Terminadas las cortas vacaciones de Semana Santa en buena parte de España, en algunas comunidades finaliza un día después que en el resto, los espacios de opinión de la prensa de papel se presentan variados y jugosos este 1 de abril de 2013. Si no fuera porque el presidente del Partido Socialista de Euskadi tiene de anglosajón lo mismo que el ministro Montoro de liberal, uno podría pensar que su artículo en El País es una mala broma con motivo del April fools day (equivalente en el EEUU, Reino Unido y otros países al Día de los Santos Inocentes español). Igual que suena a chiste que Borrell pida ahora listas abiertas en las elecciones.
Empecemos con este último político socialista, Josep Borrell, que escribe en El Periódico de Catalunya un artículo titulado Una crisis de la política.
Al paso que vamos, España puede ser un caso especialmente grave de esta crisis de la política debido a la conjunción de unos niveles insoportables de corrupción y las graves consecuencias sociales de la crisis económica. Y la sensación de impunidad constituye una mezcla explosiva.
No vamos a negar lo acertado de este análisis, pero no deja de parecernos irónico que quien así se exprese sea alguien que participó en los Gobiernos de Felipe González cuando estos se convirtieron el máximo exponente de la corrupción política.
Añade Borrell:
Las expresiones de indignación social que se han producido reflejan una crisis que exige reformas profundas en el funcionamiento de los partidos. Hemos llegado al final del modelo creado en la transición, que priorizó la estabilidad de los partidos y concentró el poder en sus cúpulas, que deciden el acceso, ascenso y exclusión de los candidatos por métodos opacos que no son ni democráticos ni meritocráticos.
El resultado es una pérdida de calidad de la política, débil democracia interna y escaso control interno y externo de la financiación de los partidos, terreno abonado para la corrupción.
Totalmente cierto, pero nuestro político metido a columnista por un día podría haberse dado cuenta de todo ellos mucho antes. Por ejemplo, cuando medraba tanto en la política española como entre los eurócratas del Parlamento Europeo.
Otro acierto de Borrell:
Pero el punto más débil es la elección de los candidatos a los puestos de representación política y la exigencia de responsabilidad ante conductas reprobables o simplemente errores. El descrédito de la política en España proviene en buena medida del sistema electoral de listas cerradas y a ese adagio popular ya consolidado de que «aquí no dimite nadie». Los ciudadanos no votan a sus representantes; en la práctica, votan a partidos cuyas direcciones escogen a los componentes de las listas, que en su gran mayoría son desconocidos por los votantes.
Hemos de reconocer que Borrell es precisamente la excepción al ‘aquí no dimite nadie’, claro que él dimitió justo cuando no debía hacerlo. Tras vencer en las primarias socialistas en 1998 para ser el candidato de su partido a presidente de Gobierno, yo llegó a enfrentarse en las urnas con Aznar. Fue incapaz de enfrentarse al aparato del PSOE y cedió a favor de un Joaquín Almunia que resultó humillado en las siguiente elecciones generales. Eso sí, la dirección del PSOE supo premiar su sumisión encabezando la lista al Parlamento Europeo, tras lo que ocupó el cargo inútil pero bien remunerado de presidente del Parlamento Europeo. Sus lecciones teóricas estarían bien si estuvieran avaladas por unos hechos contrarios a los que protagonizó.
Pero el artículo que más suena a broma macabra, de pésimo gusto, es el que firma Jesús Eguiguren en El País, titulado Por amor a España. Y no sólo porque el presidente de los socialistas vasco afirme cosas como la siguiente:
El País Vasco va camino de convertirse, sino lo es ya, en el territorio con más grado de convivencia, más pacífico y con mejores expectativas económicas de toda España.
Si Eguiguren lo dice será por algo, claro que ese algo no es necesariamente la verdad. En absoluto. Que alguien le hable de territorio de convivencia y pacífico a quienes escuchan las renovadas amenazas de ETA o a quienes ven como se multiplican los homenajes a los terroristas.
Concluye:
Lo que conviene es dar salidas, dar expectativas a los problemas que quedan pendientes. Entre ellos, aunque no les guste a algunos, está el de facilitar que la izquierda abertzale se integre como una fuerza más y contribuya al fin de la transición. Tampoco puedo extenderme en ello. Sólo haré referencia a algo que me preocupa. La legalización del PCE fue la prueba de fuego de Suárez. La ley le obligaba a encarcelar a Carrillo. Lo dejó libre. Los partidos necesitan a sus líderes para madurar. En el caso vasco, la izquierda abertzale necesita también a sus líderes. Arnaldo Otegi es, el más significado de ellos. Está en la cárcel. Cumpliendo estrictamente con la ley y con la jurisprudencia, podría estar fuera. Su contribución a la Paz, y sobre todo, la contribución a la normalización futura, merece una reflexión sobre el tema. No lo digo por altruismo, lo pido por amor a España.
Ya sabemos. Eguiguren, henchido de amor a España pide que Otegi salga de la cárcel por su «contribución a la Paz». De la otra parte, la de integrar a la izquierda abertzale «como una fuerza más» ya se están encargando los socialistas pactando con los herederos de Batasuna en San Sebastián y algunos otros lugares. Todo «por amor a España». ¿Por qué será que a este humilde lector de columnas todo esto le suena a tomadura de pelo?
También en el diario de PRISA, Enrique Gil Calvo publica Socialistas, un artículo que arranca con una dos preguntas:
¿Tiene solución el PSOE? ¿Sabrán escapar los socialistas del agujero negro que ahora mismo les reduce a la impotencia?
El retrato que hace del partido de Rubalcaba es inmisericorde:
Últimamente, todas las noticias que protagonizan parecen condenarlos a la perdición: secesión efectiva del PSC, insumisión del PSG, politiqueo machista de Ponferrada, reanudación del sumario andaluz de los ERE… A día de hoy, su última hazaña ha sido su pacto contra natura con la coalición abertzale que gobierna en Guipúzcoa.
Tras augurar que en 2015 –este humilde lector de columnas no tiene tan claro como Gil Calvo que Rajoy vaya a acabar la legislatura– el PSOE volverá a perder escaños para ponerse por debajo de los 100 diputados, predice que los socialistas insistirán en repetir errores pasados:
Por eso es de imaginar que ante su impotencia el derrotado PSOE volverá por donde solía, en busca de alianzas contra natura con el independentismo nacionalista. O lo que aun sería peor, con una suicida unión de la izquierda a la chilena o a la griega. Lo cual terminaría por reducir a la irrelevancia el centenario socialismo español. Todo ello si no se logra invertir de aquí a entonces la autodestructiva degeneración actual. Pero para detener y corregir el rumbo presente haría falta liderazgo.
Un liderazgo que Rubalcaba no está en condiciones de desempeñar.
Concluye:
Lo que los socialistas precisan ahora no son personalismos tribales sino la recuperación de la representatividad. Es decir, la vuelta al trabajo de calle, tratando de resucitar el espíritu de aquellas Casas del Pueblo que nutrieron en el pasado a sus redes sociales. Y que hoy, cien años después, acogerían a la PAH y las mareas blanca y verde.
Pasamos ahora a El Mundo, donde Federico Jiménez Losantos se dedica a una de sus actividades predilectas: arrear a Mariano Rajoy. Lo hace en esta ocasión por la reunión secreta que mantuvo con Artur Mas el registrador de la propiedad metido a gobernante. El artículo se titula Rajoy es menos que Mas.
Desde 1977, el inquilino de La Moncloa se siente obligado, aun sin necesitarlo, a entregar dinero y soberanía al separatismo catalán: para que no matase como el vasco, para que no se separase del todo o para que «se sintiera cómodo» en España. El resultado era previsible: a España ya no le queda soberanía que enajenar y Cataluña es incapaz de gestionar las grandes sumas que le ha ido entregando cada Gobierno antes de votar los Presupuestos.
Concluye:
Se pensó que tras el 11 de Septiembre de 2012, el referéndum ilegal a la vista y 2014 como fecha fija para la independencia, los nacionalistas dejarían de pedir dinero. Error. Incapaces de vivir por su cuenta, seguros de que la debilidad de la costumbre o la costumbre de la debilidad abrirían una vez más las arcas del Estado Opresor para servirse a su gusto, Artur Mas, el hombre gris mandíbula, ha pasado por los predios de Rajoy imponiendo sus condiciones. Y Rajoy, que es menos que Mas, se muestra discreto, feliz, satisfechísimo. Milagro es que no se haya tirado al suelo a lavar los pies de los ruinosos y arruinados consejeros de la Generalidad. Otro año, con suerte, ya no será.
Fernando Sánchez Dragó, también en el diario de Unidad Editorial, dedica al corralito chipriota un texto que tiene por divertido título Golfos apandadores. Afirma de forma contundente:
El pasado lunes terminó la Edad Contemporánea y comenzó otro ciclo de la Historia Universal. La prensa se hizo eco del asunto, pero sin subrayar su significado ni reparar en sus consecuencias. Otras noticias mucho menos trascendentes le arrebataron el protagonismo (…) Lo de Chipre, en cambio, traerá larga cola: la del corcel de Breno. ¡Y los gansos del Capitolio tan calladitos! Estremece escuchar el ensordecedor silencio de los políticos y los agitadores de esa entelequia a la que llaman opinión pública.
Añade:
Lo de Nicosia también tiene nombre: se llama robo. ¿Recuerdan a los enemigos de Mickey Mouse? Están ahora en Bruselas. Atracos a mano armada ha habido muchos a lo largo de la Historia, pero es la primera vez que se perpetra un atraco a manos de instituciones supuestamente democráticas. No sólo Jesús; también Marx resucita. Lo de Chipre es leninismo en estado puro. Quien tenía en el banco 199.999 euros tendrá ahora menos dinero que quien tenía 100.000. Se demoniza el ahorro y se castiga el trabajo para que los piratas de la Unión Europea sigan chupando de la teta de la incautación de bienes y de la triple y discriminatoria imposición fiscal.
Concluimos nuestro repaso diario a las columnas con Ángela Vallvey, que publica en La Razón, un artículo titulado La jueza. Trata, por supuesto, que la togada que está dispuesta a todo (siempre que sea legal) con tal de sacar a la luz las corruptelas del tremendo caso de los ERE de Andalucía:
La jueza del caso ERE en Andalucía, Mercedes Alaya, está acostumbrada a aplicar la Ley desde que tenía una edad en la que otros sólo practican la cata del calimocho. A mí me gusta esa mujer seria y elegante que está llevando entre las manos un caso que es un ascua ardiendo recién salida de los estercoleros político-económicos de esta España mía, esta España nuestra (ay, ay).
Concluye:
Estamos listos si albergamos la esperanza de que sean las urnas las que repartan justicia sobre los corruptos. Allá por el siglo IV a. D. C., decía Aristóteles en su «Ética a Nicómaco» que la justicia es la perfecta virtud porque involucra a todas las virtudes humanas. O sea, que… o la jueza Alaya imparte justicia o -en caso de que la esperemos de la urnas- podemos esperarla sentados.