La subvencionada Gala de los Goya, desconocemos la cifra que Wert les concedió para esta edición pero para la anterior les dieron 85.000 euros de nuestros bolsillos, no ha generado tantas columnas de opinión este 19 de febrero de 2013 como algunos habíamos pensado que ocurriría. Ni a favor ni en contra, la verdad. Poquito se ha escrito, eso sí, muy militante. Lo cierto es que no fue para tanto, la política estuvo presente en todo momento, pero fue algo mucho menos histriónico que aquello del ‘No a la guerra’ en pegatinas sobre smoking y carísimos vestidos de los más exclusivos diseñadores del mundo. Por no haber, no hubo ni una triste cara del genocida Pol-Pot impresa sobre la camiseta del comunista Willy Toledo.
Arrancamos esta ocasión con la columna de Lucía Ménez en El Mundo, Estado de la Nación. Es un texto que no trata de eso que los cursis llaman ‘la fiesta del cine español’ –el cotillón no lo paga la Gürtel sino los impuestos de los ciudadanos–, pero sí termina saliendo a colación.
Tras pintar un desolador retrato de la actualidad española, consistente en una mujer que se intenta quemar a lo bona, el intento de desahucio de una anciana, afectados de las preferentes, los 4.000 despidos del grupo turístico Orizonia, los privilegios de los consejeros de la CAM y varios casos más, dice:
Éste es el verdadero estado de la Nación. Miles de personas desesperadas, empobrecidas y sin horizonte, mientras la corrupción y los millonarios de Suiza les hacen una peineta todas las mañanas. El ex tesorero del PP no hizo nada más ni nada menos que lo que hacen simbólicamente muchos otros. Una peineta a todos los que no son poderosos ni están a su gran altura delictiva.
Sobre el debate que se va a a celebrar en el Congreso de los Diputados, apunta:
Mal haría el presidente del Gobierno en trazar sólo un panorama semioptimista con la disminución del déficit y otros brotes semiverdes de datos macroeconómicos sin detenerse en la desesperación de tantos miles de españoles. A ellos es a los que tiene que dar respuesta -y sí, también sobre Bárcenas- Mariano Rajoy. Lo que le diga Rubalcaba viene a ser lo de menos.
Concluye:
Porque los actores de la gala de los Goya, vapuleados por los de siempre, fueron bastante comedidos en sus críticas. Una gala de peluqueras, de fontaneros o de autónomos hubiera dicho cosas mucho peores del Gobierno.
Este humilde lector de columnas, querido lector, cree que Méndez tiene toda la razón en su última frase. Y no queremos ni pensar qué es lo que se diría en una gala de periodistas.
También en el diario generalista de Unidad Editorial, Manuel Jabois escribe sobre La peineta de Bárcenas:
La unica peineta que ha merecido la pena en 20 años en España la hizo Fabio Capello y además la dirigió, como entrenador del Madrid, a un objetivo legítimo: unos piperos del Santiago Bernabéu. Fue espléndida además en su proyección, pues Fabio apretó la mandíbula como si se le fuesen a saltar los dientes y elevó el dedo secamente con rigor marca de la casa. Capello hacía la peineta como las alineaciones, y en ello había no tanto una señal de furia como cariño por el trabajo bien hecho.
Finaliza:
Bárcenas acaba de intentar hacer la suya con tan poco éxito que casi se le acerca un camarero a llevarle la cuenta. Levantó el dedo por encima de la cabeza, en lo que no debe de ser nunca una peineta, gesto delicado que requiere una armonía que Bárcenas en estos momentos no tiene. Desde que se supo que tenía 22 millones en Suiza no ha parado de esquiar por medio mundo, como si hubiera estado esperando una señal, y a los periodistas ya los despacha en Barajas como las folclóricas. A ver si nos explican los peritos si es posible, por la letra de sus papeles, que haya hecho las notas con el dedo al aire, esperando no tanto a los líderes como a las cámaras.
Pasamos ahora a ABC, donde Hermann Tertsch dedica un artículo al registrador de la propiedad metido a gobernante y al ministro de Asuntos Exteriores titulado Mimando al enemigo. Viene a colación de la penúltima expropiación a una empresa española por parte de un presidente populista suramericano, en este caso Evo Morales. Tras decir que el Gobierno de Zapatero se mostraba «comprensivo» con Morales, Hugo Chávez, Rafael Correa o Cristian Fernández de Kirchner en su idea de que antes o después había que liquidar a las empresas españolas presentes en sus países, añade:
Después, Mariano Rajoy ha hecho exactamente lo mismo. No sólo aquí. El presidente Rajoy ha logrado una transición tan perfecta desde el gobierno socialista al suyo que a veces es imperceptible. No voy a hablar de la grotesca situación de RTVE, donde la maquinaria propagandística socialista gamberrea con unos jefes desasistidos y les cuela el más puro ‘agit-prop’ izquierdista, cuando no antisistema. Y que permite que esa agitación y la batería de insultos contra los votantes del PP en los premios Goya las dirija una bufona sectaria con todo el pringue ideológico del zapaterismo.
Critica con dureza la política exterior del Gobierno de Rajoy:
Podríamos hablar de Cuba, donde la vergonzosa complicidad de Zapatero y Moratinos con el régimen ha tenido una continuidad de bochorno. Acentuada tras el episodio de la muerte de Oswaldo Payá, que la dictadura cubana convirtió en un «caso Carromero». Cierto que con la miserable colaboración de sectores de la opinión pública española siempre volcada a defender a los verdugos y al tirano en La Habana. Las ilusiones de conseguir una diplomacia que de nuevo defendiera los intereses y los principios de España en el exterior se han desvanecido. Y la dejación nos han granjeado una imagen de debilidad y vulnerabilidad que es real y todos ellos aprovechan.
Concluye:
La continuidad tiene efectos devastadores. Como en Interior donde gente de Rubalcaba controla las tuberías igual que en RTVE. Y manda más que en el propio PSOE. O en ayudas a medios hostiles que, sin la mano benéfica de Rajoy estarían quebradas, como Prisa o la Sexta. Siempre mimando al enemigo. Está claro que este Gobierno solo se atreve a maltratar a sus propios votantes. Y ayuda -desde un perverso síndrome no sé cómo de escandinavo- a todos los matones que, de dentro o fuera, aprovechan la dejación y el miedo pánico al conflicto para mantener su permanente y rentable extorsión a España.
Edurne Uriarte escribe en el diario madrileño de Vocento Los de la ceja y los del bigote, una de las pocas columnas dedicadas a la Gala de los Goya aparecidas en la prensa de papel fuera de los especiales dedicados al tema:
Enrique González Macho, el presidente de la Academia del Cine, debía de tener mala conciencia con los suyos, los progresistas que controlan con puño de hierro el cine español, tras escarpársele en la entrevista de Inés Martín Rodrigo en este periódico el domingo que Bardem no podría hacer un discurso político en una ceremonia de Hollywood porque allí «no se lo permiten, le cortan y no vuelve a hacer nada en su vida».
Añade:
El único problema de los Goya y del cine español es el de los mítines políticos de la ceja. Y el silencio impuesto a todos los demás. Eso sí que es pensamiento único, lo de las ceremonias públicas de nuestro cine. He ahí el debate realmente interesante y no tanto el de la pertinencia de los discursos políticos en un acto de entrega de premios. Porque, en efecto, cada uno hace uso de su libertad de expresión como le parece, incluso en actos subvencionados con el dinero público.
Lo llamativo del cine español es que esas ideas tengan una coincidencia ideológica progresista del cien por cien. Que no haya ni la más mínima disidencia, ni una sola voz divergente que diga esta boca es mía en esa ceremonia de los Goya. Que los artistas de derechas tengan tanto pánico a manifestarse.
Sostiene que con galas como la de los Goya tan sólo se acrecienta la crisis del cine español:
Volverán los españoles al cine y se acordarán de Eva Hache y de su mitin contra el Gobierno del PP y optarán por una película extranjera sin insultos incorporados a su opción ideológica y al partido por el que votaron. Y los indiferentes, alguno habrá, se acordarán del horror estético de Eva Hache y el vestido de los lacitos negros. Mitin progresista y, para colmo, ni siquiera un poco de ‘glamour’. Cine americano, por favor, o francés, que es excelente.
También se comenta la gala en el periódico de la ‘disciPPlina’. Mara darle más morrillo al asunto, suponemos, Ely del Valle titula su artículo en la Razón con un Faltó Talegón:
Creo que la gala de los Goya, preámbulo del Debate sobre el Estado de la Nación versión esmoquin, merece algún comentario en el que la equivocación de los sobres a la mejor banda sonora no ha sido -aun siéndolo- lo más rocambolesco.
Propone algo para aclarar cómo se produjo la confusión:
Quizá haya que hablar con Método 3 para enterarnos de qué va a el asunto. Jarrones con flores había pocos, pero puede que la famosa agencia haya colocado unos Wisper XL a las célebres estatuillas.
Concluye:
A mí lo de las críticas al Gobierno, pegatinas incluidas -por cierto, eso debe dejar unas manchas imposibles en el raso-, como que ni fú ni fá. Forman parte del guión de un país en el que los cómicos se creen políticos y los políticos dan risa. Lo que sí eché de menos fue una aparición sobre el escenario de Beatriz Talegón recriminando al respetable por andar lanzando proclamas populistas envueltas en vestidos de firma -y no de modistos españoles- y con olor a Chanel nº5. Hubiera sido el colofón perfecto para un espectáculo en el que de nuevo se volvió a confundir los culos con las témporas.
Javier González Ferrari se dirige la inquilino de La Moncloa y le suplica: Quédese, señor Rajoy:
Quédese y haga lo que tenga que hacer para responder a la confianza que hace un año y tres meses depositó en usted la mayoría de los ciudadanos que fueron a votar. Quédese y limpie lo que haya que limpiar dentro de su propia casa, de su propio partido, y todo lo que hay fuera de él, que no es poco, aunque algunos nos quieran hacer creer que la corrupción no tiene en España otro nombre que el de Luis Bárcenas. Y quédese, sobre todo, para abanderar desde la holgadísima mayoría parlamentaria que le otorgaron las urnas los cambios que son imprescindibles para que esta sociedad no caiga en el derrotismo y termine entregándose a los demagogos y salvapatrias.
Le pide, eso sí, que en los tres años que queda de legislatura, no piense en clave electoral y se centre «en impulsar el cambio profundo, de gran calado, que necesita España». Le advierte, además, que «el tiempo de los pasó calientes ha pasado». Conluye:
Los mismos que dejaron el país hecho unos zorros y que exigían permanentemente a los populares que arrimaran el hombro mientras arrasaban con todo no tienen autoridad moral ninguna para exigir al jefe del gobierno que se vaya. El PP y el Gobierno tienen un problema de credibilidad monumental. Pero no es menor el que atesora el PSOE de Rubalcaba. El PSOE de los cientos de millones que han volado con los falsos ERE en Andalucía, de lo que ya casi nadie parece acordarse.
En la contraportada de El País, Rosa Montero se muestra fascinada con a chica JASP del PSOE. El artículo se titula Sordos:
Lamento que la joven socialista Beatriz Talegón fuera abucheada e insultada por un puñado de frenéticos en la manifestación contra los desahucios del otro día. Precisamente que estuviera en la manifestación era alentador. Siempre dije que la profesión de político es muy necesaria y muy digna; a mí me gustan los políticos; los que no me gustan son estos políticos.
Critica a la OCDE por recomendar que las prestaciones por desempleo se paguen a aquellos que puedan demostrar que están buscando empleo:
Con insensibilidad grotesca, la OCDE ha recomendado vigilar a los parados para ver si muestran verdadero celo en buscar trabajo. Casi me dio la risa: ¿vigilar a los parados?
Añade:
Lo que hay que hacer es vigilar a los políticos, a los grandes empresarios y a los banqueros y evitar sus abusos. Que Talegón y otros jóvenes como ella monten mecanismos democráticos que impidan el juego sucio: necesitamos gestos, hechos que nos permitan volver a confiar.
Talegón puede estar contenta. Por fin alguien la defiende a capa y espada, no como una Elena Valenciano y un Rubalcaba que escenifican un aparente apoyo que en realidad parece una emboscada para atar en corto a una chica que, al fin y al cabo, no deja de ser una mujer del aparato que parece querer vivir del sistema igual que ellos —La JASP Talegón, la garra de Rubalcaba y la matriarca tardo-adolescente Valenciano–.