La Razón publica el 21 de marzo de 2013 un artículo sobre Corinna titulado La patada. En absoluto le agrade a Ussía la citada señora. Y lo deja claro incluso cuando comenta el tratamiento que se le da en los medios:
Aquí siguen diciéndole «princesa», y no termino de entender esa obsesión, sencillamente porque no lo es.
Dice de ella:
El daño que ha hecho esta inteligente señora a España y sus instituciones no tiene sentido. Sus declaraciones y entrevistas a diferentes medios de comunicación sólo se pueden interpretar desde el rencor, la venganza y la poca clase.
Critica a los medios y periodistas que se dedican a elogiar a Corinna:
No obstante, en España tiene sus partidarios. Todos aquellos que precisan la herida de la Corona para obtener el beneficio de sus proyectos personales, mercantiles o partidistas, han encontrado en Corinna su arma fundamental para atacar al Rey. En los programas de la cadena de Berlusconi -personaje siniestro e intocable para sus agudos tertulianos de chismes-, los insultos y groserías dedicados al Rey se complementan con los elogios a la chica, a la que todos llaman «princesa», quizá porque, en el fondo, todos esos republicanillos de pandereta son unos cortesanos indignados con su propia frustración.
Cuenta de ella:
Corinna no aparece en España por el Rey, que muchos años llevaba previamente moviéndose por los altos despachos, los barcos poderosos y las cacerías exclusivas en pos de sugerentes beneficios, requiebros y zalemas. Corinna ha aparecido en los medios de comunicación cuando había pasado a un segundo o tercer plano del interés y pocos se acordaban de ella. Sus palabras, aparentemente frívolas y superficiales, contenían un oculto mensaje de mala leche de difícil superación.
Hablando de la intervención del director del CNI ante la Comisión de Secretos Oficiales del Congreso para hablar sobre la germana, Ussía sostiene:
Si tuvieran que declarar ante esa Comisión, además del director del CNI, todos los millonarios que han tenido algún tipo de contacto, y escribo bien lo del contacto, con esta mujer, a los miembros de esa Comisión les puede dar un patatús.
Concluye de forma contundente:
Corinna es una mala anécdota que ha puesto en peligro a la Institución que garantiza la unidad de España. No merece otra cosa que una patada en el culo y que se olvide de España para siempre.