Díaz Villanueva (La Gaceta): "Bárcenas no era un cualquiera, era el mismo PP rajoyante, arriolante y montorante que hoy se pasea con chulería por los ministerios, las covachas autonómicas y los ayuntamientos"
Cualquier ‘friki’ fan de los libros de J.R.R. Tolkien (entre los que se cuenta este humilde lector de columnas), así como los millones de espectadores que vieron la trilogía basada en su más conocida novela, reconocerá a la perfección la siguiente cita: «Un Anillo para gobernarlos a todos, un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos a las tinieblas».
Los estadillos de los papeles del Señor de las Peinetas parecen tener un poder similar con los artículistas del papel al que tenía el Anillo Único con respecto a los anillos del poder (tres para los ‘Reyes Elfos’, siete para los ‘Señores Enanos’ y nueve para los ‘Hombres Mortales’).
Los atrae a todos y los ata a las tinieblas, que en este caso no son otras que las del feo asunto del ex tesorero del PP. El 11 de julio de 2013 casi todas las columnas de los diarios impresos están dedicadas al caso Bárcenas.
Empecemos en esta ocasión en la prensa de Barcelona, cuyos articulistas por fin parecen enterarse de que algo ocurre con el ex tesorero del PP. Juancho Dumall, director adjunto del auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’ firma en El Periódico De Amedo a Bárcenas:
El caso Bárcenas empieza a parecerse peligrosamente al caso Amedo. En ambos episodios hay un delincuente -presunto, todavía, el extesorero; condenado a nueve años de cárcel, el expolicía- que angustiado por la perspectiva de pasar mucho tiempo en prisión toma la grave decisión de chantajear al Gobierno.
Recuerda Dumall que en ambos casos el jefe del Ejecutivo, ahora el registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante y entonces el jardinero de bonsais a tiempo parcial reconvertido posteriormente en diseñador de joyas, han optado por negarlo todo y descalificar a los chantajistas. Añade:
El caso Amedo, además de sacar a la luz la guerra sucia contra ETA, intolerable en una democracia, puso de manifiesto la extendida corrupción en las cloacas del Estado gobernado por los socialistas. El estallido del escándalo dio paso a unos años tenebrosos en la política española y marcaron el ocaso del proyecto socialista y un enorme desgaste personal de González, que dio paso a la victoria del PP de José María Aznar.
Se plantea si el caso Bárcenas puede tener unos efectos similares para Rajoy a que los que tuvo el de los GAL para González, y no lo descarta. Pero concluye:
Pero conociendo la piel de rinoceronte que posee Rajoy para afrontar los asuntos más enrevesados, es posible que tengamos por delante meses y meses de idas y venidas a la Audiencia, titubeos de los fiscales, testigos sorpresa y políticos arrepentidos. Es muy difícil, sin embargo, que esta vez el proverbial quietismo del presidente vaya a servir para algo.
No señala, sin embargo, una diferencia fundamental entre ambos casos. Por muy grave que sean la corrupción y el robo a la sombra del poder (presentes en ambos asuntos), los GAL secuestraron, torturaron y asesinaron. Y esa es una diferencia abismal, por mucho que que buena parte de sus víctimas (aunque no todas) fueran terroristas asesinos que merecieran pasar el resto de su existencia en prisión.
En el diario del conde de Godó y Grande de España metido a independentista quien escribe sobre el caso Bárcenas es Fernando Ónega, gallego afincado en Madrid que forma parte de la cuota no catalana de La Vanguardia. Su columna se titula La tormenta perfecta. Dice del ex tesorero de la madrileña Calle Génova:
Ha conseguido la tormenta perfecta: cada uno de sus pasos disfruta de eco mediático garantizado; la militancia del PP está acomplejada; la duda aparece incluso entre los más fieles a Rajoy; Aguirre suelta su lengua y abandera la contestación interna, y la oposición, como es natural, aprovecha el momento para meter un rejón al Gobierno, a su partido y a su presidente.
Sobre el jefe del Ejecutivo comenta:
Es el Rajoy que conocemos en su pura esencia: puesto de perfil ante el vendaval. Yo creo que la procesión va por dentro y la verdad inconfesable es que se encuentra atrapado: si cede ante la demanda de explicaciones y acude al Congreso o convoca una rueda de prensa, se arriesga a que al día siguiente el tal Bárcenas publique un nuevo papel que sabe Dios lo que puede contener. Mejor resistir callado hasta que termine la balacera.
Concluye con un listado de «daños colaterales» de todo este asunto:
Daño número uno: el descrédito de la función pública. Este asunto viene a agravar la creciente pérdida de confianza popular en sus dirigentes e instituciones. Daño número dos: el perjuicio a la imagen exterior de España, que reconoce hasta el señor García-Margallo, ministro de Exteriores. Daño número tres: la erosión del presidente. No hay nada más sospechoso para una sociedad desconfiada que ver en el mismo telediario a un torrente de ministros exaltando su honradez. Daño número cuatro: el deterioro del clima de pacto. Hace nada, Rubalcaba y Rajoy fumaban la pipa de la paz con un acuerdo melifluo para el Consejo Europeo. Ahora, el partido de Rubalcaba pide la dimisión de Rajoy. Y daño número cinco y más alarmante: la aparición del chantaje en las formas políticas. ¿Qué es más que un chantaje exigir que el presidente hable o se boicotea la ley de transparencia? Pues eso ya lo hemos visto.
Tomamos el puente aéreo y, nada más aterrizar en Madrid, nos asomamos a las páginas de ABC. Su jefe de Opinión, Jaime González, escribe con cierta gracia que Se venden guantes ignífugos. Es un artículo en el que no se corta a la hora de lanzar pullas destinadas tanto a El Mundo en general como a Raúl del Pozo y Pedrojota Ramírez en particular.
Supongo que no será la probada capacidad de influencia de ABC la que ha llevado al magistrado a citar por fin al extesorero del PP, «garganta profunda» y «Tercer hombre» -uno y trino- para que de una puñetera vez aclare por qué le dijo a su señoría lo contrario que le dijo a esa otra señoría tan presta en dictar veredictos de condena en sus autos dominicales.
Ahí, en una única frase, apunta directamente contra el director del diario de Unidad Editorial (la «otra señoría» que dicta «veredictos de condena en sus autos judiciales») como a su columnista de contraportada (el que siempre habla con unos «garganta profunda» y «Tercer hombre» que ya todos tenemos claro que son el propio Bárcenas). Pero no queda todo en ese punto. Acto seguido lanza otra andanada:
El mayor espectáculo de «El mundo» es convertir a Bárcenas en testigo protegido para someter al presidente del Gobierno a un juicio paralelo: los leones encarnados del circo se están poniendo ciegos.
Bromea González afirmando que se va a dedicar a la venta de guantes ignífugos:
¿Pondría usted la mano en el fuego por la veracidad de las últimas declaraciones de Bárcenas? «Pues mire usted: ni con guantes ignífugos, para que no me pase lo que le pasó al que asó la manteca». «¿Y que le pasó al que asó la manteca?». «Que puso la mano en el fuego tras reunirse cuatro horas con Bárcenas». ¿Pondría usted la mano en el fuego por los dirigentes del PP a los que Bárcenas acusa de haber cobrado sobresueldos? «Con guantes ignífugos, para cumplir con la Ley 19875 del 21/4/72 sobre seguridad e higiene en el trabajo».
Concluye:
Se venden guantes ignífugos: mancos abstenerse.
También en el diario madrileño de Vocento nos encontramos con Chantaje, artículo firmado por Isabel San Sebastián:
Cuando se es víctima de una extorsión como la que ha orquestado Luis Bárcenas contra el PP no basta con desacreditar al chantajista subrayando su condición de villano. Tampoco es suficiente aducir que no se ha cedido a la presión y que por eso el rufián ha puesto en marcha el ventilador. La única respuesta ante un ataque de esta envergadura es desmontar la ofensiva desde la raíz, y para ello únicamente hay un camino: el que parte de la verdad, discurre por la verdad y conduce hasta la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Añade:
¿Miente [Bárcenas] ahora porque lo haya hecho en el pasado? Tal vez en parte, pero no en todo lo que dice; eso seguro. Y como no hay embuste más dañino que el entreverado de hechos reales, las andanadas que están por venir, apoyadas en pruebas documentales, van a someter al PP, al Gobierno y a España a un desgaste brutal que no podemos permitirnos los españoles y que desde luego no merece esta Nación, escarnecida por demasiados corruptos de todos los colores.
Concluye con una crítica al presidente del Gobierno y a su partido:
Rajoy ha optado hasta ahora por el silencio de don Tancredo, esperando que escampe la tormenta. Muy en su línea habitual de «el que resiste, gana». El balón, sostiene su entorno, está en el tejado de la Justicia. Y es cierto. El juez Ruz debe actuar con la máxima celeridad en el ámbito que le compete, llamando a declarar a Bárcenas y poniéndole contra las cuerdas. Pero hacer política es más que cumplir la ley; es dar explicaciones a una población a la que se le exigen constantemente sacrificios, actuar con ejemplaridad, distinguir entre ciudadanos y súbditos, que es la consideración que con frecuencia parecemos merecer a sus ojos.
El relato del extesorero debe ser contrarrestado con otro. Y ese otro, a estas alturas, sólo puede narrar la verdad de lo que ocurrió.
Y si el jefe de Opinión de ABC se lanza contra El Mundo por su cobertura del caso Bárcenas, veamos que dicen los articulistas del diario de Unidad Editorial sobre este asunto. Nos quedamos con dos de ellos. Casimiro García-Abadillo, vicedirector del periódico de Ramírez, contesta al llamamiento de Rajoy para que se hable de «lo importante» —La corrupción y los sobresueldos no son «cosas importantes» para Rajoy–. Lo hace bajo el título de A lo nuestro:
Lo importante en democracia es que cada uno haga su trabajo. Ayer Pablo Ruz hizo el suyo. Llamó inmediatamente a declarar al director de EL MUNDO y a Luis Bárcenas. Es decir, el juez de la Audiencia Nacional valoró como muy relevantes -de ahí la urgencia- tanto las revelaciones hechas por el ex tesorero del PP a Pedro J. Ramírez, como la aportación de un documento auténtico en el que se refleja parte de la supuesta contabilidad B del partido del Gobierno.
La celeridad de Ruz contrasta con la reacción y el argumentario de Moncloa, que consiste en restar importancia a esos hechos y, al mismo tiempo, circunscribirlos dentro de una supuesta conspiración para acabar con Rajoy.
Se retrotrae a la época del Felipismo manchado por los GAL, Filesa y otros casos de corrupción:
En aquellos años el PSOE atribuía a EL MUNDO el mismo afán conspirativo; se hablaba de reuniones, connivencia con jueces y cosas por el estilo. Esas elucubraciones daban mucho juego en las tertulias, pero fueron los hechos los que llevaron al banquillo a los que se apresuraron a arrogarse la categoría de víctimas de los medios de comunicación.
Concluye:
Me parece muy saludable que la Justicia esté haciendo su trabajo en asuntos tan complicados como Gürtel, la trama de los ERE en Andalucía, el caso Urdangarin, etcétera.
Si los ciudadanos no pierden el apego a la democracia es precisamente porque es el único sistema político que permite llegar hasta el fondo en la investigación que afecta a altas instituciones del Estado.
En estos días en los que algún que otro ministro se alegra de lo mal que les van las cosas a los periódicos, está bien que los periodistas hagamos el trabajo que nos corresponde. Pese a quien pese.
Por su parte, el defensor periodístico número 1 de Luis Bárcenas, Raúl del Pozo, publica La hormigonera, donde junto a proclamas de no amistad con el ex tesorero lanza pildoritas como si quisiera asustar a dirigentes del PP con las cosas que pudiera contar el Señor de las Peinetas.
No es que estemos al lado del malo, queremos saber qué se hizo con los millones que llegaron al partido cuando España era una hormigonera, cuando empresas como Sando, de José Luis Sánchez Domínguez, ganaban 1.000 millones de pesetas al año.
Me ha contado un pajarito que viene de Soto del Real que la diputada María del Carmen Rodríguez Flores, ex concejala de Hortaleza, hizo una gestión para que se esfumara una hormigonera, de las dos que había en Manoteras, porque una planta de hormigón es molesta sobre todo si está cerca de un solar colindante de Sánchez Domínguez, uno de los donantes al PP.
Otra más:
Será mejor que se parapeten porque llegan los suyos. Anteayer me llamó alguien de Toledo para comunicarme que lo que cuenta Bárcenas de la Cospedal es mentira (José Manuel Molina, ex alcalde de la ciudad, era el que cobraba comisiones y enviaba parte a Génova para blindarse). Hoy me ha llamado Molina para aclarar que es radicalmente falso que se llevara dinero. «Le entregué los tratos a María Dolores y me fui de la vida política no sólo porque no pude alcanzar la mayoría en el Ayuntamiento sino porque tenía una hija enferma».
Concluye:
Hay nervios. El ecónomo que administraba las limosnas va a cantar maitines, laudes y vísperas siguiendo el pentagrama del libro de caja de una panadería. La lista parece de Forbes. ¿Se atreverá a largar el nombre de los más grandes empresarios y reyes de la teja? Avisó Mario Puzo: la historia ha demostrado que cualquiera puede dormir entre los peces o ser convertido en hormigón.
Cerramos con La Gaceta, donde Fernando Díaz Villanueva publica ‘Barcenato’ y ‘Rajoyía’, donde no muestra misericordia alguna con los políticos españoles en general y con los del PP en particular.
Bárcenas no era un cualquiera, era el mismo PP rajoyante, arriolante y montorante que hoy se pasea con chulería por los ministerios, las covachas autonómicas y los ayuntamientos. Esa es la pura verdad mal que le pese a Rajoy.
Plantea:
Quedan, pues, varias incógnitas por despejar. La primera y fundamental es de quién es el dinero de Suiza, esos casi 50 kilos que el tesorero llegó a acumular en unas cuentas ya no tan secretas que sirvieron de espoleta para el escándalo. ¿Es suyo el dinero o simplemente se limitaba a custodiar lo de otros? 50 millones de euros es mucha pasta, suficiente para repartir mucho entre muchos.
Después viene la carga contra el conjunto de los políticos, con independencia de siglas:
Cuando a los políticos, pura gentuza, lo peor de cada casa, lo más miserable y abyecto de la especie, se les entrega tanto poder lo normal es que pasen estas cosas. Debemos asumir que el Barcenato es la norma en todos los partidos que tocan BOE. ¿O qué se pensaba que fue aquel gatuperio de Filesa del que los socialistas salieron inexplicablemente ilesos? La mayor parte de casos de corrupción vienen por esto mismo.
Finaliza:
Para acabar con esto no hay ley que valga, no hay rajoyía ni sorayamen, no hay regeneración posible. La política es una enfermedad que en los países libres y ricos tienen bajo control y en los esclavos y pobres ha hecho metástasis. ¿De verdad que nunca se ha planteado por qué hay menos corrupción en Liechtenstein que en Venezuela? Los argumentos culturales sólo explican una parte. La otra está en la concepción misma del mundo. En el diminuto Principado alpino aborrecen del politiqueo y de todas sus pompas mientras que en la república bolivariana lo aman con auténtica entrega.
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