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La calidad de las secciones de opinión de la prensa española es como una montaña rusa. Hay días en los que uno tiene problemas para seleccionar los mejores artículos, o los más destacables por algún motivo diferente a su calidad, debido a su alto nivel generalizado. En otras ocasiones, sin embargo, la dificultad viene dada por todo lo contrario, por encontrarnos ante un panorama bastante plano y con columnas bastante sosas en general. El 27 de junio de 2013 es una jornada de este último tipo. Pero como siempre, excavando con cuidado se encuentra algo que merece la pena ser destacado.
Arrancamos en ABC. David Gistau le da hoy un somero repaso al titular de Hacienda en ‘La vida es así’ no sólo por la chapuza en el caso de la Infanta, sino también porque su departamento precintase un conocido establecimiento culinario de la capital de España:
Arranca así:
Las ausencias de la triple S y de Rubalcaba favorecieron un emparejamiento nuevo, el de Rajoy y Soraya Rodríguez, que nos hizo dudar acerca de si el presidente no sucumbiría a la imprevisibilidad del sobrero. Lo cierto es que Rodríguez arrancó con aplomo, más contenida su tendencia al hipogrito huracanado, y enfrentó a Rajoy a cuestiones tan diversas como el aumento de impuestos o el lugar al que ese ministro «que jamás debió salir de las tertulias» pretende mandar a los becados universitarios, que esperamos que no sea como materia prima a una fábrica de salchichas.
Sin embargo, fue precisamente la diversidad argumental lo que terminó dispersando la intervención de Soraya Rodríguez. Umbral insistía en que a cada artículo le cabe un tema, pues dos sólo traen confusión, y lo mismo puede decirse de las preguntas parlamentarias. Sabedora de que tenía esta única oportunidad para lucirse ante el jefe del Gobierno, Rodríguez trató de embutirlo todo en apenas dos minutos, incluyendo a Bárcenas y el plasma, la reforma de la educación y la política fiscal, que por poco no metió hasta el debate del falso nueve. Rajoy, con pocas ganas de ayudarla a consagrar una rivalidad, la despachó perezosamente con alusiones a los tópicos de la herencia recibida.
Añade que:
Con todo, el papel estelar era para Montoro, que sigue siendo incapaz de aportar una explicación solvente, que no destruya por añadidura prestigios profesionales, al turbio asunto de los NIF. Ayer, empecinado en el argumento de los errores improbables que se dan de forma simultánea, hasta probó con una explicación casi filosófica basada en la resignación a los azares del destino: «La vida es así», dijo, como si estuviéramos hablando de un inexorable de la naturaleza, como la alopecia después de los cuarenta.
Gorriarán, a quien a veces es difícil entender porque mastica las palabras, lo tuvo atrapado cuando aludió a la poca probabilidad de los errores y al descrédito ante los ciudadanos de la Agencia Tributaria, que ha sido asumido por el Ministerio como un daño colateral para evitar que prosperen hipótesis más peligrosas. El socialista Saura fue más lejos y lo acusó de sabotear procesos judiciales y agredir el principio de igualdad.
Y remata:
Más allá de que volviera a darnos el espectáculo paradójico de escuchar al ministro de un Gobierno presuntamente liberal decir que el empleo se crea subiendo impuestos -aquí es donde al profesor Rodríguez Braun le da un soponcio-, Montoro trató de restaurar la buena imagen de la Agencia describiendo un ente orwelliano que está en todas partes, patrullándolo todo, desenrollando precintos intimidatorios, sometiendo a escarnio público a tantos personajes famosos sin NIF mágico como sea necesario.
También en ABC, Ignacio Camacho escribe también sobre este tema, bajo el título de Griñán y la joven guardia roja:
UN único acierto fundamental, y más táctico que estratégico, ha tenido José Antonio Griñán en cuatro años de gestión gris, opaca y declinante. Fue el de desvincular su suerte de la de Zapatero al separar las elecciones autonómicas de las generales para eludir la salpicadura de la fobia antizapaterista.
Sostiene:
Tal vez crecido de autoestima sobre su manejo de los tiempos, el presidente de la Junta ha abierto la sucesión con un adelanto imprevisto que en la práctica lo elimina como referente salvo que albergue una remota aspiración de desafíos mayores. Su horizonte político está limitado por la edad en una época de culto efebocrático y cernido por la nubosa incertidumbre penal del escándalo de los ERE -ojo a la inesperada secuela de Invercaria, que tal vez el cartero de la imputación pueda llamar dos veces-, cuya tormenta amenaza con empapar a la nomenclatura del tardochavismo.
Concluye:
La lógica sugiere que no cumplirá los tres años restantes de mandato; los jóvenes lobos no esperarán tanto en segunda fila. Y no sólo cuentan con ocupar el poder en el feudo andaluz; quieren un rol de relevancia en el proceso de renovación nacional del PSOE que de manera inevitable va a acelerar este salto cualitativo. Griñán ha cruzado un camión cargado de urgencias en la premiosa hoja de ruta de Rubalcaba.
El País, en esta ocasión, no nos ofrece un ladrillo político del día, lo sustituye por el ladrillo sindical. Corre a cargo de Ignacio Fenández Toxo. ‘Il capo’ de Comisiones Obreras se lanza a la alta política europea y lanza su propuesta para La refundación política de Europa. El autor del artículo, sea el propio Toxo o un muy probable ‘negro’, ha perpetrado un texto realmente aburrido en el que mete mucha cifra para intentarlo hacer pasar como una cosa sesuda a pesar de ser un cúmulo de lugares comunes del keynesianismo dominante. Todo para rematarlo con dos párrafos finales que vamos a señalar:
Hay que enfrentarse a la crisis económica y política con más Europa. Con un nuevo proyecto ambicioso y coherente que sea capaz de promover la confianza de la ciudadanía. Los actuales Tratados no permiten que haya un Tesoro europeo, ni que el BCE tenga las funciones de la FED. Tampoco, anclar en ellos un sólido pilar social.
La primera frase la podría haber pronunciado el mismísimo Margallo. De hecho este humilde lector de columnas está seguro de habérsela escuchado en más de una ocasión. Eso de «más Europa» es un mantra que nada significa y que ya no cuela entre los ciudadanos. Y qué curioso eso de pedir que el BCE se parezca a la FED. ¡Quién iba a decir que íbamos a ver al máximo representante de un sindicato comunista pidiendo que nos parezcamos a Estados Unidos. Claro que, como buen comunista, quiere que imitemos a EEUU en uno de sus peores aspectos.
Estas son las líneas de una «refundación política de Europa» hacia una Europa federal. Requeriría un proceso constituyente, una nueva Convención ampliamente democrática en la que participaran también las organizaciones representativas del trabajo y de la sociedad, porque lo que lleva a la destrucción de la UE es la insoportable levedad e ineficiencia de la política que nos ofrecen, cumbre tras cumbre.
Idéntico a los políticos. En esa «refundación» deberían participar las «organizaciones representativas del trabajo» –¿se dará cuenta de que eso descarta tanto a su sindicato como a UGT, organizaciones que no representan a los trabajadores por mucho que se empeñen en fingir lo contrario?– «y de la sociedad», sea esto lo que sea. Al igual que los políticos, ni se plantea que se consulte a los ciudadanos. Políticos y sindicalistas de postín, con su fatal arrogancia, ya se encargan de opinar por nosotros.
El crítico televisivo que escribe de todo menos de televisión, David Trueba, se lanza a opinar sobre el sistema educativo bajo el título de El fracaso:
De entre todas las repugnantes ideas de éxito y fracaso que se transmiten en los valores sociales implantados entre los medios y las esencias del poder, la peor de todas es la que afecta a la formación educativa. Que al final también los estudios vayan a ser valorados en función de los baremos deportivos, donde unos saltan el listón y otros no, donde se ganan medallas o se logran plusmarcas en función de la medición de resultados, ejemplifica el grado de estupidez con que el ser humano es capaz de condicionar su vida.
Ahora resulta que poner notas, que se pueda aprobar o suspender, es valorar «en función de baremos deportivos» y medir por resultados es estúpido. Algo me dice que si Trueba tuviera que decidir entre dos asesores fiscales recién salidos de la facultad para que le prepara la declaración de la renta, optaría por contratar al que tuviera una media de 8,5 antes que al que hubiera sacado un 5 raspado. Eso si es inteligente, que debe de serlo, en vez de coherente con lo que escribe, claro.
Concluye:
La afrenta de pensar que los universitarios son un lujo que no nos podemos permitir es insultante. Su peripecia estudiantil, cargada seguramente de resbalones, desánimo y frustración, es a la postre enriquecedora para el país. Pero solo tener que defender algo tan evidente resulta cansino. Han triunfado los enemigos de la inteligencia, gracias a su enorme pasión por el dinero, verdadera piedra filosofal de nuestros días. Por eso tenemos que acostumbrarnos a llamar fracaso a lo que antes llamábamos éxito y, en consecuencia, a considerar un éxito la mediocridad homicida que tanto atrae a nuestros gestores.
El lujo que no nos podemos permitir son estudiantes con malas notas que jamás encontrarán trabajo en lo que han estudiado. Si se lo pagan ello o su familia, es su problema, puesto que habrán hecho una inversión inútil que tan sólo les perjudica a ellos. Pero cuando se paga con los impuestos de todos, es a todos (incluyendo los estudiantes sin recursos pero brillantes a los que se les quitan recursos para compartirlos con otros que no alcanzan un mínimo nivel) a quien se perjudica.
La antítesis de Trueba la encontramos en El Mundo, con una columna de Salvador Sostres titulada El dinero de los demás:
No se puede usar la universidad ni para la superación personal ni para la rehabilitación social. Las universidades tendrían que ser catedrales del conocimiento a las que sólo tuvieran acceso los alumnos que hubieran acreditado que pueden sacar el máximo provecho de lo que se les va a enseñar. Ser universitario no es ni mejor ni peor que no serlo. La calidad del trabajo que luego hagamos, sea en el ámbito que sea, es lo que va a determinar nuestro prestigio y nuestro éxito. Nunca será mejor un mal médico que un buen fontanero. Lo que importa no es lo que hagas sino que lo hagas bien hecho.
El Estado tiene que invertir, becándolos, en aquellos chicos que demuestren aptitudes e interés y capacidad para devolver a la sociedad lo mucho que la sociedad ha hecho por ellos. Los recursos son limitados y hay que usarlos con inteligencia. No se puede ofrecer mediocridad a cambio del enorme esfuerzo que muchos hacemos pagando nuestros impuestos.
Concluye con una propuesta que le sonará radical incluso a todos los miembros del PP y del Gobierno:
Todas las universidades tendrían que ser privadas y el Estado tendría que limitarse a becar a los que objetivamente considerara que tienen algo que aportar. Lo demás es generar mediocridad y paro, falsas expectativas y un nivel de gasto que no sólo no podemos permitirnos sino que resulta un insulto a los que vemos cómo se malgasta nuestro dinero.
Porque el dinero es nuestro, sí, y de momento todo el mundo nos ha insultado y nadie nos ha dado las gracias.
El otro tema del día en los espacios de opinión es la ‘espantá’ anunciada por Griñán. En el diario de Unidad Editorial, Victoria Prego titula Carambola de retiradas:
Detrás del anuncio de Griñán hay un proyecto político. Ésa es la conclusión inmediata que se extrae del cuándo y del cómo ha hecho saber que se retira. Para empezar, lo dice cuando apenas ha cumplido un año de su llegada al gobierno andaluz después de haberse presentado a las elecciones. Antes de eso fue el sucesor a dedo de Chaves cuando Zapatero decidió traerse a éste a Madrid porque dudaba de que pudiera ganar las elecciones.
Sostiene:
Con su movimiento, Griñán asesta a Rubalcaba todo un hachazo político en un momento, además, en que los desastrosos datos de los sondeos intentaban ser modificados por el líder socialista a base de encarnar una política de Estado con ribetes europeos. Pero no le van a dar la oportunidad de levantar cabeza. Van a llevarle de cabeza, eso sí, pero hacia la carambola de su propia retirada.
Concluye:
Da lo mismo que el calendario de la dirección socialista se mantenga inalterado, como dicen en Ferraz. El debate de la sucesión ya está abierto. Lo ha abierto Griñán, lo mantendrá vivo y activo Susana Díaz y, que se sepa, Carme Chacón no ha renunciado.