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El largo (en Madrid) puente del 1 y 2 de mayo de 2013 no ha relajado a los columnistas de la prensa de papel española. Al contrario, las secciones de opinión de los diarios impresos llevan el 3 de mayo algunos artículos que pueden ser calificados de artillería pesada contra varios personajes de la política. Por supuesto, Rajoy recibe su parte, pero también el duo Montoro-De Guindos y el comunista Sánchez Gordillo. El nivel de los textos varías, los hay desde educados y brillantes hasta otros que rozan, si no superan, el mal gusto y parecen más un desahogo personal que un escrito periodístico.
El último caso es el de Juan José Millás, que en la contraportada de El País publica El burdel, un texto contra Rajoy que por su estilo puede incluso molestar a quienes sienten poca o ninguna simpatía por el registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante. Arranca planteándose si el Rey le pregunta a Rajoy «de dónde saca el cuajo con el que gobierna o desgobierna este pobre país». Y eso es sólo el aperitivo:
Es que si nosotros, usted y yo, ciudadanos corrientes, tuviéramos un familiar, un amigo, un vecino que disparatara con la soltura del presidente y en direcciones tan opuestas, hablaríamos, si no con él, con su mujer, sus hijos, su médico de cabecera, para alertarles de lo que ocurre, por si hubiera que tomar medidas de carácter clínico antes de que acabara con su prestigio y con el de su entorno.
Si esto no es llamar loco o demente a Rajoy, no imaginamos que puede ser. Pero no se queda ahí. Imagina la razón por la cual Juan Carlos I no hace la incómoda pregunta al inquilino de La Moncloa:
Rajoy podría sacarle entonces al Rey lo de Urdangarin y lo de Corinna, y hasta lo de su vieja amistad con Mario Conde, por citar tres o cuatro menudencias, y quedarían en tablas.
Dedica varias frases más a Rajoy:
Empieza a parecer la versión triste del payaso alegre de Montoro. No se le conoce una verdad, y en ningún ámbito, desde que le hacía la oposición a Zapatero.
Después busca otros objetivos:
Gallardón se excita como un loco imaginando el número de mujeres que puede encarcelar con la nueva ley sobre el aborto y Esperanza Aguirre, también en plan disciplina inglesa, saliva insultando a los jóvenes que se ven obligados a abandonar el país.
Concluye:
¿Por qué no nos convertimos de una vez en el burdel económico-venéreo de esta Europa prostibularia?
Pasamos ahora a ABC, diario cuyos articulistas dan cada vez menos tregua al Gobierno marianista (las portadas y los editoriales ya son otra cosa). Manuel Martín Ferrand titula La parejita, que no es otra que la formada por Luis de Guindos y Cristobal Montoro.
En el Gobierno de Mariano Rajoy, una versión de Robinson Crusoe en la que Soraya Sáenz de Santamaría actúa de Viernes, hay una pareja forzada por los acontecimientos. La integran los titulares de Hacienda y Economía. Cristóbal Montoro y Luis de Guindos son antitéticos.
Es duro pero certero, al menos en opinión de este articulista, este divertido diagnóstico del articulista:
Montoro y De Guindos, que debieran ser como Zipi y Zape y formar la pareja estelar del Ejecutivo, tienden a comportarse como Tom y Jerry.
Añade:
Pierden su tiempo en anularse mutuamente y eso, posiblemente divertido para un observador europeo, es dramático para un ciudadano español, especialmente si se trata de un parado, un pensionista y, sobre todo, un contribuyente.
Concluye:
Lo peor que puede pasar, dice Aguirre, es que los ciudadanos piensen que «no hay ninguna alternativa eficiente para salir del hoyo en que está sumida la economía española». Iniciar esa «reforma radical» por el Consejo de Ministros no sería un mal asunto. Las casas no se comienzan por el tejado; pero en política es conveniente, por ejemplaridad y rigor, empezar de arriba abajo.
También en el diario madrileño de ABC, Hermann Tertsch escribe un duro artículo. Su crítica, sin embargo, tiene como objetivo las televisiones por invitar de forma frecuente a un deleznable totalitario populista que odia tanto la propiedad privada como adora a los peores dictadores comunistas que quedad vivos. La columna se titula La gloria televisiva. Arranca imaginando que el presunto pedófilo detenido en Zaragoza por compartir más de 500 archivos de pornografía infantil y por espiar a sus vecinos termina convirtiéndose en una estrella invitada por las televisiones para ser entrevistada de forma frecuente.
Acto seguido ya profundiza en la cuestión que realmente quiere tratar. El lúcido articulista ironiza:
También las víctimas de la violencia sindical parecen inocentes a primera vista y después resulta que son culpables de las agresiones que sufren. Por querer trabajar el día en que otros querían huelga.
Se refiere a las cajeras de Mercadona que sufrieron las acciones de los piquetes del alcalde comunista de Marinaleda:
Sí, este Sánchez Gordillo, un delincuente más que ha visto cómo el delito y su apología ya le lanzan de nuevo a la gloria televisiva. Él no viola sexualmente a mujeres. Sí viola su derecho a trabajar y su libertad y su propiedad. Y también la de muchos hombres. Y de muchas familias secuestradas por el régimen talibán que le han dejado crear en esa zona de miseria andaluza, laboratorio del caciquismo leninista.
El año pasado, tanto se le entrevistó que dio el salto a televisiones extranjeras. Potenciales inversores y posibles compradores de propiedad en España vieron a este iluminado del pleistoceno ideológico pavoneándose de que ninguna propiedad está segura en España y ninguna ley le frenará de ocupar, arrebatar y acosar. Y parece cierto. Un magnífico favor para la economía andaluza la de este socio del presidente Griñán. Como Jorge Verstrynge o Ada Colau, otros promotores de la violencia del acoso y la coacción.
Concluye:
Profesionales de la agitación contra la ley que dan lecciones de bondad. Todos ellos partidarios de violar la intimidad de sus víctimas con más violencia que el pedófilo informático. Todos están en la gloria televisiva. En una España en la que todos se quejan de la impunidad del prójimo. En la que todos se lamentan de la ciénaga de fracaso y desánimo en que se convierte una sociedad que no respeta las leyes ni se respeta a sí misma. Pero todos aplauden, disfrutan y promueven el canto al delito impune sentados en el sofá ante el televisor.
Y Sánchez Gordillo es también el protagonista de la columna de Alfonso Merlos en La Razón, titulada El forajido ‘vaguete’:
Se compara con Gandhi, se ha venido arriba en el arte del asalto a la propiedad privada, en cuatro días va a pedir en serio el Nobel de la Paz; y es que, como todo el mundo sabe, aquel legendario líder espiritual fue condecorado porque se entregaba a recorrer la India asaltando mercadillos, aterrorizando a dependientas y ocupando terrenos que no eran suyos. ¡Qué difícil es encontrar un personaje y un panorama más estrafalario, más chusco, más decadente, más demodé!
Dice de él:
El bandolero que saca tiempo de cuando en cuando para pegarle un palo a algún establecimiento comercial o allanar una finca (¡para así reflotarla económicamente, dice!) es incapaz de sacar unas horas para currar en aquello para lo que le pagamos. En Marinaleda ya se sabe desde hace años que el señorito no tiene necesidad de convocar plenos porque aquello va de cine (¡para los comunistas que le bailan el agua, claro!). Y como diputado presenta una iniciativa en todo el periodo de Gobierno de Griñán. Impresionante. Pero seguro que superable por algún otro manta que no andará muy lejos.
Concluye:
Dejémonos de rodeos. Sánchez Gordillo, en esta España que con tanta facilidad y de manera tan errática crea falsos héroes, queda retratado desde hoy como un holgazán, un zángano, un político indolente, un cuatrero con pañoleta palestina en busca del aplauso fácil. Y del sueldo público más fácil todavía. ¡Qué país!
Federico Jiménez Losantos dedica su artículo en El Mundo, titulado Empiezan los nervios, al Ejecutivo de Rajoy. Eso sí, hay espacio para comentar el modo de trabajar de los medios:
Es natural que para almohadillar la deserción de los lectores, casi tan acusada como la de los presuntos afiliados sindicales, los periódicos de papel publiquen encuestas y entrevisten a líderes dispuestos a opinar, que son los que ya no dependen de la política para vivir. Por ejemplo, González en el PSOE o, como Aznar no suele estar, Esperanza Aguirre en el PP.
Añade:
A Esperanza Aguirre le basta decir en voz alta lo que votantes y no votantes del PP piensan para sí o debaten en tertulias amicales, no muy distintas de las de los medios, salvo por ser más imprevisibles: «El PP debería empezar a aplicar su programa». ¡Como que es el único sin estrenar!
El marianismo de guardia y la cofradía sorayina han salido a morder como leoncitos lerdos, pero, ayunos de guión, diciendo una cosa y la contraria: que el PP está aplicando su programa y que no lo aplica; que se ha aplicado la parte que se ha podido y que no se ha podido aplicar nada, por culpa de ZP, faltaría más.
Concluye:
Pero contra la pereza que ayer no había y hoy sobra, sólo hay un antídoto: los nervios de los futuros candidatos. Saben que, si Rajoy no rectifica ahora, el año que viene será tarde.
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