OPINIÓN / Afilando columnas

Bofetón a la alcaldesa de Madrid desde ABC: «La ordenanza municipal de Ana Botella parece inspirada por el ‘librillo verde’ de Jomeini»

Julia Otero: "La chulería de Montoro pide a gritos un toples y pintarse en el pecho No somos idiotas. ¿O sí?"

Entre los bustos parlantes de laas chicas de Femen y la #MareaCentolla contra la juez Alaya, la actualidad nos da un respiro con el tema del independentismo catalán. Al menos en los espacios de opinión de la prensa de papel española, los asuntos de Mas y Junqueras han se han visto desplazados temporalmente del primer plano el 11 de octubre de 2013. Dado que algunos somos poco dados a proclamar eslóganes como ‘A las mariscadas’ mientras se avanza con paso firme hacia el dinero ajeno, nos vamos a meter en materia. Que para lo que nos pagan, y lo que ustedes esperan, es para que resumamos y comentemos las columnas más interesantes de cada día.

Comenzamos con el auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’, donde nos encontramos con la gallega radiofónica que ejerce de catalana de izquierdas. Julia Otero publica en El Periódico Femen y lo sagrado:

Los mismos que considerarían sagrada la propiedad privada, la unidad de España, ver el fútbol con los amigos o incluso la siesta después de una buena comida el fin de semana se extrañaron el miércoles ante el lema que tres mujeres jóvenes, desnudas de cintura para arriba, escribieron sobre su piel: ‘El aborto es sagrado’.

Añade:

Sepan el ministro [Gallardón] y los que se inquietaron oyendo el lema de Femen que la Real Academia Española no está de su parte. Sagrado compete a los dioses y a la divinidad, pero en el mundo civil tiene también acepción: aquello que designa lo innegociable, lo irrenunciable. Por ejemplo, el derecho de las mujeres a elegir la maternidad. Y sí, ese derecho debiera ser sagrado.


Julia Otero.

Lo cierto es que a este humilde lector de columnas la opinión de Otero sobre el aborto le interesa más bien poco, al igual que consideramos que nuestra postura sobre este asunto tampoco es relevante para esta columna. Lo que no entendemos es la extraña relación de ideas de la periodista gallega: si consideras sagrada (en el sentido que se quiera dar a esta palabra) la propiedad privada parece que se debe estar contra el aborto. Pues este humilde lector de columnas conoce a liberales e incluso a anarco-capitalistas tanto a favor como en contra el mismo. Por cierto, que seguro que Doña Julia considera sagrada su propiedad privada (aunque puede que la de los demás no, por lo que se deduce de su izquierdismo) al tiempo que defiende el aborto.

Si defiendes la unidad de España, lo mismo. Algunos pensábamos que la cuestión nacional no tiene nada que ver con eso. ¿O va a hacernos creer que un democristiano independentista es pro-abortista? Y lo del fútbol o la siesta ya es una chorrada absoluta.

Concluye:

La mala suerte quiso, sin embargo, que la primera acción ‘repugnante’ de este grupo que no hace más que crecer por todo el mundo ocurriese poco antes de que el ministro Montoro afirmase sin apearse de su tono barítono que los sueldos no están bajando en España sino que se están moderando las subidas salariales. Todos los indicadores le desmienten, pero don Cristóbal, dispuesto a superar a sus mejores caricaturistas, nos amenazó incluso con explicárnoslo en una pizarra digital. La chulería pide a gritos un toples y pintarse en el pecho No somos idiotas. ¿O sí?

No vamos desde aquí defender al indefendible ministro de Hacienda. De hecho, un día que el redactor jefe de Periodista Digital, Luis Balcarce, nos envió a un acto donde participaba Montoro, nos planteamos muy seriamente llevar una cabeza de ajo en el bolsillo de la americana. Por si se nos acercaba demasiado, claro está. Compartimos las críticas que ahora le hace Otero, pero nos preguntamos algo sobre el topless reivindicativo que ella planteea. ¿Está pensarlo en hacerlo la propia periodista o se limita a sugerir que lo hagan otras?

Y frente a los elogios a Femen, las críticas desde La Gaceta, ese periódico que en este día nos ofrece una portada de pan y circo. Carlos Esteban firma Estos son mis poderes:

A la izquierda, el proletariado le aburre ya a muerte, y sólo lo saca del arcón muy de Pascuas a Ramos y como de costadillo, que no ha sido la eliminación de la pobreza su logro histórico más notable. Y no sigo por ahí, que me da la risa. No, ahora lo que ocupa a la progresía pensante es solucionar los problemas de la gente que no tiene problemas y dar justificación intelectual y cool a los caprichosos de los poderosos con sus marxismos derivados, ya sea procurándoles mano de obra barata, barata (¡multiculturalismo! ¡fronteras abiertas!), dando vía libre a los impulsos de su bragueta (Revolución sexual y derivados) o impidiendo que la chusma le estropee las vistas o le amargue su visita a la finca (ecología). Uno de ellos es el feminismo.

Añade:

Las ideólogas de la misandria -que es el verdadero nombre del feminismo moderno-, convengamos en ello, venden mal en la tele, e igual que los ecolos eligen los conmovedores bebés focas y los encantadores osos panda para persuadirnos de lo que no lograría un repugnante sapo o un aborrecible insecto aunque su peligro de extinción sea inminente, el feminismo de vanguardia ha tirado de casting y ha seleccionado chicas de buen ver, sin un gramo de grasa que, para mayor solaz del respetable varón, van enseñando el pecho recental en sus movidas públicas.

Hablo de Femen, el grupo de jovencitas malcriadas y bien formadas que han robado el protagonismo a las ideólogas de la cosa con el argumento que mejor se entiende hoy: el visual. Como los tiempos adelantan que es una barbaridad, los mismos y las mismas que ayer por la tarde denunciaban la cosificación de la mujer cada vez que en un anuncio aparecía una chica mona, aplauden con las orejas a unas mozas que hacen esencialmente lo mismo, pero multiplicado, e interrumpiendo las deliberaciones del organismo legislativo elegido por los españoles.

Cambiamos de tercio para meternos en asuntos capitalinos de la mano de ABC e Ignacio Ruiz-Quintano, columnista que está enfadado con la mujer que contaba gaviotas reidoras. Titula Toque de queda:

Para liquidar la deuda histórica de Gallardón, Ana Botella ha puesto precio a la respiración de los madrileños con una ordenanza que no es municipal, sino castrense. Un toque de queda, vamos. El proyecto parece inspirado en el «Librillo Verde» de Jomeini («Sayings of Ayatollah Khomeini», Nueva York, 1980), que prescribe:

-En el momento de evacuar, se recomienda mantener la cabeza cubierta y mantener el peso del cuerpo sostenido por el pie izquierdo… Jomeini recomienda. Botella ordena. Y Madrid, que siempre fue una ciudad de calle, es empujada a transformarse en una ciudad de covachuela.

La calle queda en manos de la policía secreta de la alcaldesa, que impondrá más multas, ahora de una cuantía que recuerda a las cifras de la inflación alemana de entreguerras.

Concluye:

El toque de queda deja sólo una escapatoria, que no es el monopatín (el «skate» será perseguido con multas de 1.500 euros, como si fuera «kale borroka»), sino la vieja bicicleta franquista: todo lo prohibido pasa a estar permitido por el mero trámite de subirse a una bicicleta sin matrícula ni seguro obligatorio, nuestra libertad guiando al pueblo.

Yo quiero ser ese moribundo del cuadro de Delacroix mirando a la libertad con ojos de ha valido la pena morir por ella. Quiero que Antonio López me pinte en la calle de Serrano, empapelado en multas y al pie de una bicicleta que sería el último helicóptero en despegar de Saigón.

David Gistau es de los pocos columnistas que sí entran en materia de nacionalismo frente a la unidad de España. Aunque, al tratarse de una columna en la que se habla sobre un futbolista, Frase robada debería ser materia de nuestro compañero de Periodista Digital y experto en cuestiones deportivas Roberto Marbán, le hemos pedido permiso para reseñarla aquí. Y nos lo ha concedido.

No me sorprende que a Andrés Iniesta le haya asustado que los organizadores de la manifestación constitucionalista del 12 de octubre en Barcelona utilizaran como reclamo una frase suya de una entrevista en la que se declaraba capaz de sentirse al mismo tiempo de Cataluña y de Albacete. Suponía aventurarse más allá de los fuegos domésticos del estereotipo, afrontando peligros que no existen cuando no se trasciende la recomendación de un helado determinado. Han sido impresionantes las reacciones de censura de la televisión y la oficialidad catalanas, que jamás habrían consentido el advenimiento de un símbolo ajeno a la oscura clandestinidad con la que asocian «el unionismo».

Con todo, siempre he sido muy partidario del derecho a la mansedumbre, sin el cual no tendría sentido el mérito heroico. Iniesta es dueño de su conciencia incluso para no usarla. Como también es dueño de su imagen, para la que no quiere contaminaciones políticas que lo perjudiquen como producto humano para el consumo. En ese sentido, los organizadores de la manifestación le han rapiñado un compromiso que él no quería concederles.

Concluye:

En realidad, la culpa la tiene ese hábito reciente de utilizar deportistas, únicos propietarios de prestigio en España, para funciones que antaño aludieron al intelectual. Una vez, escuché citar a Vicente del Bosque en un debate parlamentario sobre unidad territorial. Así, Zavalita, empezó a joderse el Perú.

¿Realmente cree Gistau que la mayor parte de los lectores comprenderá la referencia final a Mario Vargas Llosa? Por desgracia, ‘Conversaciones en la catedral’ es una obra con menos lectores españoles de lo que debería.


Federico Jiiménez Losantos.

Pasamos ahora a la #MareaCentolla a la que hacíamos referencia al arrancar este ‘Afilando columnas’. En El Mundo, Federico Jiménez Losantos escribe sobre La vergüenza sindical:

De creer al líder de CCOO, la detención de destacados miembros de su sindicato y de UGT por extorsionar empresas en beneficio de sus organizaciones es un acto impropio de un Estado de Derecho y que recuerda las detenciones y otras actuaciones de la Brigada Político-Social del franquismo.

Añade:

Compararla con la juez Alaya es el mayor elogio que en la España de hoy cabe hacer a la policía política de Franco, elogio harto inmerecido y, para mí, repugnante. Todos saben que a estos cobradores sindicales andaluces los ha detenido Alaya por el saqueo de fondos públicos a través de los ERE y el re-saqueo a las mismas empresas que recibían irregularmente esos fondos, así que corremos el peligro de que los jóvenes crean que los que nos oponíamos al franquismo no lo hacíamos porque nos negaba libertad sino porque nos impedía robar. Y eso, ni los sindicalistas. Yo supe de Camacho el de Comisiones y de Redondo el de UGT cuando eran «el de la Perkins» y «el de la Naval».

Tras un elogio a los sindicalistas antifranquistas, concluye:

La manifestación de sindicalistas -supongo que liberados del trabajo en que se honraban Camacho y Redondo- ante el juzgado de Alaya habrá recordado a muchos a las de proetarras contra algunos jueces vascos o las de ciertos clanes delictivos en pasillos de juzgados y hospitales. Dice el jurista Toxo que son las personas, no las organizaciones, las que delinquen. Cierto, pero, ¿cobraba Carmona por ser Carmona o por ser el de Comisiones? Los que insultaban a Alaya ¿eran familiares de presos o miembros de la banda? Qué vergüenza.

También escribe sobre el mismo asunto, aunque desde las páginas del periódico de la ‘disciPPlina’, Alfonso Merlos. Su columna en la razón se titula Coacción antidemocrática:

No es de recibo. No tiene ni medio pase. Y es la cara sindical que más visiblemente mira al totalitarismo, al comunismo. Es mucho más que un escándalo que deba reprobarse para, acto seguido, pasar página. Coaccionar, amedrentar, propalar la violencia verbal contra una jueza y un tribunal significa ametrallar a la propia democracia, escupir sobre sus fundamentos, vapulear los más sagrados engranajes del Estado de Derecho.

Añade:

¿A qué viene lo de equiparar el trabajo impecable de la Guardia Civil en la «operación Heracles» a la represión en tiempos de Franco? ¿Es que definitivamente ha perdido la cabeza esta banda de apesebrados? La realidad es que no. No se les ha ido la pinza. Simplemente les ha entrado el canguelo. No saben por dónde salir ni cómo defenderse.

Concluye:

Nada tiene que ver el acoso a un magistrado con el ejercicio de la libertad de expresión. Al contrario. La desborda, está al otro lado de sus límites y entra, directamente, en el terreno de lo delictivo. Y éste es el espacio, por desgracia, en el que deliberadamente se sitúan los que, tras ser pillados con las manos en la masa, la emprenden a cabezazos contra los tribunales, los periodistas y la Policía. ¡Hasta aquí hemos llegado!

 

Siga en Twitter al autor de esta revista de prensa. El usuario es @chinchetru.

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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