Cuando todavía teníamos un pelo relativamente abundante, en aquella época en la que la calva aún no era uno de nuestros rasgos físicos más característicos, los profesores de Periodismo solían repetirnos ese viejo mantra de «perro no come a perro», casi tan manido como aquello de «no le digas a mi madre que soy periodista, ella cree que soy pianista en un burdel». Pero volvamos a dichos caninos. Con esa frase, los docentes nos venían a decir que los periodistas y los medios no se critican unos a otros. Ya entonces se nos hacía poco creíble ese supuesto corporativismo. Ahora, casi dos décadas después, resulta evidente que los galgos y los podencos, incluso los caniches y los chow chow, tratan de devorarse unos a otros sin piedad alguna. Los artículos que desde La Razón y ABC dedican el 18 de julio de 2013 a quienes han sacado los papeles de Bárcenas son buena prueba de ellos.
Arrancamos con el periódico de la ‘disciPPlina’. Nos encontramos con Mucho ruido y pocas nueces, firmado por Iñaki Zaragüeta, donde se critica a El Mundo sin tener la cortesía de citarle por su nombre. No sólo perro come a perro, sino que se lo especia en grado extremo para que sepa a gato. El columnista de La Razón arranca:
No seré yo quien niegue el revuelo social provocado por el «caso Bárcenas», aunque ha alcanzado tan altas cotas más por efecto del altavoz mediático que de la sustancia real de lo exhibido hasta ahora. Hoy por hoy, no hay causa penal contra el presidente del Gobierno ni contra la secretaria general del Partido Popular.
Añade:
Ni Mariano Rajoy ni los hechos van a convencer a sus enemigos. Hace tres días reclamaban la comparecencia del presidente. Compareció, negó las imputaciones y ¿de qué ha servido?, de nada a pesar de decir lo necesario.
Sí, estimado lector, según Zaragüeta el registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante compareció para hablar sobre el caso del Señor de las Peinetas. Que se compadeció de sí mismo, es posible. Pero comparecer, que no compadecer, no es algo que haya hecho. Al menos, en opinión de este humilde lector de columnas, su respuesta a la pregunta del redactor de ABC no puede ser considerada una comparecencia para tratar el feo asunto que más páginas de periódicos ocupa desde hace semanas.
Lanza una exigencia al periódico de Pedrojota Ramírez:
Bárcenas y el periódico que le acoge están obligados a cortar su dinámica de diario sobresalto. La nación y la situación de los españoles no lo permiten. Ni de cara al exterior ni al interior.
Ramón Pérez-Maura, adjunto al director de ABC, escribe en el diario madrileño de Vocento una columna con el irónico título de Periodismo de investigación:
Hemos sostenido reiteradamente que que el llamado «periodismo de investigación» en España consiste, casi sin excepción, en esperar a que alguien deposite en tu buzón algún documento comprometedor para un tercero y cuya difusión beneficia de una u otra forma al remitente. Afortunadamente, en el caso Bárcenas esto es tan escandalosamente evidente, que el pudor ha triunfado al fin y el supuesto «periodismo de investigación» no ha sido invocado en este caso. Vergüenza torera, se llama la figura.
Presenta argumentos que, según él, desmienten los papeles del ex tesorero del PP. Nos quedamos especialmente con este:
Cuando era gerente [Bárcenas] demostraba un deslumbrante europeísmo, rayano con el Alcide de Gasperi, pagando en euros cuando la moneda no estaba en circulación todavía.
Al margen del detalle erudito de citar al padre de la democracia cristiana italiana, estamos ante uno de los manteas de la llamada ‘brigada del aplauso’. Y no por muy repetido es cierto. Este humilde lector de columnas ha revisado una y otra vez los papeles publicados por El Mundo (y también las fotocopias de las fotocopias de El País), y se ha encontrado con que la supuesta contabilidad B empieza a registrarse en euros en 2002, año en el que empezó a circular la moneda común. Pero hay más, incluso aunque las cuentas estuvieran en euros uno o dos años antes no pasaría nada. El cambio fijo peseta-euro se estableció tres años antes y, desde ese momento la divisa europea pasó a ser moneda contable aunque no existiera de forma física.
La carga contra El Mundo continúa:
Pero cuando se tiene una estrategia establecida, no permitas nunca que la verdad te estropee un buen titular, que decía un hipócrita fungiendo como periodista. Una vez que ya se ha conseguido colocar a un abogado de confianza llevando el caso, lo que urge hacer es sacar el mayor rédito posible a la posición de ventaja adquirida.
Cual Raúl del Pozo, mete en la columna de opinión una información que le han filtrado:
Cuando el pasado lunes terminó a las cuatro de la tarde la declaración de Luis Bárcenas ante el juez Ruz, Javier Gómez de Liaño no volvió a su despacho o se fue a su casa. No. Se fue a la calle Cardenal Marcelo Spínola, al domicilio de uno de los más altos cargos de la redacción de un diario, que tuvo que bajar personalmente a franquearle el acceso a la finca ante la ausencia del portero. Hay testigos de estos hechos.
Mejor que citar la calle, podría haberse mojado de verdad y haber dicho de qué «alto cargo» de la redacción de un periódico se trata. ¿Pudiera ser el padre de esa periodista a cuya boda en Nueva York acudió el propio Pérez Maura?
Concluye:
Con unas fuentes tan relevantes, y aunque sean una «mijita» parciales, se construye una verdad incuestionable. La palabra de Bárcenas, aunque haya hechos que la descalifican abrumadoramente, tiene más valor que la de los que él quiere imputar. Y lo tiene porque es el ariete que algunos necesitan para derribar este Gobierno. Que es lo único que en verdad cuenta. Porque a algunos la verdad les importa una higa.
Dejamos, por el momento, todo lo que tiene que ver con Luis Bárcenas y Mariano Rajoy para visitar Andalucía teniendo como guía a uno de los periodistas que mejor conoce la política de dicha comunidad autónoma. Ignacio Camacho firma, también en ABC, El perol:
El Partido Socialista siempre tendrá el honor democrático de haber sido el pionero en España de las primarias para elegir candidatos institucionales. Pero este reconocimiento incuestionable queda empañado por el recelo que los sucesivos aparatos de dirección han mostrado hacia el único instrumento político capaz de desafiar su hegemonía.
Tras un par de ejemplos, entra en materia socialista andaluza:
Hasta ahora los relevos en la Junta se habían producido por simples dedazos en mitad de legislatura, pero Griñán ha querido revestir su sucesión con un tosco disfraz de libertad interna. Más que unas primarias, ha organizado una farsa propia de la democracia orgánica. Ni los tiempos ni las condiciones reglamentarias permitían una confrontación igualitaria, plural y libre que pudiese poner en riesgo el delfinato de Susana Díaz.
Añade:
El rasgo más conocido de la protegida de Griñán es su decidida contundencia para la purga de adversarios. Una firma a favor de otro aspirante equivale en caso de derrota a un certificado de defunción política, al autoexilio en una organización diseñada como una inmensa máquina de repartir poder.
Concluye:
Griñán no quería primarias; deseaba una demostración de poder, una humillación de sus críticos. Pero la podía haber realizado entronizando directamente a su favorita sin subvertir la legitimidad y la limpieza de un proceso que ha malversado con ventajismo abusivo.
Volvamos ahora al caso Bárcenas, aunque desde una óptica totalmente diferente. Nos encontramos con dos columnas, en periódicos distintos, donde se comenta el ‘dejar que las cosas se calmen solas’ que parece ser el lema de Rajoy. El primero de ellos, titulado El arriolismo y publicado por Enric Juliana en el diario del conde de Godó y Grande de España convertido en independentista catalán, se centra en el papel del asesor áulico de los dirigentes del PP. El de La Vanguardia arranca con unas ínfulas literarias un tanto kirsch:
El arriolismo es un marinero tumbado en una litera, observando como una mujer oriental, Flor de Loto, enciende la pipa de opio. El marinero expira e inspira y de golpe el mundo se detiene y todo lo malo que aparece en las encuestas es un lío que se va desvaneciendo.
Repasa el papel de Pedro Arriola junto a Aznar y después pasa a lo que aprendió de los atentados del 11-M y su aplicación junto a Aznar:
España sigue siendo un país ligeramente virado a la izquierda, en el que el Partido Popular debe hacer tres cosas para ganar las elecciones: evitar los frentes que más fácilmente puedan movilizar el voto de centroizquierda; mantener intacta la marca de Partido Alfa de la economía; y coagular los sentimientos nacional-españoles cada vez que los catalanes y los vascos -especialmente, los catalanes- tiren de la cuerda y no se avengan al dictado.
Define lo anterior como un «pragmatismo sociológico» del gusto de Rajoy. Añade:
El presidente toma arriolas.
Sigue:
La derecha de la derecha se la tiene jurada desde hace tiempo, por narcótico, sedante, centrista y maricomplejines. Estos días sus honorarios aparecen en la contabilidad B de Bárcenas. Honorarios altos.
Concluye:
Arriola ha aconsejado a Rajoy atravesar el pasaje Bárcenas con los faros semiapagados y ahora en la Moncloa y en el Partido Popular se dan cuenta de que había demasiada adormidera en la pipa. La prensa internacional ha detectado una buena historia en España (realmente lo es) y la RAF -la potente prensa económica anglosajona- acaba de localizar un apetitoso objetivo PIG en ese sur de Europa que tanto ama.
En un tono muy distinto, Manuel Jabois también comenta en El Mundo el Ante todo mucha calma de Rajoy ante el caso del Señor de las Peinetas:
El lema del escudo de armas de la carrera política del presidente es célebre, obra de otro gallego, Camilo José Cela, que dejó dicho que en España el que resiste, gana, si bien no contaba con que a su muerte resucitaría, al tercer día, la viuda. En lo peor de la crisis Rajoy aconsejaba a sus ministros que tuviesen calma, que no leyesen tanto la prensa, pues lo alarmaba todo, y que había que tener paciencia y resistir. Ese verano, tras saber que sus familiares recibieron algunos reproches de vecinos de Sanxenxo, envió desde Madrid un par de SMS en el que les pedía estar tranquilos y aguantar.
Añade:
La publicación de los mensajes con Bárcenas abunda en la sedación lingüística, la anestesia verbal enormemente fructífera en momentos de pánico. «Podrán quitarme todo», dirá sentado sin mover un músculo ante la magnitud del escándalo, «pero nunca me podrán quitar la tranquilidad». Sobre esta estrategia de comunicación, esta postura tan perfectamente descifrable que dispara todas las conjeturas, ha construido Rajoy sus éxitos; victorias desde paciencia como la de Indurain, que pedaleaba al mismo ritmo mientras le atacaban a izquierda y derecha y no osaba nunca levantarse del sillín, pues su molinete rendiría a los demás.
Concluye:
Para superar ocho años sin poder se aplicó la letanía que trató de aplicar con Luis Bárcenas («al final la vida es resistir», «tranquilidad, es lo último que se puede perder» y «sé fuerte») con la salvedad de que al contrario de lo que ocurrió con él mismo, político de expectación itinerante, Bárcenas era un hombre hundiéndose con cemento en los pies; pedirle pachorra fue un error de cálculo. Y no el único. «Yo tengo pocas virtudes», dijo a Diario de Pontevedra en 2009. «Una de ellas es la capacidad de distinguir, aunque a veces me equivoque. En política, como en cualquier faceta de la vida, distinguir entre personas es muy importante». Fue un año después de nombrar a Bárcenas su tesorero.
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