Llega la víspera de la ornada más esperada por muchos durante los últimos meses, es 1 de agosto de 2013 en el que Mariano Rajoy comparecerá ante el Congreso de los Diputados reunido en la sede del Senado y en el que muchísimos españoles que no están en paro comienzan sus vacaciones. La intervención del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante ante los miembros de la Cámara Baja, que se ven obligados a parar un periodo vacacional para ellos mucho más largo que para el resto de los ciudadanos, protagoniza buena parte de los espacios de opinión de la prensa en papel española del 31 de julio de 2013. Siguen apareciendo además textos sobre el accidente ferroviario en Santiago de Compostela y un alegato en la prensa subvencionada catalana contra el Tribunal Constitucional por velar por el cumplimiento de la Constitución.
Nos referimos al diario del conde de Godó y Grande de España metido a independentista. El director de La Vanguardia, José Antich, escribe sobre Miquel Roca y el TC. No sorprende que Antich salga en defensa del abogado de la Infanta Elena, puesto que este es columnista en su diario, y le de la razón en su ataque al Constitucional:
¿Qué lleva a pensar a Roca que el TC ha perdido el respeto de mucha gente, entre otros de él mismo? Fundamentalmente, el fallo del órgano que interpreta la Carta Magna y que se produjo tras los recursos de inconstitucionalidad presentados al Estatut d’Autonomia. Por ello, por ejemplo, se atreve a vaticinar que la ley de consultas populares que se está tramitando en el Parlament será considerada inconstitucional si se presenta el correspondiente recurso, aunque en su opinión sea perfectamente legal.
Concluye:
En parte, él mismo da la respuesta a lo que está sucediendo: este no es un debate constitucional. Y a buen seguro que es ahí donde radica la cuestión neurálgica: no debe dejarse en manos de un órgano como el TC lo que debería abordarse en el marco del debate político y del imprescindible diálogo. Es ahí, en todo caso, donde deben producirse los acuerdos o los desacuerdos.
Perfecto, ahora resulta que el Constitucional no debería meterse a valorar si una ley, sobre todo si es una norma autonómica catalana, es contraria a la Constitución. No, si ahora resulta que dicho tribunal está para conceder denominaciones de origen a los vinos o para valorar la calidad de los salchichones. En serio, las Constituciones están precisamente para fijar unas reglas de juego que no puedan ser violadas por los poderes Ejecutivo y Judicial. Lo lógico, si no te gusta la Carta Magna, es pedir su reforma, no exigir que no se cumpla.
El otro rotativo de Barcelona, el auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’ publica una columna de Rosa Paz titulada La quebrada credibilidad de Rajoy:
La lógica haría pensar que afrontar las denuncias de Bárcenas es tan simple como contar la verdad, sea esta cual sea, y asumir las responsabilidades correspondientes. No parece, sin embargo, que su intención vaya por ahí. Así que el problema de Rajoy, que es que la mayoría de los españoles no le cree, seguirá agravándose.
Hay que esperar a ver qué dice mañana en el Congreso de los Diputados, pero el escepticismo es grande y pocos confían en que vaya a dar una respuesta convincente a si ha habido financiación ilegal del PP y sobresueldos en B a sus dirigentes. Algunas declaraciones de miembros del Gobierno hacen pensar, por el contrario, que Rajoy se refugiará en el «todo es falso» del 2 de febrero, responderá con el manido «y tú más» a las reclamaciones de la oposición, alardeará de cierta mejoría económica y prometerá medidas de limpieza para el futuro.
Concluye:
No es que el líder del PP haya gozado nunca de una gran popularidad, ni siquiera en vísperas de ganar por una apabullante mayoría absoluta las elecciones generales de 2011. Pero ahora su credibilidad está bajo mínimos y para recuperarla solo parece tener un camino. Alguien próximo debería decírselo.
Tomamos el puente aéreo y tras aterrizar en tierras madrileñas nos fijamos en La Gaceta. Junto con la sorprendente, por inesperada para los lectores, despedida definitiva de Javier Quero, aparece en la contraportada Kiko Méndez-Monasterio con Hasta septiembre, Dios mediante. A pesar del título habla sobre Rajoy y el caso Bárcenas. Considera que el jefe del Ejecutivo puede salir victorioso de su comparecencia ante el Congreso, aunque reconoce que no es del todo fácil.
Más allá de los votos se analizará su discurso -fondo y forma- las hechuras de ese relato del que llevan hablando meses y al que ahora tienen que darle alguna verosimilitud y un convincente desenlace. Puede que sea difícil, porque las preguntas sin respuesta se han acumulado, o peor, las ha respondido Carlos Floriano. Pero ni siquiera así parece una misión imposible.
Se permite bromear:
Si Rajoy sale otra vez victorioso debieran escribirle canciones de alabanza, estilo Tolkien [autor de ‘El Señor de los Anillos’], donde se hablara de su sobrenatural capacidad de resistencia, porque tiene formas de leyenda élfica o enana, razas como la de Thorin con fama proverbial de aguantarlo todo. O por lo menos, no sé, que le escriban un narco corrido.
A este humilde lector de columnas le han alegrado el día, además de divertirle, estas últimas frases. Reconforta ver que hay otros periodistas tan frikis como uno mismo en su gusto por la obra de J.R.R. Tolkien. ¿Se habrá leído Mendez-Monasterio ‘El Simarillion’ o se habrá quedado tan sólo en los más comunes ‘El Señor de los Anillos’ y ‘El hobbit’? Como sospechamos que suele leer nuestros ‘Afilando columnas’, le pedimos que nos ofrezca una respuesta.
Continúa:
Para algunos, Luis Bárcenas es Dreyffus, no por inocente cabeza de turco, ni por militar, ni por espía, ni por judío, sino por aspirar a ser el nombre propio con el que se bautiza al naufragio de un Gobierno. Mientras para otros el tesorero sólo es la canción de este verano plomizo, extraño, en el que se percibe la apatía incómoda que precede a la actividad. Todavía no ha empezado agosto y ya hay depresiones post vacacionales, así que a lo mejor el ministro De Guindos tiene razón y la máquina se ha puesto de nuevo a funcionar.
Concluye:
En la comparecencia de mañana también se mezclará el nombre de Bárcenas con las cifras del paro. En realidad el debate -por lo dramático que se puso Rubalcaba al exigirlo- tendrá cierto ambiente a simulacro de moción de censura. Nada puede favorecer más a Rajoy, porque el PSOE es incapaz de proponer una alternativa ni aunque Bárcenas enseñe fotos del presidente encendiéndose puros con billetes de quinientos. Nunca se repetirá lo suficiente que los socialistas y los republicanos son las mejores bazas con las que ahora cuenta la Monarquía y el Gobierno. De todas mis predicciones erróneas yo no daré cuenta hasta septiembre.
También en el periódico de Intereconomía, José Carlos Rodríguez reflexiona sobre la actitud de los medios ante la tragedia ferroviaria de justo una semana antes. Lo hace con el título de Embudos, paraguas y trenes.
Los medios vibraban con cada segundo que seguía inmediatamente al accidente, y sólo paulatinamente han pasado a los minutos y luego a las horas. Los políticos cuentan el tiempo según recogen sus palabras prefabricadas las portadas de periódico y aperturas de telediarios, por lo que calculan en días. Los técnicos y los jueces tienen otra cadencia, que tiene menos contemplaciones con la urgencia y, cabe pensar, con la manipulación.
Tras una reflexiones generales, que nos parecen bastante acertadas, sobre el oficio del periodismo, entra en materia:
Hay quien le sabe a poco, y no se maravilla ante la sencillez de la pretensión del periodismo. Y pretende cambiar la realidad, a base de desvirtuar lo ocurrido. Maldigo a Marx y su oncena tesis sobre Feuerbach. El accidente, por ejemplo. Unos parten de que el Gobierno es inocente, por lo que dejan caer toda la culpabilidad, con su medio como embudo, sobre la persona del conductor. Para otros, el Gobierno ha de ser culpable, y su medio es para el maquinista un paraguas.
Y concluye con ejemplos de ambas actitudes, aunque se hecha de medio que diga de forma explícita a qué medios se refiere:
Por ejemplo, un diario al que se le olvidó el ABC del periodismo quiso convertir a Francisco José Garzón en un inconsciente devorador de velocidad. Para lograrlo, llevó al titular unas palabras extractadas de Facebook: «Qué gozada hacer saltar el radar a la Guardia Civil. Menuda multa para Renfe». Cuando lo que dijo comenzaba así: «Qué gozada sería ir en paralelo con la Guardia Civil…». Un condicional, una situación sólo imaginada, a partir de una velocidad que se corresponde con otro tramo, pero que el amanuense ha cosido al accidente, demasiado real, de la víspera de Santiago Apóstol. La mirada del asesino como canon periodístico.
Otro. Garzón juega la carta del tontito. Desde el embudo se le ha convertido en un cachondo al que le gusta poner a prueba el velocímetro, con lo que su afición a los excesos todo lo explica. Por eso se ha apuntado al errare humanum est, y ha declarado que creía que estaba en otro punto del trayecto, sin citas con la muerte. Y los periódicos paraguas hacen suya la teoría del tontito. Una teoría sin futuro. Porque nadie le impedía a Garzón haber evitado el fatal accidente.
Alfonso Ussía comenta en La Razón la infame viñeta de El Punt-Avui en la que se relacionaba el accidente de Santiago de Compostela con la Marca España. Lo hace con el título de Ese tal.
La viñeta de ese tal publicada por el ruinoso «Avui» la mañana siguiente del accidente de Santiago de Compostela es una síntesis de la perversidad humana, o mejor escrito, inhumana. Nadie en el resto de España ofendería con tanta simpleza intelectual a una tragedia en Cataluña. No tengo motivos para conocer la identidad del director del «Avui» con el «Punt» previo, pero intuyo que no puede ser una persona normal. No me refiero a la censura. Si el director de ese medio se divierte con las viñetas de ese tal, está en su derecho y en su deber de publicarlas. Lo preocupante es que le diviertan, y que después de reír a carcajadas sobre las tumbas de ochenta muertos, llegue a su casa, abrace a sus hijos, haga el amor con su mujer y le proponga posteriormente un crucero de vacaciones con toda la familia.
Añade:
No escribo el apellido del pobre y paleto forajido porque conozco a otras personas con el mismo patronímico y no merecen malas confusiones.
Continúa:
Porque esa viñeta insultante, odiosa y amoral no es sólo el dibujo y la gracia de un imbécil que en su soledad es capaz de idear semejante porquería. Es el resumen y la exposición de una degradación colectiva que ha devorado el sentido común, cívico, cultural y humano de una considerable proporción de ciudadanos en Cataluña. No se trata de criticar a un necio. El necio nada importa ni afecta ni influye.
Concluye:
Pero el odio autosembrado ha florecido y está en el ambiente. De otra manera no sería concebible un dibujo como el que ese tal, regodeándose de sangre, ha publicado en un diario que vive gracias a las subvenciones.
Teminamos en ABC, donde Manuel Martín Ferrand se despacha a gusto con los partidos políticos españoles en general bajo el título de Turbantes. Sin embargo, pone especial energía en criticar al PP:
En ocasiones tengo la sensación de que los partidos que integran el centro derecha español son, en sí mismos, una gigantesca errata. Quieren decir «libertad del individuo» y dicen en su conducta pública oportunismo electorero. Son verdaderos «turbantes», perturban el ánimo de sus militantes y, más todavía, la de sus seguidores y sencillamente votantes. Pregunto: la política que sigue el PP de Mariano Rajoy, ¿es menos socialdemócrata que, podadas sus ilusiones tercermundistas, la de José Luis Rodríguez Zapatero? Que venga Cristóbal Montoro – una errata hacendística- y nos lo aclare en su condición de titular de un ministerio en el que se ejercen las esencias de derecha e izquierda más que en ningún otro.
Quien esto escribe había pensado arrancar este repaso a las columnas de opinión contando cómo, cuando ha trabajado o colaborado con organizaciones extranjeras, se ha encontrado con la sorpresa de sus responsables ante la imposibilidad de poder hacer cualquier cosa en España durante el mes de agosto. Por eso de que estamos en un país que al llegar dichas fechas cuelga el cartél de ‘Cerrado por vacaciones’, aunque Rajoy haya decidido fastidiar a unos cuantos (diputados y cronístas parlamentarios, sobre todo) haciéndoles parar su descanso estival a unos (los legisladores) u obligándoles a retrasarlo (periodistas).
Sin embargo, con un punto de vergüenza, este humilde lector de columnas decidió ahorrarse dicho arranque, puesto que dentro de unas horas saldrá por la puerta de la redacción de Periodista Digital para no volver a cruzarla hasta dentro de un mes. Así que sólo le resta desear un buen agosto a sus muy apreciados lectores. Volveremos a entontrarnos en septiembre.
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