OPINIÓN / Afilando columnas

Ignacio Camacho: «Si el PP acosara al juez Ruz la mitad de lo que los socialistas hostigan a Mercedes Alaya habría un escándalo de proporciones bíblicas»

Raúl del Pozo: "Bárcenas no es un preso político, pero está siendo tratado como si lo fuera"

El gran tema del día en los espacios de opinión de la prensa de papel es la corrupción en general, aunque resulta lógico que aparezcan de un modo u otro casos concretos como el de los ERE o Luis Bárcenas. Hemos de decir de todos modos que, con destacables excepciones, el 26 de septiembre de 2013 están bastante sosos los columnistas de los diarios impresos.

Arrancamos en esta ocasión con Jorge M. Reverte, que parece haber decidido que un trámite burocrático vivido por él, y en el que no pasó nada reseñable para bien o para mal, es un tema de máximo interés de para los lectores. Su columna en la contraportada de El País se titula Jubilación, y cuenta precisamente la parte administrativa de la misma:

La jubilación. Uno llama, le dan cita para una fecha y una hora, y sorprendentemente para lo que solemos pensar de la eficacia de la Administración, suena un timbrecito y aparece en una pantalla la clave que le han dado para ser atendido. A la hora anunciada.

El funcionario tiene dos cualidades importantes: es amable y conoce su trabajo. En pocos minutos, todas las dudas quedan resueltas sin tener que aportar ningún papel. Basta con el DNI. De lo demás se encarga el señor que te atiende, ayudado por un sistema informático potente y exacto.

Concluye:

¿Qué va a ser lo que viene luego? Uno se nota con fuerzas, con la cabeza despejada, incluso con proyectos que no incluyen bailar con el Imserso ni pasar fines de semana en Port Aventura. Ni siquiera hay nietos de por medio. Una honda sensación de paz penetra hasta los huesos.

Al que me llame ‘yayoflauta’ le parto la cara.

Algo le dice a este humilde lector de columnas que si un articulista de un periódico de los considerados de derechas amenazara, aunque fuera en sentido figurado, con partir la cara a quien le llamara algo, el ‘prosaico’ lector de columnas José María Izquierdo mostraría su más absoluta indignación. Quien sabe, puede que hasta el propio Reverte lo utilizara como excusa para denunciar una supuesta ‘naturaleza violenta’ de los otros.

Pasamos ahora a ABC. Ignacio Camacho entra en materia de corruptelas y en Ariadna comenta como reaccionan los grande partidos ante los jueces que llevan los casos que les afectan.

Ningún partido está conforme con que la justicie hurgue en sus andanzas. Todos dicen respetar a los ropones pero se personan en los casos que afectan a sus dirigentes con más intención obstruccionista que colaboradora; como mínimo tratan de obtener información procesal de primera mano. Ahora bien, si el PP acosara al juez Ruz la mitad de lo que los socialistas hostigan a Mercedes Alaya habría un escándalo de proporciones bíblicas.

Concluye:

Por mucho que la presionen [a la juez Ayala], la instrucción va para largo. Acabará troceada en piezas para la Audiencia y el Supremo, y tal vez en un juicio de esos que duran meses y tienen un número de acusados tan grande que necesitan celebrarse en un salón de actos. Habrá recursos de nulidad por un tubo y será un quebradero de cabeza para los tribunales que deban juzgarlo. Entonces veremos si Alaya ha cometido errores fatales que puedan desembocar en gatillazo de impunidades. Mientras, es verosímil que a la nomenclatura del PSOE le queden por sufrir algunos sobresaltos. Agarrada a su hilo de Ariadna esta hierática jueza, que parece construida en acero revestido de porcelana, se ha acostumbrado a caminar con stilettos por un laberinto alfombrado de cáscaras de plátano.

También en el diario madrileño de Vocento, Isabel San Sebastián proclama que Hay que reformar la Constitución:

¿ES hora de reformar la Constitución? Llegados al punto de tensión en el que se encuentra España, la respuesta a esa pregunta es seguramente «sí». La cuestión es cómo y con qué finalidad. Si la corrección ahonda en la vía del apaciguamiento y pretende calmar el desafío independentista por el procedimiento de ceder terreno ante la amenaza, será un fracaso en toda regla. Si, por el contrario, los dos partidos que vertebran la Nación española son capaces de sumar sus fuerzas y sacrificar intereses particulares en aras del bien común, es posible que aún estemos a tiempo de enderezar un rumbo suicida. Hoy por hoy este escenario de entendimiento generoso se me antoja un imposible, para qué nos vamos a engañar… Pero sin esperanza no hay vida, lo que nos obliga a seguir soñando.


Isabel San Sebastián.

Comenta:

El Estado autonómico ha naufragado en un océano de corrupción, duplicidades, organismos, entidades fantasmagóricas y empresas, tan gravosos para el contribuyente como inútiles para la satisfacción de sus necesidades, gasto, pesebres en los que colocar a parientes, amigos y votantes agradecidos, deudas… Las taifas, pues en eso se han convertido las autonomías, están produciendo una disolución acelerada de la amalgama económico-cultural que sustenta nuestra unidad y, con ella, nuestra fortaleza.

Añade:

La Carta Magna de 1978 fue extraordinariamente generosa con los partidos nacionalistas, otorgándoles un poder de representación nacional muy superior al peso real de sus votos, en busca de una lealtad que ellos, los nacionalistas, jamás han testimoniado a esa Ley de Leyes que juraron defender.

Concluye:

¡Claro que es menester reformar la Constitución! Y cuanto antes, mejor. No para dar satisfacción a las exigencias del nacionalismo excluyente, ni con el fin de abrir un debate sobre monarquía o república, ausente de las preocupaciones ciudadanas, ni tampoco porque haya un porcentaje elevado de la población española actual que no la respaldó con su voto, sino para devolver al pueblo español la soberanía de la que emanan los poderes del Estado y garantizar la indisoluble unidad de la Nación española. Porque lo que está en juego es la esencia misma de nuestra democracia.

En La Gaceta, Fernando Díaz Villanueva titula con el nombre del último gran éxito en el sector de los videojuegos: ‘GTA V’. Este entretenimiento digital le sirve como excusa para hablar de los políticos y la corrupción.

Falta por saber si realmente empieza a crearse empleo, o lo de este verano ha sido sólo una alucinación broteverdista. En todos los apartados la incertidumbre reina, especialmente en el judicial. Aunque ahí yo no pondría esperanza alguna. Escúcheme bien, los políticos siempre y en toda circunstancia se van de rositas en estas cosas. Mucho titular de prensa, mucha indignación en el Twitter, mucho Nachojcolar mesándose los cabellos mientras despotrica contra la perversidad de la derechona, mucho juicio mediático y luego, a la hora de la verdad, nada de nada. Ellos juegan en otra liga, tienen fuero propio que los distingue del resto de españoles, y, ojo, que no lo digo por decirlo, que por algo se les llama aforados, porque disfrutan de un privilegio legal del que se aprovechan todo lo que pueden y un poco más.

Sostiene que no debe resultar, por tanto, la baja politización de los ciudadanos y que se hable más de la última actualización del sistema operativo del iPhone o del citado videojuego. Comenta de este último:

Lo curioso del GTA V que, insisto, es un juegazo, es que se trata de meterse en la piel de un maleante o, mejor dicho, de tres maleantes. Uno, Michael, es un ladrón de guante blanco retirado; otro, Franklin, un atracador negro y el tercero, Trevor, un asesino psicópata. Trío de ases para el entretenimiento de una generación -la mía, las dos que la preceden y las dos que la siguen- harta de la corrección política y del saqueo sistemático de quienes más y mejor la practican. Puestos a coquetear con el mal siempre será mejor hacerlo con los que van por la cara jugándose el tipo con el fusco en una mano y la sirla en la otra. ¿A quién en su sano juicio le va interesar Rajoy, Rubalcaba y su troupe de salteadores de caminos teniendo el GTA V y tres horas de asueto por delante?

Concluye:

Si la empresa que ha programado el juego, Rockstar se llama, quisiese mejorarlo no tendría más que incluir en el dramatis personae a unos cuantos concejales ladrilleros de esos tan nuestros de sonrisa bovina y papada porcina para que Trevor los cosiese a balazos. Sería un desahogo inocente y el mejor recordatorio de que la próxima vez les va a ir a votar su padre.

Ándese con cuidado Díaz Villanueva, que con lo susceptibles que son los políticos igual hasta le meten una denuncia por incitar al asesinato de concejales, aunque sea virtual.


Luis Bárcenas en la cárcel de Soto del Real.

Terminanos con la contraportada de El Mundo, donde Raúl del Pozo apoda a Luis Bárcenas como El Lobo. Tras una reflexión general sobre las cárceles, dice:

Y entre la paz de los ahorcados y la sobredosis de Pulp fiction camina el señor Lobo. (Recordarán: «Soy el señor Lobo, soluciono problemas» o «No empecemos a comernos la polla todavía»). El señor Lobo se llama Bárcenas, solucionó problemas y campañas, atizó candela, limpió huellas, recibió donaciones y ahora sigue encerrado sin ninguna esperanza.

Añade:

Me convence el abogado de que utilizar la cárcel como coacción es la última forma de tortura, un poco más humana y sofisticada que aquella con la que se amenazaba a los detenidos con jeringuillas de sida, con meterles palillos en las uñas o con hacerles lonchas los testículos con la máquina de cortar el jamón. «La cárcel sin juicio es una celada para que se rompa el preso y cante lo que no quiere cantar».

Concluye:

No es que Soto del Real sea la Bastilla de hoy, una fortaleza del Estado para encerrar a sus enemigos. El Lobo no es un preso político, pero ya está siendo tratado como si lo fuera. Le ley es clara: sólo a través de un juicio se puede demostrar la culpabilidad de una persona. La única lección constructiva del cuento del Lobo es que un millonario está siendo tratado como un ratero.

 

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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