Usted no tiene por qué estar al tanto de lo que se cocina en las redacciones, pero ya estamos nosotros para contárselo. Por ejemplo, esas apuestas sobre quién es el futurólogo al que ha contratado Paco Marhuenda para los editoriales de La Razón -LEA EL TRASGO EN LA GACETA-.
O adivino, si prefiere. Octavio Aceves, Paco Porras, Rappel… Es que el otro día, con todo el país conmocionado por las pésimas previsiones económicas del Gobierno, La Razón abría así: “El desempleo bajará al 14,9% y el PIB subirá el 3,2% en 2019”. No, no es una errata: 2019. ¡Dentro de seis años! Es asombroso, porque los economistas de más fuste han sido incapaces de vaticinar los efectos de la crisis a seis meses vista, pero en La Razón ya prevén lo que ocurrirá ¡en 2019! Y por supuesto, será bueno, tanto que no hay quien se lo crea.
Si Marhuenda cree que con estas cosas hace un favor al Gobierno, que se lo haga mirar. De todas maneras, es preciso reconocer que en esto de la futurología hay mucho aspirante con ganas. Por ejemplo, Almudena Grandes, que vaticina que el PSOE, cuando vuelva al poder, abolirá la reforma de la Ley del Aborto que Gallardón se propone hacer. Dos predicciones, pues: una, que Gallardón reformará la ley, cosa que de momento es sólo una promesa (incumplida); la otra, que el PSOE volverá al Gobierno y anulará a su vez la reforma para volver al aborto salvaje (el adjetivo lo ponemos nosotros, no Almudena).
A partir de ahí, la Pasionaria Lacrimosa desarrolla una singular teoría sobre la inmovilidad de la legislación. Clama así nuestra heroína: “Estoy cansada, amargada de vivir en un país anormal, donde nada progresa, entre otras razones, porque hay que cambiar la legislación de casi todo cada cuatro años, en un péndulo inmutable de rencores y desafíos”. Claro, claro: lo mejor es que nadie cambie las leyes, ¿verdad?, sobre todo las que hace uno mismo. Hay plumeros que se ven desde muy lejos. En realidad lo más complicado de la predicción de Almudena Grandes es eso de que el PSOE vaya a gobernar alguna otra vez, tal y como están las cosas. De momento, los relevos que le van saliendo al anciano Rubalcaba son más bien como de Beverly Hills, la serie aquella de los noventa.
Un Madina, por ejemplo. O una Beatriz Talegón, la nueva musa sentimental –porque muy racional no es– de la izquierda española. Sacaba ayer la agencia EFE una entrevista con Beatriz en la que la bella anunciaba su disposición a llevar la púrpura sobre los hombros. También decía cosas tan jugosas como esta: “El capitalismo mata de hambre a millones de personas; es un monstruo que te va comiendo”. No digo yo que no, pero el socialismo tampoco se queda atrás. Con todo, lo más fuerte de Beatriz Talegón es la cara dura, porque ella misma lleva viviendo unos cuantos años a cuerpo de rey sin dar palo al agua.
En Periodistadigital, Alfonso Rojo le saca los colores –nunca mejor dicho– con los números en la mano: “La joven socialista percibió 39.311 euros netos en 2011 como asesora de la Dirección General de Asuntos Europeos de la Junta de Castilla- La Mancha en Bruselas. Según sus declaraciones, publicadas en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha, en 2009 percibió 42.281 euros netos por su cargo de asesora de asuntos europeos y en 2008, año en el que se incorporó a la Junta después de ser concejal en Cabanillas del Campo (Guadalajara), ganó 20.921 euros netos. La declaración presentada en 2012 demuestra que, pese al cambio de Gobierno tras las elecciones de mayo, ella ganó más de 39.311 euros en la oficina de Bruselas, órgano que posteriormente suprimió el nuevo Ejecutivo regional. Y ahora vive en Viena, a cuerpo de reina y con sueldo y regalías pagadas por la Internacional Socialista”. No me extraña que esta chica diga que el capitalismo es un monstruo.
Y ahora pasemos a asuntos mayores. Las grandes palabras están para las grandes ocasiones. Por ejemplo, la palabra gilipollas. La cosa viene a cuento de esa concursante de Gran Hermano 14, una tal Argi, a la que, para blasonar de conciencia reivindicativa ante sus compañeros, no se le ocurrió mejor cosa que decir que ella sólo ha ido a una manifestación en su vida: una concentración para pedir que vuelva ETA. La estupidez tardaba sólo unos segundos en llenar las redes sociales. La Asociación de Víctimas del Terrorismo ha pedido que se expulse a esa chica del programa. Si yo fuera Vasile, lo haría sin dudar. Pero, claro, yo no soy Vasile. De hecho, si yo fuera Vasile tampoco programaría ni una edición más de Gran hermano. ¿Sabía usted que España es el país del mundo –¡del mundo!– que más ediciones conoce de este reality-show? Sólo en España hemos caído tan bajo. Lo cual seguramente explica muchas cosas, empezando por la existencia de personajes como la moza esa.
Por cierto, y ya que de terror y horror hablamos: ayer mismo el artista Omar Jerez –el que en diciembre recreó el zulo de Ortega Lara– montaba una performance en el casco viejo de San Sebastián para homenajear a las víctimas de ETA. La historia consistía en pasearse por esos andurriales simulando llevar un cadáver y maquillado, y con las ropas destrozadas como si hubiera sido víctima de un atentado. Omar Jerez ha dicho que su deseo es rendir tributo a los asesinados en ese barrio y, de paso, poner de relieve el contraste entre sus muertes y las herriko tabernas, donde se homenajea a los asesinos. Un par.