La tragedia del Alvia ha irrumpido como suele hacer la muerte imprevista en el panorama informativo para eclipsar a Bárcenas en las portadas, y no sé cuál de los dos temas hace resaltar lo más patético de determinada prensa. Olvidando que aquello de la justicia popular es cosa de los otros, en lo del Alvia la derecha oficialista jugó peligrosamente a apuntar al maquinista cuando no recurrió al expediente de alimentar los instintos más bajos del personal con un emocionalismo morboso que corresponde al antiguo El Caso más que a prensa pretendidamente seria -LEA EL TRASGO EN LA GACETA-.
En cuanto a Bárcenas, ha sido igualmente patético observar cómo quienes lo tildaban de “mayor embustero de España” confían en cada una de sus palabras con fe conmovedora mientras quienes estiraron la presunción de inocencia unas millas más allá del sentido común quieren que nadie preste atención a lo que el ex tesorero pueda decir. Si es cierto que en toda guerra la verdad es la primera baja, vamos listos, porque en España la guerra partidista no conoce treguas.
Precisamente ayer el ABC se separaba del pelotón volviendo a su intento de superar a La Razón como diario afecto al régimen iniciado con ese smiley de portada de infame memoria. “Las pruebas que desmontan la estrategia de Bárcenas”, abre el decano de la prensa madrileña, con la enésima foto del ex tesorero pepero. Imaginar a los redactores de ABC pasando las noches de claro en claro y los días de turbio en turbio desmontando la estrategia procesal de un acusado da como penita. Imagino que esas labores obtendrán su oportuno agradecimiento, pero no sé si compensa…
EL FASCISMO TOLERADO
Más de una vez, mis amigos catalanes me han reprochado que eluda en este espacio los delirios de la prensa nacionalista. Reconozco que es superior a mí. Coincido con Einstein en creer que el nacionalismo es el sarampión de la humanidad, una enfermedad de crecimiento, y que se diferencia del patriotismo en que si este es el amor por la tierra propia, el primero es el odio de lo demás. Con esos presupuestos es un poco difícil analizar manipulaciones, dado que todo va a ser falseamiento, victimismo… Y manipulación, por supuesto.
Es un tipo de fascismo de buen tono, tolerable, que puede incurrir en el resentimiento más repulsivo sin que quepa denunciarlo porque siempre hay quien quiere contextualizarlo. Leí hace poco en Twitter a quien se quejaba de que los críticos del “¡Puta España!” de Pepe Rubianes habían sacado su delicada expresión de contexto. No puedo imaginar en qué alambicado contexto “¡Puta Cataluña!” sería recibido con igual comprensión. Yo, desde luego, no lo comprendería.
La última gracia ha sido intentar hacer una risas sangrientas a costa de los casi 80 muertos del Alvia con una viñeta aparecida en Puntavui que LA GACETA reproduce en la página 13. Muestra unas vías trazadas de la manera más torpe e ideal para causar accidentes, bajo un cartel con un toro y la leyenda Marca España. Debería, lo sé, ser más cuidadoso en la búsqueda de adjetivos, pero cuando veo un odio que supura de tal modo que achaca el accidente al mismo ser español –como si de una eventualidad mortal de este tipo estuviera providencialmente libre para siempre un eventual Estat català, Suiza o Estados Unidos– sólo barajo vil, miserable, vomitivo y otros de ese palo.