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Algunos días no hay ningún tema que domine los espacios de opinión de la prensa de papel española. Y casi que se agradece, puesto que a veces ya se comienza aburrir uno cuando se enfrenta a la sexta o séptima columna sobre el mismo asunto. El 11 de abril de 2013 es una de esas jornadas, en las que nos encontramos con una ‘macedonia’ de temas en los que cabe desde la trayectoria política de Jorge Verstrynge hasta los planes expropiadores de socialistas y comunistas andaluces, pasando por el escrache y los negocios de la familia Pujol.
Sobre este último asunto escribe el director adjunto del auto denominado ‘diario de la la Catalunya real’, Juancho Dumall. Publica en El Periódico una columna titulada Los Pujol nos deben una explicación.
Dice de Jordi Pujol Ferrusola:
Pero el informe de la Agencia Tributaria conocido ahora supone un salto cualitativo. El hijo mayor del expresidente de la Generalitat movió mucho dinero en países que van desde Suiza a las Islas Caimán, desde Luxemburgo a Gabón. Muy bien, eso no quiere decir que haya delito si, como asegura Pujol, su «intensa actividad mercantil» ha sido transparente y declarada al fisco.
Recuerda que otros dos hijos del doble catalán del Maestro Yoda, Josep y Oleguer, regularizaron cinco millones de euros y que un cuarto, Oriol, fue imputado por el caso de las ITV. Añade que:
Sugiere que en el entorno directo de quien fuera presidente de la Generalitat durante 23 años se han hecho negocios muy lucrativos. Es decir, el apellido está dañado por acumulación.
Concluye:
Hubo unos años en los que periodistas y políticos manejaban la expresión ‘sector negocios de Convergència’, en referencia a las operaciones realizadas al calor del poder político. Admitamos que entonces había cierta permisividad con el binomio negocios/política. Se estaba construyendo una autonomía, un espacio nuevo del que surgían grandes oportunidades. Pero hoy ya no cuela. La transparencia es exigible a todos. También a los Pujol.
Curioso el razonamiento que dominó, según nos cuenta, en un pasado no tan reciente: la construcción de la autonomía justificaba el mangoneo a manos de los políticos que manejaban el proceso. En realidad no es muy distintos que quienes protegen a los corruptos de CiU actuales con la excusa de que denunciarles es atacar la ‘la construcción nacional catalana’. De hecho, en los últimos meses han sido frecuentes en ese mismo El Periódico los artículos en los que se pedía no informar sobre las corruptelas en Cataluña por dañar la convocatoria del referéndum independentista o se reprochaba a los medios madrileños de remover ‘mierda’ por contar unos casos cuya veracidad tampoco se negaba.
Tomamos el puente aéreo y arrancamos nuestro resumen madrileño con ABC. Ignacio Camacho dedica su artículo al registrador de la propiedad metido a gobernante, al que define como El optimista sobrevenido http://tinyurl.com/brm36nj . Tras recordar que, a diferencia de Zapatero y su ‘optimismo antropológico’, Rajoy siempre ha parecido un hombre «cauteloso y desconfiado incluso de su propia experiencia», añade:
Sin embargo en los últimos tiempos [Rajoy] ha dado en aventurar el fin de la crisis con una certidumbre casi ontológica, poniéndole además fecha en 2014 como quien apunta una cita en su agenda. Y ahí se mantiene, rocoso en el pronóstico, refractario a las previsiones europeas, a los informes bancarios, al pesimismo social, al eco infausto de los brotes verdes en la memoria ciudadana.
Señala el origen del nuevo optimismo de Rajoy:
Esta insólita confianza presidencial nace del criterio de los fontaneros de Moncloa, un grupo de pretorianos jóvenes y muy eruditos que ejercen de gurús en el entorno marianista. Tras escrutar a diario informes, estudios y curvas estadísticas y procesar un aluvión de análisis y datos con voluntad de alquimistas políticos están convencidos de que el año que viene se producirá -«salvo catástrofe imprevista», añaden- un punto de inflexión que abrirá claros nítidos y progresivos en la negritud del paisaje.
Pero no exime al presidente del Gobierno:
Es cuestión de creer o no creer; cada gobernante tiene los asesores que se merece.
Concluye:
Siendo como es persona sensata, debe de saber lo peligroso que es volver a vender humo. Después de todo lo que llevamos sufrido nadie le perdonaría que su optimismo obedeciese a la imprudente evolución de un pesimista mal informado.
Iñaki Ezkerra dedica su artículo a uno de esos personajes que ha sabido volver a un primer plano público tras una larga travesía por el desierto mediático, en la que se incluyen labores de asesoramiento al caudillo venezolano Hugo Chávez y el alquiler de habitaciones a alumnos suyos de la universidad donde es docente. Nos referimos a Jorge Verstrynge –por cierto, este humilde lector de columnas disfrutaba con sus clases, polémicas a la par que instructivas, cuando le tuvo como profesor–, nueva estrella mediática de los ‘escraches’. Ezkerra titula precisamente El caso Verstrynge:
Verstrynge quiere ser a los 64 años el líder radical de la izquierda que no fue cuando era mozo. Y la izquierda le está haciendo sudar la gota gorda. A mí es que este hombre me da como pena y apuro.
Lo de Verstrynge yendo a la casa de Soraya a montarle el numerito me recordó también a esas pruebas de fuego que los mafiosos hacen a los conversos para ver si están dispuestos de verdad a realizar un trabajillo sucio contra un representante del orden legal. Me recordó a las pelis de pandilleros en las que se le obliga al nuevo a hacer una machada para demostrar que es uno más. ¡Pobre Verstrynge! ¡Recorrer todo el arco político para esto! ¡Para acabar intentando, a la edad de la jubilación, que unos desgarramantas le concedan el título de pandillero callejero!
Añade:
No seré yo quien le regatee a Verstrynge ese diploma de progre desahuciado con el que sueña. Alguien, negándoselo cruelmente, ha dicho que lo que ha hecho este hombre es «pasar de un fascismo a otro». La frase pretende ser la repera de la lucidez y la ecuanimidad, pero es un cóctel de prejuicios. Insinúa que el cargo de secretario general de la antigua AP puede meterse en el mismo saco de las camisas negras y que la violencia antidemocrática es patrimonio de la derecha.
Tal vez quienes hacen ese comentario sobre el paso de un fascismo a otro conozcan mejor la trayectoria de Verstrynge que Ezkerra. Sin entrar en militancias en ciertos círculos de amigos que se rumorean sin que haya una confirmación por su parte, el propio aludido contaba en sus clases, y lo ha recordado en alguna entrevista, una juventud vinculada con la ultraderecha francesa del Norte de África durante su juventud en dicha zona del mundo.
Concluye:
Alguien ha hecho valer también contra Verstrynge el desprecio que mostró por él Alfonso Guerra cuando solicitó el carné del PSOE. ¿Pero quién es Alfonso Guerra para despreciar a nadie? ¿Qué autoridad moral tiene el hombre que, con su clan familiar, puso los polvos que han traído los lodos de la Andalucía de los ERE?
Pasamos ahora a La Gaceta, donde el casi siempre irreverente Fernando Díaz Villanueva publica Escrachando que es gerundio.
La temporada perrofláutica acaba de dar comienzo. Ha sido subir las temperatura por encima de los doce grados y ya tenemos a la parroquia nachojcolarina en la calle armándola.
Continúa:
Un grupete marxista-leninista-pensamiento Gonzalo formado por tres individuos es un movimiento social, mientras que el multitudinario Tea Party no es más que un ejército de zombies antropófagos teledirigido desde las oficinas de Merrill Lynch en Manhattan. Criminalizados o no, el hecho es que los tenemos ya en la calle y este año van sobrados de cosas de las que quejarse.
Finaliza:
Para entonces [un mes después de la publicación del artículo] estaremos a pocos días del segundo aniversario del 15-M, aquel año cero del perroflautismo hispano que marca un antes y un después en esa ciencia, la perroflautología, en la que un servidor es primera autoridad nacional. En dos años se han dado pasos de gigante. Hay todo un léxico de nuevo cuño esperando ansioso su entrada en el diccionario de la Real Academia. La última de las palabras, inventada o, mejor dicho, importada de la Argentina hace unas semanas, es escrache.
Bonito vocablo que admite versiones vernáculas para las nacionalidades oprimidas del Estado (escratx, eskratxe and so on) y que es sonora y dúctil. El sustantivo pronto ha pasado a su forma verbal. Así, un escrache es lo que practica un escrachador cuando escracha las sedes del PP en su centenaria lucha contra la sinarquía fascio-judeo-capitalista, ideología perfectamente escrachable, aunque sólo sea porque no existe y esta buena gente se la haya tenido que inventar.
Terminanos con Martín Prieto, que en La Razón escribe sobre la Receta de la felicidad comunista, a colación de la idea del gobierno andaluz de expropiar las viviendas a los bancos que desahucien a quienes no paguen la hipoteca:
El desahucio de menesterosos toca el corazón pero no es cosa de la inclemencia del Gobierno. Carme Chacón, como ministra de Vivienda inventó el «desahucio exprés» y juzgados especiales para tramitarlos como el rayo. La chica presumía de que así abría espacios en alquiler con los inquilinos en la calle. En aquellos años Ada Colau debía dedicarse a sus labores, y el único que escrachaba a los demás era Zapatero.
Concluye:
El Gobierno tiene muchos frentes pero no debiera dejar pasar este comunismo de andar por casa a lomos del dolor que retrasmiten sin descanso y por primera vez los telediarios. Con más dinero público los revolucionarios con bata de cola van a intentar expropiar a precio de ganga hasta al «banco malo», principal tenedor de tabiques. Chavismo no: huevonada.