuentado por políticos de todas las tendencias, que en Cataluña son dos: nacionalistas y asociados (PPC), porque no creo que Rivera pueda permitirse comer donde almuerza Mas.
Comenta la actitud de los dos grandes periódicos catalanes ante el caso del espionaje:
Que, con esta salvedad, todos los políticos catalanes creen que han sido espiados como Sánchez Camacho, lo proclamaba ayer en portada La Vanguardia, que tras defender ardorosa y sucesivamente el Tripartito de Montilla y la deriva separatista de Artur Mas, ahora juega a parecer un periódico y hasta da noticias de corrupción y todo. Incluso El Periódico, perito en elusiones y difamaciones, ha dado dos o tres noticias.
Añade:
Y ayer uno de estos diarios que rompen a informar como los bebés a llorar, decía que hay otro local -no otro restaurante- «muy conocido», en el que también se ha grabado a políticos catalanes de todos los partidos. Si es un puticlub con servicios anejos, la cosa promete.
Concluye:
El PP responsabiliza al Rubalcaba de Madrid del espionaje del Rubalcaba catalán. Lógico: cuando el Faisán moraba en Interior -ahora sólo manda- presumía de saberlo «todo de todos». Pero espiar intimidades es propio de los despotismos. Su modelo es el famoso Salón Kitty, donde bellas nazis lograban información íntimísima para el III Reich, por ejemplo, sobre la cúpula homosexual de las SA, que acabó en el asesinato de Röhm y sus chicos.