Cosas jugosas en la prensa de ayer mismo. Aquí está LA GACETA para contárselas a usted. Pero antes me permitirá que me entregue a una pequeña satisfacción personal -LEA EL TRASGO EN LA GACETA-.
Verá usted, señora, caballero. Cuando Jorge Verstrynge apareció en El Gato al Agua y Hermann Tertsch montó la tremolina con aquel aire de dignidad herida, este servidor se acercó a Javier Algarra, que es persona siempre benevolente y templada, y le espeté: “Me juego contigo dos cañas y una de Jabugo a que Hermann ha montado este pollo para poder marcharse a otra cadena”. “¡No, imposible! –exclamó Algarra con su natural bonhomía–. ¡Hermann es un hombre de principios!”. “Y yo te digo –le insistí– que todo esto es para buscarse una coartada y poder marcharse a otro sitio”. Algarra, incorregible, negaba con la cabeza.
Pues bien: el lunes por la noche Hermann Tertsch debutaba en esa cadena que está usted pensando y cuyo único horizonte parece ser copiar a Intereconomía. Tuvo gracia la cosa, porque el conductor del programa, recibiendo a portagayola, le preguntó: “¿Hay alguna relación causa-efecto entre su incorporación a este programa y una pelea dialéctica con Verstrynge? No tiene nada que ver, ¿verdad?”. Interesante pregunta, en la que el propio interrogador señala cuál ha de ser la respuesta. En fin… Algarra me debe una caña y una de Jabugo.
Verstrynge, como usted sabe, se ha puesto muy de moda no sólo porque aparece en El Gato al Agua –con la consabida división de opiniones–, sino también porque, como informaba LA GACETA este fin de semana, los del 15-M le quieren echar el lazo para que abandere su intento de hacer política. Y no sabe don Jorge dónde va a meterse, porque, por el camino, hemos descubierto que el 15-M, los indignados y toda esa historia son en realidad una oscura maniobra de… ¡la derecha! Sí, sí: lo ha dicho en una cadena de radio argentina Beatriz Talegón, la secretaria general de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas.
Cito textualmente: el 15-M “ha sido abrirle la puerta a la derecha para que ahora arrase con todo el Estado del Bienestar y con todos los derechos adquiridos. Hay voces ya y algunos ya lo decíamos en su momento, y yo no soy muy amiga de las teorías conspiratorias, pero yo en aquel momento de ir a las manifestaciones y a las asambleas empecé a ver cosas que me hacían preocuparme, y ahora ya se dice con más fuerza. Hay quien plantea que detrás de todo esto puede incluso que esté la derecha”.
Dicen las malas lenguas que la hermosa Beatriz se plantea escribir Los protocolos de los sabios de Talegón. Aquí ya tenemos dicho que a la izquierda le están pasando últimamente cosas misteriosas, inquietantes, empezando por una pavorosa incapacidad para hilar dos ideas coherentes en un solo discurso. Los hay que, ante la incapacidad, optan por la “conspiranoia”, como Talegón, y además los hay que, ante la impotencia, deciden versificar sobre la mar y los peces. En el medio periodístico ha causado estupefacción –y una cierta envidia– la salida de Rosa Montero, que el otro día, en El País, se preguntaba qué es la verdad –así se titulaba el artículo– y contestaba de aquesta guisa: “Es verdadero mi convencimiento de ser una más entre muchos; de pertenecer a esta modesta cosa que es lo humano; y es cierto, en fin, que soy capaz de escribir esta ñoñería sin avergonzarme (o sólo un poco) mientras miro llover en Buenos Aires y disfruto de la alegría de estar viva”. ¡Jolines! El día que a mí me paguen por escribir “mientras miro llover en Buenos Aires” me consideraré un hombre plenamente realizado.
A propósito de escribidores realizados, me va a permitir usted un leve reproche al maestro Alvite, en La Razón, que desde que ha dejado de hacer novela negra ha perdido mucha calidad. Ayer se descolgaba con un artículo sobre Angela Merkel: “La lucidez y la regla”, se llamaba. Y la regla en cuestión era… el periodo menstrual de Angela Merkel. Lo que usted lee. “Lo malo será que a la señora Merkel la lucidez tarde más en venirle que la regla”, cerraba Alvite su amarga queja contra la, a su juicio, prepotente política exterior alemana. Maestro, por favor, no caiga usted tan bajo o acabará convertido en uno de esos personajes suyos de la barra del Savoy.
Otro que ha caído bajo: Joan J. Queralt, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Barcelona, que arremete sobre el asunto del aborto en El País y deja una perla como la siguiente: “Los fetos, como sabemos, no son personas. Se es persona cuando se nace, tal como reza la legislación civil; sin nacimiento no hay personalidad según secular legislación”. Vale. O sea que si no estás en el registro, no eres persona. ¿Y eso te da derecho a aniquilar al sujeto? Los fetos pueden no ser personas jurídicas –según como se mire, porque otros dicen que sí–, pero en todo caso son seres humanos –aunque Bibiana Aído diga que no–. Esta forma que tienen los abortistas de darle la vuelta a la lógica es realmente estomagante.
El artículo de Queralt se titula “La mujer vuelve a perder”. Sí, desde luego: vuelven a perder las mujeres a las que no se les permite nacer. Y los varones, también. Cerramos con la última propuesta de Luis María Anson: que el Rey encabece una reforma de la Constitución. Atención al procedimiento: “Para poner en marcha la reforma constitucional –dice Anson sobre el Rey– necesita el encargo expreso del presidente del Gobierno. Corresponde a Mariano Rajoy encomendar al Rey que arbitre y modere la estrategia adecuada para reformar la Constitución. Si el líder del PP no lo hace, la Historia se lo demandará. El Rey, por lealtad constitucional, debe esperar a que el presidente del Gobierno mueva ficha”. Eso sí es tener paciencia: esperar a que don Mariano mueva algo.