Aunque van pasando los días, la entrevista a Aznar en Antena3 sigue generando columnas de los diarios de papel. Sin embargo, el ex presidente empieza a compartir protagonismo con otros personakes el 24 de mayo de 2013. Una de las estrellas de los espacios opinión es Luis Bárcenas, que se merece dos artículos en el diario El Mundo.
Raúl del Pozo, uno de los periodistas españoles que dispone de las fuentes más cercanas al propio Bárcenas, sigue ofreciendo datos en su columna que dejan en muy mal lugar al PP. En esta ocasión lo hace bajo el título Blesa, tercera planta.
TH [Tercer Hombre, la ‘garganta profunda’ de Raúl del Pozo] , mientras espera en el tee del uno, me da una exclusiva: Bárcenas despachaba con Blesa.
Añade, dejando también lugar a Trias:
Pero antes me cuenta que los asesores de Luis le están animando para que presente una demanda contra Trías pidiendo su inhabilitación en el Colegio de Abogados por revelación de secreto, dado que ayer en su declaración ante Ruz puso de manifiesto que Bárcenas le había hecho una consulta legal sobre los papeles en calidad de abogado, enseñándole las fotocopias de la contabilidad paralela del PP y pidiéndole una valoración de su relevancia, por lo que el letrado estuvo dos o tres horas analizándolas a solas y después, por problemas de conciencia, acabó entregando los papeles al abogado de El País, Gerardo Viada, ex marido de Ángeles Caso.
Concluye:
Pero a mí sí me extraña que [Blesa] tuviera despacho en la planta tres de Génova, junto a Martín Villa, para asesorar al partido en cajas de ahorro. El TH resume así aquella época: dicen que Bárcenas se hizo rico, pero hubo monis para todos. Tú a Endesa, tú a Telefónica, tú al BBVA, tú a Repsol. Vivieron de sus papás, algunos fueron al Pilar, hicieron oposiciones y pasaron, después, a forrarse en el partido.
Victoria Prego también escribe sobre Bárcenas, pero en una línea totalmente distinta a la de su compañero de periódico. Su artículo se titula LB se queda solo:
Pero hete aquí que todo el entramado de seguridad que podía haber reforzado la posición de Luis Bárcenas se ha esfumado repentinamente. El cajero dejó ayer muy claro que él jamás estuvo presente en la ceremonia de la donación, que jamás vio a ningún donante y que el dinero en billetes que recibía se lo daban en mano los tesoreros ya convenientemente repartido, troceado en porciones moderadas y listo para que él lo ingresara en el banco con todas las de la ley. Es más, por no conocer, no conoce ni la letra de su antiguo jefe.
Añade:
La única persona que podría haber ratificado su versión era su antecesor en el cargo. Pero Álvaro Lapuerta ya no puede testificar en ningún sentido porque, lamentablemente, ha sufrido un grave accidente doméstico y no está en condiciones de comparecer ante el juez. Por lo tanto, la versión de Bárcenas se ha quedado completamente huérfana, pendiente tan sólo de que la Policía se la confirme o se la desmonte definitivamente, de que el juez la dé por buena o la rechace como una falsedad.
Concluye:
Ahora llega el turno de los donantes imputados en la causa, pero es altamente improbable que alguno confiese que sus aportaciones no se atuvieron estrictamente a lo que marcaba la ley. Al final, lo que resulta es que Bárcenas se ha quedado solo ante sus enjuagues y ante sus apuntes. Incluso ante su fortuna.
Pasamos ahora a ABC, donde Alberto Recarte escribe una ‘tercera’ en defensa de la política económica del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante, y contra Aznar y Esperanza Aguirre por pedir que se bajen los impuestos. Con textos como este, no es de extrañar que haya quien se refieran a Recarte como el «ideólogo a la sobra del PP marianista». Su texto se titula Indignación:
LAS declaraciones simultáneas de José María Aznar y Esperanza Aguirre con las que exigen al Gobierno del PP una rebaja de impuestos me producen indignación.
Sostiene recarte:
La mejor política económica en estos momentos es mantener los impuestos, reducir el gasto y el déficit público y ralentizar el aumento de la deuda pública. Esa política, con todos los matices que se quiera, es la que está llevando a cabo el Gobierno de Rajoy. Esperanza Aguirre hacía populismo cuando organizaba mesas petitorias en los pueblos de Madrid para recaudar firmas contra la subida del IVA del Gobierno de Rodríguez Zapatero. Ahora, ya sin responsabilidades políticas, vuelve a hacer populismo, no liberalismo.
Añade:
Creo que ambos, Aznar y Aguirre, están en su derecho de exigir todo tipo de responsabilidades políticas a Mariano Rajoy y al Gobierno del PP. La oposición del PP de Rajoy a las reformas, limitadas, del Gobierno de Rodríguez Zapatero y su campaña electoral, asegurando crecimiento y nuevos empleos, al tiempo que se reducían los impuestos, les legitima. A lo que creo que no tienen derecho es a disfrazar sus propuestas económicas de liberalismo, cuando lo que proponen es la misma política de Krugman y los socialistas europeos, que defienden el aumento del déficit público como forma de salir de la crisis.
Sorprende que, de repente, eso de reducir la carga fiscal sea contrario al liberalismo. Por fin Recarte y Zapatero parecen estar de acuerdo en algo, en que bajar impuestos es de izquierdas.
Concluye:
Plantear, ahora, una rebaja de impuestos es una propuesta política que imagino busca debilitar al Gobierno o prepararse como alternativa a Mariano Rajoy, pero es un mensaje deletéreo para España y los españoles, que pueden creer que, en estos momentos, es posible rebajar los impuestos. Indignante.
Demos las gracias que al menos no ha pedido que nos metan otras 30 subidas de impuestos como las que ya hemos sufrido desde que Rajoy está en el poder.
Unas páginas después encontramos El susto de la verdad, artículo en el que Hermann Tertsch rompe la disciplina impuesta en ABC consistente en atacar a Aznar y defender a Rajoy.
Los odiadores de Aznar han reaccionado como deben. Con fobia primitiva o con ese desprecio impostado que no es sino miedo. No están sólo en la izquierda y en la generación zapaterista del odio incondicional a Aznar, como símbolo -quizás con el cardenal Rouco- de la España a ofender y aplastar. Están en su partido. Donde principios y convicciones ya son hoy una irritante denuncia del oportunismo de esa tropa en la que «caben todas las ideas».
Habla de la política de Rajoy ante los medios de comunicación. Señala que su Gobierno «ha conseguido dinero para evitar la quiebra de» PRISA, «enemigo no sólo de Aznar». Hay más:
Contra el dictamen de órganos competentes, el Gobierno salva también de la quiebra a otro enemigo incansable, la inmunda cadena Sexta del amigo de Zp, Roures. Permite su fusión con Antena3. Y se refuerza desde allí la agitación izquierdista de permanente pogromo anti PP. Que arrastra a todas las televisiones a disputarse y fomentar la audiencia del discurso indignado de la demagogia anticapitalista.
Y TVE alterna torpezas con publirreportajes socialistas. El presidente, semiautista, con pánico al conflicto y a los medios, se ha instalado con su gente en el «concepto de opositor» de que, ganado el puesto, sólo se debe a la gestión.
Concluye:
No había voz más autorizada que la de Aznar. Quienes pretendan desacreditarla se hacen flaco favor. Pedir lealtad al contrato y al votante no puede ser deslealtad. Y es que hay que evitar que este proyecto naufrague. A toda costa. Porque no hay otro.
Y si Tertsch defiende a Aznar en el diario madrileño de Vocento, en el periódico de Interconomía nos encontramos con que Fernando Díaz Villanueva le dedica un artículo purísimo. Claro que el columnista de La Gaceta tampoco deja nada bien parado a Rajoy ni, de paso, a Zapatero. Su artículo se titula El mito de Aznar y otras supersticiones.
Los dos mayores aciertos de Aznar en ocho años fueron llegar al poder cuando las cosas empezaban a ir bien y desalojar la poltrona cuando todo se desmadró a raíz de los atentados del 11-M.
Tras retratar una España en la que todo marchaba bien, añade:
Esa es la imagen que hoy muchos tienen de la España aznarita, por eso la echan de menos y consideran que el artífice de aquel bienestar era el del bigote. Obviamente se equivocan, los responsables del bienestar, si es que alguna vez lo hubo en esa cantidad y calidad, fueron ellos mismos, no los ministros de Aznar.
La realidad fue muy otra. Sin quitar mérito a alguna que otra reformilla menor de aquellos gabinetes de jayanes endomingados, los cimientos de nuestra ruina actual se sentaron en el octenio del bigotes, se consolidaron en el septenio del cejas y están pasando su última y dolorosa factura en el bienio del barbas. Quitando lo de la ETA creo que el resto lo hicieron regular, mal o rematadamente mal. Un ejemplo rápido: de aquellos Aznares de ayer estos Mases de hoy. Fue Aznar quien se entregó atado de pies y manos al nacionalismo catalán sin necesidad alguna de hacerlo. Que se lo cuenten a Vidal-Quadras. Y como esto casi todo.
Continúa:
En ocho años Aznar bajó los impuestos sí, pero Zapatero también. El Estado ingresaba tal cantidad de dinero que los políticos se pusieron rumbosos y decidieron robarnos un poquito menos. Así cualquiera, así hasta Montoro hubiese dejado el IVA en el 18% y Salgado en el 16%.
Concluye:
Pero, curiosamente, el mito de Aznar es poderoso en la derecha española, necesitada siempre de que venga un ser providencial y haga el trabajo que ellos no están dispuestos a hacer. Una maldición que pervive y que, me temo, pervivirá mientras ser de derechas consista en ser un socialista de orden, en ser, en definitiva, un Mariano Rajoy.
En La Razón encontramos buena muestra de cómo Carmen Enríquez trata que quitarle a Anson el título de Cortesano Periodístico Mayor del Reino. El hecho de que la infanta tampoco vaya a ser imputada por fraude fiscal demuestra, para la periodista, que La Justicia sí es para todos:
La hija del Rey ha soportado con gran entereza este proceso, en el que no solamente ha visto cómo su marido resulta cada vez más implicado en actuaciones al margen de la ley del Instituto Nóos, sino que también ha sufrido el asedio de decenas de medios de comunicación apostados a las puertas de su residencia en el barrio catalán de Pedralbes y a la entrada de la sede de la Fundación La Caixa, en donde trabaja desde hace casi veinte años.
Concluye con un mensaje a los periodistas no cortesanos:
Los que ansiaban ver cómo una Infanta de España hacía el paseíllo vergonzante por la rampa que conduce a los juzgados de Palma de Mallorca parece que se van a quedar sin contemplar ese espectáculo por el momento.
Lo que es deseable es que todas esas personas que claman al unísono con la finalidad de que se haga lo que ellos entienden como Justicia con mayúscula entiendan y acepten lo que dictaminan los distintos organismos a pesar de que a ellos no les guste la resolución judicial. No olvidemos que los periodistas estamos para investigar y denunciar pero nunca debemos asumir el papel de jueces.
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