Arranca la semana este 17 de junio de 2013 sin que haya un protagonista claro de los espacios de opinión de la prensa de papel. En la macedonia de temas tratados por los columnistas entran las televisiones públicas, los problemas con Hacienda de Messi, la actitud del Rey ante los nacionalismos y hasta una reclamación desde Barcelona para que los articulistas de la capital de España no escriban sobre Artur Mas.
Poco conocido en Madrid, Francesc-Marc Álvaro está considerado en tierras catalanas como uno de los principales articulistas oficiosos de Artur Mas. Según le comentan sus amigos y conocidos barceloneses a este humilde lector de columnas, juega ese papel incluso por delante de Pilar Rahola. Escribe, no podría ser de otra manera, en el diario del conde de Godó y Grande de España metido a independentista. Álvaro firma en esta ocasión un texto titulado Una gran jugada, en el que critica a PP y PSOE por llegar a acuerdos sin contra con los principales partidos nacionalistas catalanes y vascos:
Lo están haciendo muy bien. Los dos grandes partidos han excluido a CiU y PNV del supuesto pacto de Estado que debe servir para transmitir a la UE que las cosas se hacen seriamente. Ahora que todo el mundo se ha enamorado del verbo rectificar aplicado a Catalunya es interesante comprobar cómo Rajoy y Rubalcaba no rectifican ni un milímetro el habitual espíritu separador y excluyente de sus respectivas siglas.
Toma partido claro en las guerras entre los dos partidos que conforman la coalición CiU:
El señor Duran Lleida se ha enfadado mucho con los socialistas y los populares. Según sus palabras, «se han equivocado en las formas una vez más». Es benévolo el hombre de CiU en Madrid cuando reduce el problema a «las formas». Más benévolo y más suave que cuando habla de los convergentes o de los republicanos. Por lo tanto, estemos tranquilos, todo se puede solucionar todavía.
Tras un típico discurso sobre un pueblo catalán maltratado por España, concluye:
Mientras espero que los columnistas de Madrid descansen un poco de Mas y tengan el detalle de escribir sobre lo que conocen (la relación Aznar-Rajoy), celebro el nuevo clima de diálogo. El proyecto de ley de acción exterior de España, tan generoso con las autonomías históricas, confirma este buen rollo.
Ya pueden tomar nota todos aquellos que tienen a bien dedicarse a la opinión escrita en los medios ‘de Madrid’ –si lo hacen en los de Burgos, Sevilla, Toledo o Santiago de Compostela pueden seguir a lo suyo–: desde Cataluña les dejan claro aquello sobre lo que pueden escribir y sobre lo que no pueden hacerlo. Claro que si deciden no hacer caso, tampoco ocurrirá nada, La Vanguardia no puede imponer sanciones a otros medios de comunicación.
Saltamos a Madrid. Para alegría de Francesc-Marc Álvaro, no encontramos casi ninguna columna en la que se hable sobre Artur Mas. Para su disgusto, ninguna trata sobre la relación entre el registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante y el ex presidente del Gobierno al que le gustaba fotografiarse jugando al dominó en Quintanilla de Onésimo –sobre esa cuestión se publicaron muchísimos artículos las semanas anteriores–.
Arrancamos el periplo capitalino en El País, donde parece que se impone la defensa de Messi mediante la comparación. Uno de los que la ejerce es el crítico televisivo que casi nunca escribe sobre televisión, David Trueba, que firma una columna titulada Casi todos:
Este año le ha tocado a Messi hacer de Lola Flores, porque las folclóricas de nuestro tiempo son los futbolistas. Ahora ya nadie se olvida de hacer la declaración de la renta por falta de costumbre, sino que monta un entramado fiscal aprendido en los periódicos, que desvelan a diario lo fácil que es refugiarse en paraísos fiscales.
Ahora va a a resultar que los responsables de que haya evasión fiscal son los medios de comunicación por informar sobre ella. Pues nada, que se prohíba informar sobre cuentas en Suiza y paraísos fiscales y tal vez así nadie busque refugio para su dinero en esos lugares. Algo nos dice que al ministro Montoro igual hasta le gusta la idea.
Añade Trueba:
La pena del asunto es que la Inspección de Hacienda haya llegado también en estos días y con tanto retraso a la película de Bárcenas, de gran éxito en nuestras salas. La devolución de dinero al contable del PP confirma que los millonarios entran sin problemas en el cielo por el ojo de una aguja después de varias décadas de negociación con las oficinas de Dios en la Tierra.
Acto seguido pinta como unos seres muy malvados a quienes no están encantados con tener que hacer la declaración de la renta, aunque la hagan tal como marca la ley:
Luego está el que se considera agraviado, ya sea por las tasas o las multas o porque trabaja mucho y se siente exprimido por el Estado. Es ese tipo de persona que se cree mejor que el colectivo que le rodea.
La corrupción encuentra siempre una excusa moral facilona para sus tejemanejes.
Pues este humilde lector de columnas se siente exprimido por el Estado, de hecho cree que el Estado exprime a la inmensa mayoría de los ciudadanos, y ni se considera superior a quienes le rodean ni se mete en tejemanejes que justifica con una excusa moral. Se limita a mirar con cabreo las cantidades que cada mes Hacienda le sustrae de su nómina y a pensar cuánto se encarece todo lo que paga por culpa del IVA. Eso sí, le parece casi impecable el párrafo con el que Trueba concluye su artículo:
Hace poco en Estados Unidos un alto responsable fiscal tuvo que dimitir cuando se sospechó que había dirigido sus inspecciones contra rivales políticos. En nuestro país a los cambios de Gobierno les acompaña un giro en el perfil de la gente que es pillada en falta. Lo de Bárcenas es otra historia. Con él se celebra la impunidad, la penosa idea de que bajo el paraguas de un gran partido cualquier engaño se oculta y tolera. Pero es preciso salvaguardar ese estímulo que consiste en pensar que si Hacienda no somos todos, al menos somos casi todos.
Y si decíamos que este párrafo es «casi impecable» y no «impecable» sin más es por cúlpa de la última frase. Hacienda no somos todos ni «casi todos». Lo que somos «casi todos» es víctimas de dicho organismo.
Unas páginas después de la columna de Trueba, ya en la contraportada del diario de PRISA encontramos un artículo de Almudena Grandes titulado Superman. No trata de la enésima película sobre el popular superhéroe, sino sobre otro hombre muy diferente:
Mientras la querella contra Messi, que defraudó siendo un chaval rodeado de adultos dispuestos a sacar tajada de su talento a toda costa, apenas deja espacio en los medios para los trapos sucios de Blesa, un individuo mucho más peligroso, infinitamente más dañino para mucha gente, el criterio de Hacienda sobre Aizoon ha pasado casi inadvertido.
Se refiere, efectivamente, a Iñaki Urdangarín. Opta por la ironía. Tras recordar que los propietarios de Aizoon eran los dos miembros del matrimonio, pero que Hacienda exime de cualquier responsabilidad a la infanta Crisitina, concluye:
Teniendo en cuenta la naturaleza de los gastos que se desgravaba a través de dicha sociedad, podemos concluir que Iñaki elegía a las muchachas del servicio, que les pagaba el sueldo, que se ocupaba de las reparaciones domésticas y hasta supervisaba los contenidos que sus hijos descargaban de Internet. O sea, que se comportaba como el campeón de la igualdad y la conciliación, al asumir en solitario los proverbiales engorros domésticos que traen de cabeza a todas las mujeres trabajadoras de este país, excepto a la suya. ¿Quién dijo que los cuentos de hadas ya no existen? El novio no solo era alto, no solo era atlético, no solo era rubio y de ojos azules. Ahora resulta que también era Superman. Mujeres de España, ¿no es envidiable?
Pasamos a ABC, donde nos encontramos con Gabriel Albiac. Antes de comentar su artículo, este humilde lector de columnas quiere aprovechar para hacer pública su felicitación al brillante filósofo y periodista por la más que merecida concesión del Premio Samuel Toledano 2013. Pero no nos desviemos. En esta ocasión escribe una columna sobre una cuestión que nada tiene que ver con el galardón que le acaban de otorgar. Se titula Carta de cierre y es una reflexión sobre el papel de las televisiones públicas en las sociedades democráticas. Advertimos que no va a gustar a los defensores de los citados medios de comunicación.
Por una vez en este tiempo negro, llega de Grecia una buena noticia: el cierre total y definitivo de las televisiones públicas. Que es ya un fundamento de racionalidad económica elemental, porque la fortuna que todo gobierno invierte en esa máquina de expandir fidelidades resulta difícil de admitir en tiempos de ruina extrema, como lo son estos que vivimos. Pero que, más allá de la ruina, nos debería poner ante un principio -lógico como moral- más básico: ¿por qué deben pagar los ciudadanos con sus impuestos la feroz apisonadora que persigue sólo hacerlos imbéciles, autómatas que repitan lo que al Gobierno de turno resulte más conveniente?
Añade:
¿Para qué podría servir una televisión pública -no digo ya las dos decenas de autonómicas que hay en España-, más que para cerrar nuestro horizonte de visión sobre aquello que el poder juzgue conveniente que veamos? No hay excepción a ese automatismo perverso. Unos Gobiernos pueden hacer de la máquina uso más esterilizador que otros: en España, la maestría del PSOE y de los Señores autonómicos no tiene en eso equivalente. Pero es la máquina misma lo que le sobra a una sociedad libre. Quien quiera entretenerse con la pantalla, que se lo pague.
Concluye:
Y aquí, no nos engañemos, ha sido al revés: una infinitud de cadenas públicas autonómicas ha multiplicado la violación mental al infinito. Y ha quemado dinero de un modo obsceno. Ni un céntimo más para las televisiones públicas. Menos que cero, para las autonómicas. No es sólo economía. Es higiene. Mental. Decencia mínima.
Pasamos ahora a La Razón, donde César Vidal rompe la ‘disciPPlina’ del diario de Marhuenda en un artículo donde critica al ministro de Hacienda. Se titula ¡No todos somos Montoro!:
Pocos lo hubieran pensado, pero el impacto ha sido innegable. Ha bastado que el presidente de Extremadura anunciara una rebaja de impuestos para que el foco de los medios de comunicación se fijara en él e incluso algún miembro del Gobierno se moviera incómodo en la silla. En el fondo, no es para tanto. La rebaja de impuestos de Monago -como toda reducción de la carga fiscal- es un paso en la buena dirección, pero va a tener poco impacto real.
Añade:
Se puede discutir si Montoro no tenía más remedio que subir el IVA de algunas operaciones, pero lo que ya anunciamos hace más de un año algunos es que el incremento de la carga impositiva era tan disparatado que sólo conseguiría reducir la recaudación, provocar la quiebra de empresas y aumentar el número de parados. Así ha sido porque ni Pitágoras ni Laffer, el de la curva, mienten.
Concluye:
Por eso la acción de Monago reviste tanto significado porque, fundamentalmente, es un paso no económico sino político. Se trata de un grito que clama a voz en cuello: «No todos somos Montoro. Recuérdelo el votante dentro de pocos meses». Aprendan la lección los candidatos del PP que deseen un escaño en el Parlamento europeo, una plaza en las asambleas regionales o una concejalía. Por encima de todo, deben convencer al electorado, incluso invocando la gloria de su madre, de que ellos no son, ni por aproximación, Montoro ni nada parecido.
Cerramos con Federico Jiménez Losantos, que escribe en El Mundo una columna titulada Fincas por presos.
Aquí, para seguir disimulando que, según la información de Hacienda, la Infanta Cristina vendía fincas en La Mancha para redecorar el palacete de Pedralbes, sin poder justificar unas ni otro, todo el inmenso armatoste de la legalidad está paralizado, mientras la ETA saquea España cambiando fincas por presos. Bolinaga y Fernández Díaz son los símbolos de lo que pasa: los que deberían estar muertos, o eso nos dijeron, sobreviven a su propia muerte y los que deberían haberlos enterrado fallecen por no atreverse a respirar.
Añade:
Puede parecer que la prueba fiscal y catastral de la corrupción en la Familia Real tiene poco que ver con la proclamación del triunfo de la ETA. No lo es. Sin sus ataduras personales y familiares, el Rey habría dicho algo sobre lo que pasa en el País Vasco y Cataluña, y el Gobierno habría hecho algo de lo que debía. Ahora, todo está paralizado, suspendido, yerto. Si el Rey no se mueve, tampoco Rajoy; si Rajoy no se mueve, tampoco el Gobierno; si Justicia y Hacienda no se mueven, la Fiscalía y la Agencia Tributaria permanecen inmóviles; si el PP no se mueve, el PSOE, al cabo autor del guión de la rendición ante la ETA y el separatismo catalán, está quieto como una víbora en invierno.
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