El economista y periodista Juan Ramón Rallo publica en el Mundo el 7 de mayo de 2013 un duro artículos sobre la política económica del Gobierno. Se titula La alergia del Partido Popular:
La misión del Gobierno no era diseñar la economía española del futuro, sino únicamente bajar impuestos, bajar el gasto y liberalizar todos los hiperregulados sectores económicos para que familias y empresas tuviesen más fácil levantar la cabeza y readaptarse a los nuevos tiempos. No se trataba, en suma, de que Rajoy nos sacara del agujero con una inexistente varita mágica, sino tan sólo de que no nos hundiera más. Pero, situándose a la izquierda del programa electoral de Izquierda Unida, optó por traspasarle su vergonzoso agujero presupuestario a un debilitado sector privado en plena reconversión.
Sostiene que el actual Gobierno es, en la historia de España, el que más ha incrementado el endeudamiento en un año. Define esto: «Fiasco sin atenuantes con una causa bien tasada: la incontrolable alergia que siente este liberticida PP a adelgazar el Estado».
No se deje engañar: ése, y no otro, es el único motivo por el que Rajoy ha machado inclementemente a la sociedad española con sus salvajes gabelas. Aun cuando nos creyéramos la propaganda popular de que ha sido Montoro y no Draghi quien ha evitado nuestro rescate, lo cierto es que España en ningún caso necesitaba situar su IRPF a los niveles más elevados del mundo: le bastaba con minorar su gigantesco déficit.
Añade:
Que Rajoy optara por trasladarles la factura del multidespilfarro público a los mermados ciudadanos que le votaron para que hiciera todo lo contrario no fue un desideologizado imperativo económico sino un antieconómico imperativo de la ideología intervencionista y anti libre mercado de este Gobierno.
Concluye:
Nuestra recuperación no pasa por agravar nuestros desequilibrios de partida, sino por ponerles fin. Y para ello necesitamos un sector privado mucho más vigoroso y libre y un sector público mucho más pequeño. Justo lo contrario de lo que nos ofrece el PP. Es hora, pues, de que la muy necesaria austeridad la sufra el Estado. Es hora de bajar los impuestos ya.