Dos de las rubias más conocidas en tierras españolas, una que presume de princesa y otra que soñó con ser presidenta, compiten por reinar en los espacios de opinión de la prensa en papel española el 27 de febrero de 2013. La una dice que quiere ser discreta, pero no deja de protagonizar de forma voluntaria portadas de periódicos y del papel duché. La otra siempre ha querido mandar, pero no tiene quien le obedezca.
Una morena, Elvira Lindo, titula su artículo en El País haciendo referencia a ese color amarillo de los cabellos. Ironiza sobre una de las quejas de Corinna, en Las rubias:
En el gran abanico de condiciones que influyen en la infravaloración de una trabajadora nos faltaba una fundamental: ser rubia. Ser rubia es muy difícil. No sabemos si tanto como ser negra, como ser negra pobre, como ser latina inmigrante, como tener hijos y no contar con nadie que los atienda mientras se trabaja, o como ser simplemente mujer en un mundo laboral en el que por sistema se retribuye más a los hombres. La princesa Corinna ha puesto sobre el tapete un hándicap que ninguna otra mujer había verbalizado: ser rubia.
Sobre las declaraciones de la «amiga cercana» –¿será por eso de las distancias cortas de las que hablaba cierto anuncio de colonia?– del Rey, Lindo dice:
Y como a las rubias, también es sabido, les ocurre como a las testigas,que no pueden mentir, nuestra heroína ha advertido que en su ánimo jamás ha estado ni estará el perjudicar a la Casa del Rey. Lástima que a los ojos de cualquiera el resultado del fin de su silencio sea radicalmente el contrario. La alucinada lectora se queda rumiando cuál es el criterio de selección con que los hombres poderosos eligen a sus amistades entrañables, y cuál es el de esas entrañables amigas.
Pasamos a La Razón, donde uno de los guardianes periodísticos del monarquismo español escribe también sobre esa rubia que dice no querer ser una celebridad pero se dedica a conceder entrevistas con el contradictorio objetivo de ‘ser discreta’. En Zu Sayn-Wittgenstein, Alfonso Ussía arranca:
La primera impresión que me produjo la señorita Zu Sayn-Wittgenstein en la gran fotografía que adornaba su entrevista en el diario «El Mundo», fue que Cristina Fernández de Kirchner se había teñido de rubio. El bótox tiene esas cosas.
A este humilde lector de columnas se le antoja que ambas, la argentina y la alemana-danesa-de-origen-húngaro (esas raíces magiares las cuenta en ¡Hola!) tienen en común algo más que el bótox. La presidenta K lleva años dado pruebas de una incontinencia verbal tan sólo superada por el ahora enmudecido Hugo Chávez. Corinna se dedica los últimos días ha hablar sin parar. Y en ninguno de los casos parecen medir las consecuencias. O, tal vez, las miden muy bien y lo que buscan es el titular llamativo.
Pero Ussía se olvida de la suramericana y se lanza en exclusiva a comentar sobre la centroeuropea:
La cercanía o la amistad con los miembros de la Familia Real pertenecen exclusivamente al ámbito de la prudencia, y no puede presumir de prudente y medida quien concede a un periódico una nada cautelosa entrevista, desmedida de espacio y carente de todo interés fundamental. Su repercusión ha sido grande, pero más en los espacios hepáticos que en los políticos, lo cual nos permite intuir que sus mensajes no han sido del todo respetuosos ni oportunos.
Felicito a quien ha entrevistado, pero no puedo hacer lo mismo con la señorita entrevistada.
Sobre las discretas indiscreciones de Corinna, sostiene:
Al menos, en sus soledades, la señorita Zu Sayn-Wittgenstein puede reconocer que la confianza depositada en ella se ha sentido decepcionada, quizá maltratada y con toda seguridad, desconsiderada. Y lo que es peor. Si pretendía con la entrevista caer bien, ha conseguido todo lo contrario. Ha caído mal, por indiscreta, por prepotente, por inoportuna y por cotilla, cuatro suertes negativas en quien se supone habría de comportarse de manera diametralmente opuesta.
Concluye:
Afirma la señorita Zu Sayn-Wittgenstein que lleva un año sin venir a España y que espera hacerlo cuando el ambiente esté más calmado. No se preocupe. Con entrevistas inoportunas el ambiente no se va a calmar, porque existe un plan preparado y bien apoyado para malgastar hasta la destrucción la figura del Rey. Y palabras como las suyas ayudan al triunfo del descrédito de quien conserva el crédito sobrado a pesar de los tiempos difíciles.
Su distancia de España no nos preocupa.
En otras ocasiones ya hemos comentado en nuestro repaso diario a las columnas que Alfonso Merlos tiene costumbre de poner a sus artículos títulos que parecen propios de las películas de Andrés Pajares y Fernando Esteso. Como en Periodista Digital anda mucho cerebro maquinador suelto, la enciclopedia andante de la historia del periodismo que tenemos en la redacción, J.F. Lamata, ha apuntado algo que podría ser cierto. Sostiene el ‘hemeroteco’ que tal vez Merlos reincide en esa práctica precisamente porque lee nuestro periódico y ha visto que la hemos comentado ya varias veces. Sería una especie de ‘¿no quieres caldo, pues taza y media?’ simpático que nos lanza el presentador de 13TV.
Prueba de lo que comentamos es su artículo de esta jornada. Qué quiere que le diga, querido lector, pero a este humilde lector de columnas ese El ludópata con el que titula Merlos le recuerda mucho a aquel ‘Los bingueros’ de Pajares y Esteso. Se lo dedica a Rubalcaba:
«Game over». Apreciado Rubalcaba, el juego se ha terminado. Con resultado negativo. El jugador no ha podido completarlo con éxito. ¿Piensa seguir metiéndole monedas a la maquinita? ¿Hasta cuándo? ¿Por qué? ¿Confunde la política con una tragaperras o con una de marcianitos? ¿Todavía no ha llegado la hora de retirarse? ¿Qué tiene que ocurrir? ¿Hay un límite al ridículo?
Tras un breve repaso al PSC y su peculiar relación con el PSOE, añade:
El hecho crucial es que Ferraz se ha quedado colgando de la brocha. Sin liderazgo, sin discurso, sin un proyecto integral y nacional.
Concluye:
El líder de la oposición no puede comportarse en una gran nación como un ludópata. Ya son más de tres décadas en la política medrando, enredando, intrigando. Que alguien, por favor, le haga reprimir sus impulsos, que le haga ser consciente de las consecuencias de sus actos, que le detenga. Las adicciones y los trastornos deben ser atajados a tiempo. Aguerridos militantes de la izquierda: ayúdennos a controlar a su jefe. Gracias.
A la segunda rubia, aunque ella no pretende que ese rasgo sea un problema para su imagen y su inexistente éxito, y a su partido le dedican la mayor parte de los artículos de El Mundo. Como hay que seleccionar, nos quedamos con un par de ellos. Federico Jiménez Losantos titula Ni Carme ni Carmen. Tras destacar que Chacón «no ha querido votar» contra el referéndum independentista catalán, añade:
La aspirante a la Secretaría General del PSOE y, por tanto, a la Presidencia del Gobierno no quiso ayer oponerse al desafío golpista del separatismo catalán a la legalidad española. La niña de Felipe -como ella misma se definió- quiere ser, al mismo tiempo, la novia de España y la pubilla de la Esquerra; quiere presentarse al certamen de Miss Universo como Miss Barcelona, Miss Almería y Miss Quebec, con sus tres bandas graciosamente cruzadas sobre el pecho, sus tres bañadores, sus tres trajes regionales y sus tres pares de tacones. ¡Será por tacones!
Añade:
Vamos, que la niña de Felipe se niega a elegir entre la madre España y mamá Cataluña, entre el padrino Pujol y el padrecito Rubalcaba, entre el PSC y el PSOE, entre la legalidad y la ilegalidad, entre la España constitucional y sus enemigos. ¿Se nos habrá hecho la ex ministra de Defensa objetora de conciencia? ¡Amos, quita, moscovita! Lo que tiene Chacón es una conciencia de quita y pon, lavable y que no precisa plancha.
Concluye:
El PSC, asustado por no haber apoyado el referéndum contra España en el Parlamento catalán, votó ayer contra la legalidad constitucional en el Parlamento español. El charneguismo amortizado va camino del desguace, pero Chacón -ni Carme, ni Carmen: Karma- sigue queriendo mandar en el PSOE desde el PSC. Y luego dicen que en Italia hacen el payaso.
Por su parte, Manuel Jabois firma Un dos en la quiniela:
Curioso hombre, Pere Navarro. En una semana ha pedido que el Rey abdique y que los catalanes puedan decidir su futuro, sin ser él ni lo uno ni lo otro. Esa complejidad angustiosa retrata a líderes atormentados. El primer requisito para ser socialista catalán es el tormento; el último es haber sido ministro de Defensa del Ejército español.
El PSC lleva años considerando al PSOE como su marca madrileña sin que el PSOE sepa nada, embelesado consigo mismo y sus traumas históricos. El escándalo de estos días se debe a que se enteró de golpe.
Concluye:
Chacón ha preferido saltarse la disciplina de voto del PSC. Hay que observar su soledad: la única de 14. Es la proporción adecuada del peso socialista español en Cataluña: un dos en la quiniela. Y es, por lo demás, un peso estratégico. Chacón es una figura fascinante por lo sinuosa. Es como el amor después del amor, pero en Zapatero. Tratará de atemperar sus virtudes y trastocar sus defectos, pues Zapatero, como Gil de Biedma, hubiera sido mejor con los mismos defectos pero con menos virtudes. Que fueron, todo hay que decirlo, devastadoras.
Concluimos este ‘Afilando columnas’ en La Gaceta. En concreto, cerramos con una artículo de Fernando Díaz Villanueva que nada tiene que ver con pelos rubios ni otro tonos de pelo. En todo caso nos habla sobre el color del dinero, que no del cabello, y de unos de esos personajes que embarran todo aquello a lo que se acercan. Díaz Villanueva opta para titular por adaptar el nombre de una conocida novela llevada al cine. Convierte a Ripley en ex tesorero del PP y firma ‘The talented mister’ Bárcenas.
Arranca:
El buen hacer es la acción en sí misma; se demuestra haciendo el bien. Buen hacer es, por ejemplo, sacar 13 hijos adelante. Trece hijos son muchos y el número es malo porque trae mala suerte. Buen hacer es, como decía José Luis de Vilallonga, pasar 30 años calzándose a la misma. Tal vez sea aburrido, pero está bien hecho. Buen hacer es empezar de meritorio en un partidillo con 10 escaños en el Congreso, los que AP tenía en 1980, y juntar veintipocos años después 38 millones de euros en dos bancos suizos. Treinta y ocho millones es más dinero del que puede imaginar el común de los mortales.
Sostiene que «hay que tener mucho talento» para amasar esa fortuna en el curso de una vida. Pone como ejemplo a Steve Jobs y, en España, a Amancio Ortega y el dueño de Mercadona. De estos últimos dice: «se han hecho ricos fabricando riqueza a su alrededor». Acto seguido pasa a hablar del ex tesorero del PP:
El talentoso ‘mister’ Bárcenas, sin embargo, ha logrado lo mismo sin necesidad de crear nada y echando la intemerata de horas como tesorero en un partido, lo cual tiene bastante mérito. Lógico que alguien así sea el hombre de moda. Más que llamarle a declarar a un juzgado deberían ofrecerle un puesto de profesor vitalicio en una escuela de negocios de esas cancamuseras que abundan por Madrid y que son, básicamente, escuelas de contactos.
A partir de ahí ironiza cada vez más sobre el personaje, para concluir:
Llegado el momento, Bárcenas y su buen hacer podrían convertirse en nuestro principal producto de exportación, mayor incluso que el de jóvenes ingenieros que emigran en busca de un futuro mejor. Claro que, para entonces, ya no será necesario. Todos habremos encontrado El Dorado barcenita y en él retozaremos por los siglos de los siglos. PP.