¿Cómo era eso del país real y el país oficial? Sí, ya saben: cuando la información está controlada, los medios dan la versión oficial de las cosas, dando de lado lo que cualquiera puede ver con sólo salir a la calle -LEA EL TRASGO EN LA GACETA-.
Y no, no estoy hablando de El País, sino del país, aunque también vale, y muy especialmente, para el buque insignia del Grupo Prisa. Leo en su versión online que “Francia aprueba el matrimonio gay”, lo que es noticia a medias, porque tocaba y se sabía. Lo que no se esperaba, lo que ocuparía la primera de cualquier periódico que no tuviera más ganas de colocar su agenda que de informar de lo que pasa, es que media Francia se echara a la calle en contra del proyecto. Y ahí sigue, con ese espíritu de revuelta callejera y espíritu público que rebosa nuestro vecino del norte. Las protestas no llegan, en el artículo de El País, hasta el quinto párrafo, aunque en Francia es el tema de conversación número uno y la primera evidencia para quien visite ahora el país, algo especialmente significativo por cuanto no es precisamente una sociedad especialmente religiosa ni en ella goza la familia de especial buena salud.
También lo es dada la escasa popularidad del presidente, François Hollande, en torno al 25%, la menor desde que existen sondeos fiables. Pero la cosa no es privativa de la información internacional ni, ay, de la izquierda. Si aceptamos como derecha a La Razón o a ABC –algo a lo que me niego terminantemente–, hay que decir que ambos diarios conservadores –en el sentido de conservar las gracias del poder– viven a tantas leguas del país real que dudo que consigan atisbarlo con un telescopio.
El Marhuenda’s Time da una noticia real, pero en su segunda acepción: “Recuperación real”. Se refiere, claro, al Rey, aunque no descarto que este Maquiavelo de arrabal haya querido jugar con el doble sentido. Si es así, más le valiera atarse al cuello una rotativa y arrojarse al Manzanares, que no puede resultar más hiriente hablar de recuperación real cuando el Gobierno falla una y otra vez en evocar una recuperación imaginaria. Esto, digo, cuando el resto de periódicos abre con números, y números de hacerse cruces.
El País pone un toque de esperanza, al menos aparente: “Bruselas ofrece a España dos años más para reducir el déficit al 3%”. Lo que faltaba, que le den tiempo a esta banda. El Mundo, más sensacionalista –aunque no menos exacto– tira por la metáfora y titula “Los Presupuestos de 2013 se vuelven papel mojado en abril”. ¿En abril? No estaba seca la tinta y ya eran papel mojado para cualquier economista con un mínimo de sensatez.
“Guindos prevé que la economía caiga hasta el 1,5% este año”, alegra la primera de La Vanguardia. Para echarse a temblar, viendo como puede ver quien tenga memoria o acceso a las hemerotecas que las previsiones de estos señores siempre yerran –y mucho– por el lado del optimismo. Y mientras todos estamos con cifras de echar a correr, Marhuenda nos informa de que el Rey está mucho mejor. Pues no sabe cuánto me alegro, don Francisco. Y, nada, si algún día quiere bajar adonde estamos el resto de los españoles, ya sabe dónde nos tiene.
Por su parte, ABC informa del asunto en su portada, pero al revés, citando a Montoro: “El Gobierno no se va a relajar en la reducción del déficit”. Lo que me plantea un dilema. A ver, tradicionalmente las declaraciones de un ministro son, casi por definición, noticia. Pero dudo cada vez más que sean información en el caso de este gabinete. Desde la victoria de Rajoy aquí, uno podría hacer casi un periódico entero a base de decir exactamente lo contrario de lo que dice el Gobierno, y acertaría mucho más que con lo contrario. ¿No es colaborar al engaño dar por buenas las declaraciones de un sujeto que no ha dado una desde que se hizo con la cartera? Preguntas, preguntas…
Y una pregunta, por seguir con el tema que nos ocupa, es qué entiende El País por “realidad”. No, lo digo por el titular de su primer editorial, “De vuelta a la realidad”, donde se congratula de que la UE nos haya dado dos años más para ajustar el déficit. Reza el subtítulo: “Dos años más para cumplir el déficit favorecerían el crecimiento y aliviarían tensiones autonómicas”. Y yo me pregunto: ¿cree El País en realidad que dentro de dos años habremos reducido el déficit al 3%? ¿Cómo? Leo: “El ejemplo de España ha sido decisivo para favorecer esta rectificación o modulación de la austeridad a ultranza que, se mire como se mire, ha fracasado”.
Quizá hubiera fracasado si hubiera habido austeridad de la buena, que ya se ve que no. ¿O usted llamaría austero a alguien que recorta en el dinero de más que va a gastarse sobre lo que ingresa? Imagine que me llama usted la atención por endeudarme hasta las cejas y le contesto, muy contento, que antes gastaba ciento veinte ganando cien y ahora solo gasto ciento quince, en un esfuerzo ímprobo de austeridad. Pensaría que estoy loco o soy un sinvergüenza. Pues eso.