Un rato después de que el registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante hiciera pública su intención de comparecer ante el Congreso de los Diputados, un conocido cronista parlamentario nos comentaba que sus planes de irse de vacaciones después de Rajoy acudiera al hemiciclo. Todavía no sabíamos que ‘maestro en el domino de los tiempos’ iba a apurar hasta el último momento y que la fecha fijada sería el 1 de agosto, así que el periodista en cuestión (y muchos otros) tendrán que retrasar sus planes algunos días para poder escucharle.
Por el momento, el mero anuncio ha provocado una oleada de columnas en los espacios de opinión. Y lo ha hecho hasta el punto que nuestro ‘reality show’ favorito, ‘Abarcenados’, ese en el que unos periódicos se atacan a otros por todo lo relacionado con el ex tesorero del PP, ha pasado a segundo plano. Pero no desesperen, que el 23 de julio de 2013 se presenta jugoso en lo que a columnas se refiere.
Uno de los periódicos cuyos articulistas han destacado en el elogio a Rajoy por el anuncio de su comparecencia no ha sido ni ABC ni La Razón (aunque este también). Ha sido el diario del conde de Godó y Grande de España convertido en independentista catalán. El propio director de La Vanguardia, José Antich, adopta esa línea aunque lo presente bajo el aséptico título de Rajoy irá al Congreso.
Rajoy ha adoptado la mejor decisión en un tema en el que era obvio que el paso de los días no hacía sino incrementar en la opinión pública la petición de explicaciones al presidente del Gobierno. Aunque la última comparecencia del extesorero del Partido Popular Luis Bárcenas ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz descafeinó bastante las expectativas de un recorrido judicial peligroso para el jefe del Ejecutivo, no es menos cierto que las informaciones publicadas obligan por su carácter político a una explicación en las Cortes.
Termina el anuncio de Gallardón según el cuál piensa dejar la política cuando cese como ministro de Justicia:
Tres hipótesis: no acabará la legislatura, cambiará de cartera o ha oído campanas de que su nombre figura entre los posibles cabezas de cartel del PP para las europeas.
Bajo el título de Apertura rumana, Enric Juliana firma la que podría ser la versión extendida del artículo de Antich, si bien contiene algún punto de crítica al inquilino de La Moncloa y también a los medios que más daño le han hecho con sus informaciones sobre Bárcenas.
Hace una semana, el Gobierno parecía en jaque. Hoy, respira; con dificultad, pero respira. Pasado mañana puede disfrutar del elixir de unos buenos datos económicos. Y en septiembre podría producirse la primera remodelación del Ejecutivo, para comenzar a preparar las elecciones europeas y la sucesión de Joaquín Almunia como comisario europeo. ¿Rajoy, amortizado? Ya veremos.
Añade:
Durante dos o tres días el Gobierno perdió totalmente el control del relato y aún no puede decirse que le haya ganado el pulso a la Mediática. Sobre un fondo de gran desánimo colectivo, la Mediática es nerviosa y danzarina. La Mediática es trotskista: una excitación permanente.
Rompe una lanza a favor de Rajoy, del que pinta una imagen muy alejada de esas según la cual, por decirlo de forma suave, no destaca por sus ansias de trabajar:
Pese a la leyenda de ser un empedernido lector del Marca y seguidor del Tour de Francia por encima de todas las cosas, Rajoy no ha estado paralizado estos días. Los movimientos que constan en su agenda oficial delatan una honda preocupación.
Concluye incluyendo una pullita a El Mundo:
Suspiros de alivio ayer en el PSOE. La moción Sagasta ha funcionado: reafirmación interna de Rubalcaba y restablecimiento de la dialéctica bipartidista. El ministro Gallardón, atento a la dirección del viento, sigue jurando lealtades. El diario de Bárcenas corrige rumbo y pronostica la supremacía electoral del PP, a pesar de los pesares.
Pero claro, el elogio más entregado no lo encontramos en La Vanguardia. Está publicado, no podía ser de otro modo, en el periódico de la ‘disciplina’. Lo firma Alfonso Merlos y se titula Cita con la verdad:
El tiempo, el sitio y las formas. Ni fuera del Congreso. Ni de forma abrupta pero tampoco demorada hasta la vuelta de vacaciones. Ni asaetado por un periodista que lo definió en su momento como un antropófago político, un dirigente inepto o un tiranuelo. Ni muchísimo menos -el error que esperaban sus enemigos- empujado hasta la palestra por quien desde Soto del Real intenta demostrar lo indemostrable.
Así, como de pasada, una referencia a un Pedrojota Ramírez al que no se cita por su nombre. Fue el director de El Mundo el que definió, en 2008, a Rajoy como «antropófago político», «dirigente inepto» y «tiranozuelo».
Añade:
Rajoy acierta. Llega la cita con la verdad. Así de simple y así de poco pretencioso.
Cambiamos de medio y de tono. La estrella del día en el diario de PRISA es el ex juez Baltasar Garzón, que en el titular del texto que firma espeta al presidente del Gobierno: No se enroque, señor Rajoy. Si este humilde lector de columnas ya ha comentado en alguna ocasión que los artículos de los políticos suelen ser auténticos ladrillos escritos con un mal estilo y aburridos, Garzón mercería acumular en su persona los cargos de diputado nacional, diputado europeo, diputado autonómico y concejal. Es difícil escribir peor. Claro que esto es una mera opinión personal, igual hay quien le ve un talento que otros no encontramos.
La fungibilidad de las opiniones políticas es algo sabido y asumido por el común de los mortales. Pero resulta sorprendente la polarización de los medios de comunicación, en función del interés político o la facción a la que pertenezcan, olvidando (solo algunos lo recuerdan) el sagrado deber de informar a todos los ciudadanos, con objetividad e independencia. Así, resulta memorable el esfuerzo por eliminar a quien está colaborando con la justicia, denostándolo, sin más argumento que el de perjudicar al contrario, que en este caso es el pueblo como titular de la justicia.
Dado que ‘fungibilidad’ no es una palabra que exista en el diccionario, daremos por hecho que el asesor jurídico del cacique ecuatoriano Rafael Correa se refiere a la cualidad de fungible, que es aquello que se consume con el uso. Así que gracias a Garzón nos enteramos que las ideas políticas se consumen con su uso, cual lapiceros. Pero no nos desviemos. La pregunta pertinente es: ¿quién ese ese colaborar con la justicia al que, según el ex juez, hay medios que tratan de eliminar denostándolo? No sabemos, por el momento, si se refiere al Señor de las Peinetas o a Pedrojota Ramírez. La respuesta la intuiremos un poco más tarde. Nos la da, suponemos, dentro de estas preguntas que él plantea:
¿Dónde están aquellos que en los primeros días después de las detenciones de Correa, Crespo y compañía se reunían en infame conciliábulo para acusar al juez que investigaba? ¿Por qué no salen ahora y, en vez de masacrar a Bárcenas, colaboran con la justicia o reclaman su autoexpulsión de la vida pública?
Pues sí, parece que a quien presentaba como colaborador con la justicia era al mismísimo Señor de las Peinetas, del que da la impresión que se compadece. Por cierto, que fineza –nóstese la ironía– muestra Garzón al hablar de sí mismo en tercera persona como ese juez al que algunos acusaban después de reunirse en «infame conciliábulo».
Y pasamos ahora al periódico cuyo director ya ha sido mencionado en varias ocasiones a lo largo de este ‘Afilando columnas’. En la contraportada de El Mundo nos encontramos con que Raúl del Pozo lanza varios mensaje, que algunos podrían llegar a entender como amenazas por encargo de Bácenas, bajo el título de Limpiar la cuadra. Dice de la próxima comparecencia de Rajoy en el Congreso:
Una pregunta y tres desenlaces para esta comedia bufa: el presidente puede insistir en el mutismo, decir todo lo que sepa o marcharse. Si dijera que los papeles son amañados, producto de un montaje o de una conspiración, tendría que probar que también son falsas las evidencias de cobros que aparecerán en el momento adecuado. No sé si sabe el presidente que lo que ha aparecido hasta ahora son muestras de fogueo.
Ahí queda dicho: van a aparecer evidencias de los cobros, aunque lo harán «en el momento adecuado» y hasta ahora tan sólo hemos visto «muestras de fogueo». A este humilde lector de columnas eso le suena a mensaje enviado por encargo del famoso Tercer Hombre. Y acto seguido, poniéndolo en boca de un antiguo miembro del Partido Popular, y como de pasada, un aviso al conjunto de los diarios, aunque imaginamos que pensando más en unos que en otros:
Un brillante ex político del PP lo relata así: «Es el final de la comedia de la hipocresía. Nosotros les pillamos en Filesa y ellos no pudieron pillarnos en el caso Naseiro, pero al final el que ha cantado ha sido el dinero negro en las jaulas de las cajas de todos los partidos desde que íbamos con pasta en crudo a pagar las campañas de publicidad a los periódicos».
Ese «dinero en crudo» con el que se pagaba la publicad en los periódicos, ¿llegaba a todos los diarios? Igual a Pedrojota Ramírez no le hace demasiada gracia una afirmación tan contundente que incluye en sí misma una grave acusación que puede volverse en su contra.
También en el diario de Unidad Editorial, Luis María Anson publica No pasa nada, no pasa nada. Pues sí pasa, sí pasa. Sostiene:
Todos los pepepijos, o casi todos, compartían la política capona de Pedro Arriola: no ver nada, no oír nada, no decir nada, dar tiempo al tiempo que lo arregla todo. La verdad es que, en alguna ocasión, la fórmula arriólica funciona, amén de armonizarse muy bien con la tendencia natural de Rajoy, al que le entusiasma hacer lo menos posible. Pero, en líneas generales, es un error.
El antaño director de periódicos añade:
El periodismo le ha ganado la partida a la política calcinada. Además del objetivo esencial de la información -los periodistas administramos un derecho fundamental de la ciudadanía- nuestra profesión tiene una segunda función: el ejercicio del contrapoder, elogiando al poder cuando el poder acierta, criticando al poder cuando el poder se equivoca, denunciando al poder cuando el poder abusa.
Concluye:
El presidente, arrellanado en la silla curul de Moncloa, ha tenido tiempo para reflexionar sobre los errores cometidos. Al estallar la escandalera Bárcenas debió saltar sobre el albero del ruedo ibérico, hacer frente a los arreones del toro cubeto del extesorero y estoquearlo en todo lo alto y entre las agujas. Parece evidente que el buen sentido exigía a Mariano Rajoy zafarse del silencio y la inmovilidad de Don Tancredo y esquivar el aquí no pasa nada para evitar que pasase lo que ha pasado.
Terminamos en esta ocasión en ABC, donde Edurne Uriarte se convierte en la protagonista diaria de ‘Abarcenados’ al denunciar La soberbia del periodista:
La diferencia entre unos y otros, entre políticos y periodistas, es que los primeros son controlados por los segundos, pero los segundos no son controlados por nadie más que por ellos mismos.
Este humilde lector de columnas va a osar replicar a Edurne Uriarte, catedrática antes que ex de un ministro. A los periodistas nos controlan a diario los ciudadanos. Son ellos los que deciden si nos leen o nos escuchan o, por el contrario, optan por ignorarnos. Si ocurre esto último seremos sustituidos por otros que sean más del gusto del público. Y, por cierto, demos gracias a que no hay otros poderes, más allá de la Justicia en aquellos casos en los que pueda haber delitos, que controlen a lo medios. Sería el fin de la libertad de expresión.
Tras afirmar que «hay periodistas que quieren tumbar presidentes», añade:
Hay en el ensoberbecimiento periodístico un punto entre infantil y ridículo que da una idea del complejo de superioridad ética con el que se mueve una parte de esta profesión.
Con esa costumbre de contrae agravios sufridos pero sin citar quién es el autor, narra una anécdota propia:
Cuando una responsable de una tertulia me cortó hace algunos años en antena una valoración crítica sobre alguna de las fantasías periodísticas del 11-M porque lo mío eran opiniones y lo suyo, su creencia en la fantasía, eran hechos, puesto que habían salido en la portada de determinado periódico. Y que después me echó de la tertulia, supongo que porque no me adaptada a la aceptación de los «hechos», o sea, de las fantasías periodísticas.
Al hablar de la supuesta independencia de los periodistas, carga contra El País:
El periodista que te espeta, muy ufano, que él es independiente y tú, en cambio, apoyas una ideología o un partido. Que es al debate periodístico lo que al político que el de un partido le suelte al de otro que él lucha por los ciudadanos mientras que el de enfrente lo hace por su partido. Del género idiota. Pero increíblemente habitual en periodismo, como cuando algún representante de ese diario que es estandarte del socialismo español, primero con González, luego con Zapatero y ahora con Rubalcaba, acusa al nuestro de estar al servicio del poder porque creemos a Rajoy.
Continúa:
Lo malo de la soberbia del periodista es cuando pasa de los juegos infantiles anteriores a la lucha por el poder político. No a la influencia en la política, sino al deseo de sustitución del poder político. Pero sin haber pasado por las urnas.
Y finaliza con una referencia, indudable, a un El Mundo y un Luis Bárcenas a los que no cita por su nombre:
Soberbia en estado puro que alimenta la percepción de que no importa demasiado la comprobación de los datos o la alianza con delincuentes para doblegar a los políticos, por ejemplo. Por la verdad y la lucha contra la corrupción, dicen algunos periodistas. Por la patria y el bien de la sociedad, dicen algunos políticos.
Siga en Twitter al autor de esta revista de prensa. El usuario es @chinchetru.