Los espacios de opinión de la prensa de papel son en casi todas las ocasiones, aunque hemos de reconocer que no siempre, un fiel reflejo de la situación del país. No necesariamente por las tomas de posición que reflejan quienes publican sus artículos, pero sí por los temas que tratan. Este 5 de marzo de 2013 es un buen ejemplo de ello, y por eso mismo uno corre riesgo real de sumirse en la más profunda de las depresiones tras repasar las columnas que nos ofrecen los periódicos. Y eso que no dan para reflejar todas las cuestiones graves que acucian a España. Al menos, hay quien consigue arrancarnos la sonrisa al retratar a ese ministro de hacienda que quiere hacer eso mismo con cada uno de los céntimos que hay en nuestras cuentas corrientes: arrancárnoslos.
En realidad, más que de arrancar, Borja Montoro, alias Montoro el Bueno, nos habla de exprimir. En su viñeta de la jornada en La Razón nos retrata a un ministro Montoro, por comparación ‘Montoro el Malo’ que mira uno de esos exprimidores manuales de toda la vida y reflexiona:
Con más de cinco millones de parados ha llegado la hora de tomar decisiones eficaces… He oído que ahora fabrican unas exprimidoras eléctricas.
Sigamos en el mismo diario. Ely del Valle rompe con la línea marcada por Marhuenda en la portada del periódico de la ‘DisciPPlina’ según la cual el paro no parece ser importante —Cinco millones de parados ya no son un problema para Marhuenda–, que no es otra cosa que el desempleo:
Desde hace años, lo único que crece en este país, desesperanza aparte, es el paro. No hay realidad más real que ésa. El Gobierno puede decir lo que quiera y la oposición contestar lo que le parezca, que al respetable se la trae al pairo.
Sostiene:
La cola del paro es hoy la única realidad palpable, la que hace que la confianza en el futuro parezca una toalla de un váter de gasolinera y que las macrocifras, por muy alentadoras que sean, nos suenen a ciencia ficción.
Concluye:
Los políticos andan enredados en sus problemas internos y en consultas delirantes que, siendo realmente preocupantes, al ciudadano medio le importan un comino. Lo único de lo que somos partícipes es del desastre de no tener trabajo, y mientras eso no se solucione el Gobierno continuará generando desconfianza, y las críticas de una oposición que ha contribuido a conciencia a esta situación seguirán siendo tan inútiles como nos parecía hace años la primera rebanada del pan de molde.
Saltemos ahora a El País, donde volvemos a encontrarnos con el ministro Montoro. Esta vez nos lo trae Miguel Ángel Aguilar en Amenazas y Argumentos:
El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas amanece cada día insinuando amenazas. Una mañana, la del 27 de febrero, dice en el Congreso a sus adversarios políticos que los grupos políticos de la Cámara deberían pagar también sus impuestos, dando a entender que incumplen esa obligación.
Acto seguido recuerda otras intervenciones similares de Montoro, como cuando habló de los actores que pagan impuestos fuera de España, cuando insinuó que hay diputados que ocultan datos en su declaración de la renta o cuando advirtió que hay medios de comunicación que no están al día con Hacienda. Añade:
Eso sí, el ministro Cristóbal Montoro se abstiene en todas las ocasiones de precisar con exactitud a quién acusa y recuerda así al humorista Miguel Gila cuando contaba que, llamado a comparecer en la escena de uno de los crímenes de Jack el destripador, se había limitado a decir: «Aquí alguien ha matado a alguien y no me gusta señalar».
Y, quién lo iba a decir tratándose del periódico de izquierdas por excelencia en España, saca a colación a uno de los mayores defensores mundiales de la bajada de impuestos:
El caso es que el ministro parece haberse olvidado desde su regreso al Gobierno de la famosa curva de Laffer, su referencia predilecta con la que anduvo dándonos la matraca tantos años, insistiendo en que la forma de incrementar la recaudación fiscal era disminuir los impuestos.
¡Qué pena que Aguilar no lea Periodista Digital o no quiera o pueda recordar lo que aquí lee! Este mismo humilde lector de columnas contó hace casi ocho meses cómo Artur Laffer defendía en el Campus FAES que hay que bajar impuestos mientras que Montoro y Rajoy casi en ese mismo momento se dedicaban a subirlo —El mundo al revés: Laffer pide bajar los impuestos y el PP decide subirlos–.
En cualquier caso, Aguilar insiste en un punto clave:
Ahora, después de subirlos [los impuestos], prefiere defenderse de las críticas dando a entender que dispone de información reservada de la Agencia Tributaria con la que amedrentar y silenciar a sus adversarios. Pero esa información es indisponible para el ministro y demás autoridades del ministerio.
La contraportada del periódico de PRISA nos ofrece una divertida columna de Rosa Montero, titulada Esas caras. Los rostros a los que se refiere son los de dos de los personajes que más aparecen en los medios las últimas semanas. El primero de ellos es Corinna. Sobre esta faz nos quedamos con unas frases:
Pobres rubias del mundo, altas o bajas, guapas y feas: rubias peleonas y complejas, que vuelven a ser encerradas, por el efecto Corinna, en la caricatura vacía de la chica neumática agarrada a un diamante. Porque neumática es, eso sin duda: su lustrosa tez tiene algo de goma Michelín, con esos pómulos tan esculpidos, esos labios tan colagenados. Plásticos de primera calidad.
Pasa al segundo personaje:
Aún peor es la cara de Bárcenas, sobre todo últimamente, porque ahora, además, ¡se ríe! ¿Han visto la escalofriante sonrisilla que muestra el individuo en su rostro de piedra? Es la mueca del verdugo que disfruta matando.
No hay piedad, posiblemente no se la merece, en el retrato:
Es el malo más malo, un tipo que infunde terror con su presencia, cosa que supongo que le gusta.
Añade una reflexión que, no por cierta, resulta aterradora:
Y estos son, señores, los rostros más vistos de la España de hoy, las caras del momento, dos personas de las que el 80% del país sospecha que están haciendo algún chantaje (almas tan gemelas que deberían casarse).
Concluye:
Qué terrible espejo en el que mirarse: a los demás quebrantos hay que añadir el fastidio de tener que ver estas caras, a estos jetas. Claro que aún podemos empeorar: aún no hemos llegado a la máscara de pesadilla, al rostro recauchutado de Berlusconi. Todo se andará, al paso que vamos.
Cambiamos de periódico, pero no de personaje. Salvador Sostres publica en El Mundo O Bárcenas o tú. Es un artículo muy duro con el registrador de la propiedad metido a gobernante:
Que la economía española esté recuperándose es mentira y no hay ningún dato que lo sugiera. Rajoy no tiene ninguna idea, no toma ninguna iniciativa y vive más pendiente de no hacer enfadar a Bárcenas, para que no cuente lo que sabe, que de trabajar en favor de los intereses de los españoles. Ni está lo suficientemente limpio para plantar cara al chantajista ni tiene el sentido de Estado imprescindible y letal para anteponer la estabilidad de la Nación a su propio destino personal.
Hoy en el PP manda Bárcenas porque una cúpula con demasiados secretos inconfesables permanece cautiva y desarmada. Un congreso, aunque fuera extraordinario, no serviría de nada, si no es para permitir que las bases elijan a su candidato.
Sostiene que si no hay primarias en el PP, la política de este partido tendrá como objetivo proteger a Ana Mato. Tras decir que es peligroso dejar la política en manos «de demagogos como los comunistas o como Rosa Díez», añade:
Rajoy no sirve, está secuestrado, porque hasta un hortera como Bárcenas ha visto que puede manejarlo, y España se hunde en la miseria y en la corrupción sin que nadie haga nada para remediarlo.
Concluye:
Si el PP convoca primarias, habrá esperanza. Si no las convoca, va a no convocarlas contra ti, contra tu más elemental supervivencia. El PSOE está acostumbrado al lodazal, a hacer de la necesidad virtud, a silenciar cualquier debate. Si el PP se comporta igual, no habrá ninguna diferencia, y es imprescindible que haya alguna diferencia en España, aunque sólo sea porque PSOE y PP son la misma y ridícula socialdemocracia, y porque son lo mismo el inútil de Zapatero que el de Montoro.
O manda el chantajista o mandas tú: el mundo se cambia con la política, arriesgando, y no haciendo el mamarracho sentado en una plaza.
Terminamos este ‘Afilando columnas’ en ABC, donde Hermann Tertsch nos ofrece uno de esos artículos que nos regala cada poco tiempo y que tienen más de breve ensayo de fondo que de simple columna periodística. Se titula El talibán carpetovetónico:
Siempre hubo en la historia grupos de personas radicalmente buenas y puras volcadas en hacer el bien. Grupos, bandas, sectas, partidos o movimientos desesperados por combatir el mal e imponer el bien a todos, lo quieran o no. Es algo que ha sucedido mucho en los últimos dos siglos especialmente.
Explica:
Son nuestros talibanes. Que no se resignan y no escatimarán medios para convencernos. Irán a casa de los políticos a acosar a las familias hasta convencerles de que por su bien acaten el bien de darles la razón. Para hacer triunfar su bondad sobre nuestra maldad, avaricia, desidia, debilidad o ignorancia apelan tanto a sus dotes de persuasión y cercanía al pueblo. Sus soluciones siempre son sencillas para que todos puedan aplaudirlas. Y para dejar en evidencia las tretas viles y miserables que algunos utilizamos para contradecir sus argumentos. Unos argumentos que, propuestos desde el bien, son siempre sentimientos. Y que rápidamente desenmascaran a quien quiera contradecirlos como un cruel psicópata que no tiene sentimientos y disfruta viendo sufrir a todos esos humanos maltratados a los que ellos se disponen a salvar.
Explica quiénes son estos ‘salvadores’ en la actualidad:
Los que declaran caduco el afán de lucro y criminal la ambición y la individualidad. El sistema se hunde y ha fracasado, nos anuncian como Lenin, sin saber quién era. Que el pobre reciba según sus necesidades y todos trabajen según sus posibilidades, dicen. Y creen que es una idea nueva. En realidad son los mismos que se formaron después de la primera Gran Guerra en Europa bajo las banderas de las dos religiones sustitutorias, el comunismo y el fascismo.
Tertsch, un buen conocedor de los totalitarismo, concluye:
Dicen defender a los pobres contra los ricos, a los débiles contra los poderosos, a los expoliados de los expoliadores. Pero en realidad dirigen y acaudillan la gran lucha del bien contra el mal. El debate es imposible. Su bondad ha de imponerse a nuestra maldad por la fuerza, porque no aceptan las reglas forjadas por este sistema malvado. Con lágrimas en los ojos y henchidos de buenos sentimientos, si tienen que abrirnos la cabeza, lo harán con buena conciencia. También eso ha pasado ya antes.