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Estamos ante un peculiar día en los espacios de opinión de la prensa de papel española. El 10 de mayo de 2013, una de las periodistas de más estricta filiación socialista pide la cabeza de Rubalcaba, si bien es cierto que también lanza sus dardos contra Rajoy, mientras que el del ‘marhuendesco’ diario de la ‘disciPPlina’ nos encontramos una columna en la que se critica, y hasta se ridiculiza, a un miembro del Gobierno. Por supuesto, el nacionalismo catalán en general y Artur Mas en particular también tienen su hueco.
Tras los apuntes iniciales, arrancamos en esta ocasión con el auto denominado ‘diario de la Cataluña real’ y el artículo en el que una de las guardianas de las esencias socialistas en el periodismo español pide la retirarada del apparatchik que creyó que siendo secretario general se convertiría en un líder. La columna de Julia Otero se titula precisamente con el nombre de político en cuestión: Rubalcaba. Arranca de forma clara:
No soy nadie para dar consejos, pero si fuera Rubalcaba me marcharía.
Trufa, eso sí, su petición de retirada con constantes alagos a su inteligencia.
La primera frustración entre su electorado y sorpresa entre sus detractores fue su papel en el debate electoral con Rajoy. Lo perdió pese a ser más brillante y mejor orador.
Sostiene que su problema es que «no hay futuro para alguien con tanto pasado». Y los defectos de Rubalcaba le sirven para criticar al registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante:
La presencia de Alfredo Pérez Rubalcaba al frente de la oposición alimenta la legendaria pereza intelectual del presidente del Gobierno, al que le basta una simpleza como «¿por qué no lo hizo usted antes?» para zanjar cualquier planteamiento distinto del suyo.
Concluye:
Los socialistas pueden tener la tentación de imitar el inmovilismo de Rajoy, dejar que el tiempo haga su trabajo y que el presidente se cueza en su propio jugo. Pero no hay antecedentes de que eso dé resultados fuera del PP. Rajoy carece de liderazgo, pero dispone de tiempo porque tiene el poder y la mayoría absoluta. Rubalcaba puede tener muchas respuestas, pero siempre le perseguirá la misma pregunta: «¿Y usted qué hizo?». La gestión y el estilo de Rajoy piden a gritos un líder de la oposición que salte al ring sin una ceja abierta.
Pasamos ahora a La Razón, donde María José Navarro publica una columna titulada ¡Bingo! Nos cuenta uno de esos casos absurdos producto del creciente afán recaudatorio de la Agencia Tributaria, ese ente destinado a sangrarnos a todos los españoles del que nos quisieron hacer cómplices hace ya muchos años con el famoso lema de «Hacienda somos todos» –Este humilde lector de columnas, cuando alguien le suelta el slogan de marras siempre dice lo mismo: «a mí no me insulte»–.
En esta ocasión se trata de las acciones emprendidas contra la Peña de Amigos de la Tercera Edad de Puerto de Sagunto. Se trata de uno de esos lugares donde los ancianos juegan al bingo, a 20 céntimos el cartón a cambio de la posibilidad de ganar la friolera de 5 euros. Pues bien, las tropas motorices han decidido multar a tan turbio tugurio de juego con 3.000 euros, por lo que la asociación está planeando muy en serio cerrar sus puertas. Todo ello, claro está, después de recibir nueve visitas de los inspectores de Hacienda en sólo dos años. Navarro hace una ‘confesión’ que termina con una crítica a Montoro:
Para que en el Ministerio no cunda el pánico al imaginar a cientos de miles de jubilados hurtando a las arcas del tesoro los pingües beneficios que obtienen a diario, haré una confesión: mi señora madre es un hacha en el club de jubilados. No hay día que vaya y no se traiga, en premios, decenas de latas de atún, litros de aceite de oliva sabor suave, botes de melocotón en almíbar y cinco o seis latas de aceitunas sabor manzanilla. Y los domingos monta timba en casa gracias a «DVD Bingo, una forma de vida», con una función que canta las bolas en inglés. Ahí es donde hay que meter mano rápido, caballeros. (Montoro: a Esperanza Aguirre vas).
Y tras el tirón de orejas a Montoro, nos encontramos con la crítica al PSOE. Nos llega de la mano de Agustín de Grado y se titula Problema de España:
El problema del PSOE se llama España. Y es así como el PSOE se ha convertido en un problema para España. Porque traslada su confusión a todos los españoles con propuestas ambiguas que le ayudan a sobrellevar la división, pero erosionan gravemente el régimen constitucional.
Concluye:
Lejos de formar parte de la solución, este PSOE se ha convertido en parte del problema. Otra vez en momentos difíciles. Cómo no recordar a Salvador de Madariaga y las consecuencias que tiene siempre la división del PSOE: «La circunstancia que hizo inevitable la Guerra Civil en España fue la guerra civil dentro del partido socialista».
En El Mundo le arrecian las críticas al presidente del Gobierno y los suyos. Federico Jiménez Losantos titula Rajoy, Mas y la casta política.
Días después de negarnos el dulce sueño de volver a la presión fiscal de ZP (un Bautista impositivo al lado de este Herodes fiscal), Rajoy dice, sin datos para sustentarlo, que cosecharemos los primeros frutos de su política económica, que son básicamente dos: 1,2 millones de parados más y la mayor subida de impuestos de la moderna historia de España.
Carga con dureza:
De todas las mentiras de Rajoy en la campaña electoral, la peor fue esa de que es «perfectamente previsible». Todo lo contrario: sobre errático y disperso, improvisador y contradictorio. Y si mantenía el atraco fiscal porque la cosa iba a ir mal, ¿por qué no nos indulta ahora que dice que va a ir bien? Porque debe mantener los privilegios de la casta política, ese inmenso tinglado que ya no podemos pagar.
Concluye:
Que para Rajoy primero está la casta y luego la nación lo demuestra el trato exquisito que dispensa al separatismo catalán. Sus legiones son el abogado del Estado y el Tribunal Constitucional que han dicho -oh- que la independencia catalana es ilegal. ¿Y qué dice Rajoy? Que «aunque no me guste lo que hace el Gobierno catalán, seguiré ayudando a Cataluña». Así que a una región en quiebra y en abierta rebelión contra España la va a financiar con el dinero de todos los españoles. Pero es que Mas, al cabo, es un político, es de los suyos, es de la casta. Nosotros, los contribuyentes, no.
Por su parte, John Müller se centra en el recaudador en jefe y su polémica con Esperanza Aguirre. Se titula ‘Taxman’ vs. la lideresa. Tras recordar las críticas de Aguirre a las subidas de impuestos y sus constantes llamamientos a que se baje, así como lo que estas declaraciones molestan en Génova, añade:
A su vez, ayer, los aguirristas se sentían agredidos por la publicación en el diario digital El Confidencial de una nota que decía que la lideresa había elevado la presión fiscal en 465 millones -en un período de dos años- poco antes de abandonar la Comunidad de Madrid mediante la subida de tasas y precios públicos (matrículas, transportes, copago, etc.).
Algunos seguidores de Aguirre dijeron ayer que dicha información le venía como anillo al dedo a Montoro, a quien apodan taxman (recaudador), en su batalla con la lideresa. De hecho, el laboratorio de Montoro se ha aficionado ultimamente a las presentaciones creativas con apoyo estadístico, como quedó de manifiesto con la del déficit según la Contabilidad Nacional, donde aparecía sobredimensionado el esfuerzo del Estado frente al privado.
Es un artículo interesante, pero difícil de resumir, así que recomendamos que se lea para poder ver las explicaciones sobre presión fiscal, que en Madrid es de los mayores de España por las tasas por el uso de diferentes servicios o el precio de los billetes de transporte público, y esfuerzo fiscal, que en la misma comunidad es el menor de España. Añade Müller:
No podía ser de otra manera ya que Aguirre hizo una política deliberada basada en la idea de que donde mejor está el dinero es en el bolsillo de quienes lo han ganado. Ella fue la primera que rebajó un punto el IRPF autonómico y ahora Madrid tiene cinco puntos menos que Cataluña y recauda 700 millones más. Bonificó el Impuestos de Sucesiones y Donaciones y logró que las donaciones pasaran de 5.000 en 2006 a 27.000 en 2012. Aguirre también abanderó la campaña para eliminar el Impuesto de Patrimonio y hoy es la única comunidad que lo mantiene totalmente bonificado.
Concluye:
Montoro está atrapado en un viejo aforismo hacendístico: en recesión, bajar impuestos sólo hunde la recaudación. Pero pone tanto entusiasmo en crear y elevar tributos y en probar con cifras lo indemostrable, que muchos votantes del PP ya no saben si es uno de ellos o -como dicen los jóvenes- k ase.
Pero no todo es lugar para críticas. ABC nos regala, de la mano de Iñaki Ezkerra, una muestra de pleitesía a Mariano Rajoy en forma de artículo de opinión. Se llama El milagro español. Asume y reproduce el argumentario de Génova según el cual gracias a freirnos a impuestos el presidente del Gobierno nos ha salvado del rescate. Pero es que encima pretende hacernos creer que ahora estamos mejor que hace medio año, cuando había muchos miles de parados menos:
Lo digo sin ironía: aquí hay mucha gente que no se acuerda de la grave situación en la que estaba España hace sólo seis meses. Aquí hemos pasado de un verano negro en el que era imposible hablar de otra cosa que no fuera el «inminente rescate», a volver a parecer un país serio y fiable no ya ante los mercados sino ante el mundo.
No sólo elogia a Rajoy, Ezkerra nos abronca a los españoles por no ser tan entusiastas como él con las obras y milagros del inquilino de La Moncloa:
Aquí no es que no haya memoria histórica. Es que no hay memoria del día anterior. Es que el pueblo español tiene esa memoria senil capaz de acordarse de lo que pasó en la guerra del 36, pero no de lo que ha hecho hace diez minutos.
Concluye:
Para un milagro son precisas dos cosas: poder y fe. O sea hacerlo y creer en él. Imaginemos a un Cristo que cura a un cojo, pero admite ciertas pegas como lo feos que éste tiene los andares y a un curado que critica el milagro porque no le han desaparecido los juanetes. Para nuestro milagro falta mucho, pero sospecho que, si Cristo llega a ser español, hoy no habría cristianos.
Cerramos con José María Carrascal, que también en el diario madrileño de Vocento, firma Juegos nacionalistas:
El problema de Artur Mas, sin embargo, no es el Tribunal Constitucional español. Su problema es Cataluña. Esa Cataluña que le negó en las últimas elecciones la amplia mayoría que le pedía para realizar sus planes y ha vuelto a negársela en la reciente encuesta del CIS, donde sólo un tercio de los catalanes muestran querer separarse de España. Ese es el problema de. Mas, junto a otro, más lejano pero no menos importante: que Bruselas le haya advertido que la independencia catalana preocupa a Europa, o sea, que no les gusta.
Concluye:
En cuanto al TC, no voy a agradecerle su decisión. El cumplimiento del deber no se agradece, se da por sobrentendido. Pero vista sus pasadas actuaciones, celebro que, esta vez, haya decidido cumplirlo.
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