El ingreso en prisión de Bárcenas ha vuelto a situar al apodado ‘Luis el Cabrón’ como protagonista de los espacios de opinión de la mayor parte de la prensa de papel española el 28 de de junio de 2013. Sorprende, eso sí, que los columnistas de El País no aprovechen parra sacar pecho corporativo tras haber publicado los supuestos papeles (o fotocopias, resúmenes o lo que quiera que sea eso) del ex tesorero del Partido Popular. Sí entran en esa materia articulistas de los diferentes rotativos de derechas. Eso sí, que no espere el lector encontrar demasiados articulistas que traten de justificar o ayudar de forma alguna al Señor de las Peinetas. Apenas hay uno que sí lo intenta, que no es otro que su defensor habitual en la contraportada de El Mundo.
Otra cuestión tratada es una Agencia Tributaria y un Ministerio de Hacienda que no dejan de estar de triste actualidad. Por cierto, que desde La Vanguardia nos reprochan el periodismo maleducado que, según un columnista de ese diario, practicamos en Madrid.
Arrancamos en esta ocasión en ABC, donde Carlos Herrera titula El factor Bárcenas un artículo que no deja en demasiado buen lugar al partido del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante. El de Onda Cero escribe sobre sus conversaciones con el presunto corrupto de moda:
He compartido un par de tardes de conversación y uno y otro sabíamos que antes o después pasaría por el trago de perder paisajes y elasticidades para formar parte de la población reclusa española. Este periodista, como otros a los que también ha querido ofrecer su versión de las cosas en privado, ha visto papeles, unos más comprometedores que otros y la mayoría de ellos de alto interés mediático aunque de relativo valor judicial. Luis Bárcenas sostiene que repartió dinero a los miembros de la cúpula del PP y que lo hizo en virtud de las órdenes que recibía del verdadero tesorero y adecuadamente a lo que era razonable por el trabajo en el partido de unos y otros.
Añade algo que debe de dar mucho miedo en la madrileña calle Génova:
Conserva los volantes de los ingresos que realizaba en los bancos en los cuales el partido guardaba las donaciones de empresas y particulares y conserva, autenticidad mediante, estadillos en los que recogía los pagos que realizaba en el final de los ochenta y principios de los noventa, estadillos los cuales dejan en pañales los publicados por «El País», filtración de Trías Sagnier mediante, ya que no todo es fácilmente explicable.
Cuenta:
El partido, como ya imaginan, no quiere saber nada de él y ha explorado muy pocas o ninguna vía de contacto con alguien que tiene gasolina en sus manos y que hasta ahora no ha querido utilizar, pero que de sentirse demasiado sólo podría poner en marcha. Lo que se juega el PP con ello podría ser más de lo que cree: no porque Bárcenas disponga de pruebas acusatorias que supongan pesares judiciales a la cúpula, pero si por ese viejo proceder de embarrar el campo en el que ahora se dirime un cierto despegue político del gobierno Rajoy gracias a las saludables perspectivas económicas de los próximos meses.
Concluye:
La tarea del juez Ruz, por otra parte, consiste fundamentalmente en tratar de establecer el origen de las cuentas suizas a nombre de Bárcenas. Hay que saber si ese dinero provenía de sus virtudes financieras o de las arcas del PP, y, en el segundo caso, si ha sido apropiación indebida o simple custodia. Bárcenas acusa a dos responsables populares como causantes esenciales de sus males: es cruel en el relato de las maldades que, según él, adornan el proceder de ambos; los cuales, por cierto, están -o parecen estar- enfrentados entre sí. Dentro de prisión -y también fuera sin estar desactivado- es un factor de desestabilización enormemente considerable.
Estaría bien que Herrera contara quienes son esos dos misteriosos personajes.
En la contraportada de La Gaceta, Kiko Méndez-Monasterio publica Salvo alguna cosa. Arranca escribiendo sobre el submarino español que no puede ser fletado porque se ha construido con un sobrepeso considerable, para terminar hablando de lo que realmente es el tema central de la columna.
De la existencia del señor Bárcenas tenían noticia todas las cúpulas del centro derecha casi desde tiempos de Maura. O sea de Fraga. Pero cuando nos enteramos los demás dejó de ser el hombre de confianza para convertirse en la sombra de la sospecha.
Y es una sombra alargada. Después de que todos sus portavoces metieran la pata sucesivamente, el presidente Rajoy tuvo que responder a las preguntas sobre el tesorero del abrigo mafioso. «Todo lo que se ha publicado es mentira, salvo alguna cosa», dijo.
Que es lo mismo que decir que todo el submarino está bien construido salvando el pequeño error del puñetero decimal. Por supuesto que fue un lapsus, que no quería decir don Mariano lo que se entiende, pero el ingreso en prisión de Bárcenas indica que es cierto que se habrán publicado mentiras, pero que algunas cosas eran verdades muy siniestras.
Como buen columnista del periódico de la ‘disciPPlina’, Alfonso Merlos logra escribir sobre el Señor de las Peinetas son nombrar ni una sola vez ni al Partido Popular ni a ninguno de sus dirigentes. Su columna en La Razón se titula Ejemplaridad y regeneración:
Justicia y sólo justicia. Ni saña ni linchamiento. Porque ésta es la piedra angular de un Estado de Derecho. Y si toca cárcel, cárcel. No tiene sentido preguntarse por qué hasta ahora un presunto gran delincuente como Díaz Ferrán permanecía en prisión desde Navidad, y Bárcenas campaba por sus respetos cultivando sus aficiones, entregándose a sus elitistas y hasta excéntricas formas de ocio.
Sostiene:
Estamos aquí, sin embargo, ante un caso de corrupción que puede y debe marcar un antes y un después. Primero, porque no se puede tolerar que quienes controlan la caja de los partidos políticos los parasiten hasta la extenuación, sin límite de ninguna índole, explotando la codicia en su más rastrera y pornográfica expresión. Segundo, porque los ciudadanos deben ver, a las claras, cómo aquellos que de forma sistemática se han entregado al robo y al fraude lo pagan con creces: y toda la contundencia es poca en un escándalo ya de magnitud olímpica.
Aunque no nombra al PP, se limita a hablar de «los partidos», Merlos ya ha dictado su propia sentencia en la que se exculpa a la formación política con sede en la Calle Génova. De hecho, presenta a los de Rajoy como víctimas seguras, pues nos lo muestra como un partido que ha sido parasitado por Bárcenas.
Concluye:
La regeneración de la vida pública en España y la salida de la crisis no pasa por ajustar cuentas con los golfos que se lo han llevado crudo mientras el grueso de nuestros compatriotas sudaba la gota gorda para pagar la factura de la luz y el agua, para comer y vestirse. Pero, tirando por elevación, una pena proporcional y durísima para Luis Bárcenas ayudaría extraordinariamente a limpiar la chusma de cuello blanco sin cuyas fechorías no se entiende que este país haya estado hasta hace cuatro días en el hoyo. ¿O no?
Y desde El Mundo nos llega el tiempo de lamento y defensa del encarcelado por parte de Raúl del Pozo, que titula Sálvese quien pueda. El columnista de la contraportada del diario de Unidad Editorial ejerce de auténtico portavoz mediático del ex tesorero del PP a partir de las confidencias de un ‘Tercer Hombre’ muy próximo al protagonista del día. Es tan próximo que incluso pareciera su propia sombra o incluso todavía más cercano que esta.
Me dice el Tercer Hombre: entre el inerte Rajoy y el listillo Gallardón lo han jodido todo; todo lo que pase a partir de hoy en el PP es el resultado del miedo y la ineptitud del núcleo dirigente de Génova. Es la hora de la siesta (32 grados), no llegan noticias de la Audiencia y le adelanto a mi confidente que están redactando el auto de prisión. «¡Es acojonante!», le oigo decir. Luego explica con ira que las fiscales de Rubalcaba y los abogados del PSOE van a apretar los huevos a Bárcenas para que cante y hunda al PP.
Añade:
Vuelvo a conectar con el TH. Le pregunto por la capacidad de resistencia de Luis; me explica que es un tío leal y entero, así se portó durante el día de ayer. Me intenta convencer de que no es cierto que se estuviera llevando el dinero de Suiza a los Estados Unidos y Uruguay porque las cuentas estaban bloqueadísimas; añade que lo del riesgo de fuga es una estupidez, que no se ha tenido en cuenta la prescripción y sobre todo el hecho de que la prisión sin juicio por un delito fiscal choca con la presunción de inocencia.
Concluye:
Entró al juzgado con cierta melancolía para enfrentarse con los ensotanados después de los silbidos de Génova, donde está su partido, por el que tanto tuvo que trajinar.
Seguimos en El Mundo, pero cambiamos de columnista y de tema. Federico Jiménez Losantos escribe sobre Las cloacas de Hacienda:
Hace muchos años que se acuñó la fórmula «las cloacas de Interior» para referirse a las tramas negras, los abusos de poder, la corrupción en los altos cargos, los sobresueldos y trinques en dinero negro, los regalitos con cargo a Fondos Reservados para obsequiar a los leales al ministro y, sobre todo, la permanencia en los aledaños del ministro o de los servicios de información policiales de personajes siniestros e incluso condenados por atroces delitos.
Añade:
Pues bien, gracias a Montoro, Viana, Cristina14 y demás, estamos descubriendo las cloacas de un ministerio, el de Hacienda, que no tienen nada que envidiar a las de Interior. Vemos cómo se vulnera la Ley a la luz del día, cómo se protege a ciudadanos dignos de ser perseguidos y se persigue a los dignos de ser protegidos.
Concluye:
En rigor, Montoro y Viana continúan la política de terror inaugurada por Borrell en Hacienda y Magdalena Álvarez en la Agencia Tributaria en el caso de Lola Flores, que pasó meses en el banquillo del telediario mientras el ministro y los jefes de la Agencia en Barcelona cobraban en chalés sus favores al delito. El terror es siempre garantía de corrupción, de cloaca. En Interior y en Hacienda.
Cerramos con un salto de ciudad. Acudimos a Barcelona, y en el periódico del conde de Godó y Grande de España metido a independentista y encontramos una columna de Antoni Puigverd titulada Alguacilada. Tras comparar los estilos literarios de Cervantes, al que considera humanista y sutil, y Quevedo, al que presenta como alguien que hace un uso constante de la burla y la crueldad. Añade:
Quevedo creó escuela en el periodismo de opinión de Madrid, en el que abunda desde siempre el uso de las palabras como cachetes y en el que la habilidad literaria es brillante instrumento de humillación, acoso y escarnio de los adversarios. Sorprende, en cambio, que esté triunfando también entre nosotros, que con tan buena tradición irónica contábamos (de Carner, Pla y Sagarra a Monzó). Aquí también prospera la caricatura denigratoria, el desprecio de los odiados y el sarcasmo arrebozado de superioridad moral.
El párrafo se las trae. A este humilde lector de columnas le parece puro estereotipo y complejo de superioridad por parte del columnista. Tanto entre los articulistas madrileños como entre los catalanes siempre ha habido de todo, desde los sutiles y elegantes hasta los que optan por el insulto o la burla y la humillación. Pero claro, quien quiere vivir una fantasía provinciana tan sólo ve virtudes entre los suyos y defectos entre aquellos a los que elige como opositores.
Y todo lo anterior, ¿para qué? Pues para justificar su último párrafo, en el que critica con dureza a la supuesta líder del PP catalán:
No querría unirme a esta nueva corriente denigrando a Alicia Sánchez-Camacho, que está pasando por unos momentos muy delicados, tal vez definitivos. Pero es inevitable pensar en un título de Quevedo: «El aguacil alguacilado». Una farsa dedicada a un funcionario, vigilante de la rectitud, que se convierte en acusado por su comportamiento irresponsable. Aunque el caso de Alicia también está descrito en un refrán: «Donde las dan, las toman». Mejor pasar un tupido velo sobre de las miserias, incluso políticas, que las intimidades grabadas a la lideresa del PP han puesto en evidencia. Y no por miedo judicial, sino por piedad cervantina. Ahora bien, una pregunta, en este penoso caso, es inevitable. ¿Por qué se queja, ahora, Alicia, de la violación de su intimidad, si el día en que la grabaron estaba precisamente penetrando en la intimidad más escabrosa de la familia Pujol? ¿Por qué, si no, estaba almorzando con una mujer, cuyo único capital político era haber sido amante de un hijo del ex president?
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