La corrupción sigue generando artículos de opinión en la prensa de papel española, pero no es la única cuestión que se trata en las columnas de los diarios el 6 de junio de 2013. Así, hay quien habla de los insultos en los medios, sobre los famosos ‘copazos’ subvencionados o un periódico en el que se ceban con Antonio Miguel Carmona por su famosa confesión de estar teledirigido por Griñán en una tertulia televisiva.
Arrancamos en El Mundo, en cuya contraportada Raúl del Pozo firma una columna titulada Insultar a Wert, que en realidad trata sobre los insultos en los medios en general. Arranca:
Fue Kapuscinski el que enunció la teoría naíf según la cual las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Yo he conocido a verdaderos villanos y verdaderos periodistas; además, ahora son peores algunos lectores, no porque los escritores se hayan vuelto buenos sino porque Don Nadie ante un ordenador se convierte en Hannibal el Caníbal.
Llamar ‘Don Nadie’ a los lectores parece un poco despectivo para referirse a quienes justifican nuestro ejercicio profesional, la verdad. Insulten o no, si no tuviéramos lectores los periodistas no escribiríamos. Aún así, es verdad que hay pocas cosas que asusten más que asomarse a los comentarios que una parte minoritaria del público deja en cualquier noticia o artículo publicado en un medio digital. Claro que de eso a compararles con Hannibal el Canival va un trecho.
Sigue:
Hay programas de televisión que pagan a tipos viles para que injurien a los invitados y compañeros; corre por ahí el rumor de que salen de las covachuelas de los partidos invectivas contra los adversarios ideológicos. Las calumnias que antes se dedicaban a los cristianos nuevos, a los judíos o a los herejes se dedican ahora a desollar a los que son de diferente cuerda.
Ya puestos, a este humilde lector de columnas le hubiera gustado que Del Pozo se hubiera lanzado del todo y hubiera dejado por escrito el nombre de los programas de televisión a los que se refiere.
Añade:
Los atropellos, los escraches, las injurias han pasado de la calle a los platós y a las redes, donde uno de los políticos que más sufren la ira es José Ignacio Wert.
Concluye:
Si fuera verdad que el insulto es terapéutico, sale más barato acordarse de los muertos de un político que visitar al psiquiatra. El agravio, en los malos, descarga adrenalina, iguala las inteligencias y permite apedrear las cabezas que sobresalen. Para los españoles es purificación, descarga de mala hiel acumulada por las guerras y las represiones.
Victoria Prego dedica Elegidos para robar al caso de los ERE en Andalucía.
En eso consiste el crudo, escueto e impresionante relato de Juan Francisco Algarín. Un encuentro en un bar, una invitación a comer, una mesa compartida y una promesa de ayudarle a saldar sus deudas a cambio de unos servicios fáciles de prestar: hacer de porteador de cientos de miles de euros sacados de las arcas públicas y escondidos en las cuentas bancarias de una recua de lacayos sin escrúpulos que luego entregaban en mano los billetes a los grandes defraudadores. Un atraco a gran escala diseñado a golpes de brocha gorda, tan simple como obsceno.
Concluye:
Resulta harto difícil aceptar que un recadero de poca monta como Algarín pudiera colarse hasta los despachos de la delegación de Empleo, como él cuenta, sin dar por supuesto que la impunidad más evidente reinaba en aquella sede. Y no hay impunidad si no hay también, y al mismo tiempo, la tranquilidad y el relajo que proporciona la certeza de que las andanzas perpetradas estaban, al menos, toleradas por la superioridad. Cuando no protegidas.
Un atraco diseñado a golpes de brocha gorda, tan simple como obsceno.
Pasamos a El País, donde Jorge M. Reverte publica un artículo sobre la corrupción que, como se verá, resulta un tanto peculiar titulado Tele Soto. Comienza con lo que suponemos es un intento de parecer graciosete:
No está confirmado. Pero crece en Madrid el rumor de que en la prisión de Soto del Real se está habilitando un set de televisión para que los presos puedan comparecer ante las cámaras con todas las garantías de calidad de sonido y de imagen. Al final, se trata de prestar un servicio al ciudadano.
La idea habría surgido de una reunión insólita en el salón de los pasos perdidos del Congreso de los Diputados. Los protagonistas, diputados de partidos políticos de la mayoría del PP y de algunos grupos nacionalistas catalanes, socialistas de Andalucía y populares levantinos.
Curioso el repaso de los corruptos: dos veces aparece el PP, una en su conjunto y otra en el sector levantino, mientras que el caso del PSOE se reduce tan sólo al de Andalucía (como si en Galicia o Cataluña, por poner dos ejemplos, no hubiera pasado nada). Sobre los políticos que pueden entrar en prisión dice:
Hay demasiados secretarios generales y tesoreros, incluso algún presidente de Gobierno, implicados como para que se deje al albur de decisiones judiciales no controlables la situación de los partidos.
Concluye:
Los comunistas, algunos socialistas y muchos sindicalistas pueden asesorar sobre cómo se dirige una organización desde la cárcel, porque lo hicieron durante el franquismo. Asambleas en el patio, lectura y comentarios de periódicos, y comunicaciones con abogados de grandes despachos para que estos den traslado de las decisiones al aparato legal que quede en la calle.
Y comparecencias con teles incluidas para dar cuenta a los ciudadanos. Tele Soto.
Ya ven, y entre tanto corrupto nos recuerda que los comunistas y algunos socialistas pasaron por prisión por su lucha antifranquista. Podría deciernos quiénes, porque no parece que haya muchos entre los que siguen en activo. Alberto Garzón es demasiado joven para ello, Cayo Lara no tiene un expediente de ese tipo, y lo mismo puede decirse de personas como Elena Valenciano, Carme Chacón o Rubalcaba. Claro que eso poco importa, lo fundamental es vivir de un pasado real o inventado.
Pero dejemos la corrupción y vayamos al socialista mediático de mode, Antonio Miguel Carmona. La sección de opinión de ABC ha encontrado en su video ‘robado’ un auténtico filón. Jaime González titula Los guiñoles del PSOE:
Antonio Miguel Carmona es un tertuliano de recursos, porque cuando se sabe vencido te saca un papelito o escenifica el «desierto económico de España» con tres vasos de agua: uno que le sirve de jarra, otro medio lleno (para ilustrar el Gobierno del PSOE) y otro totalmente vacío (el Gobierno del PP) que muestra a la cámara como si fuera un trilero.
Sostiene:
Si Carmona se deja «teledirigir» por el PSOE no es por falta de discurso, sino porque a veces le resulta más fácil hablar por boca de ganso. Al fin y al cabo, lo importante es mover los vasos muy deprisa para que la audiencia no distinga la verdad de la mentira.
Concluye:
Para defender lo imposible no necesita que Griñán lo «whatsappee», porque Carmona podría perfectamente apagar el móvil y explicarnos el caso de los ERE -el mayor escándalo de corrupción de la historia de España- con tres vasos: Griñán, Guerrero y Lanzas. Aunque se pusiera perdido de agua y saliera empapado del debate. Con Tomás Gómez lo tiene más difícil: no hay cristalería que resista.
Por su parte, Mayte Alcaraz titula directamente con el apellido del político-tertuliano, Carmona. De su constante presencia en los medios dice:
Tal es su frenética presencia mediática que son pocos ya los que recuerden a Carmona sin la base y los polvos color caldero con que los maquilladores enfoscan las caras masculinas en las tertulias. Otros políticos tienen piel de galápago para sortear críticas; él la tiene de chanel.
Sobre la confesión de estar teledirigido, dice:
A mí de ese chascarrillo me ha sorprendido más la sorpresa que ha causado que la delación en sí misma. Supongo que nadie en su sano juicio pensaba que un político que se mueve por los medios de comunicación bebía de la fuente de Hegel o del existencialismo para despachar con dos perogrulladas las acusaciones del adversario. Algún encendido debate he compartido con Carmona en el que el tertuliano, abrumado por la catarata de datos inapelables que el ABC de esa mañana depositaba en los quioscos sobre el escándalo de sus compañeros andaluces, daba a la manivela del argumentario para recordar, en la cumbre del lugar común, que Griñán fue el que denunció las irregularidades. Imbatible.
Concluye:
Acéptenme una confesión: a mí me gustaba más Carmona cuando arriesgaba y no se tragaba el cocido que le guisaba Griñán. Es decir, cuando era él mismo y reclamaba otro Prestige para ganar las elecciones. Insuperable.
Cerramos en La Razón, donde Alfonso Ussía se ríe a costa de los ‘copazos’ subvencionados del Congreso. Titula Los «gin tonic»:
Mi propuesta es que en lugar de 3,45 euros, el precio descienda a 2,30 euros por consumición alcohólica, con el fin de incentivar el ingenio parlamentario de los diputados, que en general, es muy limitado. Mejor borrachos que borregos, que es la condición más habitual del parlamentarismo español.
Añade:
En una comunidad mansa, con la libertad sometida a la disciplina de partido, y la capacidad parlamentaria resumida a la lectura de un texto previamente impreso y distribuido entre todos los congresistas, los desahogos que procura la alcoholemia son imprescindibles. Eso sí, con un tope de alcohol en la sangre previamente pactado por todos los grupos y aprobado por la Mesa del Congreso.
Se divierte imaginando un Congreso lleno de diputados borrachos:
Séame reconocido – e incluso aplaudido-, que es mucho más saludable para España una canción popular de Argamasilla de Alba entonada por Cayo Lara, que una intervención del mismo personaje en la tribuna de oradores. O de Rubalcaba cantando una montañesa, o Rajoy una balada celta, o Duran Lleida alegrando la Cámara Baja con una bien principiada «cançó» de sus Pirineos leridanos, bellísimos por cierto. Y como remate final de la sesión parlamentaria, sin distinción de partidos e ideologías, todos los parlamentarios andaluces bailando en torno a la mesa de los taquígrafos unas trepidantes sevillanas.
Concluye:
Para ello, es fundamental y absolutamente necesario que se rebajen los precios actuales. Un aumento de los mismos, como se pretende, terminaría con nuestras esperanzas. Con que acertaran a votar lo que ordena el Grupo al que pertenecen, todo seguiría igual. ¡Chin-chin!
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