Mariano Rajoy y sus ministros siguen siendo los protagonistas de los espacios de opinión el 13 de mayo de 2013, en la mayor parte para desgracia de ellos. Los responsables de realizar resúmenes de prensa en La Moncloa que quieran mostrar algo agradable a sus superiores lo tienen realmente difícil, aunque siempre les queda el periódico de la ‘disciPPlina’. Por otra parte, en El País se alegran de lo que son buenas noticias para algunos condenados por terrorismo y llaman ultraderechistas a todos aquellos a los que les parece mal excarcelar, con la excusa de la salud, a asesinos de ETA.
Nos estamos refiriendo al artículo, Algo se empieza a mover, de Luis R. Aizpolea. Comenta el plan, con respecto a ETA, que le propuso Urkullu a Rajoy en uno de esos encuentros secretos que tanto le gustan al registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante. Y añade:
En este contexto político, se han producido dos movimientos en muy poco tiempo. El primero, el auto de la Audiencia Nacional, que al asumir la petición de un permiso del preso exetarra Valentín Lasarte clarifica los requisitos para que los presos etarras se acojan a la reinserción individual, lo que impulsará la política de reinserción, paralizada desde septiembre tras la ofensiva de la ultraderecha política y mediática por la excarcelación del preso terminal Josu Uribetxeberria.
El «preso terminal» al que cita por su nombre y primer apellido pero del que omite el segundo, por el que es más nococido el terrorista, es Bolinaga. Seguro, estimado lector, que usted ya recuerda quién es. Sí, ese siniestro asesino de tres guardias civiles y secuestrador de Ortega Lara liberado cuando le quedaban sólo unos días, a lo sumo semanas, de vida y que ocho meses después disfruta saliendo a tomar pintxos como si nada pasara.
Pero Aizpoela lo tiene claro, el asisesino y secuestrador es un «preso terminal» mientras que quienes se indignan por el hecho que que sus crímenes se queden sin castigo son la «extrema derecha». Lo más triste es que seguramente el ministro del Interior está más conforme con el columnista de El País que con quienes tan sólo piden que los terroristas sean tratados como los criminales que son, según marcan las leyes.
Sigue el analista de PRISA:
El segundo movimiento afecta a Otegi y a sus compañeros. Hace un año el Tribunal Supremo les rebajó la condena de 10 años, de la Audiencia Nacional, a seis por colaboración con banda armada por intentar reconstruir el partido de la izquierda abertzale. Cuando Otegi ya daba por perdido el recurso que presentó ante el Tribunal Constitucional hace un año, el alto tribunal ha decidido aceptarlo.
Concluye:
Sobre la cuestión de fondo. Otegi alegó ante el Tribunal Constitucional los votos particulares de dos de los cinco magistrados de la sala del Tribunal Supremo que le condenó; el más importante, la «inconsistencia» de la acusación de «colaboración con banda armada». Los hechos posteriores -el rechazo a la violencia de ETA en los estatutos de Sortu y el logro del cese definitivo de la banda armada- avalarían la «inconsistencia de la acusación de colaboración con banda armada».
Ni que Zapatero siguiera en el poder…
Pero cambiemos de tercio. Pasamos a El Mundo, donde los columnistas se dividen entre los que elogian al Rey y los que le critican. Y como no hay novedad con respecto a otras jornadas, no vamos a entrar en esa materia. Nos quedamos con la ‘Tronera’ de un Antonio Gala que cada vez está más desatado y que en esta ocasión se titula La bolsa o la vida.
Cualquiera diría que Gala, izquierdista declarado y foribundo, lee a columnistas de su propio diario como John Müller o Juan Ramón Rallo y ha descubierto que lo bueno en materia impositiva es justo lo contrario de lo que hacen Rajoy y Montoro ‘el malo’:
El pobre Rajoy ha subido 30 veces los impuestos en año y medio. Por si fuera poco, ha creado 12 tasas nuevas. Es decir, la leche: en polvo naturalmente. Si a esto se añade o contrapone que lo más necesitado por España es una bajada de impuestos, quedará claro qué buenísimas manos nos gobiernan.
Pone a caldo al Ejecutivo:
En mi ya larga vida he conocido variados gobiernos; ninguno tan despreocupado por mentir, ignorar o tomar el pelo de los contribuyentes, que son, por si fuera poco, los ciudadanos rasos.
Y concluye, directamente, prenguntándose por qué no se mueren:
Con los peligros que hay en el mundo actual, las muertes supitañas, los atropellos, incluso el hambre, uno se pregunta cómo tales plagas no atacan ni a uno solo de nuestros gobernantes. O a todos a la vez. Aunque se asegura que no hay ahora consejos de ministros: sólo ministros sin consejo.
Para dar un respiro a un hipotético admirador de Rajoy que esté leyendo este repaso a la opinión del papel, le ofrecemos a continuación lo poco que se puede encontrar favorable al actual inquilino de La Moncloa y su equipo. Está en La Razón. Es un artículo que se titula La opción ganadora y en él Alfonso Merlos ofrece un optimismo tan absoluto que casi recuerda a aquel que, con el apelativo de ‘antropológico’ caracterizaba a Zapatero.
Pero el sondeo que hoy publica LA RAZÓN no sólo revela que el Partido Popular es la apuesta favorita para acabar con la depresión. Descubre además que el PSOE no es una alternativa creíble.
Tras mostrar su desagrado por los resultados que obtienen IU y UpyD, Merlos añade:
Los ciudadanos ni muchísimo menos se resignan. Se limitan a expresar que lo más fácil ahora sería apostar por aventuras en apariencia sugerentes, ir a lo sencillo y mediante atajos. Pero nadie quiere girarse de nuevo para depositar su confianza en un socialismo que causa verdaderas pesadillas.
Todos sabemos que ante una enfermedad crítica, más nos vale ponernos en las manos de un cirujano que entregarnos a los caprichos de un curandero que nos unte de extravagantes ungüentos. Es tiempo éste de gestores, no de mercachifles.
Rajoy y Montoro pueden darse por satisfechos. Todavía hay en España quienes confian en ellos y siguen pensando que son buenos gestores.
Y aquí se acaban las alegrías para el inquilino de La Moncloa. A partir de este momento, todo son tortas. En La Gaceta, Fernando Díaz Villanueva escribe sobre Un vendedor de crecepelo llamado Rajoy.
Conforme se acerca al ecuador de su infausto mandato, el Gobierno de Rajoy comete los mismos errores -revisados y ampliados- que el de Zapatero. Ahora que aún hay tiempo toca vender optimismo como los pícaros del rastro vendían crecepelo a los calvos incautos. Y si cuela, pues cuela. Es la misma película de 2009 pasada de nuevo con diferente reparto.
Dice de Rajoy:
La gran reforma que el país está pidiendo a gritos, no está dispuesto a acometerla. Se lo impiden poderosos motivos ideológicos, si, ideológicos, hasta que muchos no asuman que Mariano Rajoy es un socialista pata negra no saldrán de su confusión.
Concluye:
Quiere que las pymes españolas crezcan y se internacionalicen, correcto, la intención es loable, pero un taco de papel timbrado no lo conseguirá. Si lo que pretende es que las pequeñas empresas nacionales prosperen y se embarquen luego a la aventura exterior no tiene más que bajarles radicalmente los impuestos, desregular a conciencia y que el Gobierno deje de pulirse a discreción el crédito que, de otra manera, iría directo a la economía productiva. El mercado hará el resto. ¿Lo entiende señor Rajoy?, ¿o prefiere que se lo explique con musiquilla?
Ni en ABC va a encontrar reposo Rajoy. Ignacio Camacho se refiere en su titular a una Socialdemocracia de derechas.
De todas las medidas antipáticas del Gobierno, la única que la oposición apenas le ha afeado es la subida de impuestos. La explicación consiste en que la casi totalidad del espectro político es partidaria de aumentarlos. De hecho los ha subido la izquierda en Andalucía y el nacionalismo en Cataluña, lo que arroja sobre la clase media una conclusión desalentadora: gobierne quien gobierne, cumpla sus promesas o no, la factura acabará costándole de forma inapelable más dinero.
Recuerda que el PSOE ha anunciado que si gobierna subirá los impuesto, y comenta:
Al menos los votantes socialdemócratas sabrán que ésa es una de las promesas que con seguridad se va a cumplir; los del centro-derecha no tuvieron tanta suerte. Y como la izquierda goza de amplia ventaja en la creación propagandística de marcos mentales quizá no esté lejano el día en que logre, para desesperación de Sebastián, Taguas y otros moderados, consolidar la idea de que reducir la presión tributaria es un acto execrable de odiosa insolidaridad social.
Describe al ministro Montoro:
He aquí todo un profesional del poder, capaz de hacer con la mayor naturalidad una cosa y su contraria. Un tecnócrata de la Hacienda pública que ejecuta con rigor una política elástica de principios: tiene uno para cada circunstancia.
Concluye:
O tal vez el Gobierno marianista quiera patentar un modelo hayekiano de socialdemocracia de derechas, que mantiene intacta la estructura de un Estado hipertrófico a costa de un esfuerzo cada vez más alto de los contribuyentes y emplaza a la izquierda a ver si puede mejorar el envite. Es decir, que igual que el fútbol consiste, según una popular definición, en un deporte que juegan once contra once y siempre ganan los alemanes, España se ha convertido en un país en el que unos partidos prometen aumentar los impuestos y otros disminuirlos…pero al final siempre los acaban subiendo. Y también gana Alemania.
A este humilde lector de columnas le sorprende eso del modelo ‘hayekiano de socialdemocraia de derechas’. Hayek y socialdemocracia son, pese lo que le pese a algún anarco-capitalista, incompatibles. Lo que gobierna actualmente España es una ideología totalmente keynesiana. Rajoy y los suyos son un buen ejemplo de esos «socialistas de todos los partidos» a los que se refería Hayek en la dedicactoria de su Camino de servidumbre.
Cerramos con Gabriel Albiac, que escribe sobre La buena vida. Catedrático de Filosofía, el columnista de ABC reflexiona en principio sobre el ideal de vida epicúero, el placer, el dolor y la ruina. Se trata de una erudita introducción al tema de actualidad, las encuestas de intención de voto. Dice de los resultados de los sondeos, que se presentan muy positivos para IU y UpyD:
Es un golpe de péndulo legítimo: el ciudadano -cada ciudadano- ha sufrido demasiado a cargo de los dos grandes partidos que monopolizan el poder desde hace casi cuarenta años. Y no entiende aún que ésta no es una historia de partidos. Que es el Estado lo que está podrido. Gobierne quien gobierne. Ningún partido, en este Estado, podrá hacer algo distinto de los otros: corromperse.
Concluye:
No hay salida inmediata, no hay salida milagrosa. Es lo primero a saber para salvarnos. Lo segundo es tener claro que el disparate de un Estado reduplicado sólo puede generar ruina. Bien está que aceptemos restricción, escasez, penuria… Siempre que, a cambio, se nos pague en dos amputaciones: corrupción y autonomías. Ambas son lo mismo.
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