Arranca una nueva semana y da la impresión de que nunca antes una entrevista a un ex presidente del Gobierno ha dado para tanto en lo que se refiere a los espacios de opinión de la prensa de papel española. El 27 de mayo de 2013 José María Aznar sigue siendo el protagonista de varias columnas, tanto en Madrid como en Barcelona. La figura del ex jefe del Gobierno sirve incluso como excusa para hablar de las batallas entre los grandes grupo de comunicación españoles.
En el auto denominado ‘diario de la Catalunya real’ nos encontramos un artículo que trata precisamente sobre este último asunto. Escribe Ferran Monegal un artículo en El Periódico de Catalunya titulado Mediaset contra Planeta, que arranca conn las siguientes frases:
Declaración de guerra en toda regla. Tremendo ataque frontal. No ha sido una perdigonada: ha sido un obús de gran calibre. Ocurrió la madrugada de ayer en El gran debate (T-5).
Se refiere al reportaje que, como reacción a la entrevista a Aznar en Antena3, emitió Telecinco sobre las relaciones del presidente de Planeta, José Manuel Lara, con el poder político.
Dice el crítico televisivo:
¡Ahh! En 20 años que llevo escribiendo esta columna no recuerdo haber visto nunca un ataque tan directo, utilizando un programa de la propia cadena como base y lanzadera del misil. Mediaset contra Planeta. O sea, Vasile contra Lara. A degüello.
Concluye:
Hombre, el éxito mediático que ha conseguido A-3 TV con la entrevista a Aznar, es evidente que en Tele 5 ha hecho pupa. Pero cabe buscar una razón más poderosa que explica esta andanada: el conflicto de las licencias de TDT de los grupos Mediaset y Planeta, y que el gobierno está estudiando retirárselas. La frase: «La entrevista se ha gestado con la intención de sacar a Rajoy de la pista» tiene un propósito clarísimo: poner a Rajoy contra A-3 TV. Y que T-5 se beneficie.
Suponemos, estimado lector, que no se le ha escapado un pequeño detalle que sirve para comprender el artículo. Monegal no es un observador imparcial, es parte implicada. El crítico que publica en El Periódico no deja de ser un empleado de Lara, puesto que es una de las voces que acompaña a Julia Otero en Onda Cero, uno de los numerosos medios del Grupo Planeta.
Viajamos a Madrid y vemos que Almudena Grandes firma en la contraportada de El País una columna titulada ¿Cavalliere? Este humilde lector de columnas dio por hecho que, con ese título, el artículo estaba dedicado a Berlusconi, pero se equivocaba. Su protagonista no es otro que, una vez más, José María Aznar.
Por decirlo con palabras más pías, si la cara es el espejo del alma, el alma de Aznar está para el arrastre.
Sostiene la columnista:
Como verán, llevo una semana pensando en él, y de momento, estoy más segura de lo que su reaparición no ha sido, que de lo que pueda llegar a ser. No me creo el ataque de soberbia, ni el calentón, ni el desamor propio, ni el arrebato impremeditado. Tampoco que carezca de apoyos en el PP, aunque apenas hayan aflorado todavía.
Concluye:
La investigación del caso Gürtel nos ha devuelto esta semana imágenes de una boda repleta de presuntos delincuentes vestidos de etiqueta. Y no todos eran españoles. Entre ellos estaba el protagonista de la reaparición más espectacular de la política europea reciente. Berlusconi consiguió esquivar a la justicia con un acta parlamentaria. Aznar insistió mucho la otra noche en que ya no eran amigos. Ustedes me perdonarán que sea tan malpensada.
Pasamos a El Mundo, donde Federico Jiménez Losantos se pregunta ¿Qué quiere Aznar? ¿Y Rajoy?. Da por hecho que él no es el único que se plantea esas cuestiones, y desde el principio de su artículo aparece el Grupo PRISA:
Es natural que votantes, militantes, simpatizantes y cargos públicos del PP se pregunten, después de ver su estruendosa reaparición política, si Aznar tiene un plan para volver a la dirección del partido, si lo que busca es obligar al Gobierno a cumplir el programa político que prometió o si, simplemente, quiere demostrar a Rajoy y su vicetodo Sáenz de Santamaría, salvavidas del Grupo Prisa, que no tolerará, al menos no sin lucha, que un Gobierno del partido creado por él lo haga víctima, a través de Cebrián y compañía, de una campaña de destrucción personal, familiar y política.
Sigue preguntándose sobre qué quiere Aznar. Y plantea tres opciones. La última:
¿O simplemente evitar que Rajoy utilice la Era de Aznar y su persona no como modelo legitimador sino como objeto de rechazo para que le perdone una izquierda que es poco más que Prisa?
Añade:
Pero mientras no renuncie a lo tercero, y no renunciará, la guerra seguirá. Mientras Rajoy y Cebrián sean aliados contra él, Aznar los atacará a los dos. Y con razón.
Concluye:
El número de ayer de El País es un ejemplo brutal de la clase de basura no sólo anti-Aznar sino rabiosamente anti-PP que está financiando Soraya Sáenz de Santamaría, o sea, Mariano Rajoy. ABC o La Razón pueden defender a Rajoy, pero no mediante la injuria personal y la burla a todos los valores que el PP defiende desde hace veinte años. Si la Ser es el clarín que cada mañana toca a degüello contra Aznar, y está financiado y respaldado por el Gobierno del PP, hay una pregunta más importante que la de «¿Qué quiere Aznar?»; y es «¿Qué quiere Rajoy?». ¿Tan grande es su animadversión personal que prefiere luchar contra Aznar con Prisa antes que luchar contra el Prisoe con Aznar? Pues, por lo visto y leído, sí.
En ABC, Isabel San Sebastián carga contra el registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante. Lo hace en La España «relativa»:
Hemos pasado de la España «discutida y discutible» de Zapatero a la España «relativa» de Rajoy. Es verdad que el actual presidente del Gobierno nunca ha formulado en voz alta tal definición, pero no lo es menos que toda su gestión traduce esa idea, esa concepción flexible, o mejor dicho blanda, de la Nación que le otorgó hace menos de dos años una mayoría absoluta suficiente para llevar a cabo una auténtica revolución democrática.
Añade:
La España actual es relativa en términos políticos y territoriales. Una España menguante, que se diluye en taifas cada vez más poderosas en detrimento de la patria común. Una España cuyos dos ejes vertebradores, PSOE y PP, han cedido sucesivamente a la tentación de adaptar su discurso a la dictadura localista, hasta perder sus señas de identidad y su capacidad de cohesionar al conjunto de la sociedad.
También sostiene:
La España actual es relativa en términos económicos. Tan pronto se nos asegura que para crear empleo es menester bajar los impuestos como se apuesta incondicionalmente por subirlos. Hoy las pensiones son intocables pero mañana es indispensable recortarlas. No hay principios, únicamente coyuntura.
Y añade:
La España actual es relativa en términos morales. Ni siquiera la vida es capaz de generar un consenso. Mucho menos respeto merecen la verdad o la palabra dada, por supuesto.
Concluye:
Ésta es la España de Rajoy. La España de la que se desmarcó Aznar con ese puñetazo televisivo lanzado a la mandíbula de su delfín, al que conocía perfectamente y del que sin embargo hoy reniega, como si no hubiera sido posible prever cuál iba a ser el proceder del gallego. La España a la que amenaza con volver, sabiendo que no tiene ni media posibilidad de que el partido, antaño suyo, le siga.
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