OPINIÓN / Afilando columnas

El ‘marianismo’ de La Razón, al más puro estilo del ‘zapaterismo’: «Me gustaría escuchar un poco más la palabra perdón, al hablar de la derrota de ETA»

Gil-Calvo (El País): "Rajoy magnifica el falso problema de las víctimas y el ficticio problema catalán"

Cuando sonó el himno español al final de la concentración en apoyo a las víctimas del terrorismo del 27 de octubre de 2013, los ojos de miles de personas contenían las lágrimas. La Marcha Granadera pocas veces había sonado tan triste, muchos los que ondeaban sus banderas lo hacían a un ritmo lento, casi sin energía. Para muchos de los que estuvimos allí había una gran diferencia con citas similares de años antes, y eso se respiraba en el ambiente. Con el anterior Gobierno, nos quedaba la ilusión de que un cambio de inquilino en La Moncloa rectificara el rumbo y se hiciera justicia. Ahora vemos que no ocurrió, Alfonso Ussía: «La Razón tiene un accionista de referencia, el Grupo Planeta, pero vive y camina en soledad»que no queda esperanza alguna de que gobierne alguien dispuesto a que los etarras paguen por sus crímenes. La desesperanza era, en la Plaza de Colón y las calles próximas, un sentimiento incluso mayor que el enfado con los eurócratas con toga de Estrarburgo, la Audiencia Nacional y el Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Y la concentración de la Plaza de Colón es al día siguiente, el 28 de octubre, el gran tema en los espacios de opinión de la prensa de papel española.


José Antich.

Uno de los que escribe es José Antich, director del periódico del conde de Godó y Grande de España metido a independentista catalán. Su breve artículo del día en La Vanguardia se titula Las víctimas contra ETA.

La manifestación de las víctimas del terrorismo no sólo recogió su lógico dolor y enfado por la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, sino que tuvo un claro signo político contra el Gobierno y contra el PP. Obviamente, también contra el PSOE. Ya sólo UPyD parece representar a los que estaban concentrados en la plaza Colón.

 

No entiende el señor Antich que quienes nos concentramos no buscamos que nos represente partido alguno, incluyendo UPyD. Nos representábamos a nosotros mismos, éramos una parte de la sociedad civil que mostrábamos nuestra indignación y nuestro dolor. El director de La Vanguardia corre en auxilio del registrador de la propiedad al que creíamos metido a gobernante:

El Gobierno no se está equivocando con su actuación tras la sentencia del Tribunal de Justicia de Estrasburgo. Las víctimas tienen sus razones, muy poderosas y comprensibles, pero no tienen la razón.

Concluye:

Se va a necesitar tiempo y mucha pedagogía. Y no abandonar a las víctimas, ya que la democracia está en deuda con ellas. Por su sufrimiento y su sacrificio. Pero la política se debe hacer desde el gobierno y no desde la calle. Sin buscar aplausos fáciles y con grandes dosis de responsabilidad.

Las víctimas ya se siente abandonadas, y muchos pensamos que tienen razón para sentirse así, al menos a lo que a los políticos se refiere. Y, una vez más, encontramos a alguien que dice que la política se debe hacer desde el gobierno. No, señor mío, ni el Gobierno ni los partidos tienen el monopolio de la política. Los ciudadanos tienen derecho a expresarse, a quejarse, a proponer, a hacer política como sociedad civil que son. No se les puede exigir que se limiten a votar cada cuatro años y después a guardar silencio.

Saltamos ahora a Madrid. En El País nos encontramos un artículo de Enrique Gil-Calvo titulado Inmovilismo. No habla sólo sobre esta cuestión, pero se incluye en la peculiar visión de la realidad que muestra el articulista del diario de PRISA. Habla de la falta de decisión de Rajoy ante el independentismo catalán, la economía y la doctrina Partot.

En los tres casos destaca lo que parece la marca de la casa de la estrategia Rajoy: el ya célebre inmovilismo, al que otros denominan marianismo. En economía no va a estimular la actividad, el consumo ni el crédito, pues cree que ya ha hecho bastante con recortar el empleo y los salarios reales. En antiterrorismo no va a incentivar la disolución de ETA con estímulos penitenciarios por temor al populismo de ultraderecha que manipula a las víctimas, aunque eso signifique la caída electoral de su partido en el País Vasco. Y en la cuestión catalana tampoco va a intervenir tratando de desviar la trayectoria de Artur Mas hacia el precipicio, como se lamentaba Francesc de Carreras el miércoles pasado en La Vanguardia: «¿Por qué calla el Gobierno?».

¿Pero en qué país vive Gil-Calvo? No nos extraña que diga que la «ultraderecha manipula a las víctimas», es el mantra de la izquierda política y medíática, y ahora también de ciertos sectores del PP y sus periodistas afines, pero que diga que no va a apostar por «estímulos penitenciarios»… ¿Qué es esconces lo de Bolinaga y unos cuantos casos más?

Para explicar el inmovilismo de Rajoy se han propuesto interpretaciones caracteriológicas de psicología política: indecisión, indolencia, abulia, cobardía, temor al padre. Aquí es donde aparece el fantasma de Aznar y el ala dura del partido que se cobija bajo su alargada sombra, encontrando amplio eco en la prensa derechista y digital que sirve de caja de resonancia al populismo nacionalista español.

Sostiene:

Magnificando el falso problema de las víctimas y el ficticio problema catalán, Rajoy o su gurú esperan alcanzar un cuádruple objetivo.

Queda dictado para sentencia. Las víctimas no tienen, para este señor de El País, problema alguno por ver como los asesinos de sus familiares salen a la calle sin apenas cumplir condena por cada uno de sus crímenes. Poco le ha faltado para decir que el problemas son las vícimtas. Y, claro, lo de Cataluña es un problema ficticio. Se ve que lo del desafío independentista es algo que no está ocurriendo. Por cierto, ¿por qué no se atreve Gil Calvo a nombrar a Arriola por su nombre y prefiere limitarse a hablar sobre el «gurú» de Rajoy? Pero veamos cual es el «cuádruple objetivo de Rajoy:

Tapar sus escándalos de corrupción, anular la agenda de la oposición, fidelizar a sus bases electorales potencialmente volátiles y, sobre todo, intimidar a la ciudadanía con el mensaje del miedo al apocalipsis de la ruptura de España. Pues una ciudadanía amedrentada se comporta como un pueblo sumiso que reclama como reflejo condicionado un gobierno autoritario y conservador. «Vivan las caenas».

El afilador de columnas debe de ser muy tonto. No entiende cómo puede pretender alguien ganar las elecciones enfadando a su electorado tradicional, un sector creciente del cual tiene claro que no va a repetir su voto. Bueno, puede que tal vez no sea tan tonto, sino que otros tienen teorías que de forzadas llegas a resultar absurdas.

Pasamos ahora a La Razón, al que la ‘disciPPlina’ le hace dedicar páginas completas de informaciones y editoriales a tratar de convencer al lector de que el PP compartía la indignación de quienes acudieron a la Plaza de Colón. Son cientos de líneas de texto en las que se obvia que buena parte del enfado se dirigía precisamente a Rajoy y los suyos y, que los ‘Tres Mospeperos’ (‘Athos’ González Pons, ‘Aramis’ Floriano y ‘Porthos’ Arenas) fueron objeto de insultos y abucheos. Sus columnistas no se atreven a llegar a ese punto de agitprop moscovita, así que obvian la concentración. Eso sí, si escriben sobre ETA. Nos ha parecido especialmente llamativo el artículo de Jesús Fonseca titulado Un asesino y una víctima.

No entendemos todo esto que está pasando, por obra y gracia de esos señores vestidos de negro de Estrasburgo y su particular manera de entender los derechos humanos. Nosotros, ¡siempre con la víctimas! Pero sin demagogas, sin medias verdades; sin repugnantes tejemanejes. Sin que la sangre derramada sea utilizada por nadie.

Parece que estuviéramos leyendo a un columnista zapateril en los mejores tiempos del supervisor de nubes en La Moncloa. Es el mismo discurso, pero ahora a favor de Rajoy.

Pues a mí, sea o no políticamente correcto el decirlo, me gustaría escuchar un poco más la palabra perdón, al hablar de la derrota de ETA.

Pero qué malas son las víctimas que no tienen la piedad que sí nos muestra Fonseca. No ofrecen su perdón, es un modo delicado de lanzarles la misma acusación que les lanzaba Público en época del PSOE (ahora también, pero pinta menos): se dejan llevar por el rencor. ¿Qué tal si pidiéramos un poco de justicia?

Concluye:

Aquí hay un vencedor, que somos nosotros, porque somos más y somos mejores, y, un vencido: el terrorismo y toda esa canallada que lo ha apoyado. Pero, en la vida, sin indulgencia, no hay nada. Porque el perdón «es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lii recibe». Y yo quería dedicar esta gacetilla mía de hoy a recordar eso: la necesidad de perdonar ara levantar la vida, por más que haya un asesino y una víctima.

Jesús Fonseca se retrata sólo. Tan sólo le recordaremos que ETA no se ha disuelto ni entregado las armas, y que los que ahora salen a la calle no han pedido perdón en ningún momento.

Pasamos a El Mundo, donde el tono cambia radicalmente. Federico Jiménez Losantos escribe La jofaina de Pilatos.

Mucho me duele escribirlo, pero por el respeto que merecen todas las víctimas del terrorismo, las que salen a la calle y las que ni siquiera pueden reunirse para consolarse, debo decir que ayer asistimos a su último funeral: el fin de la indignación contra los gobiernos que se rinden ante la ETA. Ayer, en la Plaza de Colón, vimos la voladura controlada, desde el Gobierno del PP, del movimiento de resistencia que en torno a la AVT de Alcaraz y otros grupos mostró a una parte sustancial de la nación en guerra contra la casta política dispuesta a pactar que la ETA les perdonase la vida a cambio de que les perdonaran la derrota.

Hemos de disentir con Losantos en algo. No fue el fin de la indignación contra los gobiernos que se rinden contra ETA. Esa indignación era, junto con el dolor, el sentimiento mayoritario en la Plaza de Colón y sus alrededores.

Por la mañana, Fernández Díaz anunció la suelta de 50 etarras en dos meses, o sea, la amnistía apenas encubierta que ya comenté aquí. Y a la una de la tarde (por eso se retrasarían los relojes) una concentración de víctimas del terrorismo en la Plaza de Colón no dijo una sola palabra contra Rajoy por aplicar a los etarras el confortable plan de Rubalcaba y ZP. La diferencia es que a Zapatero se le llamaba traidor -lo que era- en esas mismas concentraciones.

Alguno de quienes hablaron sí denunció al actual Gobierno, aunque es cierto que no lo hizo quien lidera la asociación que durante más tiempo encabezó las protestas. Y eso último nos dolió a muchos.

Concluye:

Con el PP tragando y sin la presión de las víctimas en la calle, la ETA ha ganado.

Si Rubalcaba hubiera dicho lo que ayer Fernández Díaz, o si ZP, tras decir que «está lloviendo mucho», hubiera hecho lo que está haciendo Rajoy, las víctimas hubieran puesto el grito en el cielo. Ayer, cuando uno gritó «¡Rajoy, traidor!», Ángeles Pedraza lo calló y le pidió respeto. No sé si para Pilatos o para la jofaina, vulgo palangana, de tantas claudicaciones.


Maniel Jabois.

La visión de Manuel Jabois, mostradas en una pieza a mitad de camino entre la columna y la crónica, difiere bastante de la de su compañero de periódico. Titula A la una de la tarde fue 2007.

El PP atrasó ayer una hora y alargó un problema. O más bien, para las miradas más perspicaces, a las tres de la mañana fueron las dos y a la una de la tarde fue 2007, aquel año en que una manifestación denunció en Colón la traición del Gobierno a las víctimas del terrorismo; aquella marcha la convocó el líder de la oposición, Mariano Rajoy, con un lema: «España por la libertad. No más cesiones a ETA».

Añade:

Al PP se le ha levantado un sector de por sí poco marianista y muy aguirrista, que ya protestó airadamente por aquel cambio de mando en el PP vasco dirigido a una distensión y que ahora entiende violado lo más sagrado, la dignidad de las víctimas. Una invocación continua en el acto, por cierto, incluso para pedir silencio: «Os pido que os calléis, no por mí, sino por la memoria de las víctimas». La pronunciación de la palabra surtía efecto para silenciar a la mayoría.

No es, absoluto cuestión de marianistas y aguirristas. En todo caso, son Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre quienes se han situado más lejos o más cerca de las víctimas y eso lo perviven los afiliados y votantes del PP. De hecho, no era lo de Colón una concentración del PP, por mucho que Rajoy tratara de manipularla enviando a los citados ‘Tres Mospeperos’.

Concluye:

Fue la rabia la que compuso, como un pegamento, la uniformidad de la concentración. Quizá fuese la principal noticia, porque contra Zapatero, presente también en el recuerdo de muchos, era una rabia encauzada por el PP y hacia un enemigo natural. La de ayer surgía sola, mucha provocada por el roce y excitada por la presencia de quienes consideran traidores a una causa intocable. Ellos -Floriano, Oyarzabal, GonzálezPons o Arenas- se llevaron las fotos del día al entrar y salir entre gritos de protesta y empujones. Esperanza Aguirre, que sobrevivió intacta a un accidente de helicóptero y salió descalza de una bomba en Bombay, fue aplaudida. «Yo estoy siempre con las víctimas. Hoy, más que nunca», dijo el día en que, más que nunca, las víctimas estuvieron más lejos de su partido.

Lo que a muchos ya nos ha quedado claro es que el PP no es el partido de las víctimas, es el partido que las utilizó para después abandonarlas.

Por su parte, en ABC David Gistau ofrece también un texto a medio camino entre la columna y crónica. Se titula Partido en dos y sus conclusiones no son mu diferentes de las de Jabois.

La presidenta de la AVT, Ángeles Pedraza, hizo ayer un inmenso favor a Mariano Rajoy. Con que hubiera incorporado a su discurso un solo renglón que hiciera chispa, el ambiente en los Jardines del Descubrimiento, volátil en su predisposición contra el Gobierno, en la sensación de orfandad que muchos asociaron sin ambages con la palabra traición, habría fluido hacia una ruptura demoledora para el PP y para su monopolio de la causa moral de las víctimas.

Dice Gistau:

El paisaje humano recordaba al de las grandes movilizaciones contra Zapatero, sólo que con algunos roles políticos cambiados. Quién sabe, si no cambia la tendencia sentimental, si no será el PP de Génova el que acabará buscando en estas muchedumbres alguna bandera invalidante sobre la que cerrar el zoom de la cámara. Pedraza logró que el escenario, emocionalmente roto después de los escalofriantes relatos personales de algunas víctimas, no irradiara hostilidad a Moncloa y Génova. Pero ésta era perceptible entre el gentío. Los representantes del oficialismo, como Arenas, Floriano y Pons, se expusieron lo menos posible, permanecieron casi ocultos en un corralito que los separaba de la masa de la concentración.

Añade:

El descontento interno se hace evidente con imágenes como la de Consuelo Ordóñez, hermana de uno de los ausentes más sentidos del PP, cuando ingresó en la plaza portando en alto, con rictus procesional, una pancarta que echaba la culpa indistintamente a los gobiernos del PSOE y el PP. Al PPSOE, por emplear el híbrido de siglas que ha hecho fortuna extramuros del bipartidismo. La escalada verbal y la tensión son tales, que, ayer, un diputado del oficialismo le dijo a un compañero crítico que lo que quieren él y los suyos es un golpe con los tanques en la calle: que ese anhelo está detrás de la oposición interna a Rajoy.

Concluye:

La salida fue aún más difícil para los cargos de Génova. Se repitió la increpación a lo largo de todo el pasillo, con el agravante de que, al final, en la esquina de Serrano y Jorge Juan, aguardaban sin mezclarse un grupúsculo de extrema derecha y algunos miembros de VCT que exploraron formas más groseras del insulto y gritaron los lemas más hirientes de la mañana: «¡Rajoy, marioneta, te va a votar la ETA!».

Ay, si Pedraza llega a encender aunque sólo fuera una chispa…

Concluimos con Isabel San Sebastián, que titula en recuerdo de una víctima de ETA: El padre de Irene.

Los padres de Irene y José Ángel [guardias civiles asesinados por ETA] son los padres, madres, hijos, esposos, hermanos, amigos, compañeros de cualquier víctima del terrorismo. No piden venganza ni han tenido jamás la tentación de tomársela por su mano. Exigen justicia y confiaron en un Estado de Derecho que se la niega al permitir infamias como que un asesinato a sangre fría se salde con menos de un año de cárcel. N

Frente al discurso de La Razón, El País o La Vanguardia, San Sebastián dice:

No están politizados ni mucho menos se dejan instrumentalizar políticamente. Demandan al poder político, sea cual sea su color, que cumpla lo prometido y diga la verdad; que no negocie en la sombra con una banda terrorista ni cambie «paz» por dignidad; su dignidad, la memoria de sus hijos y la justicia a la que son acreedores.

Tras recordar que miles de personas acudieron a la concentración en Madrid, concluye:

Si Mariano Rajoy y sus «pretorianos» han entendido el mensaje de esas gentes, que constituyen en su mayoría la base social del Partido Popular, enmendarán los errores cometidos y regresarán a la senda de la firmeza incondicional frente al terrorismo. Si, por el contrario, caen en la tentación de culpar al mensajero e infravalorar la magnitud del enfado que se palpa en su electorado ante ignominias como la liberación de Bolinaga o la aplicación instantánea de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo sobre la doctrina Parot, sin intentar siquiera ganar tiempo mediante alguna táctica de resistencia, que se preparen para una sorpresa en las urnas.

Al margen de los análisis periodísitcos, muchos acudimos para estar con las víctimas y compartir su dolor. Para denunciar a los políticos que las han traicionado, con independencia de sus siglas. Y muchos otros no pudiero ir pero hubieran querido. Una tuitera muy activa nos lo decía:

 

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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