Tal y como era de prever, la primera jornada del Debate sobre el estado de la Nación ocupa la mayor parte de los espacios de opinión de la prensa de papel española el 21 de febrero de 2013. Casi toda la atención se centra en el presidente del Gobierno y en el, es un decir, jefe de la oposición. En líneas generales domina la idea de que Rajoy estuvo mejor que Rubalcaba, pero no por la calidad de su discurso sino por la ausencia de la misma en el del socialista.
Excepciones hay, por supuesto, como un director de La Razón que, ‘disciPPlinado’, se deshace en elogios al registrador de la propiedad metido a gobernante.
Si Francisco Marhuenda siente por su mujer la mitad de la pasión que demuestra por Rajoy en sus escritos, debe de ser el autor de las más hermosas e inspiradas cartas de amor de la historia. El de La Razón dedica al inquilino de La Moncloa Tras las reformas, crecimiento.
Tras retratar un difícil primer año de legislatura, sin señalar responsabilidad alguna del actual Gobierno en la situación que vive España, y mostrarnos a un heróico Rajoy al que «no le ha importado asumir un enorme coste político y personal», sostiene:
Todo indica que se ha recorrido la peor parte del camino, pero Rajoy, afortunadamente, no utiliza metáforas frívolas o retórica vacua. No va con su carácter. Nada de brotes verdes o luz al final del camino, porque la sociedad no está con ánimos para afrontar chamarileros de la retórica.
Como resumen del discurso del presidente del Gobierno, dice:
El presidente del Gobierno se ha instalado, acertadamente, en un proyecto reformista de largo recorrido donde no cabe ni la demagogia ni el populismo partidista.
Sobre la economía, sostiene:
Las reformas comienzan a dar frutos y Rajoy anunció las medidas destinadas a crear empleo en esta segunda etapa. Tras los duros ajustes, ahora llega el imprescindible impulso de la economía. Las reformas nos han hecho más competitivos y resuelven problemas endémicos, aunque no todos, que afectaban a la organización del Estado.
Finaliza hablando del otro gran asunto que tiene cabreada a la mayor parte de la población, por mucho que en los despachos de La Razón parezcan no querer enterarse:
El otro gran frente ha sido la corrupción. Rajoy siempre ha tenido las manos libres y eso del chantaje es una solemne estupidez. No lo conocen. Su trayectoria ha sido impecable y las medidas anunciadas nos sitúan entre los países más comprometidos en la lucha contra los corruptos.
Como Rajoy, Marhuenda logra hablar de corrupción sin citar a los sospechosos Bárcenas y Ana Mato. Es lo mismo que cuando desde el PSOE se habla de ese mismo asunto sin citar los ERE de Andalucía o a Amy Martin. Debe ser eso de la ‘TrasPParencia’ que tanto elogiaba La Razón.
El artículo de Marhuenda, en la línea de la portada y el editorial de La Razón —Marhuenda agota todos los elogios con Rajoy: «El presidente desarma al líder del PSOE»— ha hecho de él objeto de mofa por parte de Pilar Rahola. La periodista catalana ha publicado en su cuenta de Twitter el siguiente comentario:
Hoy Marhuenda hace tanto la pelota a Rajoy en la Razón que el pobre ha resbalado con su baba…
Para ser justos, no todo son elogios a Rajoy en los espacios de opinión de La Razón. César Lumbreras muestra cierto escepticismo ante una de las promesas de Rajoy, sobre todo porque no es la primera vez que se compromete a ponerla en marcha y nunca lo ha hecho. Se refiere a El IVA de las pymes:
No pierdo la esperanza. A fuerza de repetirlo, alguna vez se convertirá en realidad y dejará de ser anuncio o promesa. Me refiero a esa reivindicación, tantas veces planteada por los representantes de las pequeñas y medianas empresas, y también de los autónomos, para que las unas y los otros no tengan que pagar el IVA de sus facturas hasta que no hayan cobrado éstas de forma efectiva y dispongan del dinero en sus bolsillos o cuentas corrientes.
Recuerda:
El PP hizo bandera de esta reivindicación cuando estaba en la oposición, presentando iniciativas en ese sentido en el Congreso de los Diputados y el Senado.
Concluye:
En cualquier caso, ya he perdido la cuenta de las veces que Rajoy ha hecho este anuncio desde que ganó las elecciones, pero deben haber sido cuatro con la de ayer. Ya va siendo hora de que se plasme en la realidad. No es que vaya a solucionar los problemas de las pymes y los autónomos, pero algo ayudará.
En uno de esos artículos de opinión que El País, por algún motivo que sólo conocen en la madrileña Calle de Miguel Yuste, disfraza de otra cosa colocándolas bajo el membrete de ‘Análisis’, Carlos E. Cué concluye ya desde el título que El PP ve salvado el peor momento:
Rajoy y su equipo se prepararon a conciencia para sobrevivir a un debate difícil, en el momento más bajo de su credibilidad. Y esa preparación, según el análisis extendido incluso entre los más escépticos diputados del PP, dio sus frutos. Porque el presidente, sobre todo gracias a un discurso muy trabajado y con medidas novedosas contra la corrupción -aunque sin ninguna explicación de los escándalos que acosan a su partido- logró lanzar al menos a los suyos un mensaje claro, el que más le interesaba: no piensa dimitir, va a aguantar, está dispuesto a resistir lo que haga falta.
Dice que el PP no se esperaba un Rubalcaba tan blando:
La Moncloa esperaba un ataque más frontal. De hecho, en la primera réplica, que llevaba muy estudiada antes de llegar al Congreso, Rajoy fue brutal contra el líder del PSOE, agresivo desde el primer minuto. «Su partido tuvo una condena por financiación ilegal, el mío no» llegó a decir un Rajoy a ratos incluso sobrado, faltón: «No le he pedido su dimisión, no me interesa».
Sobre los socialistas, Cué dice:
Al PSOE nunca le ha gustado el asunto de la corrupción como eje del debate político, porque sabe que electoralmente no le beneficia. Las encuestas detectan que este tipo de asuntos perjudican por igual la imagen de los dos grandes partidos. Sin embargo, después de que el líder del PSOE hiciera un solemne anuncio en la sede de Ferraz hace dos semanas en el que pedía la dimisión de Rajoy, los populares esperaban que Rubalcaba llegara con toda la artillería al debate del estado de la nación. Y no fue así.
Finaliza:
Algunos temían que fuera más difícil escapar de esa explicación [sobre Bárcenas] cuando le apretaran formaciones que sí han hecho de este asunto el eje de su discurso, como IU y UPyD. Pero de nuevo anoche, primero con Cayo Lara (IU), y ya a última hora con Rosa Díez (UPyD), Rajoy volvió a eludir el escándalo y a demostrar que su capacidad para no contestar preguntas incómodas es ilimitada.
David Gistau publica en El Mundo Quédese, señor Rubalcaba. Tambien para Gistau el resultado fue positivo para el presidente del Gobierno:
Lo cierto es que Rajoy salió fortalecido del Debate, al menos en la percepción parlamentaria, que no tiene por qué apaciguar a la verdadera oposición, que es la de extramuros. Rubalcaba empezó el Debate ya neutralizado. No sólo por el escaso cuajo de su discurso, deshilvanado, pronunciado a arreones y demasiado inclinado a groseros hitos de la demagogia como el de la población española abocada a buscar su comida en los contenedores de basura o a escoger entre tratamiento médico o pollo; sino porque, y esto ahora es más evidente que nunca, el portavoz socialista está tan atrapado por su pasado reciente, son tan flagrantes las contradicciones entre lo que dice y lo que jamás hizo -«La memoria es la primera prófuga de la política», le espetó Rajoy-, que es una víctima fácil para cualquier contraataque que le afee el cinismo y la manipulación sentimental.
Tras un largo relato de las intervenciones de cada uno de los dos líderes, concluye con cierto cachondeo:
Y lo más lacerante que escuchó Rubalcaba fue cuando Rajoy le dijo que no iba a pedirle la dimisión, no ya porque hay quien se la exige dentro de su propio partido, sino porque casi le conviene que perdure un líder de la oposición tan invalidado por las contradicciones. Del «Váyase, señor González», el PP ha pasado al «Quédese, señor Rubalcaba».
A este humilde lector de columnas le ha hecho mucha gracia el título de otra columna en el diario de Unidad Editorial: Más gallego que diablo. La guasa está en que el autor es un periodista más gallego que el pulpo a feira regado con Albariño, Manuel Jabois. Logra hacer algo realmente difícil, escribir un artículo sobre el aburrido debate transformándolo en algo divertido.
Rajoy empezó leyendo el discurso que tenía preparado Rubalcaba y ahí se terminó el debate. Comenzó con la cifra de parados echándosela encima como la gasolina que se rociaban los modelos de Zoolander, pero se cuidó mucho de pasarle el tabaco al líder de la oposición con la herencia recibida, que ya es más grande que la de Borja Thyssen. También desechó brotes verdes e impuso una realidad durísima mientras Rubalcaba protestaba airadamente: «¡Eso es mío, eso es mío!».
Sobre el del PSOE dice:
Rubalcaba salió al estrado y se enfrentó al mismo problema indetectable de siempre: que es Rubalcaba. Todo lo que va a hacer Rubalcaba pudo haberlo hecho Rubalcaba, y en esta frase se encierra la tragedia rubalcabiana respecto a Rajoy: es más fácil prometer una cosa y hacer la contraria que hacer una cosa y prometer la contraria, porque lo primero es traición pero lo segundo es cachondeo.
Sobre el resultado del cara a cara, sostiene:
Del duelo salió vencedor Rajoy, más por gallego que por diablo. Ese «yo no pido su dimisión, no me interesa» fue un golpe tan bajo que creo que lo dijo con buena intención, que ya hay que ser retorcido.
Dedica su último párrafo, muy divertido, al líder de Izquierda Unida:
Cuando salió Cayo Lara anochecía. Cayo está ahora para que no lo escuchen los niños. Es como Alberto Garzón pero repitiendo Cou. A esas edades puedes echarle la boca a las chicas o hacer pintadas contra el capital. Cayo hace pintadas. Eso no quiere decir que sean malas, pero hay que coger el spray. Ayer me pareció escuchar que pedía la abolición del dinero. Seguro que entendí mal, pero eso es lo hermoso de Cayo Lara: que no hay diferencia entre lo que dice y lo que te imaginas que dice. Tiene su extraño punto de pánico.
El artículo más duro con el presidente del Gobierno lo encontramos en ABC, lo firma Isabel San Sebastián y se titula Cuestión de confianza. En puridad, no es un artículo sobre el Debate. Más bien, este último le sirve de percha para hablar sobre la confianza de los ciudadanos en los políticos:
Puso el dedo en la llaga Alfredo Pérez Rubalcaba al comenzar su intervención en el debate sobre el estado de la Nación subrayando que buena parte de la ciudadanía ha perdido la confianza en sus representantes políticos. Esa es la triste realidad que preside hoy la vida democrática española y mucho me temo que si alguien esperaba que la sesión parlamentaria de ayer contribuyera a aliviar este déficit, se equivocó de medio a medio.
Se muestra especialmente dura con el presidente del Gobierno:
Presume Mariano Rajoy de haber conseguido recuperar, con su acción de Gobierno, la confianza perdida de inversores, mercados y socios europeos (…) Somos nosotros, los españoles, quienes debemos ser convencidos de que nuestro dinero, nuestras ilusiones, nuestros sacrificios no son malversados por unos desaprensivos que, lejos de cobrar de nuestros impuestos para servirnos, se sirven de nosotros para enriquecerse con negocios turbios y opacos al fisco. Es nuestra fe la que han destruido sus desmanes. Por eso cada vez nos representan menos y nos resultan más lejanos y grotescos sus alegatos desde la tribuna.
Tras dejar claro que no niega la legitimidad democrática al Ejecutivo del PP, añade:
Constato, eso sí, que un porcentaje considerable de quienes otorgaron al PP los 187 escaños de la mayoría absoluta se sienten engañados, y otro tanto ocurre con este PSOE errático y demagógico, que ha perdido la representación de la oposición, desbordado por movimientos ajenos al marco constitucional de los partidos políticos, imprevisibles e incontrolables, a quienes alimenta de manera irresponsable y que ya le están sacando los ojos, como tuvo ocasión de comprobar hace poco Juan Fernando López Aguilar.
Concluye criticando a ambos políticos:
¿No se da cuenta el presidente de que mientras no limpie a fondo su partido, hasta erradicar cualquier vestigio de suciedad pasada, carece de fuerza moral para proponer pactos a futuro? ¿No le chirría la presencia en el banco azul de Ana Mato, implicada hasta el pescuezo en la trama Gurtel, por más que un juez la haya exculpado penalmente? Evidentemente no. Como el líder de la oposición no es consciente de que su discurso apocalíptico ya no cuela, sus mentiras son desenmascaradas por los hechos, y sus propuestas, invalidadas de origen por los ocho años durante los cuales hizo lo contrario de lo que ahora predica.