Son dos los periódicos del papel que compiten por ejercer de portavoces del gobierno marianista, si bien tienen estrategias diferentes. La razón es ‘disciplina’ pura, sin apenas fisuras en su apoyo al número 13 de la Calle Génova y a La Moncloa. ABC, por el contrario, se comporta de igual manera en todo lo referido a sus portadas y su línea editorial, pero entre sus articulistas permite un alto nivel de críticas al Ejecutivo. No son pocas las columnas en las que se ataca con dureza a Rajoy y a los miembros de su gabinete. Y parece que esta estrategia le funciona al diario madrileño de Vocento a la hora de conseguir que los ministros hablen con sus periodistas.
Mientras que en ninguna columna del diario de Marhuenda encontramos confesiones de miembros del Gobierno, en dos de las que publica ABC el 9 de mayo de 2013 sus autores nos transmiten las confesiones de otros tantos miembros del Ejecutivos. Y una de ellas es una sonada queja contra Telecinco.
Empecemos con esta última confesión. Mayte Alcaraz publica una columna cuyo título ya lo dice todo, Es telecinco, estúpido, y que no es otra cosa que la reproducción de una comida de sobremesa con un ministro al que no no identifica de forma concreta. Se tratan varios temas. Así arranca con la mala relación entre el registrador de la propiedad que creíamos metido a Gobernante con Esperanza Aguirre y el extremeño Monago. Y no parece que en el propio Gobierno haya unanimidad en apoyar la intransigencia de Rajoy con las críticas internas en el PP:
Es que lo de José Antonio y Esperanza es la espuma. Incluso muchos le hemos dicho a Mariano que en los partidos es muy saludable que alguien cante la gallina al jefe, aunque al jefe no le cale. Pero eso no es lo más importante que está pasando.
¿Y qué es lo más grave que está pasando para los intereses del Gobierno? Pues ni más ni menos que el trato que le da Telecinco:
Es que Mariano no se enfrenta con Rubalcaba, Rosa o Merkel. Mariano se enfrenta cada día con Telecinco. Es el nuevo ágora donde se imparte sectarismo, odio y mensajes antisistema que disparan contra la línea de flotación de la democracia. Personas sin oficio pero con mucho beneficio trepanan los oídos de la calle, bastante mortificada ya por nuestros recortes.
Lamenta el anónimo ministro que Rajoy no le conceda a TVE «la importancia que merece», al tiempo que niega que el PP hay terminado con el pluralismo en dicha cadena y que la haya llenado de comisarios políticos:
No solo es mentira sino que somo autistas. Nadie nos oye cuando decimos que si en Zarauz o en Figueras se deja de ver «Cuéntame» estamos perdidos. Porque eso hace España. Vertebra al país. Mucho más que las ruedas de prensa de Soraya o los tuits de Pons. Y mientras, Telecinco le hace la campaña gratis a Colau o a Gordillo…
A esto apostilla Alcaraz:
Nada que añadir.
El otro confesor de un ministro es Ignacio Camacho, que en Esperanzas incluye una referencia a un diálogo con otro miembro del Ejecutivo también sin identificar al tiempo que hace una encendida defensa de la presidenta del PP madrileño.
El Gobierno ha hecho autocrítica de aquella comparecencia suicida en la que el dúo Sacapuntas dibujó a los españoles un panorama funerario. «Teníamos que vender -confiesa un ministro- la buena noticia de que Europa nos relajaba el déficit más de lo que esperábamos, y resultó un desastre apocalíptico. Lo sabemos». Le pregunto, mientras chispea sobre Madrid un cielo panza de burra, de quién fue la culpa del error/horror, y dice piadosamente que se trató de un planteamiento confuso en el que Guindos y Montoro se repartieron mal los papeles.
Dedica su último párrafo a comentar la labor «de Pepito Grillo» de Esperanza Aguirre y concluye:
El otro día confesó en privado que abandonó «porque contra Zapatero podía sostener un discurso pero contra Rajoy no». En el partido la acusan de deslealtad pero casi todos saben que lleva razón. «Bajaremos los impuestos antes de lo que hemos dicho», asegura tranquilizador el ministro confidente. Pero eso sólo lo pueden decidir tres personas: Rajoy, Nadal y Montoro. Y ninguno parece estar convencido… por ahora.
Pasamos ahora a La Razón, donde Martín Prieto sarranca su columna Mariano Rajoy, el estilita con una pequeña crítica al presidente del Gobierno. Tras señalar que en la valoración del CIS se sitúa por debajo de los líderes de G-Bai, ERC, Bloc y Foro, añade:
El presidente derrotado demoscópicamente por la antigua guía de teléfonos, o el regreso de la sopa de letras de nuestras primeras elecciones.
Sin embargo, al final es el elogio de aquel a quien se nos presenta como alguien dispuesto a sacrificarse a sí mismo por el bien del país:
En plasma o en carne mortal es un estilita, autoaislado de las agitaciones, anacoreta atento y sabedor de que o se incinera o acaba como el mejor estadista del Régimen junto a Adolfo Suárez, en distintas batallas igualmente apocalípticas. El presidente se explica muy bien en Cortes (donde tiene que hacerlo) aunque no le valoren quienes buscan líderes con lupa en la sentina de esta nao remada por pulgarcitos en vez de galeotes.
Alfonso Ussía dedica su columna a criticar a Rosa Díez, esa política a la que Rajoy trata en el Congreso con unas formas poco corteses y con una dureza que no utiliza para ningún otro miembro del Legislativo. El artículo se titula Un Parlamento. Recordando una polémica entre Emilio Romero y Jaime Campmany, define como personas que son ‘un Parlamento’ en sí mismas a aquellas que, en el periodismo o la política, cambian de ideología en diversas ocasiones. Añade:
Algo de eso le sucede a Rosa Díez, sorprendentemente sostenida y admirada en medios de comunicación que no perdonan los bandazos ideológicos de otros. Doña Rosa, la dirigente de UPyD, es también un Parlamento.
Recuerda su paso por el Gobierno vasco y que, cuando salió del mismo, cambió de actitud frente al nacionalismo:
Emergió una Rosa Díez crítica e incluso valiente, probablemente porque ya lo había perdido casi todo. Se expresa bien y encandiló a muchos, y ahora juega desde UPyD con todas las cartas de la baraja.
Lanza un crítica a un diario rival:
No obstante, se siente apoyada por uno de los grandes periódicos de España y sus columnistas, en ocasiones tan críticos con pequeños malos pasos, a ella le perdonan sus zancadas.
Se refiere, claro está a El Mundo. A este humilde lector de columnas siempre le ha llamado la atención esa costumbre de criticar a un periódico, o a un periodista, rival sin querer citar su nombre. Se nos antoja que se trata de una falta de educación cada vez más extendida en el periodismo español, y se nos hace especialmente grave en alguien que escribió en el pasado unos divertidos artículos que conformaron un ‘Tratado de las buenas maneras’. Concluye Ussía:
No me refiero a la coherencia como una consecuencia de la rigidez e inmovilidad. Se trata de otro tipo de desajustes. En mi opinión, la evolución de Rosa Díez en la política ha sido positiva, pero no puede establecerse su figura como paradigma del sentido común. Interpretarla es trabajo áspero y complicado. Ella es todo un Parlamento.
Y puesto que Ussía ya ha hablado de ese periódico, podemos pasar ahora al diario de Unidad Editorial. Allí nos encontramos con un Luis María Anson que, en España necesita un PSOE distinto, se deshace en elogios a la trayectoria pasada del Partido Socialista. Y lo ha hace desde la primera palabra:
La vertebración de la democracia pluralista en España se ha conseguido, en parte considerable, gracias al Partido Socialista Obrero Español. Única agrupación que ha gobernado en todas las Comunidades Autónomas, ha sido un modelo de respeto al orden constitucional.
¿Recuerda usted, querido lector, cuando el ABC dirigido por Anson clamaba un día sí y otro también contra el Gobierno de Felipe González? El antaño director de periódicos denunciaba de forma constante la corrupción socialista y los permanentes abusos del poder, así como sus pactos con los nacionalistas. Eso por no comentar sus duros editoriales contra los GAL (cuando mataban, no durante la instrucción contra sus miembros). Todo ello se ha convertido ahora en un partido ejemplar.
Su visión del PSOE actual es más negativa. Sostiene:
Si el PSOE no recupera la robustez, no será la alternativa real al PP. Como he escrito reiteradas veces, un Frente Popular ampliado se perfila en el horizonte con un Gobierno en el que los socialistas estarán mediatizados por Izquierda Unida y también por ERC y por el BNG si sus escaños resultaran necesarios para formar mayoría. Dejo entre signos de interrogación a UPyD.
Concluye:
Faltan dos años largos para las elecciones generales y las cosas pueden cambiar. Las profecías en política tienen una indeclinable vocación de error. Antes de las generales se celebrarán elecciones europeas, autonómicas y municipales que encenderán, tal vez, los faros de la alarma, anticipando una España gobernada por el Frente Popular. La fractura y la distorsión planeará sobre el futuro de la nación y nadie sabe, si el PSOE no recupera la robustez, quién pasará las hojas, tantas veces ensangrentadas, de la Historia de España. Ni cómo.
Victoria Prego retrata al Rajoy en Un presidente impávido y solo:
Por lo menos ha aguantado el tirón Mariano Rajoy. No sólo el tirón hacia abajo de sus propios números sino el tirón de la desolación exhibida en la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros de hace un par de viernes por lo más granado de su Gobierno, a saber: la vicepresidenta y los dos ministros económicos.
Tras señalar los efectos negativos que sobre la opinión pública tuvo aquella rueda de prensa, añade:
Y he aquí que llega el presidente al Congreso y parece que viene de otro planeta. Ayer repitió hasta la caricatura ideas como la de que pronto recogeremos lo sembrado, que las espinas están a punto de volverse rosas y que le sigamos por el camino trazado porque es seguro que es el que nos conducirá al éxito.
Concluye:
Rajoy se queda solo frente a la crisis. Y se queda solo porque quiere. Quiere jugarse el tipo solo, la reelección solo y el país entero él solo. Y jugárselo todo a esa apuesta en la que cree ciegamente. No se le puede reprochar tibieza, ni debilidad, ni actitud vacilante. Ni siquiera falta de discurso político, lo que ahora se ha dado en llamar relato: lo tiene. No es un discurso apasionante ni conquistador de ilusiones. Al contrario, es un discurso rocoso, incluso plúmbeo si se quiere. Pero ahí está. Rajoy lo dejó ayer plantado en mitad del Hemiciclo. Impávido. Impávido y solo.
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